Danza con Serpientes.

piršimasis Leonis.

Capitulo Uno.

Ojos de serpiente.

Amenazante; así es la Naturaleza de una serpiente, cuya Belleza radica principalmente en el color de sus escamas, más no son sus diversos colores lo que le vuelven peligrosa, letal

Son sus ojos, esos hermosos ojos que poseen una profundidad asombrosa, son preciosos, hipnotizantes, son como las trampas, una vez atrapada, no te liberan, pero esa mirada que te lleva al abismo de la muerte siempre está acompañado de una canción, una melodía cuya letra es un siseo de constante seducción, te persuádase, te llama y finalmente te atrapa como la presa que eres, su sonaja, atrapada al final de su cuerpo sacudiendo de un lado a otro como una campana, una campana que anuncia peligro. Una amenaza sutil que toma fuerza al penetrar los oídos de la víctima cuyo veneno se compara con aquel que yace dentro de sus blancos y largos colmillos.

Las serpientes son de las criaturas más engañosas, su hermosura llega a confundirte, te atraen, pero a la vez te alejan, es como un mensaje que se aloja dentro de tu cabeza, te confunde pero finalmente el poder de la serpiente es engañar a la víctima, a la presa y es ahí donde sus ojos entran en acción, su poder es inquebrantable, lleno de un poder de atracción que no puede romperse, es como un hechizo, un encantamiento que te envuelve y te obliga a acercarte.

Serpientes de Ojos grises. Fue la última palabra en la que Hermione Jean Granger pensó cuando caía desmayada sobre unos cálidos brazos, no supo que había sucedido, solo que un accidente atroz cual culpa recaía sobre un peligroso Mago tenebroso fue y los alojó a un tiempo que iba más allá de lo concebible.

Tom Riddle había accionado el gira tiempos y ni ella ni Draco Malfoy pudieron hacer algo para detenerlo, y ahora, tras haber cruzado el portal la Bruja cuya inteligencia la había llevado a las más insólitas aventuras y a vivir un peligro que casi le cuesta la vida, se encontraba en el mundo de la inconciencia sobre los brazos de cierto personaje demasiado peculiar.

Rowena Ravenclaw iba y venía de un lado a otro mientras abrazaba sus manos una con la otra sobre su pecho, los azules ojos de la mujer no se apartaban de la dama que se encontraba en medio de la enorme cama, la mujer se estremeció al mirar a la hermosa pelirroja que yacía a lado de la Bruja durmiente; la morena detuvo su andar cuando se percató de un ligero movimiento de la joven.

¿Está despertando? – pregunto preocupada la jefa de la casa de las águilas, Helga se giró hacia su compañera, su mejor amiga y le sonrío cálidamente.

Más bien querida, es como si estuviera viviendo una pesadilla, pobrecilla, debe ser difícil saber que ya no te encuentras en tu mundo, pero al mismo tiempo lo estás…- comentó la mujer mientras veía las manos de la castaña cruzadas por su pecho, aquellas blancas manos maltratadas por sabrá Merlín bendito por qué cosas.

¡Se mueve! … ella se mueve, creo que está despertando…- añadió Rowena mientras se llevaba la mano a la boca y luego señalaba a Hermione con un movimiento de esta, Helga no respondió, simplemente observó a la joven cuyos cabellos se encontraban regados por toda la enorme almohada.

Rowena por Merlín, deja de moverte de un lado a otro, tu constante movimiento va a despertarla… - pidió la mujer, Rowena detuvo su andar de nueva cuenta, acercándose lentamente.

No lo sé Helga, creo que deberíamos llamar a Monsieur Lautrec.

Las imágenes corrían por su cabeza rápidamente, ella veía Ojos, unos ojos grises y otros azules, pero había un color en especial que le helaron la sangre y estremecieron su cuerpo, y mientras dormía, Hermione Granger seguía viendo esas miradas cuyos colores le recordaban a las serpientes, eran peligrosas, pensaba la castaña mientras sentía como la conciencia regresaba a ella, poco a poco la Leona comenzó a despertar de su letargo, sintiendo la calidez del sol golpeando su rostro y su piel.

