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Los amigos de Eren estaban organizando una especie de reunión, la mitad quería los apuntes del joven de ojos verdes y la otra quería emborracharse hasta quedar inconscientes. Ese era Marlow, pero todos le ignoraron.
Armin fue invitado y aunque se negó, terminó aceptando porque no le venía mal eso de salir a divertirse con jóvenes de su edad y porque su mejor amigo casi le rogó.
Por votación unánime se escogió la casa de Eren, el chico se la pensó, Levi dijo que saldría con sus amigos porque Erwin estaba "deprimido" y le sonó a excusa pero no le dijo nada.
El primero en llegar fue Jean, seguido de Armin que llevaba con él frituras y vasos. Marlow traía una gran botella de tequila que tomó de casa de sus padres. Mikasa fue una invitada inesperada, Eren se encogió de hombros. Era su casa e invitaba a quien le daba la gana, ella les presentó a su compañera de dormitorio de nombre Annie, una rubia de ojos azules con apariencia de pocos amigos pero con una labia de sarcasmo impresionante que competía con el mismísimo Jean.
Al poco rato comenzó a llegar los compañeros de Eren que traían la cena. Tacos, hermoso manjar de los dioses.
Marco, uno de sus amigos de secundaria y mejor amigo de Jean, llegó con juegos de mesa. Marlow pensó que serían divertido combinar su tequila junto con el Jenga; el perdedor tomaba un shot.
En algún momento de la noche, los dos baños de la casa habían sido tomados para vomitar. Eren comenzaba a entrar en pánico. Su amiga Mikasa se quedó dormida con Annie abrazada en el suelo y Sasha, la chica que acabó con los tacos y sabrá el diablo de dónde salió, estaba comiendo lo que quedaba con la excusa de limpiar.
Todo estaba saliendo muy mal.
Armin reposaba en el sillón entre la inconsciencia y la vida.
Jean junto a Marco bailaban en medio de la sala, muy pegados, meciéndose con la música que solo sonaba en sus cabezas. Ahí fue cuando descubrió que ellos eran pareja, nadie parecía reparar en los dos amigos que se murmuraba cosas al oído.
Marlow gritaba que se quería morir que alguien lo llevará al hospital y le lavara el estómago. Mila en el mismo baño le pedía que se callara.
Fue su primera fiesta con alcohol de por medio, salió todo tan horrible que juraba que la recordaría con mucho cariño.
Levi llegó después, mirando a todos los mocosos esparcidos por su casa. Unos dormidos, otros tomando café en la cocina, a Eren refunfuñando lavando el baño, el caso más particular era el mocoso clamando una muerte digna.
Inhaló muy profundo para calmarse, Erwin apareció detrás de él levantando una gruesa ceja sorprendido. No esperaba esa escena, entró para ver si Armin seguía ahí y llevarle a casa.
Lo vió sentado en el sillón. Se acercó con cuidado de no pisar a un par de chicas e ignoró a la parejita en la cocina.
—¿Te llevo a casa? —preguntó suavemente. Inclinándose para que le escuchara, parecía un muñequito porque no se movía pero mantenía abierto los ojos.
Armin le sonrió, era una expresión cómica porque parecía mirar a la nada.
—Claro —arrastró la palabra. Estaba más que claro que luchaba por parecer lo menos tomado posible.
Smith dio un vistazo a la pequeña mesa y vio un par de botellas vacías. ¿Se habían cruzado sin darse cuenta? No veía agua mineral, no amortiguaron tampoco el impacto del alcohol en su sistema, más que claro su inexperiencia a la hora de tomar.
Ayudó al rubio a incorporarse, no se podía sostener a sí mismo.
Levi seguía en la puerta lamentándose. Se pasaba las manos por el rostro y el cabello. Lo sentía por el pobre de Eren.
Le deseó las buenas noches y cerró.
Cuando llegaron a casa, Armin parecía ya más un zombie. Lo cargó al estilo princesa mientras lo llevaba al cuarto, el menor escondió su cara en el cuello de Erwin y aspiró muy fuerte.
Olía a alcohol también, pero muy leve. Mezclado con su colonia, le parecía un aroma adictivo.
—¿Puedo besarle?
Smith se tensó sorprendido. Arlert aún tenía la cara escondida en la curva del cuello, oliendo.
