Chicos lamento la tardanza, solo no sabia como hacer que este capitulo fuera perfecto, no los interrumpo, nos leemos abajo :D

Injoy It.


Peeta POV.

-Peeta –Me llama Finnick en cuanto quedamos solos-. ¿Estas bien?

-Si, es solo que… hacía demasiado tiempo que no venia a este lugar…

Mi casa es exactamente a como lo recordaba, hay algunos cambios, como la televisión mas grande, un par de sofás nuevos y un comedor mas pequeño, pero todo es igual, incluso el muro donde Matt había rayado con crayolas seguía intacto. Recuerdo todas las veces que mi padre quiso pintarlo y mi madre no lo dejó.

-Matt dijo que volverían en un rato –dice-. ¿Puedes mirarme a los ojos tan siquiera?

-Lo siento –digo-. Es que me siento incomodo en este lugar.

Se queda mirándome, sin decir nada.

-Voy a recostar a Ariana en la habitación, ¿Okay? Puedes desempacar si gustas. –digo.

Le quito a Ariana de los brazos y camino hacia la habitación de visitas, la única en la planta baja.

Estar en casa después de tantos años es tan extraño, pero al mismo tiempo siento como si jamás me hubiera ido. Como si de repente un día llegara a casa y la mayoría de los muebles fueran diferentes.

Por lo menos la habitación de visitas seguía estando en el mismo lugar.

Coloco a Ariana en el centro del colchón y acomodo varios cojines alrededor de la cama para que no se caiga.

Enciendo el televisor en el canal para niños y bajo el volumen. A Ariana le gusta despertar y que la televisión esté encendida.

Finnick está en la sala, terminando de acomodar las maletas. No traemos mucho nosotros, pero Ariana acapara todo el espacio.

-¿Tienes hambre? –le pregunto.

-Un poco, si –contesta.

-Voy a ver si hay algo para preparar –aviso y me dirijo a la cocina.

El refrigerador esta hasta el tope, como era costumbre en casa.

-¿Quieres que encargue algo? –me pregunta desde la puerta.

-Creo que puedo preparar algo yo mismo.

-Entonces te ayudo.

-¿Sabes si Matt y Camila vendrán a comer?

-Si, solo iban al hospital, a Camila se le olvidó un medicamento en México y tenían que comprarlo.

Me encojo de hombros y saco el pollo para descongelarlo y verduras.

Lo único que se me ocurre hacer es pasta en crema de tomate y pollo con verduras gratinados y en mantequilla. Mi platillo favorito.

-Oye –me llama Finnick, colocando sus manos en mi cintura y acercando su pecho a mi espalda-. Sigo esperando a que te desmorones –besa mi hombro y me envuelve con sus brazos.

-No creo que suceda –murmuro.

-Es comprensivamente normal, Peeta. Lo que ah pasado… no puedes hacerte el fuere con algo así.

Me doy media vuelta, soltándome de su abrazo, para mirarlo.

-Es que… no estoy pretendiendo nada. Sabes, me siento mal por no lamentarme. Pero es que… simplemente no siento nada. Quizá aun este en shock.

-Quizá… quizá cuando lo asimiles… Solo quiero que sepas que estoy aquí contigo, y cualquier cosa que sientas puedes decírmelo.

-Bueno, sabes, me siento fatal –admito-. Por que son mis padres y… y no les eh llorado. Y no tengo ganas de hacerlo. Y no siento… y no siento que me derrumbo. Ni desesperación. Ni nada. No siento su partida.

-Ven acá –estira sus manos para atraerme a su cuerpo y el abrazo se prolonga demasiado.

-Te digo, quizá solo tengo que asimilarlo.

Me separo delicadamente de el y comienzo a cocinar.

Finnick me ayuda, y cuando Matt y Camila llegan también ayudan a terminar la comida.

Cuando todo está listo nos sentamos en el comedor y nos preparamos para empezar.

-¿Quieres decir algo? –me pregunta Matt cuando nuestro cruce de miradas dura demasiado tiempo.

-No, en realidad. Pensé que tu lo harías.

-Esto apesta –suelta el, dejando caer los cubiertos en la mesa.

-Pensé que era también tu platillo favorito –digo.

-No la comida –se queja-. Papá y mamá se han ido. Y me siento una mierda.

-Creo que… estamos en la misma sintonía.

-no estoy para juegos, Peeta. ¿Cómo es posible que no me duela su partida?

-Quizá ya nos habíamos hecho a la idea de que nuestros padres murieron hace como seis años para nosotros. O más bien dicho, nosotros morimos para ellos.

-Peeta –me reprime Finnick. Dedicándome una mirada ligeramente molesta. Pero comprensiva.

-Chicos –Camila llama nuestra atención-. A veces nuestros padres hacen cosas que nos molestan. A veces ellos mismos nos alejan, pero siguen siendo nuestros padres. No puedo obligarlos a que los amen. A que les lloren o los extrañen, porque mantener vivo un recuerdo en una persona es un trabajo que dura toda la vida. Y si estando vivo no te esforzaste por querer ser recordado de la mejor manera, muerto ya no lo lograrás. Pero merecen respeto, así que, por el señor y la señora Mellark, comenzaremos esta cena sin discusiones y como familia. Como la única familia que somos. Y por que solo nos tenemos a nosotros mismos.

Todos nos quedamos en silencio, y aceptamos con la mirada baja las palabras de Camila.

Cuando la cena termina cada uno nos dirigimos a nuestras habitaciones para descansar de este día tan largo.

Apenas nos hemos acostado Finnick y yo cuando Ariana se despierta. Pero está cansada también, así que se queda recostada con nosotros.

Entonces el timbre de la casa suena.

Me quedo mirando a Finnick un momento y cuando vuelve a sonar me pongo de pie.

Matt viene bajando las escaleras también.

-¿Quién podrá ser? –pregunta.

-Ni idea. Ni siquiera sabía que alguien sabía que estaríamos aquí –yo mismo me revuelvo con mis palabras.

Caminamos hasta la puerta y cuando la abre me sorprendo al ver al hombre detrás de ella.

-Buenas noches –dice, con su voz ronca y familiar-. Mis más sentidas condolencias para ambos.

Vestido de negro y con su cabello estéticamente peinado Gale Hawthorne me estrecha entre sus anchos brazos.

Después de soltarme intercambia un abrazo con mi hermano.

-Valla, pero si haz crecido como dos metros –le digo.

Esboza una ligera sonrisa.

-Adelante, Gale –dice mi hermano.

Cuando la puerta se cierra el se disculpa con nosotros y vuelve a su habitación.

-Te vi en el sepelio –dice-. No quise molestar en un momento tan privado. Pero quería que supieras que estoy aquí, para lo que necesites.

-Muchas gracias –digo-. Dios, hace tanto tiempo que no te veo.

Vuelvo a abrazarlo.

Su cuerpo se siente tan familiar, tan joven.

Y comienzo a llorar. Y el me abraza con mas fuerza.

No se cuanto tiempo estuvimos así, pero cuando por fin puedo soltarme me doy cuenta que Finnick está parado detrás de nosotros, recargado en el marco de la puerta.

-Lo siento –me disculpo.

-No tienes por que –murmura Gale, con sus ojos rojos también.

-Gale, el es Finnick –le digo, limpiándome las lagrimas con mi sweater.

Gale se voltea lentamente para saludarle.

-Hola Finnick –dice-. Supe que estaban juntos.

-Si, tuve la suerte de encontrarlo de nuevo.

-Me alegra.

-¿Se conocen? –les pregunto en cuanto me percato de su comportamiento.

-Un poco si –admite Gale-. Aunque hace mucho tiempo que no sabía de el… personalmente.

