Chicas, comenzamos nuevamente. Nos leemos al final.
Disclaimer: El mundo Twilight pertenece a Stephenie Meyer, la trama es de mi autoría.
Jasper POV
—¡No te vayas! ¡No me dejes! —Me removí inquieto en mi cama. Abrí los ojos debido a los gritos. Estaba fuera de lugar—. Emma, ¡regresa! —Al oír el nombre me levanté muy rápido. Casi me caigo cuando me enredé con las sábanas. Corrí lo más rápido que pude a la habitación continua. Y ahí estaba. Ella, respirando agitadamente, moviéndose desesperada como queriendo alcanzar a alguien. Todo estaba a oscuras salvo por la luz de la ciudad. Me acerqué a su lado y la tomé como pude entre mis brazos.
—¡Bella! —La moví ligeramente de los hombros para que volviera en sí. Cuando comenzó con sus sueños, me era realmente difícil hacerla reaccionar, pero ahora ya no me asustaba ni desesperaba. Solo tenía que despertarla y después calmarla—. ¡Olivia! —grité y la moví un poco más. Cuando sus manos apretaron fuerte mis hombros y su cara se hundió en mi pecho, supe que ya estaba despierta. Fuertes sollozos escaparon de su boca, por lo que la abracé más fuerte—. Tranquila, corazón. —Le sobé la espalda mientras con la otra mano le acariciaba el cabello—. Estás aquí. De vuelta conmigo. ¡Mírame, Oli! —No dejaba de llorar—. ¡Mírame! —ordené. Y así lo hizo. Sus ojos estaban acuosos y se notaba la tristeza que los inundaba. Siempre quedaba de la misma forma después de sus sueños, que más bien eran sus recuerdos, pero era mejor que los viera como sueños—. Respira profundo, inhala, exhala. —Poco a poco con éste ejercicio se fue calmando.
Nos acomodamos en la cama, su cabeza estaba recostada en mis piernas. Me fijé la hora en su reloj de buró y apenas eran las dos de la mañana, pintaba para ser una larga noche.
—¿De qué trató ahora? —Cada noche era un recuerdo distinto.
—De mi hija, Jazz, ella me llamaba a gritos y cuando por fin la iba a tocar… —vi una lágrima bajar por su mejilla—, me la quitaban. Alguien se la llevaba. ¿Por qué me castigó Dios así, Jazz?, ¿era mala? ¿Por qué?, ¿por qué yo?, ¿por qué ellos? Mejor hubiera muerto yo… —Se cubrió la boca para evitar que saliera un sollozo. La dejé llorar, era lo mejor. Le acaricié tiernamente el cabello.
—No reniegues, Oli. Así fue y tienes que aceptarlo, seguir siendo fuerte y afrontar tu realidad. Ellos te amaban, cariño, y tú a ellos. No eras mala, eras la esposa y madre más cariñosa. Dios no te castigó, pequeña, él te dejó ser feliz a su lado el tiempo que tenía que ser. Ahora ellos están en un mejor lugar, donde no sufren y donde seguramente te quieren ver feliz. —Era el ser más asqueroso al seguir mintiéndole así, pero yo no debía, no podía decirle la verdad y desmoronarla nuevamente. No quería que se hundiera en ese pozo oscuro donde ya había estado metida, mucho le había costado salir de ahí.
—¿Cómo seré feliz? No los recuerdo, Jazz, pero me siento culpable. Siento que por mi culpa murieron. Siento algo raro en mi pecho cada vez que hablo de ellos. —Se levantó de mis piernas para acostarse a mi lado, me sonrió y supe que ya se había calmado—. Cuéntame de ella. Dime cómo era. —Se acarició por encima de la tela la cicatriz que había dejado la cesárea. Era la primera vez que me preguntaba directamente sobre Emma, su hija.
—Hermosa, Oli. Era una niña… —suspiré, trataba de mostrar una fortaleza que no poseía, que cada día se debilitaba—, sana, llena de vida. Pesó tres kilos y medio. Era enorme, por eso no pudo ser un parto normal. Su cabello era cobrizo y apenas y se le veían las cejas. Sus labios eran rosados, que daban ganas de comerlos, parecía un caramelo. Sus mejillas eran rojizas… —A mi mente llegaron las imágenes de una pequeña florecilla, era igual o peor de testadura que su madre—. Y sus ojos, eran como los tuyos, preciosa. —Le limpié las lágrimas que le escurrían, sin embargo me sonrió—. Cuando sonreía, nos contagiaba a todos y no se despegaba de ti. Te amaba por completo, aún te ama. —Era la verdad.
—Me hubiera encantado conocerla. Tenerla en mis brazos, lo peor es que ni siquiera la recuerdo, Jazz.
Esa pobre niña esperaría el reencuentro con su madre si supiera la dolorosa realidad. No imaginaba cuando Bella se enterara de la verdad, repudiaba a su hija, no podía estar cerca de ella ni dos minutos. Todo era un falso montaje para no hacerle sufrir más.
