Disclaimer: Sigo sin ser J.K y la última vez que mire, en mi cuenta no había millones. Así, que por desgracia, los personajes y el potterverso no son mios, pertenecen por completo a diosa Rowling.

Esta historia participa en el reto Long fic 2.0 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black. Ha sido corregido por mi hermanita Adhy Rosier Moon Barigliessi.


— Ahora no puedo dejar a Draco.

Blaise no dijo nada, se limito a mirar a su alrededor, al castillo destruido después de la batalla. Astoria se mordía el labio, estaba seguro. Con los ojos verdes brillantes por las lágrimas no derramadas. Haciendo lo correcto.

— Tú tampoco puedes dejar a Daphne.

Todo se reducía a eso. A que Draco era su mejor amigo y Daphne su chica. A que él realmente amaba a esa chica menuda de ojos verdes que había sido la única en derribar la muralla que protegía su corazón, pero había dos personas, muy importantes para ambos, que hacían que su amor fuera totalmente imposible.

— Ellos lo superarían…

Lo dijo por decir. Porque realmente no lo creía. Sabía que Daphne, la fría Daphne, realmente le amaba, y él le correspondía como podía. Y Draco estaría perdido si Astoria le dejaba, porque estaba perdiendo todo lo que le importaba.

La miro, por fin pudo reunir las fuerzas suficientes para mirarla a los ojos. Porque sabía que esto iba a ser un adiós, aunque se vieran después. Pero era un adiós a esa relación que había comenzado siendo un encontronazo en un pasillo, una protección hacia esa niña que poco a poco, con sus sonrisas, con sus bromas, con su forma de ser, se le había metido muy dentro. Tan dentro que jamás saldría de allí. Y esa relación de risas y miradas a escondidas, de besos furtivos con sabor a culpabilidad acababa allí y en ese momento.

Estaban en una sala, una de las clases que ninguno de los dos sabría reconocer, rodeados de escombros. Algo que a Blaise le pareció tremendamente adecuado, porque su vida también se hacía pedazos. Pero no podía demostrar lo que dolía, él no, porque él estaba acostumbrado a esconder todo lo que sentía.

Pero olvidaba que delante tenía a Astoria. Una sola mirada de esos ojos verdes que tan bien conocía y supo que ella sabía todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Que quería gritar y terminar de destrozar todo. Que perdía lo único que le hacía feliz en este mundo.

Y se dio cuenta de que ella sentía lo mismo, porque si Astoria podía leer en sus ojos, él podía leer los de ella. Le dolía tanto como a él lo que estaba sucediendo, y una parte de ella quería dejarse llevar e irse con él.

Pero no podían, porque ambos amaban demasiado a Draco y Daphne como para herirlos de esa manera. Porque aunque fueran Slytherin, ellos eran leales a sus amigos, y a sí mismos, y ninguno de los dos podría seguir adelante sabiendo que habían hecho daño a dos personas que les importaban mucho.

Blaise podría vivir con eso, había vivido con cosas peores, pero Astoria no. Y obligarla sería hacerla perder algo muy importante de sí misma, y ya no sería Astoria. Además, era su decisión, no la de Blaise, y él solo podía esperar y aceptar lo que ella decidiera.

Sus miradas se cruzaron de nuevo, y Blaise bajó la cabeza, derrotado.

Astoria iba a hacer lo correcto.

Draco ganaba, él perdía.