Doseles le rodeaban, custodiando su cuerpo; las cortinas rojas se asemejaban demasiado al color de la sangre, Hermione se estremeció al recordar lo que había pasado en el callejón Diagon, donde una mañana fría y desolada, se habían encontrado cientos de cuerpos de muggles apilados por las calles como tapetes, el horror aún se encontraba dentro de la Bruja.

El Recuerdo se encontraba muy profundamente en la mente de ella como aquella esperanza que quedó atrapada en la caja de Pandora.

Muerte, desolación, dolor, Guerra… Hermione se sentó sobre la orilla de la cama mientras la desnudez de sus pies se estremecían ante la suavidad de la alfombra que cubría el frío suelo, la bruja corrió las cortinas rojizas mientras luchaba contra la luz del exterior, sus ojos aún no se acostumbraban al brillo, la castaña se preguntó cuánto tiempo había estado dormida, no lo supo, pero al ponerse de pie se percató que ya no vestía su típica túnica oscura y en lugar de esto, una blanca bata de mangas largas, de no ser porque su rostro quedaba al descubierto, aquellas ropas le cubrían casi por completo.

Y la Leona se acercó al ventanal, las cortinas estaban abiertas de par en par, Hermione abrió enormemente los ojos en son de sorpresa al darse cuenta del lugar donde se encontraba, aquello no podía ser otra cosa más que el castillo de Hogwarts, la joven se giró rápidamente al escuchar crujir la puerta de entrada, fue en ese momento cuando sus marrones ojos reflejaron las figuras de Helga Hufflepuff y la de Rowena Ravenclaw.

¡Oh, querida! Me alegro tanto que hayas despertado, estábamos realmente preocupadas…- añadió felizmente la pelirroja mientras se acercaba a ella, Hermione intentó abrir los labios, pero los sentía tan resecos que creyó que se le partirían al hablar, Rowena pareció notarlo e hizo aparecer una jarra de cristal y un vaso, llenándolo de agua al instante.

Después de verla beber todo el líquido revitalizante, Rowena se sentó sobre la fina silla de madera, había una redonda mesa frente a ella y unos momentos más, tanto Hermione como Helga se encontraban a su lado.

Nos preocupamos mucho al verte caer, querida y por la cantidad de heridas que marcaban tus ropas y tu rostro…pensamos lo peor…- la voz de la co-fundadora de Hogwarts le recordó a la vieja y estricta Dolores Umbrige, pero había algo en aquella mujer que le hizo pensar a Hermione, lo dulce y encantadora que era, sonrío al pensar que tal vez, pero tal vez, la ex directora hubiera podido ser tan dulce y cálida como aquella mujer.

Lamento haberlas preocupado y agradezco todo lo que han hecho por mi…- respondió Hermione mientras sonreía, Rowena tomó la varita entre sus manos y al instante hizo aparecer una tetera y un juego de tazas y platitos de cerámica, el té caliente comenzó a caer por las tacitas de fino material, cuyos dibujos delicados en movimiento, parecían causarle gracia a Hermione.

No hicimos nada que tú no hubieras hecho por nosotras, querida… pero debes saber que fue una verdadera sorpresa cuando les vimos aparecerse en terrenos de Hogwarts a ti y a los caballeros que te acompañan… - fueron tal vez aquellas palabras lo que recordaron a Hermione que no había llegado sola a aquella época, fue en ese instante cuando dos nombres golpearon su cabeza.

Helga y Rowena se sobresaltaron al ver a la misteriosa joven poniéndose de pie de un brinco.

Tom Marvolo Riddle, el nombre se clavó en su mente como un cuchillo sobre la mantequilla, tan fácil.

¿Dónde…- preguntó la castaña.-…Donde está Riddle y Malfoy? – continuó diciendo mientras le enviaba una mirada indescriptible a ambas mujeres, Helga sonrío con dulzura a Rowena le preocupó el gesto de miedo de la joven bruja.

