Lost Canvas y Saint Seiya son de Shiori Teshirogi Y Masami Kurumada.
Sé que no debería subir otra historia, teniendo tantas esperando sus finales. Pero me ha sido imposible no escribirla. Espero, que sea de su disfrute.
Lobunaluna.
Dedicado a AnnAndre 92, que me ah soportado varias locuras.
Y a las/os lectoras fieles, que me siguen en cada nueva empresa.
Lamentos.
-PAPÍ…-El chico, vestido solamente con su pijama, trataba de soltarse del agarre de los hombres que intentaban subirle al auto. Su padre miraba todo, aterrado, desde una de las habitaciones de la planta alta. Le mantenían ahí sujeto, para que viera como le eran arrebatados sus dos hijos.- ¡PAPÍ…! ¡PAPÁ!-Escuchaba que gritaba el mayor, mientras le subían al auto y la puerta se cerraba, ahogando sus gritos.
-¡NO SE LLEVEN A MIS HIJOS!-El hombre se soltó y se puso de rodillas ante el jefe de los desgraciados que se llevaban a sus pequeños.- ¡HARE LO QUE QUIERAN!-dijo con ojos llorosos.- ¡HARE LO QUE QUIERAN!-Repitió mientras comenzaba a llorar.
-No se preocupe, senador, sus hijos estarán devuelta antes de lo que se imagina…-sonrió con malicia, mientras tomaba uno de los puros de que el senador tenía en una caja sobre su escritorio.- Estamos muy bien enterados, que el joven Kardia tiene problemas aquí-se puso una mano sobre el corazón…- sería una tragedia, que se quedara sin su medicina…
-Por favor…-el hombre junto sus manos- dejen a mis hijos… Hare lo que quieran…
-Lo harás y cuando estemos seguros que has hecho lo que queremos…-el hombre se encendió el habano- te devolveremos a los pequeños, tendrás de regreso a Kardia y Milo…
En los autos.
El pequeño Milo de casi tres años, miraba a todos lados confundido. No sabía quiénes eran esos hombres y por qué le habían sacado de su camita. Su mente infantil, era incapaz de comprender la situación. Tenía fuertemente abrazado a su peluche con forma de jirafa, vestía un pijama con motivos infantiles y una camperita de abrigo, que uno de los hombres, había tomado cuando le sacaron de su habitación.
-¿Y mi papi?-pregunto el pequeño griego.- ¿Y mi hermano?-no recibió respuestas, a sus infantiles y vitales preguntas.
En el otro auto, las cosas no estaban tan sencillas. Kardia no dejaba de moverse y llamar a su padre a todo pulmón. A diferencia de su hermanito menor, Kardia, con sus diez años, entendía a la perfección que era un secuestro. Le sostenían de los dos brazos, para tratar de mantenerle quieto. No dejaba de gritar y llamar a su padre, mientras sus ojos se anegaban de lágrimas. Estaba aterrado, era comprensible. Le habían sacado de su cómoda y segura cama a las dos de la mañana. Le habían hecho bajar las escaleras a gran velocidad, mientras recibía insultos y amenazas por resistirse. Había visto cuando golpeaban a su padre, en el estómago, y lo llevaban al estudio del segundo piso.
-¡PAPÁ!-El chico seguía gritando a todo pulmón, sabía que ya no estaban en la casa donde se había criado. Sabia, muy bien, que se estaban alejando de la seguridad de su morada.- ¡PAPÁ!
-YA CALLATE CRIO DEL DEMONIO.-Uno de los hombres, le tapó la boca y la nariz al mismo tiempo- YA NO TE AGUANTO… ¡SI NO TE CALLAS, TE MATARE COMO A UN ANIMAL!-Le grito el sujeto que le sujetaba su brazo derecho.- ¡CALLATE!
-Usa el cloroformo…-le gruño uno desde la parte de adelante, mientras le pasaba un pañuelo.- que se duerma…-El hombre soltó su brazo y quito su mano de su boca. Ahí Kardia aprovecho para moverse y meterle una patada en la boca. Comenzó a resistirse al agarre del otro sujeto, que como podía trataba de controlar al chico.-Para el vehículo idiota…-Sintió como paraban y vio las puertas abrirse. Entre dos le sujetaron los brazos y un tercero le coloco un pañuelo en la boca y nariz. Un penetrante aroma dulzón invadió sus sentidos, siguió resistiéndose el tiempo que tardo la sustancia en hacer efecto en su sistema nervioso.
