Capítulo 1: My Blood.

Anna

Hace un año que todo había ocurrido. Un año de puertas abiertas, libertad, bailes coloridos en cada uno de los grandes salones del palacio. Las mañanas eran tibias y soleadas. Un destello de sol se coló por la cortina. Me moví suave, parpadeé lento intentando despertar. Sábanas suaves y tibias. Estiré mi brazo derecho palpando la cama, comprobando que nuevamente estaba sola. Desde hace ya una semana mi esposo se levantaba temprano, preparando todo para el invierno que se apresuraba por llegar. Llevé mi mano hacia mi abultado vientre.

-Adivina qué… estamos solos – murmuré dibujando un círculo con el dedo índice alrededor de mi ombligo – No vendría mal tomar desayuno ¿No crees?

Miré a mi alrededor. El aire está fresco y la habitación iluminada. A mis pies la bandeja con el desayuno. Pese a mi insistencia de tomarnos mi embarazo con calma, mi hermana, como buena reina, llevó la situación un poco más allá. Desde el primer día insistió que todas las atenciones y cuidados no serían suficientes para asegurar mi salud y la del bebé. Aunque se me acercaba con cautela, temerosa de su capacidad para controlar sus poderes, la obligaba a diario a tocar mi vientre y a sentir por ella misma que todo marchaba bien.

Me incorporé lentamente en la cama. Me acerco al término del tercer trimestre y mi cuerpo ya presentía el pronto desenlace. Mi embarazo no fue del todo fácil. Al comienzo no fue difícil manejar la panza abultada, la sensación de asco y las modificaciones constantes de ropa pero a través de las semanas el cansancio se hizo presente. Me costaba trabajo moverme, hasta los huesos más recónditos de mi cuerpo crujían. Deposité la bandeja sobre mi regazo. Leche tibia. Alcé la copa para beber el primer sorbo y un golpe sordo sonó detrás de la puerta.

- Anna, estás…?

Levanté la vista hacia la puerta. Por un segundo recordé mi niñez de puertas cerradas, soledad y llamadas sin respuestas. Las puertas cerradas aún me traían una amarga sensación. Ahora, adulta y después de los últimos acontecimientos ocurridos el último año, me era posible entender muchas de las situaciones que ocurrieron años atrás. Sin embargo, en mi cabeza se mantenía ese gran vacío mental. Por más que lo intentase, no era capaz de recordar aquella noche donde las cosas cambiaron.

- Si, entra…- respondí en voz alta. La puerta se abrió lentamente y una esbelta muchacha de pelo rubio platinado se asomó desde el otro lado. Vestía una holgada túnica color turquesa, llevaba el pelo totalmente suelto y aún lucía pereza matutina en el rostro. Nuestras miradas se encontraron por un segundo. Me sonrió, aún dudando si podía entrar. Era curioso observar que era ella la que ahora llamaba a la puerta para entrar.

- Me preguntaba cómo habían amanecido- murmuró atravesando al fin el umbral de la puerta. Observé su caminar y el vaivén de su largo cabello platinado - …Quise venir a comprobarlo por mí misma. Le devolví la sonrisa haciéndole, con dificultad, un espacio en la cama.

- Ven aquí – respondí levantando las sábanas - aún es temprano para atender tus reuniones y asuntos reales… acuéstate un momento conmigo. Me miró con severidad apuntando la bandeja que aún reposaba sobre mis piernas.

- ¿Terminaste tu desayuno? – Preguntó con tono autoritario – Ya sabes lo importante…

- Elsa – la interrumpí con severidad – shh… solo acuéstate aquí conmigo. Me miró con recelo, pero accedió ante mi insistencia. La reina obedeció. Se sentó en la cama, se quitó las sandalias y se escabulló entre las sábanas. Su cuerpo aún estaba tibio seguramente porque había despertado hace pocos minutos atrás.

Durante el año que había transcurrido, ambas fuimos capaces de conocernos en forma muy profunda. Es así como descubrí que su temperatura corporal era más fría de día que de noche, que su día se regía por un horario muy estricto y que dormía pocas horas durante la noche sobre un colchón mullido y no sobre una cama de hielo como todos creían. Estás simples observaciones, me ayudaron a descubrir que Elsa disfrutaba su tiempo de soledad, pero necesitaba con urgencia sentirse acompañada. Al igual que yo. Nos buscábamos entre los pasillos, salones y habitaciones y en corto tiempo, aprendí a repartir mi tiempo entre mi hermana y Kristoff. Viviendo juntas pude poner a prueba por mi misma la serie de leyendas y rumores que comenzaron a rondarla luego de que sus poderes se volvieran de conocimiento público. Algunos falsamente creyeron que Elsa podía congelar personas con solo mirarlas o que podía influir en las estaciones del año de Arendelle y los reinos vecinos. Incluso llegué a escuchar que podía influenciar las mareas y las condiciones oceanográficas del mar. Sonreí al recordar como popularmente la llamaban: "La reina de las nieves". Los poderes de Elsa eran maravillosos, pero aún le costaba trabajo controlarlos sobre todo en momentos de ansiedad, miedo o nerviosismo.

