Lamento no haber podido actualizar tanto como hubiese querido, estuve ocupada y muy desanimada con respecto a varias cosas, pero prometo meterle más ahínco a este fic.

Capítulo 14: Intentando darle un orden a las cosas

Jamás has sabido entenderme del modo que yo te entendía a ti, pero te necesito, y tú solo te vas como siempre a vivir tus años lejos de mí, lejos de lo que habíamos creado para los dos. ¿Así eres feliz? Perfecto, vete. Vete a llenar ese vacío sentimental, a llenarlo con tus putas y tu maldito dinero de mierda. Por fin entendí que en tu corazón no hay espacio para mí, mucho menos para él, y agradezco que no haya logrado ver lo que te has convertido, agradezco que le hayas ahorrado esa vergüenza yéndote. Eso sí, no quiero verte nunca más, estas muerto para mí. Ni te atrevas a verme a la cara de nuevo, porque te juro que yo misma te mataré.

-K.P.S.

No pienso volver a este asqueroso nido de ratas nunca más de todos modos.

Y mucho menos pienso volver a verte a ti, dulzura.

-G.C.B.

Después de ver un momento su situación actual, Gato fijó su atención a la madera roída del salón principal de su "casa" –si eso se podría llamar así- puesto que todavía no era habitable del todo. No podía echar a la familia de ratas de ahí sin más, pero tampoco quería que se quedaran con él puesto que solo le causarían más problemas al tener que andar de "casero", tal vez si le pedía dinero prestado a Elías (además de una colaboración increíble en el mantenimiento) podría dejar la casa habitable para finales del verano.

Gato rio un momento al pensar en eso, se supone que se está despidiendo de Kitty, ¿a él qué le importa lo que le vaya a pasar a su casa? Total, no es que él vaya a estar presente mucho tiempo, vivir con su amigo no estaba mal, tenía comida gratis, buen trato y lo consentían lo suficiente como para quedarse hasta finales de la temporada o al menos hasta que la situación del pueblo subirá lo suficiente como para irse a tomar la primera carreta al puerto. Todo estaba bien en ese momento, pero claro, Kitty lo rechaza y él ya planea irse, ¡decídete gato estúpido y viejo!

¡HE AHÍ EL PROBLEMA! Gato ya no era un jovenzuelo, ya no era el típico adolescente que la cagaba y que con un par de palabras agradables y coqueteos hacía que todo se pusiera bien. Por más que le costara aceptarlo, él había crecido, había madurado lo suficiente como para ser consciente de todo lo que había perdido y que no recuperaría jamás. De todo lo que había dejado atrás, donde tantas cosas salieron a la luz en una misma tarde.

Jamás había sido un ser ejemplar, pero con los años logró darse cuenta de la maldad de sus acciones y había sentido… una gran humillación. Y Gato, en esa habitación desvencijada del pueblo de San Ricardo, cayó en la conclusión de que él era al final un ser despreciable. No solo despreciable, sino también emocionalmente inestable, necesitado de la aprobación y compañía de su –vale resaltar- ex amante.

Y si tanto la necesitaba, ¿por qué había actuado como lo había hecho hace tantos años atrás? Se notaba que ninguno de sus amigos sabía lo que había pasado, de todo el drama de antaño ni la tensión entre ambos felinos, así que podía concluir que probablemente Kitty no había hecho pública toda la sarta de tonterías y barbaridades que habían ocasionado tantos desastres, bueno –pensó Gato mientras una leve sonrisa osaba invadir su rostro- ella no era de formar escándalos, ni de demostrarles a los demás lo miserable que se sentía.

Ahora, Gato no podría hacer más que lamentarse por sus actos y aceptar que todo lo que había hecho ya estaba profundamente enterrado en el corazón de su felina, y que no sería trabajo simple, si es que no era imposible, recuperarla.

Bah! Él había peleado contra ogros, hadas, ayudado a resolver complots contra el reino, encontrado a un rey perdido e incluso había hallado a la mítica Gansa Dorada, con todos estos logros…

¿Qué tan imposible era recuperar al amor de su vida y hacer las cosas bien de una vez por todas?

Gato no lo sabía, pero estaba resuelto a averiguarlo.

Te he mandado muchas cartas pidiéndote señales de vida, una palabra, una visita, algo; pero parece que tu infantil personalidad está decidida a seguir ignorándome como si yo fuera una más de tus mujerzuelas, tú no sabes con quién estas tratando bastardo, no eres lo suficientemente hombre para pedirme disculpas, ni pésames, pero claro, que puedo esperar de una escoria como tú.

Me has decepcionado completamente y has roto lo poco que me quedaba de corazón, idiota.

-K.P.S

Aquí tienes una muestra de vida.

¡Déjame en paz mujer! ¿Tanto te cuesta entender que quiero alejarme de ti lo más posible? Si vuelvo a recibir una sola carta más tuya, la quemaré.

-G.C.B