-Crio del diablo…-gruño uno.- no se callaba más…-el coche volvió a arrancar y siguieron su viaje.
En algún muelle de Atenas.
Los autos se detuvieron en una zona alejada del muelle, las puertas del primer auto se abrieron y unos sujetos vestidos de negro bajaron. Uno de estos llevaba sujeto de la mano al pequeño Milo, quien se había mantenido en vigilia y en silencio todo el viaje.
-Hace frio…-notifico el infante, cuando sus piecitos descalzos entraron en contacto con el frio pavimento. El hombre le miro, que se llevaran al mayor era entendible… Pero que llevarse al más pequeño, no. Los niños no hacía mucho habían perdido a su madre. Por las mismas razones por la que ahora eran secuestrados. El sujeto busco la aprobación de uno de sus colegas con la mirada y alzo al niño. Milo, quien aún no dejaba su jirafa, vio como bajaban a su hermano mayor dormido del otro auto.- Kardia está noni…-notifico el menor, quien luego dejo libre un bostezo. El hombre, contuvo las ganas de acunar al niño. Si se dormía, que se durmiera por voluntad propia.- ¿Papi?-no recibió respuesta ante la pregunta.
-Hay que llevar a los niños hasta Milos, de ahí otro grupo se hará cargo de ellos.-informo el que estaba a cargo de esa parte del secuestro.- trajeron las pastillas del mayor, supongo.-Hubo un intercambio nervioso de miradas- va, que importa, solo serán unas horas… tal vez un día o dos… Suban a los críos al barco.-ordeno.
-Este pendejo, pesa una tonelada-informo el que cargaba a Kardia.
Barco.
Milo, fue dejado junto a su hermano mayor en el camarote. Que fue cerrado con llave, a pesar que el pequeñín no presentara problema. Uno de los hombres, pensaba en la patada que Kardia le había metido en el auto y otro pensaba en un cabezazo muy bien aplicado en su nariz. Si, el pequeño no era el problema… El problema, era el mayor. Kardia, se hallaba recostado en la cama del compartimiento. Milo como pudo, se trepo a la cama y se acostó al lado de su hermano mayor. Era un poco bajo, para sus tres años… Pero eso a él no le importaba, lo que le importaba era que su papi no venía darle un beso de las buenas noches. Se acurruco al lado de su hermano mayor, el cuarto estaba frio. Antes de dormirse, se entretuvo con las orejas de su jirafa.
Cuando Kardia despertó sus ojos le otorgaron una vista de un techo de madera barnizada, su olfato le otorgo el aroma de la sal marina y el tacto le aviso de la cercanía de su hermanito. Con cuidado, se movió… Si, era Milo quien dormía a su lado. Su hermanito abrazaba esa odiosa jirafa, en ese momento agradeció que su hermano tuviera al peluche. En ese momento, envidio a Milo por ser tan pequeño y no tener que afrontar la situación como un adulto. Escucho un pitido, miro su reloj digital. El pitido avisaba la hora de su odiada medicina. Se recostó al lado de Milo y lo atrajo un poco más hacia él. Cuidaría de su hermanito, hasta que ese calvario terminara. Si querían lastimar a Milo, primero tendrían que enfrentarse a él…
-Soy un niño grande y, como tal, voy a cuidar a mi hermanito-susurro el menor de diez años. Mientras veía a Milo seguir dentro del calmo y tranquilizador abrazo de Morfeo.-Papá… ¿Dónde estás?
Kardia, despertó cuando sintió que alguien colocaba una mano en sus piernas. Por precaución no abrió los ojos, tenía miedo y prefirió que creyeran que dormía. La mano subió un poco, por el muslo del menor. El chico abrió los ojos y observo a la persona a la que pertenecía la mano. Se encontró con el sujeto, al que le había metido la patada en la boca.
-Me debes lo de la patada… Así que calladito o será tu hermanito…-Los ojos de Kardia se anegaron de lágrimas, mientras el sujeto comenzaba a mover su mano y la dirigía hacia cierta zona del menor. La puerta se abrió y el sujeto alejo su mano del cuerpo del chiquillo.