No te preocupes por ellos, el señor Riddle y el Joven Malfoy se encuentran con Sir Godric y Lord Slytherin…- comentó Rowena mientras se ponía de pie, Hermione vio a la dama acercarse a ella y cuando estuvo a una distancia prudente, los azules ojos de Rowena le recordaron a la mirada fría y manipuladora de Tom pero al contrario de esa mirada tenebrosa, los ojos de Rowena eran cálidos, donde unos eran fríos como témpanos de hielo, los de la hermosa mujer eran comparados con el cielo azul.

Ojos, ojos de serpientes por todos lados, recordó Hermione aquel extraño sueño, donde se encontraba ella a la orilla del acantilado, con el castillo Hogwarts tras ella mientras al frente tres siluetas pétreas se levantaban, no sabía quiénes eran, pero sus ojos eran lo único que brillaban tras tanta oscuridad, Serpientes, volvió a pensar Hermione, muchas serpientes.

Los suaves golpeteos de los dedos delgados de Tom Riddle era el único sonido que habitaba dentro de aquella oficina, Draco se encontraba dándoles la espalda mientras observaba por el ventanal, cualquiera que lo hubiera visto pensaría que se encontraba simplemente admirando la belleza del exterior, pero no era así, el rubio, él último de la descendencia Malfoy, se encontraba enormemente preocupado, de encontrarse en una peligrosa persecución habían terminado en una época remotamente alejada a la que realmente pertenecía, el rubio miró el reflejo de Riddle a través del vidrio, ese hombre había sido el culpable de aquel atroz accidente además de haber dejado inconsciente a Granger.

Habían viajado mil quinientos años en el tiempo, de no ser por qué el mismo se encontraba como un viajero en el tiempo, se hubiera negado a creer en semejante cosa, pero ahí estaban, Riddle, Granger y él, atrapados en una época demasiado alejada de su mundo, Draco se giró lentamente y lo primero que vio fue al fundador de aquella casa de la que estaba orgulloso, había visto antes retratos de aquel hombre, pero ninguno de ellos era la sombra del hombre que tenía frente, Lord Salazar Slytherin era un hombre de mediana edad, era alto y de hombros anchos, cuya túnica oscura le daba un aspecto tenebroso, como aquel que se hacía llamar su descendiente.

Pero lo más sombrío de aquel hombre no era su estatura, ni la capa que vestía, Draco vio en aquel rostro una larga cortina pétrea que enmarcaba el rostro marcado de Salazar Slytherin, pero sus ojos, pensó Draco, aquella mirada platinada con reflejos azulados destilaban peligro, y de hecho sabía demasiado sobre aquel hombre que era imposible no colocarlo en una oración con odio, racismo y peligro, todo el mundo sabía cuan peligroso había sido aquel Lord.

Y Draco le vio mirarle, la mirada clara de Slytherin reflejaba su sombra, era impresionante el poder de la mirada de aquel Mago, sabía por las biografías escritas de él lo poderoso que había sido, el Fundador de la casa de las serpientes había sido un duelista excepcional, un pocionista con una reputación envidiable y un temido profesor, eran pocas las personas ajenas a su familia los que realmente le conocían o le temían; por otro lado se encontraba Sir Godric Gryffindor, aunque también era un Mago corpulento, aquel hombre realmente era un estandarte digno para su casa, el cabello largo color caoba del León caía como cascada ondulada, sus cabellos realmente le daban una apariencia felina, Godric era lo opuesto a Salazar, cuya frialdad podía sentirse aún desde el otro lado del muro, y ahí donde la serpiente era fría, calculadora y manipulador, Godric era cálido, Noble y Honorable, un ejemplo perfecto del caballero de blanca armadura, cuyo némesis, el caballero oscuro, podría ser perfectamente representado por Salazar Slytherin .

Sin saber cómo, Draco descubrió que Riddle le observaba curioso, el rubio entrecerró la mirada, detectando ese brillo de burla en los ojos de su acérrimo enemigo, Draco Malfoy desvió la mirada, dispuesto a hablar con Godric Gryffindor si así era necesario, necesitaban salir de ahí lo más rápido posible y deshacerse de Voldemort.