—Creo que no, mañana lo lamentaras —respondió paciente.
—Pero quiero hacerlo —murmuró, su aliento cálido ponía nervioso al profesor.
—Armin…
—Dicen que cuando tomas alcohol estás consiente de lo que haces y que tus acciones solo son la causa de la desinhibición —siguió, muy seguro.
—Creo que no estás borracho, Armin. ¿O eres uno de esos que cuando toman son filósofos? Eso es inesperado —rio—. Bastante adorable.
Entraron al cuarto y Armin fue puesto en la cama. Smith no estaba muy seguro de que hacer, por eso sólo le ayudó a quitarse el calzado. El rubio seguía pidiendo por un beso.
Erwin miró los ojos azules que pedían un acercamiento. Tan solo un beso.
Se inclinó y con su mano le tapó los ojos. Le dio un pequeño roce en los labios, pero Armin quería más que eso y se aferró a su cuello.
Las manos del rubio mayor pararon a los costados de la almohada para sostenerse o caería sobre Armin.
Y se dejó llevar.
Era un beso demasiado brusco, el ritmo que marcaba el menor era todo lo que le permitía dar el alcohol en su cuerpo. Sabía a una combinación de tequila y chicle de menta, tal vez intentó cubrir su aliento. Aún si estaba medio borracho, le parecía maldita mente tentador e incitante. Un beso prohibido pero que deseaba con todas sus fuerzas. Dejó que Armin se saciara de asaltar su boca y cuando intentó romper el contacto él guio uno nuevo.
Se sentó en el espacio libre de la cama. Acarició su cabello y le lamió los labios. Armin abrió la boca y guiado por el placer sus lenguas se encontraron. Smith mordió sin mucha fuerza el labio inferior y en la cama Arlert se retorcía de gozo. Con los ojos nublados y vidriosos de placer con el roce de sus bocas.
Cuando a Erwin le pareció suficiente volvió a cubrir los ojos del rubio quién cayó dormido con una sonrisa en el rostro. Con un último beso en la frente del jóven, se retiró silencioso con una erección dentro de sus pantalones.
Cuando se masturbó en el baño con el rostro de Armin como principal estimulante no sintió remordimiento o pena.
Fue un buen día.
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Su inquilino pasó toda la mañana dormido, le escuchó salir del cuarto para comer pero él se encontraba en la ducha y el resto de la tarde pasó encerrado en su cuarto.
Al pasar le escuchó hablar con su mamá.
—Ya tengo todo listo —alcanzó a oír.
Se encerró en su propio cuarto y tal vez eso fue lo mejor.
Levi le dijo que olvidara todo al respecto y volvió la duda moral.
»Eres un maestro, compórtate como tal«
Tenía razón, ¿qué carajo estaba haciendo? Era un maestro, trabajaba en la misma facultad donde él estudiaba. En los próximos semestres hasta sería el profesor del chico.
A veces le gustaría que su amigo callara un poco sus ideas, lo hacía por joder pero siempre sembrando dudas molestas.
Quisiera ser un poco como Levi. Él hacía oídos sordos cuando tomaba la mano de Eren en la calle, cuando le daba un beso escandalizando a las señoras a su alrededor y sonriendo como si hubiera hecho la más grande hazaña.
La primera vez que vio Armin, fue una tarde donde su mejor amigo comenzó a seguir al pobre estudiante (ahora novio). Ese día había ido a la biblioteca con el propósito de hacer tarea.
Recuerda que vio vagando al pequeño rubio por los largos pasillos, preguntando por algún libro y sonriendo en el rinconcito que se apoderaba para estar lejos del ruido. No había mucho considerando que era un sitio silencioso, pero los murmullos de la gente a veces podían desconcentrar.
Le dio curiosidad cuando leyó el título de uno de los libros. "Confía en la naturaleza de tus actos". ¿Qué clase de adolescente leía cosas raras poco aptas para su edad? Al menos no era el kamasutra o algo así. No pasó mucho tiempo antes de que hiciera su propia tarea, pero de vez en vez podía ver al rubiecillo hacer anotaciones.
Uno de esos días dónde se lo encontraba muy concentrado, olvidó un papel sobre la mesa.
La curiosidad, una vez más, le ganó.
