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¡Mil millones de millonsísisisisisimos de agradecimientos a todas las hermosas personitas que dejaron un lindo review, agregaron la historia a su lista de favoritos y quienes también la siguen! ¡Muchísimas gracias! Hacen de verdad que me den ganas de actualizar pronto x3

Disclaimer: Ni One Piece ni sus hermosos y geniales personajes me pertenecen, sino al increíblemente creativo Eiichiro Oda.

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Capítulo 3

— ¡Barco a la vista! —Gritó Usopp desde el puesto vigía.

— ¿Barco? ¿Dónde? —Le preguntó pequeño reno buscando con la mirada hacia todos lados.

—Por allá, Chopper —le señaló el cocinero que había salido en busca del mencionado barco.

— ¡Ah! —Gritó Luffy al reconocer el barco —, ¡pero si es el barco de Hancock! —Todos le miraron por un momento para después mirar al barco que se aproximaba directamente hacia ellos.

— ¡El barco de la bella emperatriz! —Gritaba el rubio con corazones alrededor.

—Qué ruidoso eres —espetó el espadachín con gesto irritado. El cocinero lo miró.

— ¡¿Qué dijiste?! —le gruñó y una pequeña pelea se desato dentro ambos.

El barco de las Kuja se acercó lo suficiente, permitieron y ayudaron a su capitana a abordar su barco. Sanji le tendió la mano a aquella bella mujer que subía por la escalera hecha por cuerdas, pero está la rechazó y con un movimiento de cabello, hizo que el cocinero se volviese piedra, pero no por su habilidad, simplemente por la impresión que le causó tener tal belleza en su barco.

— ¡Sanji! —Gritó el reno, siendo el único preocupado por el rubio.

—Cuánto tiempo —Luffy la recibió con una pequeña sonrisa de gratitud.

—Lo sé Luffy —sus mejillas estaban sonrojadas mientras miraba al hombre delante de ella.

—Mira Hancock, te presentaré a mis amigos —le dijo Luffy con gran ánimo. Boa asintió feliz de ser presentada ante la ahora familia de Luffy, era un paso más en su relación, según ella —, este es Zoro, nuestro espadachín y segundo al mando —le señaló al susodicho. Roronoa se limitó a mirarla sin decir una sola palabra, Hancock le devolvió la mirada, no se intimidaría —. Está es Nami —Nami aquel nombre retumbó en la memoria de la emperatriz —, mi navegante, la mejor de todas —le sonrió. La pelirroja a pesar de ser nombrada no hizo ningún movimiento. Luffy se colocó detrás de ella pasando sus brazos alrededor de sus hombros en forma de abrazo y depositó su cabeza sobre la de la navegante —, también, es la tercera al mando —a pesar de que aquello no había sido anunciado oficialmente ni consultado entre la tripulación, todos aceptaron el hecho de que Luffy la hiciese tercera al mando, nadie replicó nada y sólo se limitaron a asentir tanto para sí mismos como para la plática —. Aunque no lo parezca ella es mucho más alegre, pero digamos que hubo un problema técnico y ahora lo estamos intentando arreglar, ¿no es así Nami? —la pelirroja asintió, colocando una mano sobre el firme agarre de pelinegro en forma de aceptación al abrazo —. Él es Usopp, nuestro tirador estrella —nuevamente señaló al ya mencionado.

—He-hey… —saludó algo tenso. Quizá aquella mujer fuese la más bella del mundo, pero era proporcionalmente aterradora.

Sin embargo, la emperatriz no le devolvió el saludo.

—Aquel es Sanji, nuestro cocinero ¡y vaya que cocina bien! —Apuntó sin romper la posición en la que estaba con Nami hacia su cocinero que yacía como piedra aún en la orilla de la cubierta —, este es Chopper nuestro buen doctor —el reno de igual forma se limitó a levantar su pesuña, ya que como a Usopp, aquella mujer le daba miedo —. Ella es Robin, nuestra arqueóloga.

—Es un gusto, emperatriz —la arqueóloga la miró divertida y sonriendo, sabía que aquello haría que Hancock se molestara, pero realmente le importaba poco.

—Él es Franky, nuestro carpintero —lo señaló de igual forma ya que se encontraba en frente del timón.