Hermione se observó en el espejo, aquel reflejo que parecía no pertenecer a su cuerpo, Hermione bajó la mirada y observó el vestido color caoba mientras la capa color perla se abrochaba en su pecho con un pendiente de ópalo negro. Una extraña joya a su parecer.

La castaña comenzaba a desesperarse a cada paso que daba, ese golpeteo insistente de sus tacones contra el frío suelo era insoportable, miró de reojo a Helga y a Rowena que caminaban alegremente a su lado, aquellas mujeres no parecían alteradas al respecto, pero Hermione, quien acostumbraba a andar con zapatos de piso, se sentía esta vez bastante extraña.

El golpeteo siguió hasta que se detuvieron frente a la puerta, que Hermione reconoció inmediatamente, la bruja se estremeció al recordar al antiguo dueño de su tiempo, de aquella oficina, Albus Dumbledore.

Hemos llegado querida… Los caballeros nos esperan.- dijo Rowena mientras la risita de Helga le hacía Coro, Hermione inmediatamente vio las puertas abrirse de par en par, Rowena y Helga le dieron el paso.

Nada más poner un pie dentro de aquella habitación los recuerdos golpearon su mente con violencia, de repente el rostro de Ron y la de Harry llegaron a ella, era como si realmente estuvieran ahí frente a ella, pero segundos después la realidad le hizo estremecer, ahí no estaba Ron ni Harry y ella misma no se encontraba en el Hogwarts que ella conocía, al que pertenecía.

¡Lady Granger! – una ronca y estruendosa voz le hizo sacudirse, Hermione sintió como todo su cuerpo reaccionaba ante la tronadora voz, inmediatamente sus ojos buscaron al dueño de aquella voz, Hermione lo reconoció inmediatamente.

Era un hombre alto y de melena castaña que caía sobre sus anchos hombros cubiertos por una túnica roja, los ojos del hombre, almendrados y encantadores mientras su boca se abría en una tierna sonrisa, la castaña le miró sorprendida, aquel hombre no podía ser otro más que…

Sir Godric Gryffindor…- susurró la joven reconociendo al Fundador de los leones.

¡Oh, vaya…usted…sabe quién soy yo! Es una verdadera pena que yo sepa apenas sobre usted, mi Lady.- respondió el hombre mientras se detenía a unos pasos frente a Hermione.

Un gruñido seco sonó apenas audible, Hermione iba a voltear pero..

Granger… ya era hora… me estaba preguntando realmente si seguirías viva…- la castaña se tensó en el momento en que aquella voz hizo eco dentro de su mente, Godric se sorprendió al ver a la dulce mujer trasformare de un momento a otro, se veía tan cálida, con un andar seguro y unos ojos que…

Riddle…- nombró con un tono despectivo, la castaña se enfrentó con la mirada al Mago tenebroso, quien yacía sentado sobre el sofá con los brazos extendidos sobre el respaldo y su piernas cruzadas en un cuatro, su sonrisa pedante dirigida a ella le hizo sentir más odio del que ya sentía, aquel hombre realmente merecía morir en la hoguera sin derecho a la piedad.

Granger….menos mal que ya estás despierta, realmente es un fastidio tener que aguantar a…este hombre.- Malfoy se hizo presente mientras daba un paso al frente, Hermione se giró hacia el rubio, para nadie pasó desapercibido como el cuerpo de la bruja se relajó inmediatamente, era como si un enorme peso hubiera sido retirado de sus hombros al escuchar la voz de Draco Malfoy.

Y tampoco ella se dio cuenta que quedó en el centro de la pequeña salita que había dentro de la oficina de Godric Gryffindor, con Tom Riddle a su lado sentado sobre el sofá con aires de emperador y con un Draco Malfoy al otro lado esperando una respuesta.

Creo que a la bruja le han comido la lengua…

Siseo. Pensó Hermione en el momento en que aquella grave voz aterciopelada y profunda llegó a sus oídos, la joven giró sobre sus pies para encontrarse con el dueño de aquella voz, algo dentro de ella se sacudió con violencia, pero no lo demostró, para los demás, Hermione estaba tranquila. Ojos grises con destellos azulados.