Había ideas sueltas, pequeños resúmenes y un esquema complejo derivado en aptitudes psicológicas. Tal vez cosas que el propio estudiantes carecía, el último libro que le vio tomar fue "Inteligencia emocional".
Y la curiosidad fue en aumento hasta que encontró la oportunidad perfecta el día en el que le ayudó a alcanzar aquel libro.
El adolescente parecía el tipo de persona que necesita apoyo, los tipos de libro que se pasa leyendo le hacen, al menos, pensar en ello. Y creía que él era perfecto para ser su amigo. Le gustaba sentirse necesitado.
No creyó que fuera a tomar sentimientos reales por Armin, pero era un chico bastante curioso, afable, con ideas bastante revolucionarias y un sentido del humor ácido que no solía mostrar con frecuencia. Era tímido, si, pero era un aspecto bastante adorable, era sin duda el tipo de persona de la que te puedes enamorar sin darte cuenta.
¡Era su tipo perfecto! En hombre...
Ahí comenzaron sus dilemas.
En verdad pensó que su curiosidad era eso, pero le terminó gustando tanto la compañía del rubio que inevitablemente tuvo un enamoramiento.
Por el adolescente de quince años de expresivos ojos azules.
Mientras intentaba acallar sus pensamientos, escuchó que tocaban la puerta.
Se incorporó rápidamente y se encontró con Armin que vestía una pijama azul celeste que hacía resaltar sus ojos.
—Perdón por molestarlo tan noche…
—No te preocupes —Igual y esa noche no iba a poder dormir bien.
—Quería comentarle que voy a tener que dejar la caja de los libros, pero pienso volver por ella cuando me establezca en casa. Mañana me voy a llevar mis cosas para encontrarme con mis padres y …
Y Armin seguía hablando de su mudanza tranquilamente mientras él desmejoraba en ánimo. Se concentró en repasar el contorno de la boca, el color brillante de su cabello, los expresivos ojos azules que no han cambiado mucho con el tiempo y la delgada figura que se podía apreciar aún y con esa pijama.
"…así que bueno. Quiero intentarlo".
—¿Disculpa? —Se perdió buena parte de la plática y aún así el contexto de intentarlo no estaba claro..
—Sé que dije…cosas —De pronto el joven parecía muy nervioso—. Era el enojo el que hablaba por mi, bueno en parte eran cosas que me tenía guardado. ¿Cómo no iba a estar molesto después de todo ese tiempo? En verdad sentía una profunda admiración y respeto por usted. Como sea, quiero decir. Bueno…
El rumbo de la conversación le era desconcertante y su fría cabeza le gritaba que estaba alucinado. Tal vez volvió a quedarse dormido como aquella noche en el sillón.
—Armin —interrumpió los desvaríos del rubio que ya se encontraba un poco rojo—. ¿Puedo besarte?
El menor abrió y cerró la boca varias veces. Desvío la mirada avergonzado y recobró las fuerzas de la nada para mirarle de vuelta.
—¿Está borracho? —Contestó apenas en un murmullo pero bien audible para Erwin quién tuvo que contener una carcajada.
—No lo estoy.
—Entonces está bien, puede besarme.
Smith cerró los ojos un momento al mismo tiempo que suspiraba intentando controlarse.
Cerró la puerta a sus espaldas y en ella arrinconó a Arlert.
Se tomó su tiempo.
Acarició suavemente su mejilla con sus dedos, el joven le seguía el toque restregándose en busca de más contacto.
Besó su frente, sus ojos y terminó en su boca. Armin mantenía los ojos cerrados con fuerza, totalmente consiente. Sus sentidos alerta.
Erwin lo aprisionó entre sus brazos y Armin se derritió en ellos, dejándose tocar; dejándose llevar. Sus propias manos estaban aferradas a la playera del mayor y pretendía seguir ahí hasta que sintió las manos del rubio acariciar su espalda.
Gimió entre sus bocas y a Smith le pareció buena idea parar.
Agitado, Armin se llevó una mano al pecho y Erwin la tomó de vuelta, guiándola a donde su corazón latía con fuerza.
—Estoy nervioso —admitió Erwin, con esa voz profunda taladrando sus oídos.
—¿Y qué hacemos? —susurró, manteniendo la intimidad de la cercanía.
—Dejarnos llevar.
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Y esta historia se termina en el proximo capitulo.
¡YEEEEEY!