— ¡Súper! —gritó desde su posición.

—Y por último, nuestro músico, Book…

—Yohohoho, es un gusto conocerla —se le acercó alegremente —, si no le molesta, ¿podría enseñarme sus panties? —pero antes de siquiera decir otra cosa, fue golpeado por una de las patadas de Sanji, que al parecer se había ya recuperado.

—Ah, Luffy, tú tripulación es genial —le decía con falso asombro. Para ella el único genial era el capitán de la misma.

— ¿Verdad que sí? Ushishishi —le sonrió aun abrazando a la navegante.

— ¿Y bien? ¿Qué hace una hermosa dama por estos mares tan peligrosos? —Le preguntó el rubio con su característico porte caballeroso.

—Te estaba buscando Luffy —ignoró olímpicamente al cocinero y este al darse cuenta, terminó deprimido en una esquina de la cubierta —, hay una isla que me encantaría visitar a tu lado.

El pelinegro la miró confundido pero no pudo decir nada porque una gran ráfaga de viento sopló a espaldas del capitán y su sombrero salió volando, pero antes de que pudiese caer, una de las tripulantes de Hancock lo tomó, y en un parpadeo, el sombrero ya no estaba.

—Shishishi —al mirar al joven, se dieron cuenta de que el sombrero ya estaba en sus manos —, lo siento. Pero es mi tesoro —les informó con calma —, y no dejo que nadie lo toque —afirmó, contradiciéndose de alguna forma, ya que al terminar de decir esto, posó el sombrero sobre la cabeza de Nami —. Aunque sé que tu lo cuidarías perfectamente, ¿no, Nami? —La pelirroja asintió, pero la posición que hasta hace unos momentos tenían cambió, parándose cada quien por su lado.

La emperatriz no podía hacer otra cosa más que mirar la escena con cierto recelo.

—Así que, ¿una isla? —Le preguntó Usopp retomando la conversación e intentando desviar la mirada de Boa hacia otro lado que no fuese la pareja, a kilómetros se le podía ver las ganas de asesinar a la navegante que tenía.

—Sí, una isla —le miró de manera cortante —, escuché que venden una carne muy deliciosa, cariño—a pesar de todo, su mirada no pudo ser totalmente desviada del capitán y está vez, ignorando a la pelirroja, le sonría como enamorada que estaba.

— ¡Waaa! ¿Carne muy deliciosa? —La cara de Luffy rebosaba de emoción —, ¿podemos ir Nami? ¿Podemos? ¿Podemos? —La pregunta ciertamente sorprendió un poco a los presentes, Luffy ¿pidiendo permiso? La navegante asintiendo nuevamente —, ¡iremos! —le aseguró con energía.

—Si nos siguen, llegaremos ahí muy pronto —le guiñó un ojo al mugiwara. Franky se encargó de cambiar el curso y seguir al barco Kuja. Boa calló un momento, y tras vacilar un par de veces dejó salir algo de sus labios que a nadie pareció complacer —, me encantaría que nos dejasen solos a Luffy y a mí —intentó que eso sonase a petición, sin embargo su timbre de voz no logró engañar a nadie. Aún sin aceptación por parte de nadie, se acercó a Luffy y Nami, quienes instintivamente se separaron aún más y dieron un paso para atrás —, cariño, vamos a mi barco, tengo mucha comida —le sonreía con mucho fervor.

Sanji ardía en celos, pero también vigilaba de cerca a su capitán, si hacía tan sólo un movimiento en falso, lo haría trizas y no precisamente porque cortejase a la emperatriz, sino porque dejase a Nami sola, que la cambiara por Boa, eso jamás se lo perdonaría y aún más sabiendo las condiciones en las que la navegante se encontraba, pero no sólo era él, toda la tripulación seguía de cerca las reacciones de su capitán. Ninguno le permitiría lastimar a Nami en aquellos momentos, bajo ninguna circunstancia.

—Ah, lo siento, yo no- —Luffy intento negarse ante lo insistente que la pelinegra era —, no me apetece ahora, Hancock —pero ésta parecía no escucharlo a medida que se le acercaba más y más.