Finnick camina hasta ponerse a mi lado y pasa su brazo por mi cintura.

-Yo… yo me voy chicos. Solo pasaba para saludarlos y hacerles saber que estoy aquí.

-Muchas gracias, Gale. Estoy muerto por ahora, pero espero verte pronto.

-Veras que si.

Lo acompaño hasta la puerta y me quedo ahí hasta que el coche desaparece.

-Lloraste –masculla Finnick.

-Gale era mi mejor amigo –digo-. Quiero sentirme mejor ahora, pero solo se que lloré porque tenía años sin verlo.

-Quizá eso es lo que tú quieres creer.

-No lo se -admito.

Ariana viene caminando hasta nosotros, sujetándose de la pared.

Nos grita en su extraño idioma bebe y Finnick la carga en sus brazos.

-Vamos a dormir a papá –le dice, besando su mejilla y los tres nos dirigimos a nuestra habitación.

Arreglamos la ropa de cama y me dejo caer en ella.

-¿Trataras de dormir? –me pregunta.

-Aham –respondo sin ánimos.

Por primera vez desde que me entere de la muerte de mis padres me han dado ganas de llorar. Y no es precisamente por ellos.

Por la mañana Camila y Matt ya tienen el desayuno listo.

-Nosotros nos vamos a quedar un tiempo –nos avisa Matt-. Camila dice que es una ciudad preciosa y quiere conocer en donde crecí.

-Si no hay problema, chicos, yo también quisiera quedarme –dice Finnick.

-Por nosotros no te preocupes, Matt y yo estábamos pensando en pasar tiempo los cuatro juntos.

Me encojo de hombros.

-Me parece buena idea.

-Excelente.

Finnick me dedica una sonrisa y todos terminamos el desayuno con más ánimos de cuando empezamos.

Matt y Camila salen juntos de la casa para cumplir la voluntad de ella sobre "conocer todos los lugares en donde creció Matt".

-¿Quieres hacer algo? –me pregunta Finnick.

-Me gustaría ir a visitar a Gale –digo.

-Quiero ir a mi casa, quisiera recoger algunas cosas. ¿Te parece bien si te dejo con Gale y voy yo solo? Es muy aburrido y probablemente quieras pasar tiempo a solas.

-Por mi esta bien, puedes dejarme a Ariana si quieres.

-No, en lo absoluto. Anda, vamos al coche.

Finnick ah rentado una Ferrari para andar aquí así que acomodamos las cosas de Ariana dentro y nos vamos.

Solo espero que Gale viva en la misma casa de siempre.

Estoy en lo correcto.

La gran casa de los Hawthorne es idéntica, y Gale sentado afuera, bajo el árbol, parece como si fuera cualquier tarde de cuando salíamos de la escuela.

-¿Seguro que no quieres dejarme a Ariana? –le pregunto en cuanto estaciona el coche.

Se inclina para besarme y susurra en mis labios:

-Llámame cuando estés listo.

Le doy otro beso y bajo del carro.

Gale se ah puesto de pie y me recibe con una sonrisa.

-Pensé que no vendrías nunca –dice.

-Lamento haberte hecho esperar una noche completa –le digo, abrazándolo.

-En realidad fueron siete años.

-¿Están tus tíos en casa? –le pregunto en cuanto nos separamos.

-Hace como tres años que no viven aquí. Johanna se los llevo con ella para California, pensé que lo sabrías.

-Oh si, bueno, solo la vi una vez y ah sido… raro.

-Lo se, los vi en televisión.

-Así que has estado viéndome.

-¿Cómo iba a perderme el éxito de mi ex mejor amigo?

-Tu ex mejor amigo –repito.

-Mi ex mejor amigo –repite.

-¿Tienes un trago?

Me mira y sonríe.

Es la primera vez que voy a tomar alcohol por voluntad propia.

-¿De que animo estamos? –me pregunta.

-¿Ah?

-Whiskey, Vodka, cerveza, ron, licor… ¿Tequila?

-¿Qué es lo mas fuerte?

-Tequila, sin duda.

-Bien, quiero un shot de eso.

-Tranquilo pequeño, no querrás embriagarte en nuestro reencuentro.

Me siento en una silla junto al mini bar que tiene mientras el prepara unas bebidas.

-Se llama Vampiro, sabe delicioso –dice, entregándome el vaso con un líquido rojo.

Doy un sorbo. Sabe a sal, ligeramente acido, y amargo por el tequila. Es delicioso.

-Entonces, Gale. ¿Qué ah pasado?

-¿Además de que vuelve un extraño alcohólico diciendo que es mi ex mejor amigo? Nada, todo normal.

-Deja de decir eso –me quejo-. Anda, dime, algo debe haber pasado. ¿Alguna chica por ahí?

-Eh…. Bueno, digamos que no.

-¿No? Pero mírate, eres Gale Hawthorne.

-Digamos que no naci para mantener una relación seria, lo sabes.

-Si, eso le pasa a muchos.

-Por lo menos tú ya tienes a tu media naranja.

Me encojo de hombros.

-Eres suertudo, eh.

-La verdad es que si –admito-. Creo que demasiado para mi gusto.

Termino con el líquido delicioso en tres sorbos.

-¿Otro? –me pregunta.

-Por favor –respondo.

Me entrega su vaso intacto y el comienza a prepararse otro para el.

-¿Hay alguna razón por la que estemos tomando tanto? –me pregunta en cuanto me prepara un tercer vaso de Vampiro. Es que esto sabe delicioso, y ni siquiera me importa el horrible sabor amargo que envuelve al líquido rojo salado.

-Mis padres murieron –suelto-. Y no me siento triste por eso. Mi pareja es una estrella mundial y ahora tenemos que hacernos cargo de una niña hermosa, y tengo miedo de no ser un buen padre para ella. Y tengo miedo de que Finnick no quiera que yo sea un padre para ella. Y yo quiero ser un padre para ella.

-Uff –resopla-. Entonces, salud.

Dicho eso me entrega un vaso de shot, lleno de líquido color dorado brillante.

-¿Tequila? –pregunto.

-Reposado, te va hacer trizas.

Lo tomo con mi mano ligeramente temblando.

-Salud, entonces.

Doy un sorbo y me bebo el líquido con dificultad.

Se me dificulta durante un momento hacerlo resbalar por mi garganta y mantenerlo dentro de mí, pero lo logro.

Gale se pone rojo, y muerde un pedazo de limón.

Me pasa la bandeja para que tome uno, pero me niego.

La sensación de ardor en mi garganta y mi estomago es exquisita.

-¿Puedo tomar otro de esos? –señalo el vasito shot.

-¿Estas tratando de embriagarme?

-Créeme, el único borracho aquí soy yo –lo se, y lo noto. Incluso al momento de hablar, ni siquiera puedo pronunciar correctamente la letra R.

-Creo que esto no está bien. ¿Sabes que hora es?

-No se, ¿Las cuatro?

-No es ni la una de la tarde, creo que fue mala idea eso de tomar a esta hora.

-Solo uno más por favor.

Patético. Pero lo logro.

No se cuanto tiempo ah pasado, o si ah pasado, o si estoy despierto, o por que sigo tomando. Tampoco se por que tengo tanta hambre. Ni por que Gale sigue mi juego. Ni por que acepta cada estupidez que se me ocurre.

-¿Waffles seguro? –me pregunta.

-No, solo quiero uno vampiro mas –me quejo, tirándome en el sofá.

-Peeta Mellark –dice, con su lengua trabada-. Terminaras vomitando en mi sala.

Pero aun así me prepara otro vampiro.

