Disclaimer: No es mío, pero ¿por qué tiene que ser de Bruno? *Actualmente enfadada con él*

A/N: Si ayer el capítulo fue un premio de celebración por el regreso de la serie, hoy es uno de consolación por ese 6x13.

En fin, hablando de este fic, primero que todo, quiero agradecer a quienes me acompañaron con sus comentarios a lo largo de esta historia, disfruté mucho escribiéndola y sobre todo, leyendo sus impresiones. Aquí les dejo el final de la misma, espero esté a la altura de sus expectativas, y que les deje un buen sabor de boca.

Gracias de antemano por pasar, leer y comentar. Hasta la próxima.


06. El lugar idóneo

La tensión podía sentirse nuevamente entre ellos. Las emociones estaban a flor de piel.

- ¿No crees que el que regresara, dice mucho de lo que siento por ti?

- ¡Dios! ¡Y dicen que las mujeres somos complicadas! –Le dijo ella soltando una pequeña sonrisa y con los ojos un poco brillantes por la emoción-. No tonto, yo necesitaba escucharlo.

Y allí estaba; lo que Lisbon tanto necesitaba saber, la expresión de sus sentimientos por ella; ya no con gestos, miradas, ranas de papel o dulces de leche, sino alto y fuerte proveniente de sus labios. Ya no tenía que recurrir a sus sospechas, ni a su imaginación, ni mucho menos a sus ganas de que él correspondiera a sus sentimientos; porque ahora él lo había dicho en palabras concretas, y eso le era suficiente.

- Te amo –le dijo él, en lo que se podía escuchar un pequeño temblor en su voz-.

Lisbon dejó de pensar y sólo se dedicó a sentir; entonces se acercó, lo tomó por el cuello con ambas manos y empezó a besarlo suavemente. Jane le correspondió de inmediato mientras bordeaba su cintura con ambas manos, para corresponder aquel gesto que había estado esperando desde siempre. Rozaba sus labios con un deseo y con esa ansiedad contenida probablemente desde que se conocen, un beso inicialmente suave por la intensión de saborear cada matiz que brota de sus bocas y lenguas; pero que poco a poco va quemando por dentro e incitando al deseo y a la pasión, de esos que muerden dócilmente, que acarician, que succionan y que se ahogan en sí mismo por el acelerar del corazón y la respiración.

Ella pone las manos en su pecho y se detiene apoyando su frente en la de él, para recuperar un poco el aliento.

- Dime que este trasto tiene un lugar decente para arrecostarse y hacer el amor sin que se desarme en el intento –agrega Lisbon-.

Jane suelta una pequeña carcajada, "oh, sí", le responde mientras se acerca a uno de los sofás, y lo convierte en cama.

Cuando el rubio se incorpora nuevamente, se quedan mirando por un momento; cayendo en cuenta de que aquello era real; allí estaban, al descubierto, sin máscaras, sin temores ni pendientes del pasado; sólo ellos dos con esa mezcla de amor, deseos y urgencias, y con la oportunidad de al fin consumirse luego de tantos años. Se podía sentir un poco el miedo en ambos; pero sabían que ya no había vuelta de página, porque sus cuerpos se necesitaban uno del otro, porque estaban destinados a pertenecerse.

Se acercaron y se besaron nuevamente; Jane comenzó a desabrochar la blusa de ella, mientras recorría a besos su cuello, una vez que la prenda cayó al suelo, se detuvo para admirar su torso.

- Pareces un poco nervioso –le dijo ella con una sonrisa, mientras desabrochaba el pantalón de él-.

- No tienes ni idea de cuántas veces he fantaseado contigo. Además, no recuerdo la última vez en que realmente hice el amor.

- Lo sé –le dijo ella mirándolo a los ojos-, no te preocupes, ya somos dos.

Después de esas palabras, no pararon. Se sumergieron en el infinito placer de perderse en sus cuerpos, él besaba cada espacio posible con suavidad, pero con la intensidad que le brinda todo esos años deseando tenerla, saborea en el interior de sus muslos, en su ingle, en su vulva, en su vientre, zigzagueaba su lengua a lo largo de su piel, mientras Lisbon se estremecía sin control; ella por su parte, intenta no perderse por completo en la inconsciencia que le producen sus caricias y besos, así que lo abraza aferrándose a él; sus rostros se encuentran nuevamente, y es cuando él entra en ella, ambos gimen de placer, y a medida de que los movimientos se intensifican, los jadeos aumentan su ritmo; cada viaje de ida y vuelva, parecía ser una oportunidad para saciarse más y más el uno con el otro, en lo que parece un imposible sentirse más pleno y feliz; ella susurra su nombre mientras aprieta con sus manos su espalda; entonces él sabe que ella está a punto de llegar a la cumbre máxima del éxtasis; precisa mejor sus movimientos, le mira el rostro, "dilo de nuevo", le pide; "Patrick; Patrick… no te detengas" le dice ella aún con los ojos cerrados; Jane intensifica sus movimientos, "dilo otra vez" le vuelve a pedir; "Patrick, Patrick, Patrick", le susurra como puede al oído; y entonces él la besa y se asegura de llevarla al límite.