Sus ojos, esos ojos profundos y afilados que le miraban desde el otro lado, recargado a la orilla del escritorio de cedro con sus brazos cruzados y su cabello oscuro pulcramente peinado hacia atrás cayendo sobre su espalda y su túnica negra.

Lord Salazar Slytherin…- susurró Hermione entrecerrando los ojos, inmediatamente se giró hacia Riddle con un movimiento un tanto violento y le observó con el ceño fruncido.

Me equivoqué contigo Riddle… si hay un hombre peor que tú en este mundo…- dijo la joven devolviendo su atención al que ella llamaba "El Rey de las Serpientes" que con aquella mirada de un color extraño pero hermosa, le observaba detenidamente, Godric volteó a mirar a Rowena y a Helga que se encontraban embobadas con aquella escena.

Oh vaya…- susurró la pelirroja mujer mientras sonreía, sus pómulos altos sonrojados le daba un aire encantador y tierno, Rowena por otro lado levantó la ceja pétrea y Godric supo en el momento en que ambas mujeres se miraron una a la otra, que un maquiavélico plan debía estar cruzando por las mentes de aquel par.

Ay no… hay vamos de nuevo…- susurró el hombre mientras veía aquel circulo extraño, tres hombres rodeando a Hermione Granger con la mirada fija en la Dama.

Tres serpientes, hermosas y letales rodeaban a una feroz leona que con sus dientes y garras se defendería del veneno de aquellas criaturas, que cuya belleza utilizarían para hacerla caer, pero lo que las escamosas bestias engañosas no sabían, era que los felinos también podían ser peligrosos, con sus rugidos altos que asustarían al más peligroso gigante, con sus filosas garras que despedazaban hasta la más dura de las carnes, pero al igual que las serpientes, los Leones también contaban con su engañoso atractivo, y mientras el verdoso destello de los bellos ojos de las serpientes eran como una hipnosis, el dorado brillo de la mirada de la Leona era como un eterno hechizo de protección.

Donde las serpientes eran Misteriosas y manipuladoras, los Leones eran agresivos y sigilosos, donde ellos eran peligrosos, ella era letal.

Tres hombres con la mirada sobre ella, con intenciones para nada buenas y una mujer joven con todos sus sentidos en alerta.

Hermione y Draco se quedaron en el solitario pasillo mientras Riddle desaparecía por ahí a saber con qué planes, ambos habían coincidido en no dejarlo demasiado tiempo a solas, resultaría demasiado peligroso para ellos y para el resto del mundo, el rubio vio a la castaña marchándose, Granger había estado demasiado extraña desde que había entrado al despacho de Gryffindor, pero de cierta manera comprendía a la leona, estar en un lugar al que no pertenecían con un hombre al que odiaban con cada una de las células de su cuerpo, cambiaba a cualquiera.

Quisiera estar sola un rato si no te molesta…- dijo simplemente y fue así como la castaña se giró y se alejó del rubio antes de que este replicara.

Y los ojos grises de la serpiente observaron con determinada atención como el objeto de sus sueños y pesadillas se alejaba de él a paso lento, Draco le miró marcharse, observando de pies a cabeza a la leona, ella, con su rizado cabello atado en un moño alto con rizos rozándole la blanca nuca y con la mente distraída por la situación, ella, quien ignoraba el hecho de que aquella serpiente platinada no la quería para inyectar su veneno.

Él, quien desde muy jóvenes la había utilizado como objeto de su odio, sus burlas, aquella misma víbora que deseaba enroscarse a su alrededor y no dejarla marchar nunca, manteniéndola a su lado.

Pero esa leona era obstinada, necia, testaruda y demasiado astuta e inteligente como para dejarse atrapar por la serpiente, Draco sonrío mientras bajaba el rostro y levantaba la mirada, el cuerpo de Granger ya había desaparecido por el pasillo.

No sabía cómo o que artimañas iba a utilizar, pero Draco ya estaba harto de tener que ocultar sus sentimientos a Granger.