Nami no estaba para nada de acuerdo, en que llegara esa mujer a dar órdenes como se le diese la gana, en un barco que no era suyo. Como si no tuviese suficiente con que tuviese tanta confianza con Luffy, llamándolo cariño y mirándolo de forma tan empalagosa. Pero, tampoco podía hacer nada, no podía ser tan egoísta… o eso pensaba, hasta que la perfecta oportunidad se presentó.

El viento cambió de dirección de una forma muy peculiar, una forma que la navegante reconoció enseguida. Su ceño se frunció levemente, se plantó firme en el suelo y alzó la mirada hacia la emperatriz pirata —, no me gusta este curso —espetó de forma tranquila pero dura, luciendo la autoridad que poseía en aquel barco de lo más natural. Llamó la atención de todos.

— ¿Cómo? —Hancock sintió un leve tic aparecer en su ceja, devolviéndole una muy fría mirada a la pelirroja.

— ¿Quieres que cambiemos el curso, Nami? —Con su sonrisa en el rostro, Luffy le ofreció a Nami ante el grandísimo asombro de todos. Su capitán, jamás, jamás, cambiaría el curso de su barco si eso significaba perderse una aventura y, visitar una nueva isla significaba una aventura. Pero eso, en aquellos momentos era lo último que pasaba por la mente de Luffy, ya que eran las primeras palabras que la navegante decía en público y para oídos de todos.

Por otra parte, Nami tampoco esperaba aquella reacción por parte de Luffy, pero su semblante ligeramente molesto no cambió, y se limitó a darse mejor a entender —, un ciclón se acerca —su mirada ya más relajada ahora se posaba sobre Luffy, viendo como este asentía.

— ¿Un ciclón? ¡Por favor! En estos mares, eso es algo imposible de- —pero Hancock no pudo terminar su oración al mirar sorprendida cómo la tripulación entera se movía de un lado al otro, colocándose en sus posiciones respectivas.

— ¿Curso, Nami? —Le preguntó Franky que aún yacía en frente del timón.

—Nueve en punto —nuevamente, sin gritar le informó. Luffy se había escabullido de Hancock para posicionarse al lado de su navegante colocando un brazo sobre sus hombros, mostrando la confianza que había entre capitán y navegante.

Boa miraba con mucha atención a su alrededor, después de advertirle a la tripulación de su propio barco el cambio de curso se mantuvo atenta esperando un ciclón que para ella era imposible de predecir y cuando estaba dispuesta a gritarle a la navegante lo inútil que era, un fuerte viento la tomó por sorpresa y sus ojos se abrieron cual platos al mirar el ciclón a unos escasos kilómetros de ellos. Su mirada se volvió a posar en la inexpresiva pelirroja, era algo… aterrador, una simple chica como ella, podía predecir algo como un ciclón. Recordó cuando en uno de aquellos días, cuando visitaba a Luffy en su entrenamiento para llevarle comida, este le contaba de su tripulación, todo iba perfecto, pero cuando llegó a su navegante, Luffy no paraba de elogiarla y de decir que era buenísima en cuanto a clima se trataba y que sin ella, no hubiesen podido ni siquiera salir de East Blue. En aquel entonces, eso le parecía tan exagerado, pero, quizá, esa joven tenía más importancia de la que pensaba. No debía subestimarla.

Retomaron el curso hacia la isla anteriormente acordada, todos regresaron a sus habituales tareas y Nami se sentó en la cubierta del Sunny como el día anterior. Hancock se mantenía cerca de Luffy, pero le era algo muy molesto ver que este no dejaba de mirar a la navegante.

Robin, intentaba leer un libro pero no podía apartar la mirada de lo que pasaba en la cubierta, y con una pequeña sonrisa, una idea se le ocurrió.

—Luffy —lo llamó bastante alto, para que el capitán pudiese escucharla entre tanto ruido que la emperatriz hacía. Cuando el aludido volteó a verla, la arqueóloga le hizo señas de que fuese con ella en el camastro en el que se encontraba recostada. Su sonrisa se amplió cuando Luffy le dirigió una mirada agradecida y llena de alivio.

— ¿Qué pasa Robin? —Le preguntó intrigado mientras de acuclillaba al lado del camastro.

— ¿Sabes? Creo que deberías ir a tomar un baño —le dijo con calma. Soltó una pequeña risilla al ver el rostro lleno de confusión de su capitán.

