Capítulo 10: El plan B de Vicky


Disclaimer: Villainous pertenece a Alan Ituriel.


Aunque al principio Timmy creyó que su fin de semana se arruinaría al ser obligado a quedarse en la guardería de Vicky, después de reflexionarlo por unos minutos llegó a la conclusión de que su niñera no le impediría tener toda la diversión que quería. Durante el recorrido se dedicó a pensar en todo lo que él y sus padrinos mágicos podrían hacer para salvar lo que podría ser uno de los peores sábados de su vida.

—¿Qué tienes planeado? —le preguntó Wanda.

—Es sábado y los sábados son sagrados —respondió Timmy con determinación.

—¿No estarás pensando en meterte en problemas? —le preguntó Wanda, conocía a su ahijado lo suficiente para reconocer sus gestos y la sonrisa que tenía en ese momento no pormetía nada bueno.

—Divertirme, eso es todo.

Wanda no pudo seguir con las preguntas pues ingresaron a la guardería. Había muchos niños cerca y la mayoría los estaban observando por lo que hablar sin llamar la atención de nadie era prácticamente imposible, si es que nadie sospechaba en ese momento.

—Tengo muchos planes divertidos para hoy —les dijo Vicky con una sonrisa que pretendía ser amable. Para Timmy no era más gentil que la de una víbora mostrando sus colmillos segundos previos antes de atacar —. Limpiaremos casas, pintaremos techos y podaremos jardines.

—¿Qué tiene eso de divertido? —preguntó un niño quien había tenido la fortuna de no conocer a Vicky.

—Nunca dije que sería divertido para ustedes —la sonrisa de Vicky se hizo más grande, en ese momento no pretendía aparentar una bondad que no existía en su interior.

Los niños más pequeños comenzaron a llorar, algunos incluso comenzaron a llamar a sus padres, prometiendo ser buenos niños o diciéndoles que se habían equivocado sobre la guardería. Sus lamentos solo hicieron que la sonrisa de Vicky se convirtiera en una carcajada.

Timmy pensó en una forma de distraerla. Estaba convencido de que todo lo que debía hacer era mantener a Vicky lejos y que una vez que ella dejara de ser una amenaza, lo demás sería divertido. Con sus padrinos mágicos organizar una fiesta le tomaría solo unos cuantos segundos.

—Es una pena que Vicky sea tan malvada.

Timmy se volteó al escuchar las palabras del niño que poco antes había hablado. Lucía molesto y Timmy dudaba que supiera que tan mala era realmente. Pero no le molestaba sus palabras pues le habían dado una idea. No desearía que dejara de ser malvada, ya sabía lo que podía hacer el bicho de la maldad, pero sí la reemplazaría.

—Deseo que en el sótano se escuche el sonido de niños celebrando —le dijo Timmy a sus padrinos mágicos en un susurro, asegurándose de que solo sus padrinos mágicos pudieran escucharlo.

A pesar de que no había nadie en esa zona, nadie sospechó nada. Vicky fue la única en acercarse, dispuesta a castigar a quienes creían que la estaban desafiando. Gritó y amenazó, pero no encontró a nadie. Lo único que logró fue quedarse encerrada en el sótano.

—Deseo que no se escuché ningún sonido que provenga del sótano y que una doble de Vicky, pero más buena aparezca y haga cosas verdaderamente divertidas —en esa ocasión Timy no tuvo que ser tan discreto, toda la atención de los niños estaba enfocada en la niñera que golpeaba con fuerza la puerta que la mantenía prisionera.

—¿Les gustó la broma? —preguntó la falsa Vicky, en sus manos llevaba varias ajar de pizza —, era para romper con la tensión, ahora sí nos divertiremos de verdad.

La voz de Vicky sonaba robótica y su apariencia se veía un tanto irreal, como si fuera una enorme muñeca de trapo, pero nadie sospechó. Esa Vicky prometía diversión y no sufrimiento o trabajo forzado para ellos, eso era lo único que les importaba.


En cuanto Vicky supo que era una trampa, su prioridad dejó de ser torturar a los niños para enfocarse en escapar. Ver una grabadora que ella no había dejado en ese lugar le hubiera resultado sospechoso, pero pensar que mientras ella estaba encerrada los niños se divertían la hacían sentir demasiado enojada como para olvidarse de su lado racional.