Un grito ahogado en su garganta, y el temblor incesante de su cuerpo, le indica el momento exacto para suavizar el ritmo y detenerse por un momento. Ella respira entrecortadamente. Al cabo de unos minutos abre sus ojos para ver su rostro admirando el de ella, le sonríe y empieza a besarlo. Jane aún no salía de su cuerpo, por lo que Lisbon podía notar aún su excitación.

- Adelante –le dijo-.

Ahora era su turno, para ser testigo de su viaje hacia el más allá; porque definitivamente aquello no puede ser descrito de otra forma que una pequeña muerte y resurrección.

Extasiados entre besos y el ritmo desenfrenado de amarse; se quedan dormidos sin darle cabida a otra cosa, que no sea esa felicidad compartida por tenerse el uno al otro.

-LP-

La mañana aún es joven, Jane despierta y mira a Lisbon a su lado, adornada con un pequeño rayo de luz que se posaba en su cabello. No lo cree, necesita besarla para saber que es verdad, y no un producto de sus ganas, como tantas veces le ha jugado su imaginación. Roza sus labios con su lengua, aspira su aroma y acaricia sus caderas con suavidad; sabe que es real y se siente el hombre más afortunado de la tierra. Allí estaban, desnudos con las piernas entrelazadas en aquella cama improvisada de aquella caravana. Lisbon abre sus ojos, lo mira por un instante, ubicándose en tiempo y espacio; sonríe al comprobar que está allí, en el lugar idóneo, en donde ella siempre ha querido estar.

- Buenos días -le dice él-.

- Hola.

- Qué isla exótica del Caribe; esto sí que es el paraíso. Luce muy bien en mi cama agente Lisbon.

Ella sonríe y le da un pequeño beso en los labios.

- Sabes, estaba pensando que nunca has cocinado para mí.

El rubio frunce el ceño.

- ¡Cómo no! Hemos comido juntos.

- Una cosa es comer juntos, pero en casi 13 años nunca me has preparado algo de comer. Los emparedados improvisados en la oficina no cuentan.

- Eso hay que solucionarlo de inmediato, ¿qué quieres de desayunar?

- Sorpréndeme.

Jane sonríe y se levanta de la cama.

- Prepárate –le dice mientras empieza a buscar su calzoncillo-.

Ella admira el cuerpo desnudo del consultor, no entiende por qué se sorprende al ver lo hermoso que es, lo mejor de todo, es que acaba de tenerlo solo para ella. Muerde su labio inferior sin dejar de mirarlo. Él está distraído sacando una franela de un cajón. Se pone la prenda y regresa a ella para darle un beso.

Lisbon se pone de pie, y Jane no puede evitar besarle todo el cuerpo.

- ¿Cómo es que esperamos tanto tiempo? –Pregunta él entre beso y beso-.

- No me lo recuerdes –responde ella en un gruñido-.

Jane sonríe. Lisbon se pone su bikini.

- Espera –le dice el consultor mientras recoge su camisa y se la coloca a Lisbon-, ¿cómo es que no te gustan mis camisas floreadas? ¡Mira qué hermosa!

- ¡Sólo me faltan las flores en la cabeza y el collar para completar el traje típico hawaiano!

Era una mañana feliz, las más feliz que habían tenido ambos, desde hace mucho tiempo. Entre besos, bromas y risas, les llegó el momento de compartir el desayuno.

- No quiero parecer moralista, ni mucho menos arruinar el momento, pero… ¿dónde queda Pike en todo esto?

- Terminamos hace tres semanas. Es un buen hombre; pero no sólo busco tranquilidad en una relación; él no era para mí; yo no era para él.

Jane la miró un tanto sorprendido.

- ¿Y no me habías dicho nada?

- Quería hacerte sufrir un poco más –responde ella con picardía en el rostro-.

- Eres muy mala, sí que estaba sufriendo.

- ¡Oh vamos! ¿Tres semanas?

- ¿Tres? Pasaron 6 meses desde que empezaste a salir con él.

- ¿Llevabas la cuenta? –Le pregunta con malicia-.

- Como un condenado en su celda –él le responde con un puchero en el rostro. Ella se derrite, se levanta de su silla y se sienta en sus piernas para darle un beso-.

- Ya todo terminó, aquí estamos, juntos.

Jane la mira con los ojos llenos de felicidad. Toma un mechón que le oculta parte del rostro y lo coloca detrás de su oreja; luego le dice seriamente…

- No es un final, es un comienzo. No voy a soltarte Lisbon, nunca más.

- No lo hagas, tengo la seguridad que es aquí en donde quiero permanecer.

-Fin-