— ¿Un baño? Pero Robin, yo no-

—Con Nami —soltó la arqueóloga, callando inmediatamente al chico a su lado. Vaya que parecía estarlo considerando bastante —, no te preocupes. No dejaré que nadie os interrumpa —y esto pareció terminar de convencer al capitán porque se levantó cual resorte agradeciendo varias veces y se fue corriendo hacia donde Nami estaba.

Observó cómo no perdió el tiempo y simplemente la tomó en brazos hacia el baño. Era realmente el momento más indicado para que se escabullesen al baño, ya que Usopp y Chopper estaban muy ocupados admirando a Franky que implementaba un par de nuevos arreglos al Sunny, Brook componía una nueva canción, Zoro dormía como siempre y Sanji, quien más le debía preocupar, estaba en la cocina preparando un postre que ella misma le pidió. Ahora, lo único que faltaba era ver qué haría la emperatriz a continuación. La siguió de cerca con la mirada, pero Boa parecía no querer seguirlos, hasta cierto punto, parecía respetar la intimidad y espacio de Luffy, aunque tampoco dejaba de dar vueltas por la cubierta ansiosa por el regreso de su amado.

Luffy cerró la puerta del baño tras de sí y depositó a Nami en el pequeño banco contiguo a la tina.

— ¿Luffy? —La pelirroja alzó la mirada viendo como el capitán sólo le hacía una pequeña seña que le indicaba que lo esperase ahí. Salió nuevamente del baño y no tardó mucho en regresar con un cambio de ropa para ambos. Luffy abrió la llave del agua caliente para que la tina comenzara a llenarse.

—Es hora de tomar un baño —le guiñó un ojo dejando la ropa en el estante de la entrada. Se acercó lentamente a la pelirroja esperando alguna reacción de enojo o molestia, pero aquello nunca sucedió. Con delicadeza comenzó a deslizar hacia arriba su playera gris que aún usaba la pelirroja. Sabía, que el que Nami lo dejase hacer lo que quisiese con ella era por culpa de aquella fruta, pero lo que no sabía era que también lo dejaba porque Nami sabía perfectamente que él jamás le haría algo que ella no quisiese.

—Me gusta usar tu ropa —confesó la navegante mientras se levantaba para permitir que Luffy la despojase de su short y ropa interior.

— ¿De verdad? —Le sonrió su capitán mientras la ayudaba a entrar en la tina con mucho cuidado. Nami asintió lentamente sintiendo cómo el agua tibia relajaba todos sus músculos y discretamente veía a su capitán despojarse de su propia ropa.

La navegante se sentó a la mitad de la tina dejando espacio para Luffy detrás de ella. No sabía por qué a su capitán le había dado por tomar un baño y más con ella, pero realmente no le importaba, había descubierto que le encantaba pasar tiempo a solas con su capitán, con ese capitán serio, cuidadoso y cariñoso. Se sentía especial y querida.

Luffy cerró la llave del agua y tomó asiento detrás de ella, pasando sus piernas alrededor de ella y con cuidado hizo que ésta se recargase en su torso desnudo. Permanecieron así por varios minutos.

— ¿Estás bien? —Le preguntó la navegante, alzando un poco su cabeza para encarar a su capitán. Al principio Luffy la miró confundido, pero después se dio cuenta de que la pregunta se debía a que era un usuario.

—Todo está bien, mientras no entre por completo al agua —su sonrisa no desaparecía para nada y su mirada calmada se posaba sobre ella mientras le quitaba un par de mechones de cabello que yacían sobre su rostro. El calor y la comodidad estaban haciendo que a la navegante le entrasen ganas de dormir. El joven de goma lo notó enseguida y no era porque le molestara, pero sabía que si la joven se dormía en un lugar como ese podría pescar un resfriado.

—Aquí no es lugar para dormir, Nami —acarició su larga cabellera por última vez, haciendo que la pelirroja se enderezara nuevamente —, dormiremos juntos en la noche, ¿te parece? —Eso parecía más promesa que pregunta. La navegante se sintió muy bien ante aquello.

—Me parece muy bien —le dijo a la vez que lo veía tomar la botella de shampoo y vertía un poco del líquido en sus manos. Con cuidado comenzó a lavar la larga cabellera de su navegante y le tendió el jabón para que ella se lavara el cuerpo.

