Hola a todos! Perdon por la tardanza pero estuve mucho tiempo pensando en dividir estos caps, modifique varias cosas y espero que haya quedado como yo queria! y eso quiere decir, con misterio y suspenso por el momento jajajaja =)

Vidian: ¡Si que volviste! =) Me alegro que te hayan gustado los otros caps y en especial el tercero! Yo tambien no veia la hora de incluir a Jill! jajaja pero con tanta trama enredada que pense para ella, era hora de que lo haga, si no, no iba a terminar mas su aparicion =P y si, Benson es terrible... espero que no le haga nada malo yo tampoco! o si lo hara? jeje

UnaLocaCleonista: Jajajaja si! soy de Argentina tambien! ese "Vos" se me habra escapado porque tengo un problema, escribo todo en modus argentinus y por ahi se me escapaban los "tu" y le clavo un Vos y queda re mal jajaja y bueno, sos mi fan numero 1 entonces! jaja espero que te guste este cap! =)

Ary Valentine: ¡Me siento popular! Jajaja gracias Ary! y si, a mi tambien me cae muuuy, muuuy bien ese Forest! pero Forest como el de tu historia no hay! jajajaja todavia recuerdo ese cap donde dice "follamigos" y me cai del sillon jajaja
Y gracias por lo que decis sobre mi narracion! hago lo que puedo y me alegra que quede bien para los que leen la historia! =) me siento muy halagado jajaja aun no se tomar una buena personalidad de Chris como lo haces vos! pero espero mejorar dentro de un par de caps! En el Chris de ahora se vera reservado, no confia en Jill y como para menos... jajaja =)
Yo siempre pense en Chris y Jill como buenos compañeros y nada mas. Lo juro, eso pensaba... pero leyendo tu historia como que me dieron ganas de hacer un Jill - Chris! pero por el momento no lo creo =P hay asuntos mas delicados que tratar como el bastardo de Benson! jaja y siii Vidian me recomendo tu fic! sin ella nunca lo hubiera leido! =)

Lamento que este cap quede corto a diferencia del resto! pero no tenía mucho tiempo para escribirlo y quería subirlo cuanto antes! Espero que este cap les guste a las tres! y si se les hace muy CSI MIAMI jajaja diganmelo e intentare modificar los contextos y las situaciones. =) Se las aprecia muchisimo! gracias por leer!


5

Confrontación

Tres coches patrulla se hallaban estacionados frente al edificio de Sunset. Las intermitentes luces rojas ya habían atraído a una multitud, a pesar de la hora y del frío reinante.

Valentine aparcó el coche al final de la calle y fue caminando hasta la casa. Un policía joven la detuvo.

-¿Es usted una inquilina?

-Soy Jill Valentine. Chris Redfield me ha llamado.

El agente le indicó el ascensor. –Tercer piso, a la izquierda. –informó, y la dejó pasar.

La gente miró con curiosidad mientras ella cruzaba el vestíbulo y se quedaba esperando el ascensor. Los curiosos estaban fuera, miraban hacia la casa, y se empinaban para ver por encima de los hombros de los que tenían adelante, mientras hablaban en susurros entre ellos. Jill se preguntó qué pensarían de ella. Las luces fulgurantes de los coches patrulla proyectaban un resplandor intermitente hacia la entrada de la casa. Por fin llegó el ascensor, y las puertas se cerraron tras ella.

El interior del ascensor estaba sucio; tenía un forro de plástico que imitaba la madera y una alfombra verde manchada por innumerables perros y gatos. Valentine esperó impaciente a que llegaba al tercer piso. Sabía qué albergaban esos edificios: estafadores, drogadictos, y gentes de paso. Podía alquilarse un apartamento para un plazo breve, de mes en mes. Era un antro.

Salió del ascensor en el tercer piso y se dirigió a una puerta rodeada de policías. Uno de ellos la detuvo, ella repitió que había ido a ver a Redfield, y el policía la dejó pasar, advirtiéndole que no tocara nada.

