Continuación de Se abren las puertas. Disfruten
Prólogo
Recorrer las montañas por días en compañía de Kristoff definitivamente era una de las experiencias más emocionantes que Anna haya tenido en todo su vida, viajaban únicamente ellos dos en compañía de Sven a través de los senderos más reconditos, aquellos que Anna sólo había visto en libros o recreados en su hiperactiva imaginación. En un principio, Olaf insistió en querer ir pues su curioso instinto nunca descansaba, sin embargo Elsa se lo había impedido ya que el clima del reino al que se dirigían era más cálido que el de Arendelle, aún con la ayuda de su nube no era cien por ciento seguro que el muñeco de nieve sobreviviera a una temperatura más alta. Eso entristeció mucho al pequeño Olaf y le rompía el corazón a Anna, sin embargo prometió traerle las flores más bellas que existieran en Corona para que él pudiera deleitarse con su aroma. Por medio de ese trato, Olaf quedó contento y esperaba con ansias al regreso de sus amigos.
Todos estos años encerrada en un castillo hicieron que Anna se maravillara por cualquier sonido, animal o árbol que vieran en el bosque que a diferencia de su aventura pasada donde el paisaje lucía totalmente blanco al estar cubierto por la nieve, ahora rebosaba de verdor. En los arroyos ahora fluía el agua libremente y por su claridad se podían notar los peces moviendo sus aletas sin parar, Kristoff sonreía cada vez que su ahora novia le hacía alguna pregunta como ¿qué tipo de pájaro es este? ¿qué fue ese sonido? ¿esta fruta puede comerse? o la que le dio un buen susto a Kristoff fue "¿qué planta es esta?" a lo qu él respondió "¡DEJA ESO ANNA! ¡ES VENENOSA!" Después de eso, la princesa estuvo con un ligero salpullido unos días, al menos Kristoff encontró un remedio que servía como antídoto para ayudar a Anna. Él seguía diciéndose a sí mismo que todo lo que tuviese que hacer por ella, valía muchísimo la pena.
Por desgracia tuvieron que aminorar su paso e ir más lento por otra de las osadías de Anna. En sus muchos intentos de aprender a escalar como lo hacía Kristoff, resbaló por accidente al pisar en el lugar equivocado sin que el chico rubio pudiera detener su caída como en veces pasadas. Le había dicho un en repetidas ocasiones lo peligroso que era escalar una montaña si no eras cuidadosa y Anna en definitiva no lo era ¿qué le iba a decir a Elsa si le pasaba algo? Ni siquiera él mismo sería capaz de perdonarse, por suerte en esta ocasión el susto no pasó a mayores, el tobillo de la princesa se encontraba un poco inflamado nada más, sin embargo a ella le dolía lo suficiente como para lamentar sus acciones imprudentes.
- "Perdona Kristoff, lo único que hago es causarte problemas."- ella se disculpaba al momento de que Kristoff le ponía el vendaje a su pie.
- "¿Sabes cuántos huesos me he roto yo por intentar escalar... bueno... la verdad no muchos, sólo en una ocasión de niño me rompí el brazo, pero tú has tenido más suerte que yo. Además antes de caerte, te aseguro que lo estabas haciendo muy bien. Con el tiempo, serás una increíble chica de montaña."
- "¿Chica de montaña? Me gusta cómo suena eso... ¿de hecho sabes qué? Creo que no me duele tanto, pongámonos nuevamente en marcha ¡La princesa Rapunzel nos espera!"- a pesar de su buen ánimo, cuando Anna puso sus pies sobre el suelo, su rostro no pudo ocultar el dolor.
- "Para ser la chica de montaña que quieres, primero debe sanar ese tobillo. Sube al trineo y yo me encargo del resto ¿está bien?"
Kristoff tomó el pequeño cuerpo de Anna en brazos y lo puso sobre algunas mantas que dentro del increíble regalo que Anna le había dado semanas atrás. Anna se recostó algo decepcionada, se habían retrasado todo un día por su torpe accidente, sin embargo Kristoff no parecía molesto sino todo lo contrario, los mimos para ella no paraban desde su caída.
- "Muy bien, pongámonos en marcha Sven."
El reno había descansado lo suficiente para reponer fuerzas y seguir por el sendero a Corona a toda prisa.
Anna dormía profundamente en la parte trasera del trineo cuando sentía la voz de Kristoff llamándola.
- "¡Hey! Anna, Anna, despierta."
-"¿Qué pasa Kristoff? ¡¿qué hora es?! ¿¡Por qué es de noche!? ¿cuánto dormí?"
- "Es casi medianoche Anna y dormiste muchas horas. Supuse que necesitarías descansar, así que no quería molestarte pero al ver esto supe que no querías perdértelo."- dijo Kristoff señalando hacia una gran luz que se veía a lo lejos, descendiendo de la montaña.- "Es allí donde se encuentra Corona, según el mapa."
- "¡¿Es increíble!¿qué será?!"
- "Son linternas si no me equivocó."
- "Tienes razón, escuché que aquí es una tradición soltar linternas el día del cumpleaños de la princesa, aunque creo que hoy no es su cumpleaños. El día de su boda coincide con su fecha de nacimiento."
- "Bueno eso lo averiguaremos mañana, por ahora creo que sólo quiero dormir. Estoy agotado."- dijo Kristoff mientras quitaba el arnés a Sven para que su amigo hiciera lo mismo, se lo merecía.
Anna al escuchar eso, hizo un pequeño espacio en el trineo para que él pudiera acomodarse para dormir, después de todo la noche era fría y en esta ocasión no había ningún lugar a la vista donde pudieran resguardarse. Kristoff era experto en buscar algún lugar abandonado y pasar la noche, al menos mientras Anna lo acompañara. Él nunca permitiría que pasara frío.
- "¿Anna qué haces?"- dijo él al percatarse que Anna acomodaba una almohada que ella había guardado para el viaje.
- "Acomodo tu lugar para dormir, esta vez no hay un establo o cabaña donde resguardarnos y la noche es bastante fría. Vamos, duerme a mi lado, tengo mantas suficientes para ambos."
- "Yo... yo... puedo ir y dormir con Sven, no hay problema."- Kristoff pensó que Anna era bastante osada en más de un sentido, haciendo que él se apenara a cada momento.
- "Pero el suelo es muy duro, prometo no roncar ni babearte. Dice Elsa que hago eso cuando duermo."
- "No es por eso, es que... bueno... tú y yo... nosotros... Sven..."- ahora Kristoff decía cosas sin sentido.
- "Si no vienes aquí, bajaré y te traeré hasta aquí aunque mi tobillo se hinche aún más ¿entendiste? Además yo también tengo frío, estar juntos nos ayudará a mantenernos calientes."
Kristoff se animó un poco y se acostó al lado de Anna, sólo esperaba que Elsa nunca se enterara de esto.
- "Las linternas se ven increíbles."- dijo Anna.
- "Lo son, parece que miles de estrellas se dirigen al cielo"- Kristoff sintió que Anna entrelazaba su mano con la de él, la tenía algo fría pero con el pasar de la noche la calidez apareció mientras contemplaban el cielo iluminado.
Anna se acurrucó por debajo del brazo de Kristoff, tenía que descansar lo suficiente si es que en la mañana quería darle una buena impresión a los reyes de Corona y a la princesa. Al final, un hilito de baba manchaba la camisa del joven montañero.