¡Nuevo capítulo! Lo sé, tardeeeeé muchísimo, pero espero, realmente espero, que el capítulo sea de su agrado, porque realmente me entretuve haciéndolo. Aviso, que no será raro que publique un nuevo fic, en estos días o.o. No es culpa mía sino de mi imaginación ú,u. Como sea... ¡Disfrute e la lectura!

Disclaimer: Frozen NO me pertenece, sino que Disney y sus asociados.


Honor

Por E. Waters

Capítulo VII

Debajo de los ojos azul hielo de la reina Elsa, había dos marcadas ojeras, cosa que se sumaba su extrema palidez, como si estuviese enferma, como si sintiese un terrible dolor y desdicha, como si le quitasen su luz de vida, por decirlo de alguna manera.

Había pasado solo tres días desde que dejó a Anna sana y salva en Lanntz, y ella había regresado a Arendelle junto a su prometido, junto al príncipe Gunther su próximo rey consorte.

Elsa siempre pensaba en los demás, en vez de sí misma, y era por eso mismo que había elegido al príncipe en vez de la princesa. Como se había dicho con anterioridad, el reino exigía un heredero, y ella como a de lugar les daría uno. Después de todo, no podía permitir que una estirpe, que no fuese la suya, reinase ahí.

—Reina Elsa.

La muchacha alzó su mirada, chocándola con los ojos miel de Gunther en el acto.

—Puedes decirme Elsa, Gunther… después de todo pronto seremos, marido y mujer. —dijo ella no con sin algo de amargura una amargura que por cierto supo simular con suma maestría.

—Oh, claro, Elsa. —y el chico se sonrojó, y es que era más que obvio que a él Elsa no le era indiferente. ¿Enamorado acaso? No lo sabía con exactitud, pero lo que sí sabía era que la reina era la única mujer con la cual podría compartir su vida. —.Me preguntaba… ¿Se siente usted bien?

La aludida se recriminó a sí misma, por permitir que su aspecto diese a conocer sus reales sentimientos, lo que en verdad estaba sintiendo.

¡No sientas! ¡No sientas!

—Sólo aún estoy fatigada por el viaje en barco… fueron muchas semanas, después de todo.

—Oh, claro. —y el joven se rascó su nuca. —.¿Me preguntaba, usted querría dar un paseo conmigo, a caballo?

—Me encantaría, Gunther, pero debo hacer mucho papeleo… tengo mucho trabajo acumulado, sobre todo por el baile que se acerca.

—Oh, claro. —el chico pareció algo desilusionado.—. Bueno, tendremos toda una vida como para hacerlo, ¿no? —y el príncipe sonrió, como auto convenciéndose que todo sería felicidad y plenitud para ambos.

Realmente, el muchacho no sabía si Elsa realmente le amaba, pero saberse que era querido, porque así él lo sentía, para él bastaba y sobraba.

—Claro que sí, Gunther. —dijo la reina, tratando de sonreír naturalmente, cosa que logró aunque no con sin algo de esfuerzo.

Siendo así, y con una discreta sonrisa en su rostro, el chico cerró la puerta del despacho, no sin antes hacer una pequeña reverencia, y dejar otro sola a la joven en su oficina personal. Los ojos azul hielo de ella, siguieron la figura de él, hasta que desapareció de la habitación.

Una vez que estuvo segura que el muchacho ya no estaba presente, dejó soltar un gran suspiro.

¡Era tan difícil ser correcta!

Pero otra vez volvieron a su cabeza sus padres, sobre todo del rey, cuando le hizo la promesa que su sangre reinaría a Arendelle por siglos y siglos, tal como fue debe de seguir así.

Ella, en cierta forma, había sido ingenua. Al creer que tendría lejos a Anna, pensó que inevitablemente ella comenzaría a olvidarla de a poco y de forma lenta, solo para después guardarlo como un bonito y fugaz recuerdo.

Mas no resultaba, por alguna razón su lógica y fría idea no funcionaba.

Aunque al momento de que la hicieron reina, al momento de que su tiara fuese puesta en su platinado cabello, ella supo entonces que su vida sería por y para su pueblo, siendo de esa forma entregándose por completo a su tarea como monarca.

Estaba Elsa, entonces, en otra reunión con sus ministros, teniendo siempre al príncipe Gunther a su lado derecho, en vista que era su fiancé de manera más que oficial.

—Tenemos buenas noticias, reina Elsa. —dijo uno de los ministros, con los ojos muy abiertos. —Su popularidad ha crecido de forma gigantesca, siendo incluso más aprobada que en los mejores momentos del reinado de su padre.

Al escucharlo, una pequeña sonrisa se esbozó en sus fríos labios, una sonrisa completa y absolutamente genuina, a decir verdad.

—Además, el príncipe Gunther ha sido recibido con mucho agrado entre la población de Arendelle.

—¿En serio? —preguntó Elsa, alzando curiosa una ceja.

—Así es, reina. —apoyó otro ministro. —. Ustedes son algo así como la pareja perfecta, la pareja idílica para nuestro pueblo.