Una vez que Nami terminó de bañarse. Intercambiaron posiciones para que la navegante pudiese lavar el negro cabello de su capitán. Mientras lo hacía, la pelirroja pensaba que se podía acostumbrar perfectamente a esa vida.

Cuando terminaron, Luffy se levantó y tomó dos toallas, colocándose una en la cintura, secó primero a Nami y la vistió con una blusa de tirantes roja, le gustaba como se veía con rojo, después de todo ese era su color favorito, unos shorts de mezclilla que llegaban hasta la rodilla y por último unas sandalias igualmente rojas.

—Quizá no sea lo que sueles usar —comenzó el capitán, viendo la mirada sorprendida que por momentos le dirigió su navegante —, pero, ¿sabes? No me gusta mucho que otros hombres te vean —las mejillas de Nami se incendiaron con un rojo brillante mientras desviaba la mirada. Tomaría nota mental de ello.

Luffy se secó y se vistió con sus shorts de siempre y una playera negra con adornos azules y sus típicas sandalias. Frotó el cabello de Nami un poco más con la toalla y las tendieron adentro. Luffy recogió la ropa que traían puesta con anterioridad y tomó la mano de Nami, caminado por la cubierta al camarote del capitán, el joven se dio cuenta de que Hancock ya no estaba a la vista, miró a Robin y ésta le sonrió amablemente dándole a entender, que por el momento no habría problemas. Entraron rápido, dejaron la ropa sobre la cama y salieron, Luffy la llevó con Usopp, Chopper y Franky para ver lo que estaban haciendo.

Ciertamente, como Hancock dijo, no tardaron mucho en llegar, en un par de horas más. Anclaron y todos comenzaron a bajar del barco, tanto las piratas de la tripulación de Hancock como los mugiwaras. Boa esperó a Luffy con ganas de explorar la isla juntos, pero este pasó de largo sosteniendo la mano de Nami a medida que bajaban. ¿Desde cuándo Luffy era tan detallista? A pesar de estar enamorada, sabía cómo era Luffy, y eso la sorprendía bastante.

—Eso es nuevo, ¿verdad? —La voz que resonó detrás de ella le hizo dar un pequeño salto y miró al dueño de aquella voz, sino mal recordaba, Zoro se llamaba, su espadachín —, de verdad la quiere —la dura mirada del segundo al mando cayó sobre la bella pirata —. No te atrevas a lastimarlos —se atrevió a amenazarla con su grave tono de voz. Ni siquiera esperó a que le contestase, simplemente comenzó a caminar para explorar la isla como sus compañeros.

Hancock se quedó en su lugar por un momento más, mirando a todas las personas delante de ella. ¿Lastimarlos? Ella sólo quería a Luffy, nada más. Si esto se le era concedido, no habría por qué salir herido.

Con eso en mente, siguió al capitán y navegante de los mugiwara, ninguno de los dos pudo realmente oponerse, aunque claro, Nami nunca dijo nada. Pasaron por varias tiendas, por lo general la navegante se probaría millones de cosas y estafaría a los vendedores con tal de obtener lo que quería, pero en ese momento, se limitaba a ver como Hancock era quién se probaba todo lo que veía y aunque realmente no se compraba nada, no dejaba de modelarle todo lo que se ponía a Luffy. A pesar de la insistencia de su capitán, la pelirroja no se compró ni probó absolutamente nada y de cierta forma, aquello le preocupaba.

— ¡Hey, ustedes! —Les gritaron mientras andaban por una calle transitada —, sois forasteros, ¿verdad? —Inquirió aquel hombre de mediana edad —, haremos un festival esta noche, podéis ir si queréis —les informó con una sonrisa mirando al par de muchachas y dándoles uno de los volantes que repartía.

— ¿Festival? —Inquirió Luffy curioso mirando el papel que le habían dado.

—Sí, festival —el hombre se dispuso a explicarles —, es una celebración que hacemos cada año. Si os fijáis bien, en la tarde el pueblo comenzará a adornar las calles de bellos colores —les decía haciendo grandes ademanes con los brazos —, ¡no podéis faltar!

Sin decir más, el hombre siguió repartiendo sus volantes a los transeúntes.