No se cuando me lo termino, o si me eh bebido ya otro. O si Gale me ah dado otra cosas que no sea alcohol. Lo único que entiendo es que ahora estoy recostado en un sofá de piel, con mis pies sobre el regazo de Gale y tratando de beber el líquido rojo en una posición incomoda.

-¿Te sientes mal? –me pregunta con sus ojos cerrados.

-Si cierro los ojos comienzo a marearme –digo, soltando una risa tonta.

-Eso no es bueno, no, no, no –palmea mis muslos y se pone de pie-. Anda, vamos a comer algo, tenemos que bajar esto.

-No tengo hambre, tengo sueño –me quejo.

Escucho los pasos de Gale y después todo comienza a moverse.

-Peeta –me llama-. Peeta –repite una y otra vez.

-¿Qué?

-Finnick está afuera –dice-. Viene por ti.

-¿Por mi? Pero no lo eh llamado.

-Yo lo eh hecho, creo que es hora de irse.

Me ayuda a ponerme de pie y todo me da vueltas.

No recuerdo como eh llegado al exterior, pero ya estoy afuera, y el cielo es obscuro.

-Creo que está un poco indispuesto –dice Gale.

-¿Debo de agradecerte eso? –le pregunta Finnick, molesto.

-Tranquilos los dos –mascullo torpemente-. Me la eh pasado bien.

Me doy cuenta de cómo Finnick fulmina a Gale con la mirada.

Después solo recuerdo que voy en el coche, con la cabeza recostada en la puerta, golpeándome con cada movimiento brusco.

Y después estamos entrando a la casa.

-¿Y Matt? –pregunto.

-Fue a cenar con Camila, no creo que regresen a casa, estaban hablando sobre pasar la noche en el campo Derckson.

-¿Entonces tenemos la noche para nosotros?

-Ariana está dormida –suelta bruscamente.

-No haré ruido –digo.

-Peeta, estás borracho.

-Si, y tu no –me quejo.

-No voy a ponerme borracho con alguien que ni siquiera puede ponerse de pie.

-Pero puedo hacer el cuatro, mira, te lo juro.

Trato de hacer esa posición, y según yo si pude, pero el suelta una risa y se rasca la frente.

-¿Qué voy a hacer contigo? –se acerca a mi y junta nuestros labios.

No quiero soltarlo.

-Necesitas una ducha helada –murmura en mis labios.

-Yo se lo que necesito –digo-. Sígueme.

Camino hasta la cocina, con Finnick a mis espaldas.

Tomo una botella de Whiskey en mis manos y Finnick me la arrebata.

-No vas a seguir tomando.

-¿Por favor? Hazlo conmigo.

-No.

-Finnick nunca lo eh hecho. Por favor.

-No.

-Y prometo hacer lo que quieras.

-¿Seguro?

-Si, por favor. Solo un trago más.

Y terminamos tomando media botella de Whiskey.

Pero a Finnick no se le nota nada en lo absoluto.

Y yo ya ni siquiera puedo mantener los ojos abiertos.

Recuerdo haber tomado una ducha, y lo compruebo por que tengo mi cabello húmedo, y Finnick lo masajea con sus dedos mientras estamos recostados en la cama.

-¿En donde está Ariana? –le pregunto.

-Por tercera vez desde que entramos en la habitación: está en la cuna, a mi lado.

-Oh, es cierto –mascullo.

Y Finnick siguió contándome lo que hizo en el día. Al principio trataba de hacerle platica, por que yo fui quien lo convenció de quedarse despierto conmigo, y ahora no podía solo dormirme, pero estaba tan cansado…

-¿Y sabes que hizo? –pregunta.

-¿Qué hizo? –pregunto.

-Ella dijo "Papa" y no se refería a mí.

-¿No se refería a ti? –Me limito a repetir sus ultimas palabras sean cual sean, luchando por no quedar dormido.

-No, no se refería a mí.

-No se refería a ti…

-Se refería a ti, ella te estaba buscando.

-¿Me estaba buscando?

-Si, y te llamó papa.

-¿Me llamó papa?

-No solo una vez, si no tres veces. Y yo le decía "¿Peeta, amor? ¿Buscas a Peeta?"

-¿Eso le decías?

-Si, y después le enseñé fotos tuyas que tengo en mi teléfono.

-¿Le enseñaste mis fotos?

-Si, y con todas ellas murmuraba papá.

-¿Lo hacia?

-Se veía preciosa.

-Lo es.

Mi intento de no quedar dormido falla, no se exactamente cuando, pero lo se por que me despiertan unas inmensas ganas de vomitar.

No se como lo logro, pero de un segundo para otro ya estoy sobre la tasa del baño y siento como mi estomago intenta salirse.

Escucho que Finnick me llama y después se inca a mi lado.

-Vete –digo antes de volver a arrojar un montón de liquido rojo hacia la taza.

Me duele el estomago, y no puedo parar de vomitar. No puedo parar de hacerlo. Incluso cuando termino solo se que me quedo dormido para despertarme de nuevo y volver a vomitar.

No se cuantas veces lo eh hecho, pero ahora lo único que sale de mi boca es un liquido amarillento que me deja un horrible sabor.

Finnick me ayuda lavarme los dientes y después me recuesto en su pecho.

Paso la peor noche de mi vida.

Cuando ya no puedo seguir durmiendo abro los ojos lentamente y siento la horrible sequedad en mi garganta.

-¿Quieres agua? –me pregunta Finnick, estoy recostado sobre sus piernas.

Tardo un minuto en reconocer en donde estamos.

-Oh Dios –me quejo, apartando el cabello que cae en mi rostro.

-¿Te sientes mal?

-Siento que mi mundo se acaba –suelto con una sonrisa.

Estamos dormidos en el baño.

-¿Quieres ir a la cama?

-Si, por favor.

-¿Seguro que no quieres vomitar mas?

-No –digo, tratando de dedicarle una sonrisa.

-bébete el agua –ordena, entregándome el vaso.

Me tomo todo de un tirón y me recuesto en la cama.

-Voy a preparar algo para que comas.

No se como, pero vuelvo a quedar dormido.

Despierto cuando una tela helada es colocada en mi frente.

-¿Cómo te sientes? –pregunta Finnick.

-Bien, creo que mejor –digo.

-Parece que te pasó un camión por en sima.

-No entiendo como las personas pueden tomar. Esto es horrible.

Sonríe.

-Te acostumbras.

-Creo que voy a morir.

-Te traje sopa ¿Puedes comértela antes de morir?

Sonrío antes de que me de un beso en los labios.

-No hagas eso –me quejo-. Debo de apestar a alcohol podrido.

-Tú siempre sabes delicioso –y vuelve a besarme.

Esta vez acepto tomarme la sopa.

Sin poder creerlo sabe deliciosa.

-Por cierto, Gale está aquí fuera.

-¿Gale? ¿Qué hace aquí?

-Se pasó para ver como estabas. Bueno, se pasó cuando estabas dormido, estuvo esperando un rato, se fue, y regresó.

-¿Qué hora son? –pregunto sorprendido.

-Está anocheciendo.

-¿Llevo un día en la cama?

-Técnicamente medio día, la otra mitad del día la pasaste en el baño.

-Diablos.

-¿Te apetece ver a Gale? Esta esperando por ti desde hace mucho.

-Si, dile que pase.

-Bien.

Besa de nuevo mis labios y se marcha.

Poco después entra Gale con una sonrisa en sus labios.

-Lo siento –dice-. Si hubiera estado enterado que reaccionabas así al alcohol no te hubiera dado tanto.

-Creo que estuvo bien, así ya me di cuenta que el alcohol y yo no estamos en la misma sintonía.