Y mientras a paso lento andaba la castaña, un par de ojos azul platino le observaban desde las sombras, curioso, deslizando su mirada por el cuerpo de la mujer, la sangre sucia que había conocido aquella tarde, cuando le vio caer del cielo junto con aquel par.

Ella es peligrosa… demasiado peligrosa…- le susurró Tom Riddle mientras se detenía a su lado, ambos caballeros mirando a la damisela solitaria saliendo a los jardines del bosque.

Era una bruja poderosa, había comentado el señor Riddle, aparentemente, por lo que había presenciado, la sangre sucia y Riddle no se llevaban bien, el joven, quien decía ser Draco Malfoy más bien aparentaba ser del tipo neutro, pero algo en la mirada de aquel muchacho de blanquecinos cabellos rubiales le decía que pronto cambiaría de lado.

¿Qué tan peligrosa puede ser una mujer sangre sucia? – preguntó con desprecio el legendario Mago mientras veía por última vez la figura de Hermione Granger, Tom levantó la ceja oscura mientras Salazar Slytherin le daba la espalda y se retiraba al lado opuesto por el que iba Granger, los azules ojos de Tom siguieron al hombre, preguntándose que había sido aquella respuesta-pregunta de su parte.

Para conocer que tan letal es una poción, se necesita beber de ella…- susurró Tom mientras giró su rostro, observando a Granger detenerse frente al lago negro.

Hermione se cubrió el rostro con ambas manos, no se sentía para nada bien, las imágenes de cientos de serpientes continuaban golpeando su cabeza una y otra vez, pero en el momento en que cruzó mirada con Slytherin algo extraño había sucedido, se había sentido enferma, mareada y sofocada, era como si le hubiera faltado algo o estuviera perdiendo algo, Hermione retiró las manos de su rostro, al otro lado del lago, justo a orilla de las aguas y el bosque se encontraba una enorme pitón de piel negruzca, sus escamas brillaban ante los rayos de luz de Luna, la leona le miró sorprendida, el animal le miraba fijamente con sus enormes y afilados ojos verdes; Esos ojos de serpiente, pensó la leona mientras daba un paso hacia atrás al ver la lengua del animal sisear de adentro hacia afuera de su hocico, Fue cuando Hermione se sintió como una presa, una que prontamente sería cazada, perseguida, acorralada y finalmente enredada entre la piel escamosa de la víbora que claramente iba tras de ella.

Helga y Rowena se dirigían a sus respectivos aposentos, ambas mujeres se detuvieron en el cruce de pasillos, claramente habían llegado al punto en que tenían que despedirse.

Fue interesante…- comenzó a decir Rowena mientras lanzaba una mirada perspicaz a su compañera, Helga sonrío mientras levantaba la mirada hacia la pelinegra.

Así es querida… un encuentro de novela ¿no crees? – comentó la mujer mientras se giraba hacia su compañera, Rowena desvió la mirada hacia una de las ventanas, podía apreciar la redondez de la Luna llena.

Fue como sentirse en peligro al verla en medio de ese trío, me pregunto qué clase de relación tendrá la señorita Granger con el señor Riddle y el Joven Malfoy…- dijo Rowena pensativamente, Helga se llevó las manos a las caderas y con la ceja rojiza levantada y con un brillo pícaro en los ojos, dijo…

O qué clase de relación puede llevar con nuestro apreciado Maestro de Artes Oscuras… - añadió la mujer, Rowena se giró rápidamente hacia la mujer con la sorpresa claramente dibujada en su rostro.

Helga… ¿No estarás pensando en….? – pero la Bruja se detuvo, interrumpiéndose abruptamente al ver la sonrisa surcar los labios de la mujer.

Querida no pongas esa cara por favor, es solo que cuando lo vi rodeando a la señorita Granger junto a aquel par me dije "¡Helga, la vida del Lord Salazar necesita un cambio, necesita claramente una buena dosis de Emoción!" – Rowena no sabía que decir ante aquel comentario, solo logró pensar en que Helga estaba jugando con fuego, pero un juego que a ella le daba curiosidad por jugar. Sonrío.

Capitulo Dos.

Rugido de León.