—¿Se parecía a él, Jasper? —¡Dios! Hoy Bella estaba más preguntona que otras noches. Las veces que me preguntaba de su verdadera vida, solo era superficial. ¿Cómo fue su accidente, cómo fue su vida, qué estudio, la relación que tenía conmigo y mis padres, sus antiguos amigos, cómo era ella emocionalmente, sus pasatiempos? Cosas así. Pero jamás me había preguntado por ellos, y precisamente hoy se le ocurría hacerlo. Cada vez me costaba más mentirle.
—Mucho, Olivia. Su cabello y la forma de sus labios. —Cerró sus ojos y suspiró. Por más que tratara de recordarlos, no podía.
—¿Hay alguna foto de ellos? —No, una foto no. Todo se vendría abajo.
—No lo creo, Oli, todas se quedaron en Madrid. Cuando vaya te traeré algunas. —Asintió. Al parecer se estaba quedando dormida.
—Prométeme que la traerás, Jasper. Quizá si veo una foto de ellos pueda recordar más rápido —suspiró y supe que ya se había dormido.
Como siempre, después de cada sueño me quedaba acompañándola, nunca dormía tranquila. La observé, era tan gratificante verla así. Por fin tranquila. Le costó demasiado poder estar en paz y pagó un precio muy caro.
Mi hermana Isabella Swan tenía una nueva vida en donde se llamaba Olivia Withlock, vivía a mi lado, yo era su única familia. Era dura y no se intimidaba ante nada. Se dedicaba a los negocios y pronto cumpliría 26 años. Éramos de muy buena posición, ambos trabajábamos. Sin embargo ella no tenía esencia propia, él se la había destrozado.
Odiaba a ese hombre, le odiaría por siempre. Cada vez que iba a ver a Alice a Madrid, trataba de no recordarlo, pero no lo lograba. Esa ciudad me hacía recordar el doloroso pasado. Pero a la que sí veía era a la hermosa Kathy, mi hija de cuatro años de edad, era una pioja hermosa. Y tan necia como su madre, ella insistía que una mujer hermosa la llamaba en sueños. Todas las mañanas le decía a su madre que saldría al parque para encontrarse con la mujer de sus sueños, ella quería abrazarle y decirle que la quería, más no sabía quién era.
Isabella, u Olivia, en su nueva vida, tardó dos años en salir del coma, fueron momentos difíciles. Meses de estudios para ver si no existían secuelas, terapias, tomografias, psicólogos, operaciones, pero gracias a nuestro padre todo estaba bien. Isabella había vuelto a nacer, la vida le había dado otra oportunidad, y yo lograría que ella fuera feliz siendo una persona renovada.
Cambió la vida para todos, mis padres no la apoyaban, sin embargo yo amaba a mi hermana y no la dejaría sola jamás. Todos cometemos errores, ella lo hizo, pero no la juzgué, nunca le di la espalda. Aquí estaba con ella, viviendo en México, en una hermosa ciudad. Nos mudamos hace un año, después de que estuvo recuperada al cien por ciento. Pero su forma de ser cambió totalmente, era un ser frío y calculador. Solo se dejaba ver tal y como era conmigo, y le daba gracias por no poner barreras. Eso fue lo único que no se fue de ella, las ganas de vivir y no dejarse volver a pisotear. Solo lograba recordar que alguien la maltrataba y de cierta forma abusaba de ella, pero no recordaba quién y eso era bueno. Estaba dolida cuando se enteró que nuestros padres no vivirían con nosotros, no era tonta, sentía su rechazo, pero lo aceptó y aprendió a vivir con ello.
Su memoria no regresaba y era algo que ni los doctores ni nadie se explicaba, ella sola bloqueaba sus recuerdos. La única explicación convincente es que ella no quería recordar y volver a vivir su realidad.
Su nuevo propósito en la vida era pagar por el daño que según ella había causado, cargaba con dos muertes en su vida. Por esa razón ella no era feliz y no permitía que ningún hombre se le acercara, no creía en el amor, ya que ella misma decía que todo lo que amaba le era arrebatado de las manos, tenía miedo que yo la abandonara, pero eso jamás pasaría.
Manejábamos una empresa cosmetiquera de nuestra propiedad, aunque ella no había estudiado para eso, le ayudé a involucrarse, le gustaba y era buena en su trabajo. No me arriesgué a dejar que manejara las empresas familiares, no la expondría de esa forma. Era mucho mejor seguir en el anonimato.
Aún recuerdo el día antes de que le dieran el alta cuando me preguntó sobre su "vida".
Flash Back
Aún tenía el suero puesto y ya mañana le darían el alta. Pero ya sonreía, el miedo y la inseguridad estaban apoderados de ella, sin embargo era comprensible, salir ciega a una realidad que no conocía. Se sentía fuera de lugar, fue muy duro saber que no recordaría quién era, pero reconfortante al saber que no recordaría su doloroso pasado. Le construiríamos una nueva vida a costa de mentiras, pero aceptamos hacerlo así, viviría mejor su presente.
Me senté cerca de ella, tenía la mirada perdida.
—¿Cómo fue el accidente, Jasper? —La miré, pero ella a mí no.
—No te martirices, hermana, eso ya pasó. —Me dirigió una mirada fría, no muy común en ella.
