Prologo
Tengo un grave problema. Un grandísimo problema. Un súper gigantesco enormísimo problema.
-¿Qué te sucede, bola de grasa? –me pincha Mike, empujándome contra las taquillas-. ¿Ya no vas a ponerte chulito?
Me golpea con el puño en la cabeza, haciendo que choque mi nuca contra el frio metal. Un grito agudo escapa de mi boca, lo que provoca la risa de los gigantescos colegas de Mike, que vuelve a golpearme, esta vez más fuerte, haciendo que mi cabeza voltee a un lado.
-P-por favor no más –suplique, con los ojos llenándome de lágrimas de rabia e impotencia.
-Mirad, la bola de grasa suplica por su grasienta vida –comento Tyler, amigo inseparable de Mike, un chico muy musculado que juega en el club de rugby.
-Pues la bola de grasa no debería hacerlo –Mike me da un rodillazo en la ingle y acabo doblado en dos del intenso dolor que siento en esa parte. Las lágrimas se desbordaban por mis mejillas e intento no soltar un sollozo. Mike agarra mi cabello y me obliga mirarlo-. Si no quieres morir mañana mas te vale traer la pasta, ¿oíste?
Asentí con fuerza. Lo único que quiero es que pare. Que se marchen ya y me dejen solo con mi humillación y dolor. Mañana ya les traería el dinero, cuanto quisieran, todo con tal de que no continuaran pegándome.
-Bien, foca, ya nos veremos –A modo de despedida, estrella su puño contra mi cara.
Veo todo en color rojo y siento como algo cálido y viscoso se desliza sobre mi labio superior. Doblado del dolor en el suelo y con la cabeza latiéndome, oigo como se alejan por el pasillo vacio entre risas y bromas. Solo entonces, cuando no creo que nadie me oiga, lloro desconsoladamente mis desgracias. ¿Qué escusa le daría a mi madre cuando viera mi cara en este estado? No podía permitir que ella descubriera la verdad o de lo contrario vendría a exigirle cuantas al director, que era tío de Mike, y yo acabaría con la mierda ahogándome por completo porque me tacharían de chivato y me harían imposible lo que me quedaba de año.
Una vez que me quede sin lágrimas, me senté con dificultad apoyándome contra las taquillas. Me sentía un pedazo de mierda, algo sin valor, me sentía inferior a cualquiera y todo por culpa de Newton y sus amigos. Yo no les había hecho nada, absolutamente nada y aun así, la habían tomado conmigo.
-Te matare Newton –susurre, temblando de rabia-. ¡Te matare! –chille al pasillo oscuro y vacio.
-Pues lo tienes difícil, gordito.
Cagado de miedo, mire a ambos lados del pasillo en busca del dueño de la voz al ver que no estaba tan solo como creí. No había nadie y yo no creía haber imaginado esa voz.
-Estoy aquí arriba –dijo la voz.
Mire, con los ojos desorbitados, a la chica que estaba de pie tranquilamente en el techo, mirando hacia mí con la cabeza ligeramente echada hacia atrás y su larga cabellera marrón oscura cayendo hacia abajo como una cascada.
Abrí la boca y solo solté una retahíla de palabras sin sentidos. La chica, de mi edad, me dedico una dulce y sarcástica sonrisa que mostraban todos sus perfectos y afilados dientes blancos. Sus ojos tenían un color negro que brillaban de manera febril.
-Para estar hecho una porquería hueles de maravilla. Mmmm, delicioso. Creo que voy a darte una probadita.
¿¡Que acababa de decir?!
Chan, chan, chan. Je, esta es una nueva historia que he comenzado. La escribí esta mañana en clase de literatura (cuando se suponía que tenía que atender :P) y os lo dejo para que opinéis haber que os parece.
Besitos a todos.