Era un apartamento de una sola habitación, amueblada en estilo seudoespañol, o por lo menos eso le pareció. Unos veinte hombres se apiñaban entre los muebles, recogiendo muestras, tomando fotografías, midiendo, examinando objetos. Era imposible imaginarse el aspecto de la estancia antes de la invasión del personal de policía.

Redfield salió a su encuentro. Era joven, de unos veinte y cuatro años, y vestía un traje gastado de corte clásico.

-¿Es usted Jill Valentine?

-Sí.

-Soy Chris Redfield. –su apretón de manos fue rápido y firme. –Gracias por venir. El cuerpo está en el dormitorio; ya ha venido el funcionario de Investigación Criminal.

La acompañó al dormitorio. La víctima era una joven de unos veinte años, y yacía desnuda sobre la cama. Tenía la cabeza destrozada y numerosas heridas de arma blanca. La cama estaba empapada de sangre y su olor dulzón invadía el lugar.

En el resto de la habitación reinaba el desorden: la silla del tocador tirada en el suelo, los cosméticos y las lociones se vaciaban sobre la alfombra, una de las lamparillas de noche estaba rota. Seis hombres trabajaban en la habitación; uno de ellos un médico de la Oficina de Investigación, que escribía un acta de defunción.

-Esta es la agente Valentine. –dijo Redfield. –Explíquele los detalles.

El médico señaló el cuerpo. –Como puede ver, una metodología brutal. Un golpe potente en la región temporal izquierda, que produjo depresión craneal y la inconsciencia instantánea. El arma ha sido aquella lámpara; tiene pegados algunos cabellos de la víctima y sangre de su grupo.

Jill observó la lámpara y volvió a contemplar el cadáver. -¿Y las heridas?

-Son posteriores, casi seguramente post mortem. La mató el golpe en la cabeza.

Jill miró la cabeza. Tenía un lado hundido, como una pelota de fútbol deshinchada, lo cual desfiguraba las facciones de un rostro que debió de ser convencionalmente bonito.

-Observará usted que está medio maquillada. –prosiguió el médico mientras se acercaba al cadáver. –Tal como hemos reconstruido los hechos, ella estaba sentada ante aquel tocador, maquillándose. El golpe fue asestado desde arriba y desde el lado, la derribó de la silla e hizo caer las lociones y demas objetos. Entonces la levantaron. –el médico alzó los brazos y fingió un esfuerzo, como si cargase un cuerpo invisible. –Y la colocaron en la cama.

-¿Alguien bastante fuerte?

-Sí, claro. Tuvo que ser un hombre.

-¿Cómo lo saben?

-Por los pelos del pubis encontrados en la ducha. Había dos variedades: una pertenece a ella, y la otra es masculina. Como usted sabrá, el pelo del pubis masculino es más circular y menos elíptico en su corte transversal que el pelo femenino.

-No lo sabía. –dijo Valentine.

-Puedo darle una muestra, si lo desea. –ofreció el médico. –También hemos comprobado que el asesino tuvo relación sexual con ella antes de cometer el crimen. En el semen hay sangre, y es del grupo AO. Se deduce que el hombre tomó una ducha después del coito, y después salió y la mató.

Jill asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Había decidido que el médico de la sección criminal no era de fiar; y se propuso no contarle nada que no fuera estrictamente necesario. Se aproximó al cadáver para examinar las heridas. Eran todas pequeñas, como pinchazos, y estaban rodeadas de jirones de piel.

-¿Han encontrado el arma?

-No. –contestó el médico.

-¿Qué clase de arma pudo usar, según usted?

-No estoy seguro. Debe de ser algo poco afilado, pero muy duro. Necesitó hacer mucha fuerza para penetrar de este modo con un instrumento relativamente romo.

-Otro argumento a favor de que es un hombre. –dijo Chris que hasta el momento se mantuvo expectante.

