Disclaimer: Nada me pertenece. Harry Potter es propiedad absoluta de JK Rowling.


Capítulo 3: Servir a dos maestros

Severus no podía salir de su asombro. No sólo la chiquilla se había animado a desafiarlo llevándole la contraria, sino que también había osado taparlo como si fuera un niño pequeño. Por supuesto, eso no era lo más grave, la peor ofensa venía del atrevimiento de depositar un beso en su frente. ¿Qué clase de poción había consumido esa niñata para hacer algo así?

Trató de darse vuelta y quedar de costado, pero su abdomen le dolía como los mil demonios. Resignado, suspiró suavemente y se dejó caer una vez más boca arriba contra la cama. Cada día le costaba más prepararse mentalmente para las reuniones con el loco de Voldemort. Uno podía pensar que después de tanto tiempo siendo espía se habría acostumbrado, pero lo cierto es que jamás podría acostumbrarse a que su vida pendiera de un hilo, del hilo que manejaba no sólo el Señor Oscuro, sino también Dumbledore.

Aunque quiso evitarlo, no pudo negarle a su mente el familiar recorrido en el que se sumergía siempre que estaba convaleciente: los ojos de Lily, la sonrisa de Lily y la fatal decisión que tomó tantos años atrás. Cada día que pasaba se arrepentía más de lo que había hecho. ¿Cómo había sido tan estúpido? ¿Y por qué Dumbledore, si tan magnífico y poderoso era no pudo protegerlos? El resentimiento que albergaba contra el hombre nunca se disiparía. Que de momento siguiera sus órdenes y fuera un peón en su juego no significaba que estuviera de acuerdo con lo que hacía: Potter era solamente un muchacho y Dumbledore lo utilizaba como un recurso más.

Tomó su varita con la intención de mandarle su Patronus al viejo, pero cuando quiso hablar le falló la voz. Carraspeó con fuerza, haciendo que su garganta le doliera y después de varios intentos logró darle el mensaje a su Patronus. La cierva lo miraba con dulzura y tristeza, como si entendiera lo que estaba pasando.

Trató de mantenerse despierto, por si a Dumbledore se le ocurría aparecer, pero el sueño lo reclamaba. Lo último que vio antes de cerrar los ojos completamente fue a Granger mirándolo fijamente.


Albus Dumbledore se paseaba por su despacho, como hacía casi siempre que tenía algún tema rondando en su cabeza. La voz de Severus en el Patronus le decía que ya había llegado de la reunión con Voldemort y que seguramente mañana faltaría a sus primeras clases.

Eso, por supuesto, no le molestaba para nada. Le pediría a cualquier otro Profesor que se encargara de los de primer año, la única clase que tenía Severus antes del mediodía. Lo que no podía sacar de su cabeza era la voz de Sybill. La excéntrica profesora de Adivinación había sufrido un trance nuevamente, y el destino quiso que fuera él quien escuchara la nueva profecía. Esa profecía lo tenía nervioso. Él sabía que moriría antes de finalizar el año, la estúpida idea de ponerse el anillo lo cautivó y también lo maldijo. Tenía que pagar su culpa, después de todo. Lo que le molestaba era que tenía todo el plan armado, él quería dejar el tablero establecido, y que sus peones cumplieran la partida al pie de la letra. Severus sabía el lugar que le correspondía, y Harry, a pesar de su juventud, también.

Y ahora todo parecía esfumarse de sus manos. Severus cumplía lo encargado, pero podía notar en sus ojos que no estaba de acuerdo en sus deberes. Minerva lo cuestionaba por sus decisiones y para echarle más leña al fuego, Harry parecía estar desarrollando una obsesión con Draco Malfoy, una obsesión que el rubio Slytherin parecía haber desarrollado también. Él no era tonto, podía leer las señales y en el momento en que escuchó la profecía, los engranajes habían empezado a hacer clic una vez más.

Se sentó con pesar y tomó el papel donde la había anotado. Su memoria era perfecta, pero necesitaba tener un registro de las cosas, cualquier mínima desviación y todo se desmoronaría como una partida de dominó.

"El mal toma fuerza con la caída del Anciano. El bien sentirá sus fuerzas flaquear, pero no debe de desesperar: una chica tendrá el poder de salvar al espía y todo concluirá cuando verde y rojo se encuentren en el cenit."

Ya había logrado descifrar la primera parte. Con su muerte, Voldemort tomaría poder, esa parte no se podía discutir. Su muerte era algo próximo y seguro. Ni siquiera Severus había podido retrasar la maldición que se había posado en su brazo izquierdo cuando se puso el anillo. Lo máximo que había podido hacer era retrasar lo inevitable, pero al final moriría. La profecía inducía a pensar que después de su muerte todos los eventos se desarrollarían, así que tenía que dejar los cabos atados antes de seguir más adelante.

El espía tenía que ser Severus, no podía ser otro. El taciturno Maestro de Pociones se había pasado la mitad de su vida jugando para los dos bandos. En algunos momentos dudaba de que el hombre fuera a sobrevivir, pero al parecer así era, y de la mano de una chica nada más y nada menos. ¡¿Pero quién?! ¿Quién iba a ser la chica que salvaría a Severus? ¿Por qué lo iba a salvar?

Él se complacía de saber todo lo que ocurría en Hogwarts, y nada se le pasaba. Severus no había tenido ninguna relación importante en todos esos años. El hombre le guardaba luto a Lily después de tanto tiempo. ¿Entonces quién sería? ¿Alguna amante pasajera? ¿Alguna profesora? ¿O alguna alumna? Desechó ese último pensamiento con una risa amarga, era obvio que esa simple idea era descabellada. El Profesor jamás se fijaría en una alumna, y Albus dudaba seriamente que alguien quisiera salvar al hombre si no fuera por amor. ¿Por gratitud, tal vez?

Y ya lo último… verde y rojo. ¿Qué significaba aquello? El verde y rojo podían significar muchas cosas, desde dos personas, dos lugares e incluso dos pociones. Con enfado guardó el papel en un cajón de su escritorio y se paró para ir a ver a Severus.

Caminó con tranquilidad hasta llegar a las mazmorras y entró a la habitación del hombre. Entró sin llamar. Sabía que Severus estaba acostado y sumamente dolorido, él mismo le había dicho que no fuera, que trataría de dormir. Abrió la puerta de la habitación y su boca se abrió con sorpresa cuando vio a la Señorita Granger velando el sueño del hombre, que ajeno a lo que acontecía dormía plácidamente. Un destello de entendimiento pasó por la mirada de Albus y no pudo más que sonreír. La segunda parte de la profecía parecía estar cumpliéndose.

Solamente restaba saber qué era aquello de rojo y verde…


Perdón la demora! No tengo justificación para tanto tiempo de demora. Me puse a leer fanfics de Hermione y Severus una vez más, y me enojé mucho porque hay varias historias que no están terminadas. Después me sentí una hipócrita, porque yo había hecho lo mismo, así que acá vine a remediarlo.

¿Les gustó? Confieso que estoy muy nerviosa por cómo seguiré la historia, porque Hermione y Severus son una de mis parejas preferidas, y me es fácil escribir sobre ellos, pero mi pareja preferida por lejos es otra y va a ser la primera vez que me anime a escribirlos juntos.

Pronto actualizaré mi otra historia, aunque me voy a centrar en esta.

Espero sus reviews.

Gracias por leer.

-Serindipia.