—¿Y Anna? —pensó la joven, no pudiendo evitare preguntarse eso.

—Bueno, pasando a otro punto…—dijo de pronto el ministro de relaciones de exteriores, posando sus verdes ojos sobre el rostro de la reina. —Ya se ha decidido la fecha del baile, y como usted ha dicho, todos los reinos han sido invitados, a modo de una reconciliación, ¿es eso correcto, reina Elsa?

—Así es, ministro Medrawl.

—Bueno, ya han sido enviadas las invitaciones, solo faltan dos reinos por confirmar.

—¿Lanntz ya ha confirmado? —preguntó Elsa, no pudiendo eludir la pregunta.

—Sí, reina, y sus representantes serán el rey Mikhail y la princesa Anna.

Cuando el ministro mencionó el nombre de 'Anna', el semblante de la joven cambió, aunque de forma más bien ligera.

Nadie se percató, ni siquiera Gunther, el cual sólo ponía atención a lo que Elsa decía y/o hacía.

Los días siguientes, fueron los más angustiosos para la muchacha. No tenía el coraje de ni siquiera pensar en ver nuevamente a Anna, no después que la rechazó de esa estoica manera, no después de haberse entregado por completo a ella.

—Muy bien, Gunther, paseemos. —dijo Elsa, un día antes que se diese a celebrar el baile, más que nada para distraerse un poco.

—¿Habla usted en serio, Elsa? —los mieles ojos de Gunther brillaron.

—Claro que sí.

Y después de la hora de la siesta, ambos se encaminaron a caballo hacia la entrada del castillo. Estaba justamente Gunther contándole algo gracioso a Elsa, la cual rió ante las palabras del príncipe, cuando la reina sintió que alguien le observaba.

La muchacha miró de soslayo, y su mirada se ensanchó y su piel empalideció más de lo que ya estaba.

—Anna…

Y ahí estaba, la princesa Anna de Lanntz, mirando de una forma oscura, de una forma algo difícil de descifrar, a la pareja conformada por Gunther y Elsa.

—Buenos días, princesa Anna. —saludó amablemente Gunther, mirando con sus siempre alegres ojos a la chica.

—Príncipe Gunther…—respondió fríamente la princesa. —. Reina Elsa. —y dicho esto hizo una pequeña reverencia.

—Anna…—fue lo único que pudo soltar Elsa, totalmente anonadada.

—Supe lo de su compromiso, los felicito… hacen una pareja encantadora.

—Muchas gracias, princesa. —y Gunther desmontó su corcel. —. Si gusta, puedo conseguir un corcel para que nos acompañe en nuestro paseo.

—Oh, sería genial.

Dicho esto, la muchacha miró directamente a Elsa, y una vez que el príncipe desapreció de la escena, Anna caminó sin tapujo alguno hacia la reina, al tomó del brazo y la obligó a descender del caballo.

—Dime que lo amas, y te dejaré en paz. —dijo la joven, susurrándole a Elsa al oído, provocando un cosquilleo en el vientre de la reina.

—Anna, esto no se trata de amar o no amar. —logró decir Elsa, tratando de mantener la compostura.

—¿Entonces de qué se trata…?—los ojos de Anna, estaban más dolidos que nunca.

¡No sientas! ¡No sientas!

La mayor de ambas estuvo a punto de responder, cuando apareció el muchacho con un caballo.

—¿Paseemos? —propuso él, aún sonriente.

Tanto Elsa como Anna intercambiaron miradas, a lo que finalmente la reina asintió con la cabeza, dando así paso a a un tenso paseo, en el cual Gunther y Anna charlaron, manteniéndose Elsa callada, y una Anna bastante agresiva.

La noche cayó, y con ello fue la cena, en donde se encontraba el actual rey de Lanntz, Mikhail, hermano mayor de Anna.

—Así que, ¿adelantaron su llegada? —peguntó Gunther al rey.

—Sí, mi hermana estaba ansiosa por ver a la reina.

—¡Mikhail! —exclamó Anna, sonrojándose.

—Pero si es la verdad. —dijo el rey, sonriendo. —. Ustedes dos son muy amigas.

—Sí, amigas. —aclaró de inmediato Elsa,

De pronto, la reina sintió como algo, o más bien dicho alguien, comenzaba a masajear su muslo derecho. Sus ojos azul hielo se abrieron mucho, y miró de reojo encontrándose con la mirada de Anna, más oscura que nunca.

Rápidamente, Elsa colocó su mano helada sobre la cálida de la de Anna, y la observó con los ojos muy abiertos, a lo que ella sonrió de una peculiar forma.

El resto de la cena, la reina apenas sí logró engullir la comida, y mantener una conversación más o menos fluida con el príncipe Gunther y el rey Mikahil, y es que la mano de Anna seguía insistente.

—Pueden retirarse. —dijo finalmente Elsa, una vez que la cena fue acabada.

Gunther le besó con delicadeza la mano de su prometida, a lo que la princesa lo observó con los ojos entrecerrados.

—¡Ella es mía! —pensó furibunda la muchacha de cabellos cobrizos.

