Disclaimer: Nada del Potterverso me pertenece.

Este fic participa del reto "Amor a través de los tiempos" del foro "La Sala de los Menesteres".


Mad love


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I. Declaración de amor

Aquella mañana se despertó más temprano que de costumbre. Llevaba días recibiendo unas extrañas notas románticas de alguien que desconocía su identidad. No tenía idea de quién podría ser, pero no le importaba lo más mínimo.

Y, probablemente, este fuese el motivo por el que Helga madrugase tanto aquella mañana. Desde hacía una semana, cada mañana recibía una nota y una rosa, y quería permanecer despierta para intentar pillar a su admirador secreto. Mas no hubo éxito: nada más abrir la puerta, vio en el suelo la nota y la rosa. Dio un largo suspiro y se encogió de hombros, recogiendo el detalle de su hombre misterioso.

Por la tarde, se lo comentó a su amiga Rowena, quien le pidió que le dejara leer personalmente aquellas misteriosas notas.

—Helga —dijo tras leer minuciosamente una de ellas.

—¿Sí? ¿Has averiguado algo?

—Así es —contestó asintiendo. Tenía la cara desencajada—. Y no te vas a creer de quién se trata.

Helga salió disparada hacia el lugar donde se hallaba su supuesto enamorado. No podía creerse que fuese él. Necesitaba que él mismo le confirmase todo. Llamó a la puerta de su despacho y la abrió despacio.

—Godric, ¿podemos hablar? —dijo con cautela.

—Por supuesto —contestó poniéndose en pie—. ¿Ocurre algo?

—Esto... sí. O no. No no sé. Dímelo tú.

—No sé de qué hablas, Helga. ¿El qué debo decirte?

—Lo sé todo, Godric. Todo.

—Me alegro. Mucho. Y, por curiosidad, ¿qué es lo que sabes?

—Sé que eres tú quién me está mandando cartas anónimas.

Godric se quedó callado. No se esperaba en absoluto que pudiera descubrir su pequeño secreto.

—Ehm... sí, entiendo. ¿Y... qué más sabes? —quiso saber.

—Bueno, es evidente, ¿no? Es decir, yo te aprecio mucho, eres uno de mis mejores amigos desde hace años, pero jamás pensé que esto pudiera ocurrir. De hecho, me ha sorprendido sobremanera tu faceta romántica. Siempre pensé que ese sería Salazar, pero tú...

—Helga, yo... —intentó decir, pero la pelirroja le interrumpió.

—No, Godric, déjame acabar. Somos buenos amigos, pero creo que esto es una locura. Aunque pensándolo mejor, creo que eres un buen partido, el mejor diría yo y...

Godric le tapó la boca con una mano. Necesitaba hacerla callar de alguna manera.

—Helga, yo fui quién escribió aquellas notas, pero no soy yo quien está enamorado de ti, sino él.

—No... no entiendo.

Helga se dio la vuelta y se encontró con un hombre alto, fornido y algo desaliñado.

—¿Alfred, el tabernero? —Aquello sí que no se lo esperaba.

—Así es, señorita Hufflepuff —contestó el aludido—. Hace mucho que os admiro, siempre lo he hecho. Hace unos días, le pedí al señor Gryffindor que me echara una mano, ya que soy nulo para estas cosas. Por eso la letra es suya.

—Vaya, no sé qué decir.

—Tan sólo aceptad dar un paseo conmigo y me haréis el hombre más feliz del mundo.

—Encantada —contestó acercándose a él, con una amplia sonrisa y tomándole del brazo.