-Se disfruta, una vez que aprendes como hacerlo.

Me retuerzo en la cama y le indico que se siente a mi lado.

-Lo siento –me disculpo-. Pero no tengo intención de levantarme.

-Lo se, has estado dormido mucho tiempo.

-Si, Finnick me dijo que te habías pasado.

-Si, te vi dormir, pensé que jamás despertarías.

-¿Me viste que? –inquiero, sorprendido.

-Dormir, como a las cuatro vine y estuve platicando con Finnick, después pase un rato a verte, y me fui.

-¿Hiciste eso?

-Si, ¿Por qué?

-A ver, ¿Platicaste con Finnick? ¿Qué te dijo?

-Bueno, primero me regañó por haberte dado tanto alcohol, después incluso hicimos bromas de eso.

-¿Bromas?

-Si, resultas ser muy divertido cuando estas tomado.

-Eres un idiota –suelto, enojado.

-Tranquilo, tu novio es agradable.

Me quedo callado, siguiendo con mi tarea de alimentarme.

-¿Crees que podamos salir mañana?

-No se como voy a sentirme.

-Okay, paso por ti como a las tres. Ya lo hablé con Finnick.

Tuerzo los ojos.

-Me lo debes –dice, poniéndose de pie-. Por todos estos años.

Le dedico una sonrisa, y me despido de el con la mano.

Poco después entra Finnick.

-¿Dónde está Ariana? –le pregunto, no la eh visto en como dos días.

-Está con Matt y Camila, la llevaron al zoológico nocturno.

-Eso no existe.

-Si existe, es una nueva atracción en la ciudad, dicen que es hermoso.

Me encojo de hombros, sin ánimos de nada.

-¿Terminaste? –pregunta, retirándome la pequeña mesita que había colocado en mis piernas para comer.

-Creo que necesito agua –mascullo, serrando mis ojos.

-Te compré suero, te servirá mas –me dice.

Sale de la habitación y regresa con una botella de un litro de líquido verde.

-Tengo una buena técnica para bajar la cruda –dice, entregándome la botella de suero y besándome en los labios, colocando su mano en mi muslo y recostándose sobre mí.

-No tengo ganas de nada –me quejo, apartándolo delicadamente y haciendo que se recueste a mi lado.

-No tengo sueño –se queja cuando me recuesto sobre su pecho.

-Lo siento –digo.

Finnick suspira y se rinde, comenzando por acariciar mi cabello y arrullándome con un movimiento rítmico de su pie.

Y no puedo creer que vuelva a quedar dormido.

Por la mañana, se que es de mañana por que lo primero que hice fue mirar el reloj, me levanto con el cuerpo molido, cansado de la cama y con mucha debilidad.

-Ya se por que no tomas –me dice Matt en cuanto me uno a ellos en la cocina.

-No me hables de tomar, me da asco solo de recordarlo.

Finnick camina hasta mi, besándome en los labios y colocando una cucharada de huevo revuelto en el plato de Matt.

Camila y el están sentados en la mesa, Ariana en las piernas de Matt y Finnick en la estufa, terminando de cocinar.

-¿Huevo con tocino? –me pregunta.

-Por favor –le digo, tomando asiento en la mesa.

Almorzamos todos tranquilamente. Escucho a Matt y a Camila hacer planes para ir al parque de agua, tratan de convencerme, pero odio el parque de agua. Shlittlebhan, creo que se llama.

Ya que yo no pienso ir, y quiero obligar a Finnick a hacerlo, al final solo se preparan Matt y Camila, y Ariana. Finnick ah insistido en que se vallan ellos solos, pero Camila está encantada cuidándola, y sinceramente, todos sabemos por que.

Es lo más cercano a una hija que ella podrá tener.

Finnick y yo aprovechamos para limpiar un poco la casa en cuanto Matt y Camila se marchan junto con Ariana Grace, por supuesto, ni el ni yo pudimos resistirnos a pasar un momento juntos cuando nos quedamos solos.

-Es que me estoy muriendo por hacerte mío –había dicho Finnick a los pies de las escaleras.

-Pero soy tuyo por completo –fue lo ultimo que pudo salir de mis labios antes de entregarme a el por completo.

A las dos de la tarde Finnick me deja en casa de Gale, quien está esperándome en el auto.

-Me llamas cuando quieres que regrese por ti –me dice.

-Gale puede llevarme a casa –digo.

-Si, pero no estaré yo, prefiero que me llames.

-Okay –y lo beso en los labios.

Camino hasta Gale, quien me abre la puerta del coche.

-¿Vamos a algún lado? –pregunto.

-Así es, vamos a Kurai.

-¡¿Kurai?! ¿Juegas? ¿Todavía existe?

-Existe, y es hermoso.

Kurai era nuestro restaurant favorito. Solo mío y de Gale, nadie más.

Es comida japonesa, comenzó como algo pequeño, de una sola habitación, me parece increíble que sea el mismo lugar en donde estamos ahora.

-¿Cuándo hicieron todo esto? –pregunto sorprendió.

Lo que antes era solo una habitación ahora es un amplio y lujoso restaurant. Sigue teniendo el mismo logo y los mismos colores, pero ahora es de dos plantas, cristales por todos lados, lámparas elegantes, bambú en las paredes, plantas verdes y hermosas.

-¿Quieres cerrar la boca? –inquiere-. Me haces quedar mal ante toda esta gente.

-No tengo la boca abierta –me quejo, golpeando las costillas e Gale con mi codo.

Pasa su brazo por mis hombros y me atrae a el.

-No puedo creer que seas el mismo chico de hace seis años.

Nos sentamos en nuestra mesa de siempre, si, junto a la ventana. Todo está cambiado, pero hay una mesa en donde debería estar la antigua, y con eso basta y sobra.

Se que hay un nuevo menú, que hay nuevas especialidades, pero solo pido mi platillo de siempre. Rollo Rainbow, té negro y "tinta de pulpo".

Gale hace que le cuente todo lo que hice en el tiempo que no nos vimos. No fue nada interesante, pues todo se resumía a trabajo y escuela.

Lo contrario a su vida:

-Sabes que nunca pensé en formalizar mi relación con la escuela –dijo-. Al entrar en turismo y relaciones internacionales me pasé viajando prácticamente por todos los continentes. Me esforcé en la escuela solo por que quería mantener mi promedio para seguir tomando intercambios de seis meses. Así que mientras estudiaba viajaba, fue increíble, la verdad.

Cuando le pregunto sobre Johanna me explica como es que se aventuró a marcharse a Los Ángeles y poder intentar adquirir un lugar para ella en cualquier lado.

Por suerte, desde el principio ah estado trabajando para E!, logró lo que quería.

-¿Sabes que me gustaría hacer?

-¿Qué? –pregunta.

-Visitar el instituto de arte.

-Lamento decirte que cerró, hace como dos años.

-¿De verdad?

-Si, yo no estaba aquí, no supe la razón, pero no está abierto ya.

-No puedo creerlo…

-En fin, sabes, creo que tengo que regresar al trabajo, ¿Te importaría si te llevo a casa?

-No, no hay problema. ¿En que trabajas?

-No es la gran cosa, soy gerente en un centro comercial.

-Eso está bien, deberías intentar ir a otro lugar, no hay mucho de donde elegir en esta ciudad.

-Tu padre me había ofrecido un buen puesto en la empresa –dice, pero guarda silencio después, incomodo con la mención de mi padre.- No acepté, ya sabes, nunca fui bueno con las presiones.

-Algún día tendrás que hacerlo, crecerás, y tendrás familia.

-Esperare paciente a que ese día llegue.