-Vete arriba-le ordeno el hombre, Kardia reconoció la voz. Era quien había ordenado que se le durmiera en el viaje- no se puede tocar a estos niños…-le gruño a su colega, cuando paso a su lado.- ¿te hizo algo?-Kardia se apresuró a negar con la cabeza, mientras abrazaba con fuerza a Milo a modo protector.-no les haremos daño…-informo el hombre, mientras miraba atentamente la habitación y cerraba con llave la puerta.- ¿tienes frio?-el menor no respondió- si tú tienes frio, quiere decir que tu hermano también. Supongo que no quieres que tu hermanito se enferme ¿No?
-No.
-Te vuelvo a preguntar.-el hombre le dedico una penetrante mirada al menor- ¿Tienes frio?
-Si.-el sujeto se acercó a uno de los compartimientos de un rustico mueble. Le quito el cerrojo, saco una manta y volvió a cerrar el compartimiento.
-Toma.-le arrojo la manta a Kardia- si tienes frio o sed. Golpea la puerta.-le informo, para luego retirarse. Kardia acomodo la manta y se tapó junto a su hermano. Lo que casi le pasa, le había aterrado más de lo que ya estaba. Desde ese momento, se mantuvo en absoluta vigilia.
Milo se movió un poco dormido, al poco tiempo, Kardia sintió algo cálido humedecer su pierna. De haber sido otra la situación, hubiera soltado mil y una exclamaciones hacia su hermanito de dos años y once meses. Milo abrió los ojos y miro a su hermano mayor.
-Me orine.-informo la criatura. Kardia, como pudo, contuvo las ganas de soltar un comentario irónico.
-No importa… yo en cualquier momento también me orino-informo el mayor, no era una mentira. Hacía varias horas, que contenía sus ganas.
-¿Y papi?-pregunto el menor, mientras se levantaba y soltaba un bostezo.
-No esta.
-¿Cuándo viene?-pregunto Milo, mientras le dedicaba una somnolienta mirada infantil a su hermano mayor.
-No sé.
-¿Dónde estamos?
-No sé.-Informo, mientras se bajaba de la cama y su pie entraba en contacto con la madera pulida del suelo.- ven… tengo que secarte de alguna forma la ropa…-bajo a su hermanito y le desvistió. Busco con que secar la ropa del niño. Tomo la manta, que por suerte no se había visto afectada, y tapo a su hermano con ella- no te la quites… espera a que se seque tu ropa.-Milo asintió, a pesar que no había entendido ni la mitad de las cosas que su hermano le había dicho. Por lo tanto, cada tanto, se andaba quitando la manta y Kardia siempre le volvía a cubrir con ella.
Cuando la ropa de Milo, estuvo medianamente seca, se la volvió a poner. Se sentaron en el suelo y se taparon con la manta. Milo se entretenía con su jirafa de juguete, mientras su hermano pensaba alguna forma de salir de ese lugar. Si estaban en un barco, como sospechaba, no tendrían escapatoria. La puerta se abrió y por instinto cubrió a su hermano con su cuerpo.
-¿Qué hacen en el suelo?-pregunto el hombre, que le había dado la manta.
-Mojo la cama.-informo Milo, sin dejar de jugar con su peluche. El hombre arqueo una ceja y luego miro a Kardia, quien inmediatamente desvió la mirada y abrazo con fuerza a Milo.-abazo…-el nene abrazo a su hermano mayor, mal interpretando las intenciones de este.
-¿Tu mojaste la cama?-El hombre sonrió burlón a Kardia.- no estas grandecito para ello.
-Milo, mojo la cama… Él no habla bien.-informo el chiquillo, sin soltar a su hermanito.
-En una hora, tocaremos puerto-le informo, en un tono helado- ahora les traigo ropa…-gruño, cuando estaba por salir, escucho un pitido de alarma.- ¿Qué es eso?
-Hora de la medicina.-informo Kardia, sin mirar al hombre o soltar a Milo.- tengo que tomarla…
-No te afectara, no tomarla un día…-dijo el mayor cortante, antes de cerrar la puerta.
-¿Abazo?-pregunto Milo, cuando su hermano le soltó. Kardia, siguiendo un impulso infantil. Un muy necesitado impulso infantil, propio de su tierna edad, abrazo a Milo y comenzó a llorar.
Continuara.