—Suena divertido, ¡deberíamos ir! —dijo Luffy hacia ambas muchachas, no queriendo excluir a ninguna.

La tarde pasó, comieron en un lindo restaurante y ciertamente la carne estaba deliciosa, o eso decía Luffy. Caminaron un rato más por la ciudad y como bien les había dicho aquel señor, las calles comenzaban a adquirir más y más colores con cada minuto que pasaba. La gente se veía alegre y entusiasmada, los niños corrían de un lado al otro, sonriendo y riendo mientras ayudaban con la decoración. Nami miraba con atención a su alrededor, algo le daba mal presentimiento, para variar. Algo le decía que no debía ir a ese festival, al menos no con Hancock a su lado, pero Luffy estaba a su lado también, ¿no era así? Entonces no había de qué preocuparse.

La noche cayó y junto con ella el barullo llegó. La gente cantaba y reía al son de las canciones que resonaban por la isla entera. Saltaban y bailaban, había puestos de comida por doquier, también de máscaras, vestidos y tiendas de recuerdos. Todo era muy animado, Luffy pensó que era el ambiente perfecto para Nami en el estado en el que se encontraba. Hancock también parecía feliz ante las hermosas melodías que llegaban a sus oídos y en medio de la euforia comenzó a arrastrar al pelinegro por toda la plaza.

— ¡Bailemos Luffy! —Le gritaba en medio del barullo. El aludido apenas pudo escucharla.

— ¡No! ¡Debo de-!

Y cuando se giró, ya no estaba. Nami no estaba. En aquel preciso momento el pánico se apoderó de él, ¿dónde estaba Nami? ¿Dónde? Miró desesperadamente a su alrededor, con su Haki la buscó, pero había demasiadas personas y eso sólo logró abrumarlo aún más.

— ¡¿Dónde está Nami?! —Le gritó a Hancock con la esperanza de que ésta supiese. Sin embargo Boa se encogió de hombros no pudiendo evitar mirar a los lados en busca de la joven.

—Dices que es fuerte, ¿no? De seguro está bien —le dijo la emperatriz, quizá ahora Luffy la miraría a ella nada más.

Pero eso no sucedió, el pelinegro comenzó a correr sin rumbo, sin saber dónde buscar, miraba para todos lados sin saber por dónde empezar, Boa lo seguía de cerca intentando detenerlo, pero se dio cuenta de que eran solamente intentos en vano. Naranja. Eso fue lo que por el rabillo del ojo alcanzó a ver Luffy. Sin pensarlo dos veces corrió desesperadamente hacia donde aquel rápido destello de color pasó, era una calle estrecha y oscura, una calle muy larga, por más que corría parecía no tener fin. Daba vuelta tras vuelta y el barullo de la fiesta comenzaba a apagarse, sólo se escuchaban sus desesperados pasos y los tacones de Boa siguiéndolo de cerca.

Cuando por fin salió de aquel infinito callejón pareció haber llegado a una plaza solitaria, con una fuente de cemento que estaba encendida y un silencio mortal.

Tomó una gran bocanada de aire concentrándose lo más que podía, tranquilizándose y agudizando el oído. Unos llantos desesperados se escuchaban a un par de metros de su posición, unos llantos muy conocidos. No lo dudó ni un minuto más y se dirigió por donde su instinto le guiaba. Terminó en frente de una casa y de un solo puñetazo rompió la puerta. Lo que vio lo hizo estallar en ira.

Nami oponía resistencia ante aquel joven que la tenía presa, varios moretones y rasguños eran visibles sobre su blanca piel, las lágrimas caían a más no poder de sus ojos faltos de energía. El sonido de la puerta siendo rota llamo la atención de los presentes, eran dos hombres, de los cuales uno estaba planeando lo que harían con la joven y la recompensa que tendrían después de ofrecerla al gobierno y el otro mantenía presa a la pelirroja a base de violencia, parecía disfrutarlo bastante.

Antes de que una sola palabra pudiera ser dicha por alguno de los presentes, un puñetazo a máxima potencia se les fue proporcionado a los dos hombres, Luffy parecía tener cara de quererlos matar, pero sabía perfectamente que eso sólo alteraría más a su navegante.