Niego con la cabeza, divertido.

-¿Te llevo a casa? –pregunta.

-Voy a llamar a Finnick-le aviso.

Sigue conduciendo sin rumbo mientras yo hago la llamada.

-¿Diga? –contesta Finnick.

-Hola, ¿Estas en casa?

-No, ¿Ya vas para allá?

-Si, Gale va a ocuparse –contesto.

-Okay, termino aquí y te alcanzo.

-Esta bien, ¿Estas con Ari? –pregunto cuando escucho la risa de la niña.

-Si, aquí está conmigo –dice el y casi puedo ver la sonrisa que esboza-. ¿Por donde están ustedes?

-Por… la sexta y Wichita –respondo.

-¿Gale podría traerte a la bodega? –inquiere-. Acabo de llegar y quisiera pasar un rato aquí.

-¿Estas en la bodega? –apenas podía recordar el lugar llamado así.

-Si, tenía que verla.

-Okay, si Gale puede llego en unos minutos, si no, te espero en casa.

-Okay, te amo.

-Y yo a ti.

La llamada finaliza y Gale me mira.

-¿Podrías llevarme a la casa de Finnick? No es tan lejos.

-¿La casa de Finnick? ¿No queda como al otro extremo de la ciudad?

-No –respondo-. No esa, hay una por el instituto de arte, en los Ferries.

-Si, no hay problema, no estamos muy lejos.

Cuando reconozco bien las calles conduzco a Gale hasta "la bodega".

Una vez que llegamos le agradezco el grandioso día y me despido de el con un abrazo.

El coche que Finnick rentó está estacionado junto a la puerta de la casa.

No recuerdo como entrar, pero girando la perilla logro abrir la puerta.

Se escucha la alarma y diez segundos después Finnick sale a apagarla.

-Hola –me saluda, acercándose a mí y besándome en los labios.

-¿Y Ariana?

-Está dentro, anda, antes de que se meta algo a la boca.

Entramos a la vacía casa, antes solo había un sofá y una televisión en la primera sala, ahora no hay nada, nada más que las manchas en las paredes.

Ariana está de pie, apoyando sus manos en la pared para no perder el equilibrio.

-Hola preciosa –le digo, cargándola en mis brazos. Beso su rostro, aunque le molesta.

Finnick sostiene la puerta para que entre a la habitación obscura.

No hay luz, ni ventanas, pero puedo ver lo que antes había visto, solo un par de veces.

Las paredes grafiteadas, con letras por todos lados y cuadros viejos colgados.

-Lo único que se conserva es la pintura en las paredes –murmura Finnick.

Esta habitación. Aquí descubrí lo que sentía por Finnick. Fue la primera vez en que nuestros labios se juntaron.

-Y los recuerdos –agrego.

Gira su rostro para mirarme y sonríe, antes de besarme en los labios, despacio y profundo.

-Estaba pensando en lo mismo –masculla sin despegar nuestros labios.

Pasa su brazo por mi espalda y en silencio nos quedamos mirando las paredes de la habitación.

No tengo muchos recuerdos aquí, solo uno de hecho, pero supongo que para Finnick aquí va gran parte de su adolescencia.

-Larguémonos de aquí –dice-. Hay un lugar mejor que deseo ver.

Me empuja con su mano hasta que salimos de la casa.

Pone las alarmas y subimos al coche.

-¿A dónde vamos? –pregunto.

-Ya verás –dice.

En cuanto toma el conocido camino lo entiendo.

-Quien lo iba a decir –le digo-. El chico que llegaba a esta plaza en una patineta ahora estaciona un Ferrari junto a la acera.

-Es un auto rentado –esboza una sonrisa.

-Tienes mejores en tu casa.

-Es cierto –admite orgulloso.

Abre la puerta y baja del auto.

Desabrocha a Ariana y la carga en sus brazos.

Lo primero que hago es dedicarle una larga mirada al instituto, es exactamente a como lo recordaba. Solo que ahora las puertas están cerradas, y las ventanas.

Finnick está caminando con Ariana en brazos por uno de tantos pasillos de concreto franqueados por grandes arbustos que te dejan entrar al centro de la plaza.

Camino tras ellos.

El se sienta en una banca y deja a Ariana en el suelo, la niña comienza a caminar lentamente hacia el frente.

-A cambiado mucho –dice Finnick cuando me siento junto a el. Ariana ah llegado caminando hasta una banca a varios metros de nosotros.

-Creo que solo es la naturaleza reclamando por espacio –murmuro.

-Aquí vi por primera vez al chico que cambió mi visión del mundo –dice-. Iba caminando justo por el medio.

Sonrío al recordar la historia.

-Yo estaba patinando –continua-. Y me percate de cómo esos chicos se quedaban mirando hacia ti. Entonces no pude evitar odiarlos. No por que te conociera, si no por que sabia sus intenciones, así que lo primero que hice fue salirme de la pista e interponerme entre el chico solitario que se le ocurría caminar solo por en medio de la plaza y la manada de buitres. Y entonces, tiraste tu billetera.

Suelto una risa.

-No puedo creer que lo recuerdes –exclamo sorprendido.

-Recuerdo cada detalle, no podría olvidarlo nunca.

-A veces… me pregunto si todo esto es real.

-Lo es –responde al instante.

Pasa su brazo por mis hombros y me atrae a el para besar mi mejilla.

-Y quiero que sea para siempre.

Lo miro durante un momento, antes que deje de prestarme atención.

-Voy por esa niña –avisa-. Antes de que se meta en la boca cualquier cosa con la que está jugando.

Ariana sigue recargada en la banca, jugando con un objeto en sus manos.

-¡Ariana Grace! –la llama su padre y ella voltea, sonriendo-. ¡Ven acá!

Ariana da unos saltitos y comienza a caminar hasta nosotros.

-¿Qué traes en las manos? –pregunta Finnick.

La niña trae un objeto negro en ellas.

-¿De donde sacaste eso? ¿Eh? Te descuido un momento y tomas cualquier cosa entre tus manitas.

Cuando la bebe está por llegar a nosotros Finnick se pone de pie y se inca frente a ella.

-¿Qué es esto? –pregunta y la niña le entrega el objeto a su padre.

Me inclino para poder ver pero el cuerpo de Finnick me lo impide.

Entonces el se da media vuelta, aun con una rodilla en el suelo y con Ariana entre sus brazos.

-¿Qué es? –pregunto.

Finnick sonríe y extiende su mano.

-Creo que Ariana desea esto tanto como yo –murmura.

Y entonces, con Finnick arrodillado frente a mi y Ariana a su lado, una manta blanca cae detrás de el, desde los arboles, no se exactamente en que puntos.

"Quiero que mi eternidad comience y termine contigo" se leía con letras grandes y perfectas "¿Quieres ser mi esposo?"

Mi corazón se detuvo en cuanto leyó eso, pero mi mente seguía sin creerlo.

-Peeta Mellark, llegaste como un meteorito a mi vida, apareciste de repente y caíste justo en mi corazón, enterrándote y haciendo imposible que te expulsara, destruyendo todo a su paso y encarnándose en cada partícula de mi cuerpo. No quiero ni puedo pensar en un futuro en que no estemos juntos, y por eso, aunque es demasiado pronto… Ariana y yo… -sonríe, con sus ojos brillantes-. Queremos preguntarte algo.

Soy incapaz de emitir una palabra y hasta este momento no me había dado cuenta que tenia mi boca tapada con mi mano.

-¿Quieres casarte conmigo?

Sus palabras hacen eco en mi cabeza. Y resuenan una y otra vez.

No entiendo bien como, pero logro responder:

-Si.