—Solo dilo, quiero oírlo —me ordenó. Repasé muy bien mi mentira, tenía que salirme bien.
—Venían de la primera fiesta de Emma. Llovía muy fuerte, Olivia, y tú conducías. Un tráiler sin frenos los arrolló, lo demás imagínatelo, hermana. —Se limpió una lágrima, no me miró. La realidad era que Bella viajaba sola. Los nervios los tenía descontrolados. Venía de haber cometido el peor error de su vida, se había desecho de un estorbo, eso era un constante recuerdo de él y de todo lo que le había hecho, sus desprecios, malos tratos y la obligación de ser su… sumisa. Él no quería que se fuera, pero salió tan rápido que cuando manejaba no se dio cuenta que un tráiler venía sobre ella y nada se pudo hacer.
—¿Me llevarás algún día al cementerio? —Se acercó y la abracé.
—Algún día, Olivia. Algún día. —Me miró con sus ojos tristes y sonrió falsamente. Era mejor así.
Fin Flash Back
Ya había amanecido y estábamos desayunando para irnos a la oficina. La gran Isabella Swan, ahora Olivia Withlock, vestía sus acostumbrados vestidos negros y sus tacones altísimos. Sin faltar sus ya característicos labios rojos. Eso era lo único que había traído de su verdadera vida. Ella misma se identificaba y decía que de alguna manera era su esencia.
Nunca la dejaba sola. Viajaba siempre conmigo en coches con vidrios polarizados, nadie sabía de su despertar y mucho menos que trabaja en mi empresa. La ocultábamos de todos, sobre todo de una familia, para ellos, ella seguía en coma.
—¿Lista, mi dama de hierro? —Hizo una mueca de disgusto.
—Deja de llamarme así, rubio oxigenado. —Bajamos al estacionamiento y nos subimos al Mercedes—. Ese título ya lo tiene otra mujer. Sé original —espetó de forma dura, sin emoción alguna. Pero ya sabía quién era en realidad. Mi frágil y dulce Bella.
—Está bien, mi dama de acero. —Arranqué el coche y oí su bufido.
—De escritor te mueres. No tienes imaginación. —Se cayó por un minuto y supe que haría la pregunta del millón—. ¿Cuándo conoceré a tu esposa, Jasper? —Otra vez con eso. No podía decirle la verdad a mí mujer, y mucho menos a Bella, si se conocían todo se iba a descubrir y su doloroso pasado cobraría vida.
—Pronto, Oli.
—Llevo años oyendo eso —dijo cansada. Le seguiría dando vueltas.
Llegamos a la empresa y nos dirigimos a nuestras oficinas. Cuando de trabajar se trata, Bella es de temer. Todos en la oficina la odiaban, pero ella se lo había ganado a pulso. No toleraba las llegadas tarde o las incompetencias, quería gente capaz y responsable a su alrededor.
Me instalé en mi oficina y no tardé en recibir la llamada de mi hermosa esposa.
—Hola, cariño —saludé.
—No creas que con tu voz de dulce me contentarás. —Estaba enojada—. Tenemos dos años de casados, Jasper, y te veo cada dos meses, ¿así quieres tener un bebé? Habrá sexo por teléfono, pero Dios no hace milagros, cariño. —Reí. ¡Vaya ocurrencias las de mi mujer! —. Kathy quiere verte y quiere un hermanito. —Yo quería verlas a las dos—. ¿Cuándo vendrás?
—En dos semanas, amor. —Le mentiría a Bella que iría a algún curso o algo se me ocurriría, como siempre, pero ya era hora de ver a mi familia. Platicamos de muchas cosas, pero jamás de él. Preguntó por la salud de Bella y le dije que todo seguía igual, que no despertaba. Hasta a mi esposa le mentía. Me contó de las nuevas travesuras de mi hija y de todo lo que Esme y Carlisle la amaban. Que insistía en que esa mujer le dijo que ya faltaba poco para que regresara.
Corté la llamada cuando entró un Jacob desesperado. Él era el único que sabía la verdad, era nuestro primo y también estaba metido en ésta mentira.
—¡Se ha ido, joder! —gritó y golpeó sus puños en mi escritorio—. ¿No que la cuidabas bien?
—¿De qué hablas? —interrogué, Jacob estaba como loco.
—Que Bella se fue a Milán. Hace dos horas salió su vuelo y tu aquí encerrado. Va a la boca del lobo. Se sabrá todo. No nos perdonará jamás la forma en que le estamos mintiendo. —Se dejó caer en mi silla—. La perderemos.
Yo me quedé estático, la sangre abandonó mi cuerpo. Mi Bells se desmoronaría otra vez. Se enteraría de su tormentoso pasado. Se avergonzaría de su vida y sabría que fue la burla de él... de Edward Cullen.
Espero que aún continúen aquí. Vamos a ir poco a poco, le hice unos pequeños cambios a la historia, pero ahora si prometo que no me volverá a ir. Alguien que guste comentar, estaré más que encantada el saber que aún me lee.
Las esperamos en el grupo en facebook para conocer sobre ésta y otras historias: Mundos Paralelos... CarlizFF.
Besos, Lizz.