—Nami —la llamó. Pero la aludida ni siquiera se le acercó, se abrasó a sí misma y torpemente retrocedió lo más que pudo. Su llanto se volvía cada vez más y más fuerte —, Nami —por segunda vez la llamó, acercándose a ella de forma cautelosa. Su mano se posó sobre su hombro y la navegante dio un gran brinco quitando la mano de un golpe. Alzó su achocolatada mirada hacia su capitán. Y Luffy no pudo ver más que miedo en aquellos ojos que tanto le gustaban. Le dolió. Le dolió mucho ver cómo su navegante le tenía miedo hasta a él mismo —, perdóname Nami, no volverá a pasar —su voz se quebró —, no volverá a pasar —la abrazó lo más fuerte que pudo. Al principio la pelirroja opuso resistencia, pero después de unos minutos, Luffy sintió un débil agarre que provenía de las manos de su navegante y su playera mojándose de las lágrimas que no paraban de emanar.

El capitán de los mugiwara la tomó en brazos saliendo de ahí sin siquiera mirar a los hombres que yacían en el suelo.

—Luffy —lo llamó la emperatriz.

—Lo siento Hancock. Creo que Nami debería descansar, y yo también —su tono de voz era aquel que usaba cuando su ira superaba el límite que él mismo podía soportar.

Boa no dijo nada, se sentía culpable. Y los dejó partir. Ella también regresaría a su barco poco después.

Σ(・□・;)

En el camino de regreso Luffy se encontró con un par de sus compañeros, pero ninguno le dirigió la palabra o le preguntó algo, bastaba ver la mirada que el capitán traía para saber que estaba más que enojado y un Luffy enojado no era para nada fácil de manejar. Sanji quiso golpearlo al ver el estado de Nami, pero igual que los demás, comprendió que ni Luffy quiso que eso le sucediese y se apartó de su camino.

Llegaron al barco y el pelinegro se dirigió directo y sin escalas a su camarote. Sentó a Nami en el borde de la cama y con muchísimo cuidado la cambió por su pijama, que ahora consistía en su pequeño short rosa pastel y alguna de sus playeras. Se quitó su playera y pantalones de igual forma y se recostó sobre la cama abrazando a su navegante que ahora le daba la espalda.

—Nami —su voz salió más apagada de lo que esperaba —. Perdóname Nami —le pidió de nuevo. La pelirroja había parado de llorar a penas unos momentos antes —, fui un completo estúpido, perdóname —la abrazó aún más fuerte tratando de no lastimarla con tantos moretones que tenía. Quizá debió llevarla con Chopper antes de meterla a la cama, pero no quería que nadie más se involucrase en eso. Primero tenía que hacer sentir mejor a la pelirroja y después llevarla con el doctor.

—Luffy —susurró la navegante ganando toda la atención de su capitán —, no me dejes sola otra vez —se giró lentamente para encararlo —, dijeron que me entregarían —sus lágrimas volvieron a caer por sus mejillas —, y pensé que jamás te volvería a ver —su voz terminó quebrándose por completo. Ésta vez se aferró a él con las pocas fuerzas que le quedaban. Esto sólo hizo sentir peor a Luffy.

—Te lo prometo —le dijo más que decidido —. No te volveré a dejar sola —y devolvió el abrazo externando todo su cariño.

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No… no estoy muy segura, de que la tripulación de Hancock realmente baje a conocer las islas y eso, porque hay hombres, ¿no? Y se supone que no pueden… tener contacto con ellos(?). Ay no sé .3.

Ah por dios. Sinceramente iba a poner una escena de casi violación, pero se me hizo muy cruel. Así que sólo la golpearon y maltrataron bastante. Ah sí, me dijeron que metiese antagonistas y así, entonces lo hice (neeh, también quería antagonistas :3). Espero que no los haya decepcionado, no tengo nada en contra de Hancock ¡lo casi prometo! Porque, puede que quizá me choque un poquito nomás.

Este capítulo me quedó larguísimo, es casi el doble de lo que por lo general logro escribir, espero de verdad, que no los haya decepcionado y sinceramente disfruté bastante escribir la escena del baño, jujuju.

¡Muchísimas gracias por darse el tiempo de leer!

Opiniones, críticas constructivas y/o sugerencias serán muy bien recibidos :D

¡Besos!