Finnick se pone de pie, olvidándose de su hija por un momento y me estrecha entre sus brazos.

Besa mis mejillas.

Besa mis labios.

-¿Puedes volver a decirlo? –pregunta, con lagrimas en los ojos y una sonrisa en los labios.

-Si, Finnick. Si quiero casarme contigo.

Vuelve a besarme con desesperación y escucho el sonido de aplausos tras nosotros.

No me había dado cuenta que estábamos acompañados.

Camila tiene a Ariana en sus brazos y está junto a Matt. Gale también los acompaña, pero no logro prestarles atención.

Finnick sujeta mi mano temblorosa en la suya y coloca una argolla elegante en mi dedo índice.

-Te amo –susurra y regresa a mis labios.

"Te amo" pienso, por que no puedo responder.

Por que no quiero despegarme de sus labios.

Por que no tengo una palabra más grande para decirle cuanto lo quiero.

Y por que se que puede leer mi mente.


Epilogo.

-Sandra, ¿Puedes llamar a Teo? Estamos al tope y tendré que irme pronto –ordeno amablemente mientras continuo despachando la caja registradora.

-Claro, le diré a Jessica que venga a darte una mano –dice ella.

-Mejor mándame a Kevin, por favor.

-En seguida.

Tecleo los números en la computadora y la caja se abre para permitirme entregar el dinero.

Levanto mi mano para que Mark venga a recoger el pedido y lleve la feria a sus dueños.

-¿Me llamaste? –pregunta Kevin en cuanto llega.

-Si, ¿Puedes darle una mano a Martin, por favor? Deja la cocina, en un rato llega Teo.

-Claro –el chico se quita los guantes y el gorrito y guarda un bloc de notas en su mandil y toma una pluma para tomar el pedido de la familia que acaba de llegar.

-Está de muerte esto, ¿No? –me pregunta Sandra cuando regresa para seguir atendiendo la barra conmigo.

-Es por el carnaval, si esto sigue así tendré que contratar mas personal por lo menos estas dos semanas.

-Tengo un par de amigas que pueden echar la mano –siguiere ella-. Están libres por lo menos un mes antes de que regresen a la escuela y un empleo no les vendría mal.

-Si pueden venir, que se presenten para mañana mismo –le digo.

Kevin me trae la nota de la mesa cuatro con el efectivo.

Hago la cuenta y coloco la feria en la bandeja negra para que el pueda tomarla y llevarla al cliente.

-Peeta –me llama Abigail-. Finnick llamó, dice que si puedes encontrarte con el en el apartamento.

-Claro, gracias –me seco las manos en una toallita y me quito el mandil.

-No te preocupes, lo tengo controlado –me anima Sandra con una sonrisa.

-De todas formas Teo no tarda en llegar.

La chica sonríe y salgo de ahí.

Por lo menos todas las mesas están despachadas y los chicos se ven un poco mas relajados.

-Gracias por cuidarla –le digo a Abigail una vez que llego a la mesa donde están ambas sentadas.

-Cuando quieras –responde ella, limpiando sus manos en el mandil y regresando a la barra.

La chica es nueva, y sinceramente hoy me ayudó mucho mas cuidando a Ariana que tratando de atender correctamente a todos detrás de la barra.

-¿Lista para irnos?

Ariana está jugando con un montón de crayolas y un cuadernillo de dibujos.

-Si –responde ella, echando todo en su mochila.

Aunque a penas va a cumplir cuatro años el grado de madurez que tiene es impresionante. Es incluso capaz de mantener una conversación con un adulto sin trabarse.

-¿Te aburriste? –le pregunto mientras la cargo para salir mas rápido del lugar.

-Abilil me compró un cuaderno nuevo –masculla abrazándose a mi cuello.

Me cargo su pequeña mochila rosa en la espalda y camino hasta el coche.

-¿Puedo irme contigo alelante?

-Nop, vamos a manejar durante mucho rato y es peligroso.

Hace un mohín pero me deja ponerla en asiento de seguridad y me ayuda a abrochar los harnees.

Subo al coche y me dirijo al apartamento.

Ariana se mantiene todo el trayecto entretenida en la tablet que Finnick le regalo hace dos semanas. Aun no puedo entender como una bebe puede manejar ese objeto con tanta habilidad.

El club era mío, Finnick me había ayudado a levantarlo, pero todo el dinero gastado salió de mi billetera, así que puedo decir con gran orgullo que logre algo por mi mismo y me encanta. Es un café familiar por la mañana y por la noche se convierte en un antro juvenil.

Aunque Finnick no quería mantenerse atado a un solo lugar, yo necesitaba algo para mi mismo, y solo teniendo mi propio negocio podía sentirme feliz.

-¿Puedo cortarme el cabello? –me pregunta en cuanto la saco del auto.

-Pero si tu cabello es hermoso, ¿No te gusta?

-Quiero uno como Abilil.

-Pero Abigail es una joven adulta. Tu así te ves hermosa.

-¿Cuándo sea mas grande?

-Si, quizá.

La bajo para que camine y se adelanta para llegar a la puerta primero, arrastrando su mochila.

Lleva puesto un vestido rosa y su cabello rubio rizado cae hasta la altura de su cintura.

No quiero que jamás se le caiga esa hermosa melena. Y menos para convertirse en un intento de "P!nk" como Abigail.

Finnick abre la puerta antes de que Ariana llegue y la carga en sus brazos rápidamente, haciendo que a la niña se le escape una risotada.

-Tengo una sorpresa –me dice en cuanto llego a el y besa mis labios.

-¿Sorpresa? ¿Qué pasa?

-Bueno, son un par de sorpresas –dice-. Pasa.

-¿Qué es tan importante que no pudiste decirme en el Club? –le pregunto-. Está hasta el tope, pudiste darnos una mano.

-Ya te dije que contrates mas personas.

-Lo haré, Sandra las llevará mañana. Espero.

-Bien, bien, como sea. Anda, entra.

Finnick me conduce hasta la sala y hace que me siente. Ariana se queda junto a nosotros, quizá preocupada por como su padre está actuando.

-Bueno, primero que todo, estuve hablando con Alexander, y…. creo que está hecho.

-¿Está hecho? –inquiero confundido.

-Si, creo que me convenciste. Y creo que convencimos a todos.

-¿Me vas a explicar o dejaras que lo descubra yo mismo?

-Comenzaré a trabajar en un nuevo disco.

La noticia me toma por sorpresa. Tanto Alexander como yo llevábamos mucho tiempo tratando de que Finnick si quiera lo pensara.

-¡Es increíble, Finnick! ¡Felicidades!

-Si, si, gracias –dice, sonrojándose ligeramente-. Aun hay mucho que hacer, tengo que componer y planear y esas cosas. Pero lo mas importante, lo que de verdad me muero por que veas… -estira su mano hasta alcanzar su saco-. Mira.

Me entrega un folleto colorido.

"Ruta Continental" se lee con letras elegantes y llamativas.

-¿Qué es esto? –inquiero, sin entender.

-Una segunda luna de miel –responde, guiñando su ojo derecho y sonriendo.

-¿Estas jugando?

-No, en lo absoluto. Es extraordinario el paquete, estaremos en por lo menos dos de las mejores ciudades de todos los continentes en solo un mes. Bueno, hubiera preferido que fuera en mas tiempo, pero estoy seguro que replicarás por tan solo un mes.

-Estás en lo correcto. No podemos hacer eso, Finnick.

-Si podemos –replica el, sin perder la sonrisa-. Esta segunda luna de miel será mucho mejor que la primera.

Llevo mi vista al folleto y comienzo a leer, suena increíble.