Levanté la bandeja del desayuno con dificultad depositándola sobre la mesa de noche. Finalmente me hundí entre las sábanas junto a mi hermana. Nos mantuvimos en silencio y lentamente cerré los ojos. La mano de Elsa se deslizó por sobre la cama tanteando a su alrededor. Se detuvo a centímetros de mi, supe que dudaba si tocarme o no.

- Está despierto o despierta – murmuré aún con los ojos cerrados – ven, dame la mano – agarré su mano con suavidad y la acerqué a mí. Ella se resistió pero finalmente se dejó llevar. Su tacto tibio sobre mi vientre me hizo abrir los ojos. Elsa miró expectante. El bebé se movió dentro de mí, al parecer le agradaba el tacto frío. Al fin sonrió al comprobar que, como todas las veces anteriores, no me congeló ni al bebé ni a mí. Nuevamente cerré los ojos y, satisfecha, solté su mano, la que permaneció en el mismo lugar. Respiré suave, me relajé y comencé a dormitar. La mano de Elsa se movió en pequeños círculos cerca de mis costillas. El bebé pateó.

- Lo más seguro es que tu madre te contará nuestra historia en su momento – comenzó – Tu madre y yo somos gobernantes aquí en Arendelle. Ella es princesa y yo soy reina. Vivimos en una ciudad hermosa, te encantará… hay montañas muy altas y un lago muy profundo que podrás explorar. Se detuvo unos momentos. El bebé ya no se movía y Elsa lo notó – No pienses mal, yo no escogí ser reina… -continuó con tono de reproche – Es mi deber como primogénita. Creerás que es entretenido que todos te hagan reverencia, te obedezcan o te celebren por todo y nada, pero no es así -Desplazó su mano buscando alguna señal de movimiento. El bebé siguió sin moverse y ella se impacientó.

- Desde pequeña me trataron diferente – sus dedos de detuvieron cerca de mis caderas- tu madre podría correr, saltar y jugar libre por cualquier lugar, en cualquier momento… pero yo debía seguir un protocolo. Tenía un horario para todo – Se detuvo- Esa noche y como era de costumbre me fui a la cama temprano. Tu madre era muy obstinada y solía despertar de noche para jugar y esa noche no fue la excepción.

Contuve la respiración. Elsa estaba recordando lo que pasó aquella noche, esa noche que cambió nuestra niñez para siempre. Durante mucho tiempo me esforcé por recordar, pero no lograba visualizar en mi mente lo que había sucedido. El recuerdo se había borrado.

- Yo quería dormir- volvió a hablar – pero tu madre me sugirió hacer un muñeco de nieve. Era nuestro juego favorito y me fue imposible decirle que no. Corrimos al gran salón principal, ese salón donde se celebraban los bailes más maravillosos y ahí, comenzamos a jugar – recordó- Sabía de mi magia, la conocía desde pequeña y como era habitual, me pidió que se la mostrara… primero la pista de hielo, luego el muñeco de nieve. Se suponía que debíamos volver a la cama pero tu madre se comenzó a deslizar por las montículos de nieve que formé para ella – su mano se tornó más fría. Mi piel se erizó - … después saltó sobre uno de ellos, luego sobre otro y otro… no quería dejarla caer así que formé un montículo tras otro bajo sus pies, pero resbalé y golpeé su cabeza con la magia que salió de mis manos.

Alejó su mano de mi vientre - … yo no quería lastimarla y… me obligaron a alejarme de ella hasta que pudiera controlar mis poderes – su voz comenzó a temblar - … él dijo que debían borrar de su mente todo recuerdo de mi magia… que debían alejarla de mí para que no la fuese a lastimar… a ella, a nadie.

Pasaron unos minutos. El movimiento repentino del bebé hizo que mi piel se estirara causándome dolor. Me moví suave intentando disimular la sensación.

- De ahí en adelante comenzó mi desdichada niñez – su voz parecía lejana así como sus manos que ya no me buscaban - … tenía a tu madre tan cerca, pero a la vez tan lejos. Ella cada día golpeaba mi puerta y yo, debía pedirle que se fuera. No me atrevía a abrirle, temía lastimarla con mis poderes que día a día iban creciendo. Así, una y otra vez, año tras otro… hasta que un día dejó de golpear. La escuchaba caminar por fuera de mi habitación, pero ya no llamaba – De repente una oleada de dolor contenido me golpeó. Sin saberlo Elsa había librado su propia batalla contra la soledad, pero a la vez contra la culpa.

- Entonces cumplí 18 años y tus abuelos subieron a ese barco…- murmuró - les pregunté si era necesario que fuesen, pero ellos insistieron en ir a arreglar personalmente mi compromiso de matrimonio. Una semana después, el consejero personal de mi padre habló tras la puerta… ellos no volverían, ellos habían muerto. Éramos tu madre y yo, solas y yo, debía salir de mi habitación y presidir las ceremonias fúnebres como correspondía… mostrarme al reino, a Arendelle. Una vez más no fui capaz… luego de los funerales, tu madre lloró junto a mi puerta, así como yo lo hice junto a ella.

