"Todo el mundo debería tener su amor verdadero, y por lo menos debería durar tanto como su vida"

John Green (The Fault in our Stars)

Cuando despertó esa mañana, jamás se hubiera imaginado que ese precisamente sería el día a pesar de que siempre que despertaba lo deseaba desesperadamente.

Suponía que era cierto que cuando menos te lo esperabas, las cosas pasaban y eso él lo había aprendido por experiencia, más experiencia de la que quisiera tener.

Tenía 15 años, a penas el inicio de una vida, cuando vio a Kyle ponerse de pie frente a su clase para presentarse.

Sólo que Kyle no era su nombre y su rojizo cabello no se escondía debajo de ninguna ushanka, ni siquiera era rizado. Pero Stan estaba seguro de que era su Kyle, lo reconocería donde fuera, con cualquier aspecto o nombre, no había forma de que su corazón latiera tan fuerte por otra persona, después de todo.

-Muy bien, puedes tomar asiento –El maestro habló una vez que el niño nuevo había terminado su presentación, provocando que el pelinegro se removiera ansioso en su silla, deseando que el amor de su vida se sentara a su lado, como había hecho mucho tiempo atrás.

Fue una lástima que los ojos verdes del chico jamás se encontraron con los azules mientras recorría el aula y terminó acomodándose al otro extremo del salón.

Stan nunca consiguió acercarse.


Stan bebe la tercera malteada del día. No es como si la bebida tuviera un sabor extraordinario, no, lo único extraordinario en la tienda de helados en la que se encuentra, es el pobre chico de 17 años que trabaja para pagar la universidad. O al menos eso es lo que le ha escuchado comentar de vez en cuando con los otros empleados.

Porque él todavía no consigue que le comente nada personalmente, Kyle se limita a negar las propinas que Stan le deja, no se siente ofendido, ni extrañado, mucho menos acosado por la jovencita de largo cabello negro que asiste varias veces al día a su local exclusivamente a verle. Kyle está totalmente avergonzado.

Stan, que esta vez resultó ser una chica, sonríe todo el tiempo al pelirrojo, lo hace sonrojar y aunque una vez más no son mejores amigos ni más, piensa que si para mirar el dulce rostro enrojecido de su alma gemela tiene que asistir a la tienda de helados como excusa, podría vivir toda su vida únicamente de malteadas.


No puede con la emoción que siente cuando ve el camión de mudanza llegar a la casa vecina, no puede resistir el quedarse solo mirando por la ventana cuando ya ha visto a la niña pelirroja bajarse del auto de la nueva familia.

Así que sale corriendo de la casa, olvida su abrigo e incluso sus zapatos y su gorro, es pequeño y encontrarse con Kyle desde la infancia es lo mejor que puede pasarle.

Corre directo hacia la pequeña, con las mejillas sonrojadas por el frio y jadeante por la carrera.

-Eh-… -Cuando obtiene la atención de la pelirroja se queda paralizado, porque no importa si Kyle es un niño o una niña o un adolescente o un adulto o una mujer joven, siempre, ante la mirada azul de Stan, es la persona más perfecta que puede existir y eso nunca falla en dejarle sin aliento-; … Yo… Soy Stan –Sonríe nervioso cuando se da cuenta de que no preparó ninguna excusa para hablarle.

-Stan… -Responde despacio la recién llegada y el corazón del chico da un vuelco cuando escucha su nombre salir de los delicados labios de ella-; … Va a darte un resfriado –Termina y pasa sus manos a su bufanda verde, para desenvolverla de su cuello y acomodarla ahora sobre el cuello del otro.

Esta vez Stan consigue a su mejor amigo de vuelta y lo sabe en cuanto el calor de la bufanda hace contacto con su cuello, quizá es por eso que su corazón late incontrolablemente.


Stan agradecía que sin importar cuantas cosas variaran en cada vida, como su nombre, su cabello, su familia o incluso su sexo, había algo que era constante: South Park.