-Sí. Yo diría que ha sido algo de metal, como un abridor o un destornillador.

-Exacto. –dijo Valentine.

Chris se apartó un poco de ellos y a los segundos regresó con un papel en el que parecía que contenía una nota escrita con sangre. Redfield le entregó la nota a la mujer.

-Estábamos realizando una investigación rutinaria. –explicó. –Cuando encontramos esto.

Jill leyó la ficha horrorizada.

"Una perra menos. Faltas vos, Jill Valentine. Atte: B."

-Entonces fue cuando la llamamos. –dijo Redfield mirándola fijamente. –Ya lo sabe todo; ahora le corresponde hablar a usted.

-Su nombre es Harry Benson. –contestó ella. –Tiene treinta y cuatro años y padece fuertes trastornos psicológicos. Una epilepsia psicomotora. Escapó del hospital en la noche.

-Dios santo. –exclamó el doctor.

-¿Epilepsia Psicomotora? –preguntó Redfield mientras anotaba en un cuaderno.

-Sí, epilepsia psicomotora.

-Necesitaré algunas explicaciones. –dijo Redfield mientras tomaba notas.

-Por supuesto.

-Y una descripción y fotografías…

-Lo pondré todo a su disposición.

-…tan pronto como le sea posible.

Ella asintió. Todos sus impulsos anteriores de resistirse a la policía, de querer proteger a Benson, se habían desvanecido. No dejaba de mirar la cabeza hundida de la muchacha. Se imaginaba la rapidez, la violencia del ataque. Echó una ojeada a su reloj de pulsera.

-Ahora son la una menos veinte. –dijo. –Iré a la comisaría, pero me detendré en mi casa para lavarme y cambiarme de ropa. Puede usted encontrarme allí o en la comisaría.

-Iré a su casa. –decidió Redfield. –Terminaré de trabajar aquí dentro de unos veinte minutos.

-Muy bien. –dijo ella, y le dio su dirección.


La ducha era una delicia, los hilos de agua caliente parecían agujas punzantes sobre su piel desnuda. Se relajó, aspiró el vapor y cerró los ojos.

Cerró el grifo de la ducha y salió, envolviéndose con una toalla. Secó el vapor del espejo y contempló su imagen. Tienes un aspecto terrible, pensó mientras movía la cabeza; la imagen la imitó. La ducha había lavado el maquillaje de los ojos, el único maquillaje que usaba, y se veía los ojos pequeños, y opacos por la fatiga.

¿Qué día era? Necesitó pensar un momento para recordar que era viernes. No había dormido en veinticuatro horas y tenía todos los síntomas de la falta de sueño que recordaba cuando patrullaba de noche en New York. Acidez en el estómago, malestar en todo el cuerpo y la mente embotada.

Sabía que el malestar iría en aumento. Dentro de cuatro o cinco horas empezaría a soñar despierta con dormir. Se imaginaría una cama, y la suavidad del colchón al tenderse sobre él. Empezaría a obsesionarse con las maravillosas sensaciones que le produciría quedarse dormida.

Esperaba que no tardasen en encontrar a Benson. El espejo volvía a estar empañado. Abrió la puerta del cuarto de baño para que se ventilase y limpió un trozo de espejo con la mano. Estaba empezando a maquillarse de nuevo cuando sonó el timbre de la puerta.

Debía de ser Chris Redfield. La puerta no estaba cerrada con llave.

-Está abierta. –gritó, y después siguió maquillándose. Se pintó un ojo, y antes de pintarse el segundo añadió. –Si quiere café, vaya a la cocina a hervir agua.

Se pintó el otro ojo, apretó más la toalla alrededor de su cuerpo y se asomó al pasillo.

-¿Ha encontrado todo lo que necesitaba? –preguntó.

En el pasillo estaba Harry Benson.

-Buenas noches, Jill. –dijo con voz amable. –Espero no haber llegado en un momento inoportuno.