El nudo en mi garganta ya casi no me dejaba respirar, pero no era capaz de abrir los ojos. Di un respingo cuando su mano nuevamente tocó mi piel. Estaba muy fría.

- Pero ahora tú estás aquí – murmuró de nuevo con la voz quebrada – debo admitir que tu llegaba me causó sorpresa. No fue del todo fácil acostumbrarme a ver a tus padres juntos…es decir, tarde 14 años en recuperar a tu madre y ¿ahora tenía que compartirla?- reflexionó – Temí que su relación con tu padre fuese un nuevo error. Ya le había pasado con el príncipe Hans…

Hans. Mis sentimientos hacía el décimo tercer hijo del Rey de las islas del sur fueron cambiando con el correr del tiempo. No puedo negar que al comienzo lo odié con todas mis fuerzas al sentirme manipulada y traicionada, pero con el correr del tiempo fui capaz de comprender que la principal motivación de Hans no era una corona o un reino, sino más bien la aceptación de una familia indiferente. Sus motivaciones personales sumada a mi necesidad patológica de amor desencadenaron un escenario no muy agradable de recordar. Mi odio se transformó en una profunda pena.

- Además, algo no andaba bien…- Elsa volvió a hablar- No demoré mucho tiempo en descubrir sus frecuentes mareos o sus vómitos después de las comidas.

Mi hermana, la reina, me estaba reprochando. Recuerdo las primeras semanas de embarazo donde me rondaba una profunda confusión ¿por qué Sven olía más repulsivo que nunca? ¿Cómo debía saber que los mareos eran consecuencia de un embarazo?

- … tú estás aquí – los dedos de Elsa comenzaron a dar suaves golpes sobre mi vientre - y yo estaré aquí por siempre. Serás feliz y todas las puertas estarán abiertas para ti. Seré la mejor tía del mundo, ya lo verás.

- Nunca me comentaste que sospechabas de mis mareos y vómitos – murmuré abriendo los ojos. Sonreí.

- No es común que luego de comer una barra de chocolate corras al baño a vomitar, Anna – Elsa se incorporó lentamente, secándose los ojos con la manga de su túnica. Sus ojos azules aún brillaban a causa de las lágrimas – Además, el médico real no puede mentirme u ocultarme información, eh! sabías que no es de buena educación hacerte la dormida mientras hablo con…

Mi cuerpo se tensó de golpe mientras un largo escalofrío recorría mi espalda. La primera contracción me hizo retorcer de dolor. Intenté juntar mis piernas, pero un líquido tibio mojó las sábanas. Me demoré unos segundos en entender lo que pasaba: estaba por dar a luz al bebé. Elsa se incorporó con lentitud. Al igual que yo, demoró algunos segundos en entender que su sobrino o sobrina estaba por nacer.

- Kristoff …- murmuré apretando su mano, la que aún descansaba sobre mi abultada panza – búscalo.

Elsa corrió hacia la puerta para pedir ayuda. En unos segundos el médico real entraba corriendo a la habitación así como un séquito de nodrizas, mucamas y personal de servicio. Todo un escuadrón de gente comenzó a desfilar alrededor mío, mientras la segunda contracción me dejaba casi sin respiración. Elsa se arrodilló a mi lado sin saber con claridad cómo ayudar. El aire se tornó frío.

- Princesa Anna – el médico real puso su mano sobre mi frente intentando centrar mi atención- las contracciones se harán más intensas y frecuentes desde ahora. Todo lo que está ocurriendo es normal – dijo, se volvió hacia Elsa - Su majestad – Elsa miraba expectante a un lado de la cama sosteniendo mi mano – Será mejor que espere afuera.

Al parecer yo no era la única que sabía los problemas de autocontrol de la reina. Elsa se puso de pie sin desviar su mirada de mí. Solté el primer grito ante la tercera contracción.

- No… n… no – Elsa se negó - no me iré a ningún lado – una película de hielo comenzó a cubrir el suelo bajo sus pies. El frío aumentó.

- Su majestad, debo repetirle que…

- Kriisss…toff – murmuré con un hilo de voz – tráelo aquí. El dolor era punzante y continuo. Elsa retrocedió unos pasos y ante la imposibilidad de hacer nada, rápidamente salió por la puerta, no sin antes besar mi frente.

- Todo estará bien – susurró a mi oído antes de salir – buscaré a Kristoff, volveré con él. Lo prometo.

La seguidilla de contracciones que se sucedieron me hizo perder la conciencia. Sentía muchísimo frío y a esta altura ya no sentía mis piernas. Pasaron unos minutos… o unos segundos, era difícil saberlo.


Queridísimos amigos y lectores: Agradezco que se hayan tomado el tiempo de leer los primeros pasajes de mi fic. He leído grandes historias y "one-shots" por aquí y realmente hay gente con mucho talento. Soy nueva en esto (alguna vez escribí, pero nunca publiqué nada) por lo que les suplico sean pacientes y tolerante conmigo (No me destrocen en los Reviews!).