Hasta donde le era posible recordar, y eso era bastante, jamás había nacido en otro lugar que no fuera el pequeño pueblo de South Park y él estaba perfectamente bien con eso, precisamente por el hecho de que era pequeño, significaba que tarde o temprano terminaría encontrándose con Kyle.

Tardase los años que tardase, Stan jamás perdía la esperanza, "Es un pueblo pequeño, simplemente no me he encontrado en el lugar correcto, en el momento correcto".

Y esta vez, no se había encontrado en el lugar o el momento correcto por 87 años. Aunque él no había dejado de buscar, nunca dejaba de buscar, simplemente ya no podía seguir buscando, no en cama, no conectado a infinidad de tubos, no con su cuerpo entero en un estado de debilidad absoluta.

No cuando siente que todo se vuelve borroso, tan borroso que no logra distinguir a los preocupados ojos esmeralda de la enfermera que le miran fijamente antes de alarmarse al escuchar el agudo sonido de la máquina que anunciaba su muerte.


No importaba bajo que circunstancias vivía o que tipo de gente le rodaba, Stan era siempre un poeta de closet, no sabía si ser cursi era una bendición o una maldición.

Sin embargo, algo le pica esta vez y siendo un "adulto" de 18 años, decide publicar una de las tantas cosas que ha escrito en la red tan basta que es el internet. Tiene una computadora a la mano, así que ¿Por qué no?

Es un foro nada especial en el que lo ha dejado colgado y el que ha estado actualizando cada cinco minutos en espera de una respuesta. Salta de la silla cuando un pequeño icono que anuncia un nuevo mensaje aparece en pantalla.

"Es impresionante esto que tienes aquí, basta con leerlo una sola vez para darse cuenta de que escribes todas esas palabras pensando en una persona… Y quizá te suene extraño, pero nunca había sentido tanto amor emanar de un simple post en internet, incluso me atrevo a decir que sea quien sea a quien le estés escribiendo esto, debe de tener mucha suerte… A veces me gustaría poder escribir así, en fin… ¡Espero que tengas un buen día! Sigue escribiendo"

El mensaje por alguna razón hace palpitar el corazón de Stan y tiene que leerlo un par de veces más. Hay algo que le llama mucho la atención de aquel sentimiento y tiene la necesidad de contactar a la persona, sin embargo se trata de un anónimo y no hay forma de responderle de vuelta.

Así que la única opción es hacer lo que el anónimo dijo, seguir escribiendo.

Stan termina por colgar más y más poemas y por lo mismo consigue más y más comentarios, sin embargo está seguro de que ninguno es de la misma persona que fue la primera en escribirle.

Lo que él no sabe, es que detrás de ese mensaje, se encontraba una pelirroja de cabellos ondulados que había revisado una y otra vez su comentario en busca de cualquier error, y avergonzaba había enviado su opinión tratando de no parecer tan emocionada con el poema como en realidad lo estaba.

Kyle presionó enviar y avergonzada se levantó de su silla para ir a dormir, soñó con algo tan bonito como el poema aquella noche, sin embargo al despertar ya había olvidado su sueño.

La pelirroja nunca más volvió a recordar aquel escrito y Stan siguió publicando sus trabajos hasta el final de sus días.


¡Estoy de vuelta! O algo así, realmente no he tenido NADA de tiempo de escribir. Un montón de mierda está pasando por mi vida en este momento so... (?) who cares.

Un amigo me mostró uno de sus fanfics hace un par de días y me inspiró a escribir, así que continué con esta historia -pedazo de historia- que tenía empezada desde hace un tiempo.

El plot en general está basado en un comic que encontré hace tiempo (En la actualidad no cuento con el url pero lo publicaré tan pronto como me ponga a buscarlo), en caso de que no lo captaran, sí, son como drabbles -si se le puede llamar así- de las varias vidas que a Stan le tocan vivir, él las puede recordar todas, so... Por si no estaba claro (?)

Tengo la intención de escribir tres capítulos, así que aquí les va el primero. Later!