Siendo así, la chica se mantuvo sentada hasta que tanto su hermano como Gunther hicieron totalmente abandono de la inmensa habitación.

—Elsa, por fin solas.

—Anna, no se puede repetir lo que sucedió en la cena. —ella se mostraba seria, y en cierto punto algo molesta.

—¿Acaso ya no me quieres? —y Anna se acercó peligrosamente a la reina.

¡No sientas! ¡No sientas!

—Ya lo sabes, no se trata aquí de querer o no querer, de amar o no amar.

—¿Entonces qué, Elsa? —siguió insistiendo la chica, sujetando de forma algo brusca a Elsa por los hombros.

—Se trata de la felicidad de mi pueblo, y de cumplir promesas, Anna. —los ojos azul hielo de la reina se mostraron más dolidos que nunca.

—¿Y tu felicidad?... ¿Nuestra felicidad?

—No quiero ser egoísta con el pueblo… no puedo tampoco no cumplir con lo que he pactado. Anna…. yo…

—¿Tú qué? —y la princesa acorraló a la reina.

—¿Señoritas…?

Ambas jóvenes ladearon la cabeza hacia un lado encontrándose con el blanco rostro de Olaf.

—¿Llamo ya a la servidumbre a limpiar?

—Oh, sí, yo ya me iba a la cama… deberías de hacer lo mismo, Anna. —Elsa respondió de forma inmediata, desprendiéndose de una manera algo brusca de la figura de Anna, quien la miró de peculiar forma.

—Está bien, yo también iré a dormir. —se acercó entonces a Elsa. —. Pero aún tenemos una conversación pendiente, reina.

Elsa miró por unos momentos a Anna, hasta que finalmente se dio la media vuelta y se encaminó hacia la dirección contraria a las habitaciones de invitados, en vía de su propia recámara.

Una vez que estuvo en su habitación, la muchacha, muy joven tal vez para reinar un reino, se desplomó sobre su cama y hundió su rostro en los cojines.

Realmente, no sabía qué hacer; o bueno, sí lo sabía, pero no quería afrontarlo. Ella tenía que dejar ir a Anna, ella debía de olvidar a Anna, y solo conservarla como un lindo recuerdo, como había planeado desde la derrota de Hans.

Pero por alguna razón, no podía hacerlo.

Cada vez que imaginaba besando a Gunther, cada vez que él sujetaba con suma delicadeza su cintura, nunca sobrepasándose, nunca pasándose de listo, terminaba siempre recordando los ojos verde azulados de Anna.

Odiaba, realmente odiaba la situación, pero el bien sería mayor que el sacrificio, y todo, pero todo valía absolutamente la pena.

En eso pensaba, mientras cerraba sus ojos para acostarse.

Y en esa noche, la única imagen que realmente predominó en sus pensamientos, fue el pecoso y bonito rostro de Anna de Lanntz.

Al días siguiente, la chica despertó apenas si salió la luz del Sol, y de inmediato se aseó y vistió, puesto que sería un largo día. En esa noche se daría a celebrar el baile, y ello significaba el triple de trabajo.

—Entonces, ministro Gal, ¿todos los invitados han confirmado?

—Todos, reina Elsa, absolutamente todos.

La joven sonrió. Hasta ahora, todo salía exactamente como lo esperaba, todo exceptuando su tensa relación con Anna.

Por lo tanto, hizo cuanto pudo pasar toda la mañana y toda la tarde en su despacho, atiborrado de documentos y más documentos por firmar y sellar, cosa que alegraba a la reina en vez de espantarla.

Así podría distraerse un poco de Anna…

—Y más cerca de Gunther. —se dijo la chica a sí misma.

Las horas pasaron, y con ello la férrea fuerza de voluntad de Elsa. La tentación de salir de su despacho, y observar a la bella princesa en el jardín era demasiado fuerte, pero ella podría controlarse.

Debía controlarse.

Sin embargo, y a pesar del inmenso papeleo, para la muchacha las horas pasaron rápido y en menos de lo que esperó tuvo que ir a su alcoba, para así cambiarse de forma adecuada para el baile.

Tamaña fue su sorpresa, cuando al entrar a su recámara estaba la misma Anna muy bien sentada sobre su cama.

—Te lo dije, Elsa, nuestra charla aún no ha terminado.

—Anna, el baile está por comenzar y yo debo estar preparada para él.

Pero aparentemente, a la princesa no le importaba ni un poco el baile, y se acercó a ella lo suficiente como para poder besarla en los labios. Estuvo a punto de hacerlo, ante la aturdida de Elsa, cuando alguien tocó la puerta.

Lo más rápido posible, ambas chicas se separaron.

—Reina Elsa, la solicitan.

—Está bien, Olaf, ya voy.

Elsa miró a Anna, y sin poder evitarlo más, depositó un casto beso sobre sus labios.

—Creo que debes irte…

Anna, con los ojos muy abiertos, asintió con la cabeza y salió de la habitación de la reina.

¿Qué iba a hacer ella ahora…?


Y eso fue todo por ahora :P... y bueno, un review sería genial, realmente me sirve. ¡Nos leemos, y espero que pronto :)!