-Ya lo tengo todo planeado, Mindie se encargará del Club junto con Aaron, así que no puedes replicarme. Además, compré tres boletos que no tienen devolución. Así que al menos que encuentres dos adultos y un niño que compren los boletos, iremos.

-Dios santo, ¿Cuándo será el día en que escuches algo de lo que digo? –me quejo.

-No en estos casos, señor Odair –se levanta y me besa en los labios.

-Siempre me dejas sin opciones, señor Mellark –replico, poniéndome de pie junto con el.

-Nos vamos a Europa, Ariana –dice el animado y cargando a su hija entre sus brazos.

Ariana no lo entiende y se limita a mirarlo fijamente.

Tuerzo los ojos y trato de ordenar mis ideas.

-¿Para cuando se te ocurrió comprar esto? –agito el folleto.

-Una semana –responde besando la mejilla de su hija.

-¡¿Una semana?! –exclamo sorprendido.

-No puedo darte el lujo de arrepentirte. Iba a esperar hasta un día antes de partir, pero supuse que te molestarías.

-Supusiste bien –camino hasta el-. Eres un… mala persona –reprimo la otra palabra que tenia en mi mente para que Ariana no la escuche.

-Sabes, Alexander vendrá con Margarett en unos momentos –me avisa-. Se llevarán a esta hermosa princesa. ¿Quieres ir con tía Maggi, Ariana?

-¡Si! –exclama la niña emocionada.

-Ve y toma lo que quieras ponerte –la deja en el suelo y la niña corre hasta su habitación.

Con tantas casas y departamentos me sorprende que recuerde en que habitación duerme ella y donde está su ropa.

-Y tu podrás agradecerme por esto –sujeta mi cintura y la acerca su cuerpo, coloco mis manos sobre sus hombros y sonrío entre sus labios.

-Sabes que no me hace feliz –me quejo.

-Pero terminaras agradeciéndomelo, como siempre.

Me besa lentamente y sin pensarlo coloca su mano sobre mi pubis.

-¡Oye! –me quejo, mirando detrás de su hombro por si Ariana viniese.

-Se cuanto se tarda en elegir ropa –dice el-. Pero esperare hasta que estemos solos.

-Por favor.

-Tendré que desquitar todo lo que me hagan esperar.

-Lo estoy deseando.

-Eres un sucio.

Sonrío.

-Te amo –murmuro.

-Te amo –concluye.


Chicos, espero que el ultimo capitulo les haya gustado, es que había tantas cosas que quería integrar a la historia, pero no quería hacerla monótona y repetitiva, asi que lo termine en el mejor momento y el mas oportuno para hacerlo, según mi criterio, espero que lo hayan disfrutado, y espero que puedan ayudarme a continuar escribiendo!

Quiero pedirles un favor, tengo 3 historias en mente, y me gustaría que me ayudaran a elegir!

Les dejo un poco de ellas, por favor, ayúdenme a sabe cual quieren leer!

Besos y abrazos, espero leernos pronto.

¿Un asesino que se enamora de su victima?

¿Un hombre libre, conocido por ser mujeriego, rudo, sin compromisos y bacán, que de pronto se siente atraído física y emocionalmente por otro hombre? (Adaptación de Maravilloso Desastre)

¿Un chico que descubre un mundo que imaginaba inexistente, en donde lo sobrenatural existe y en donde toda su vida fue una mentira?


Peeta es un chico común y corriente de dieciocho años, trabaja, va a la escuela y tiene buenas notas.

Gale pertenece a una banda de secuestradores y asesinos, que tienen en mente un gran acto.

Dicen que el amor se encuentra en donde menos lo esperas, pero ¿Te imaginas quedar enamorado de tu victima? ¿Cómo podrás salir ileso de ello? ¿Cómo podrás enfrentar a tus compañeros? ¿Cómo protegerás a alguien que, según los planes, terminará muerto? ¿Y como serás correspondido por el chico al que mas daño le has hecho?

¿Peeta estará enamorado de ti? ¿O será solo un truco para poder escapar?

-Tranquilo –le dije-. Si no te mueves no te dolerá.

-Por favor, quítamela, lastima, por favor –suplicó.

El simple sonido de su voz me hacia querer liberarlo.

-Voy a… voy a soltar un poco, solo un poco –le avisé.

Con mis manos comencé a desamarrar la cuerda que sujetaba ambas manos del chico a la celda, su respiración cortada y reprimida chocaba con mi rostro mientras mis manos acariciaban las suyas en el trabajo.

-Tengo sed –dijo una vez que se sintió ligeramente liberado.

-Tratare de conseguirte agua –murmuré.

Se escuchó el sonido de la puerta al abrirse y en seguida Carlos gritó mi nombre.

Ajuste la tela que cubría sus ojos y tomo la que reposa sobre su pecho con mi mano derecha.

-No por favor –susurra.

Lo ignoro y vuelvo a colocar la tela en su boca, gime ligeramente y se remueve en el suelo.

Tomo la pistola y salgo de la habitación.

-¿Qué mierda quieres? –pregunto en cuanto cierro la puerta.

-¿Dónde estabas? –presiona.

-El chico tenía sed, voy a llevarle agua –paso de el y me dirijo a la cocina.

-El chico tenía sed –repite irónicamente-. ¿Cómo se supone que lo sabes si tiene la boca tapada?

-Le quite la tela un rato.

-¿Por qué no le quitas la soga y le destapas los ojos? Así puede mirarte y huir.

-Mira idiota –regreso rápidamente hasta el, tomándolo de la camisa y empujándolo contra la pared-. No eres mi jefe. Somos partes iguales de esta célula y no voy a permitir que me des ordenes.

Se queda mirándome, con su rostro rojo por el coraje.

-Me dijeron que eras de sangre fría –escupe.

-Lo soy. Tanto que no me importaría matar a alguien de mi propio bando.

-Ten cuidado con lo que dices –me amenaza, soltándose de mi agarre.

-Ten cuidado tú con lo que haces. Todos aquí queremos lo mismo, cállate la puta boca y déjame hacer mi trabajo.

Voy a la cocina y logro servir agua en el vaso de cristal sin romperlo.

Cuando paso por la sala Carlos está sentado en el sofá.

Lo ignoro y entro en la habitación de nuevo.

El chico se retuerce otra vez, asustado.

-Soy yo –le digo.

Es increíble como logra relajarse.

No se quien le ah herido el rostro, pero tanto Carlos como Eleazar son conocidos por no tener buen tacto. Y se supone que soy igual que ellos.

Me hinco frente a el y le quito la tela de la boca.

-Te ayudo –susurro y coloco lentamente el baso en sus labios.

Bebe lentamente, su labio sigue rojo e hinchado por los golpes, pero por lo menos ya limpié la sangre seca que había en el.

-Tengo miedo –susurra una vez que termina toda el agua.

-Lo siento –al instante me sorprendo por las palabras que salieron de mi boca. Nunca las había implementado, no en situaciones como esta-. Terminará pronto.

-¿Voy a morir?

-No –respondo al instante, ansioso por la idea. Incapaz de siquiera pensarlo.

-¿Puedes quedarte conmigo otra vez? Los otros hombres no me gustan.

-No dejare que te toquen de nuevo.

Después de un largo momento y cuando siente mi mano sobre su pecho, sujetando la tela para tapar su boca dice:

-Gracias.

Mierda. Estoy jodiendolo todo.

/

Gale es un chico libre, mujeriego, borracho y siempre que algo le disgusta, termina en pelea. Una pelea que el ganará. Tiene fama de usar a las mujeres y botarlas, pero aun así ellas siguen cayendo una tras otra tras otra. Es el hombre más codiciado de la escuela y parece que tiene la vida perfecta. Pero no todo es mujeres, alcohol, sexo y motocicletas. Dentro hay un corazón esperando a la persona indicada. ¿Y si esa persona no es una mujer?

La multitud gritaba eufórica cuando solté el primer golpe, no se exactamente como pasó pero tuve tiempo para mirarle.

Un par de ojos azules se fijaban en mí. No eran feroces, ni estaban excitados, ni parecían querer más de está actuación atroz.

No gritaba y elevaba sus puños. Simplemente estaba ahí.

Mirándome sin expresión. Sin una fascinación por quien yo era. Sin un atisbo de locura o demencia o elogio. Sin pretender llamar mi atención.

Supe al instante que no era como todos estos buitres que aclamaban por sangre, era diferente. Como una paloma. Una paloma blanca.

Tenía los ojos mas hermosos que había visto en mi vida, y tan concentrados en sostenerme la mirada que incluso lograban hacerme sentir incomodo.

Pero no tenía unos pechos grandes, ni el cabello largo y sedoso, ni la piel perfecta y suave a la vista. Ni llevaba el vestido azul que siempre me imaginaba en mi chica ideal. En mi paloma.

El llevaba un traje de línea, totalmente fuera de lugar; su cabello rubio caía en ondas estéticas sobre su frente y su quijada era marcada, ruda. Su cuerpo robusto y ancho, pero pequeño.

No era la chica rubia alta de buenas piernas y perfectos pechos, con sonrisa angelical y aspecto inocente.

Era un chico. Un hombre. Un hombre como yo.

Regreso mi vista solo para poder esquivar el golpe que viene directo a mi rostro.

Un puñetazo en la cara, dos codazos en las costillas y una patada en el estomago y "El amedrentador" cae inconsciente al suelo.

Regreso mi vista a donde estaba mi paloma, pero solo veo una multitud extasiada por el poder y la sangre.

No logro encontrarlo con la mirada.

Pero se que volveré a verlo.

/

Peeta Mellark tenía una vida común y corriente, amaba a sus padres, a sus amigos y sobresalía en la escuela, nada podía salir mal en su vida finamente planeada. Entonces los conoce.

¿Puedes creerle a un grupo de personas que de pronto aparecen frente a ti y te dicen que vives en un mundo lleno de mentiras y tu vida no es tu vida? ¿Puedes creer que existen personas con habilidades extra en este mundo? ¿Podrías creer que tu eres una de esas personas? ¿Y si las pruebas que ellos te dan son realmente sorprendentes? ¿Cómo podrás olvidarte del mundo en el que viviste tantos años y de repente aceptar una vida que creías inexistente?

¿Estas preparado para luchar en una guerra?

¿Estas preparado para algo peor que eso? Como… quedar enamorado. (Triangulo GalexPeetaxFinnick)

-¿Quiénes eran ellos? –me animo a preguntar una vez que todos estamos dentro del avión y en pleno vuelo.

-Buscadores –responde el rubio-. Como nosotros.

-¿Y por que nos atacaron? –inquiero aun sin poder creer todo lo que mis ojos fueron capases de ver.

-No todos estamos dentro de la ONU –me responde.

-Algunos se niegan a ocultarse –agrega la chica.

-La ONU –repito incrédulo.

-Los temas como Seguridad internacional, Derecho, paz, desarrollo económico y social, y asuntos humanitarios no se aplican solo para los humanos.

"Los humanos" repito en mi mente.

-Fue creada hace mucho tiempo –explica la mujer, con su voz monótona como siempre-. El principal objetivo fue reunir a las naciones para ocultarnos. Y así nosotros podríamos ayudarles a los humanos sin tener problemas.

-¿Problemas? –inquiero.

-Tenemos habilidades, pero no somos inmortales –responde-. Ya hace mucho tiempo nos enfrentamos a una guerra donde hubo pérdidas humanas y en su mayoría de Elegidos. Míralo desde su punto de vista: Un grupo grandísimo de personas que son incapaces de creer que existe alguien superior a ellos, unidos. Enojados y buscando ser la raza dominante. Está en su sangre.

-Entonces ¿La ONU los protege a ustedes?

-La ONU es una organización creada por el conjunto de países que nos apoyan y reciben nuestros servicios, todos vivimos en paz. Ocultan cualquier señal sobrenatural y se encargan de crear historias para cuando algún detalle se les escapa.

Trato de aclarar las ideas en mi cabeza. No logro encontrar un espacio de razonamiento lógico dentro.

-¿Dijiste que había mas jóvenes encontrados o algo así?

-Si, hay más clase 5. No son muchos. Ellos también los están reclutando –dice el hombre rubio. Con "ellos" supongo que se refieren al amigable grupo de hombres que trato de matarnos hace una hora.

-¿Cuántos mas… de esos hay?

-Hasta ahorita hemos encontrado seis, incluyéndote.

-Míralos –la chica me entrega una tablet electrónica y en la pantalla brilla la fotografía de una chica con cabello rojo.

-Jaqueline –dice el hombre a mi lado-. Es capaz de duplicarse a si misma hasta siete veces al mismo tiempo. Es una ilusión mental, pero tu no sabes que estas dentro de su ilusión.

Asiento, incrédulo.

-Annie –murmura en cuanto aparece la siguiente foto-. Es capaz de provocarte un dolor físico real tan intenso que podrías morir en cinco segundos. Es una de las mejores clases 5 que tenemos. Y la primera en ser encontrada en la historia.

La siguiente foto es un chico, de cabello obscuro y rasgos marcados.

-Gale –dice-. Levitación, hasta ahora solo puede elevar su cuerpo unos segundos del suelo. Pero tiene un potencial increíble.

-Esto está de locos. No quiero seguir viendo nada –dejo caer la tablet en mis piernas.

-Espera a que miren a los demás –dice, tomándola-. Ella es Prim, ¿Encantadora, verdad? -La chica es apenas una niña, con el cabello rubio peinado en dos trenzas y una sonrisa hermosa en sus labios-. Puede leer tu mente, y además colocar sus propios pensamientos dentro. O sea, es capaz de hacer comunicación contigo dentro de tu cabeza.

Suelto una risa irónica e incrédula.

-Y este chico, es mi tesoro –masculla-. Su nombre es Finnick Odair –en la pantalla aparece un chico del tipo que sale en las revistas de modelaje. Su sonrisa es soberbia y dulce al mismo tiempo-. El, este chico, puede mover cualquier partícula a una velocidad tan increíble que termina detonándolas y separándolas. Solo con la mente.

-No entendí –me quejo, fastidiado.

-Puede hacer que explotes. Te reduce a cenizas en dos segundos –explica el otro hombre.

Se que mi expresión es de horror, por que al instante la chica interviene:

-No te preocupes, el chico está con nosotros pero se niega rotundamente a utilizar su gran habilidad. Estamos tratando de convencerlo para que lo entrene, pero no quiere si quiera mostrarnos un poco. Su don es explosión pura y en contraste, el tiene el carácter mas dulce que te puedas imaginar.

-¿Puedes no estar enamorada de el? –se queja el hombre rubio.

-No, no puedo.

Sonríen. Los tres. Es la primera vez que veo que lo hagan.

Los ojos color acua del rubio brillan ligeramente y pierde la sonrisa.

Me encojo de hombros, para mi mismo, sin creer una sola palabra de lo que acabo de escuchar.

-Se va a desmayar –avisa el rubio y todos se voltean a verme.

-Solo sujeta su cabeza –ordena la chica.

Voy a replicar pero de pronto mis piernas me tiemblan y todo me da vueltas.

La obscuridad se apodera de mí.