Golpeó y gritó. Sus palabras, cuando no eran insultos o groserías que escandalizarían hasta a un marinero, eran promesas de dolor, un sufrimiento inimaginable e incalculable para quien le tendió esa trampa y una agonía un poco más tolerable para quienes la ayudaran a salir de esa situación.

Nadie la escuchó y lo único que logró fue desgastarse la garganta y los puños. Fue el dolor que sentía lo que le impidió seguir gritando y mantenerse en pie por más tiempo.

Fue cuando cayó derrotada que encontró la situación para su problema. Un pequeño trozo de papel que ella no recordaba haber visto antes con un sombrero negro impreso. En ella podía leerse las siguientes palabras: "Black Hat Organization. El mal es nuestro negocio y el negocio va bien".

—Esto es justo lo que necesito. Si tan solo tuviera un teléfono o un número para llamarlos —comentó Vicky con ironía.

—¿Problemas con mocosos malcriados? ¿Está cansada de que no puedan cumplir una simple orden? ¿De que se diviertan cuando deberían estar generando dinero para usted? No se preocupe más, todo lo que tiene que hacer es contactar los servicios de Black Hat Organization y nuestro amo y señor se encargara de esos pequeños parásitos por usted. Todo lo que tiene que hacer para aceptar es girar este casete.

Vicky tuvo sus sospechas al principio. La información que había recibido era demasiado precisa y las instrucciones un tanto confusas. Se dijo que debía tratarse de una broma pues de lo contrario le parecían extrañas tantas coincidencias juntas e incluso estuvo a punto de ignorar dicho mensaje cuando escuchó una canción que le provocó nauseas, era el tema que Chip le había dedicado después de que ella lo secuestrara.

Broma o no, no estaba dispuesta a seguir tolerando las risas de esos niños. Saber que se estaban divirtiendo la hacía sentir enferma. Giró el casete, esperando escuchar un mensaje con más información. Lo que pasó fue algo que no llegó a imaginar.

Un hombre alto, con traje, monóculo y un sombrero negro apareció frente a ella. Vicky inmediatamente pensó en Black Hat, el protagonista de muchas leyendas en internet. Algunos lo llamaban el mal encarnado y otros simplemente la nueva leyenda de internet y algo que estaría pasado de moda en pocas semanas. Después de ver a ese hombre surgir de unas llamas negras, Vicky estaba dispuesta a creer en los primeros comentarios.

—¿Así que problemas con niños? —le dijo el extraño sujeto. Su voz ronca resultaba intimidante —. Puedo encargarme de ellos, pero tendrás que darme algo a cambio.

—No estoy dispuesta a darte mi alma —respondió Vicky tratando de disimular lo nerviosa que estaba. La forma en que el ser frente a ella sonreía era más que inquietante.

—¿Qué tal las almas de mil niños?

—Solo tengo a veinticinco en mi guardería.

—Acepto pequeñas cuotas y si mueres antes de cubrirlas todas, tu alma me pertenecerá —en este punto la sonrisa de Black Hat se hizo más grande. Sus colmillos eran visibles lo que le daba un aspecto más aterrador.

Una parte de Vicky le decía que era una mala idea, que mil almas eran demasiado y que nunca podría reunirlas todas. Pero otra, la que había leído los artículos en internet le decía que se trataba de una oportunidad única y que, si jugaba bien sus cartas, sus ganancias serían grandes.

—¿Qué obtendré a cambio?

—Te desharás de esas pestes y podrás ser parte de Black Hat Organization. Tu pequeña guardería se convertirá en un verdadero imperio del terror.

A Vicky le gustaba como se escuchaba esa última parte. Ella no estaba conforme con solo torturar a un pequeño grupo de niños y si Black Hat le ofrecía la oportunidad de tener un imperio del terror, ella aceptaría.

—Acepto el trato.

Black Hat materializó un pergamino y una pluma frente a ella. Vicky lo tomó y firmó de inmediato, sin ser consciente de que cuando el pergamino y la pluma desaparecieron, su sombra también lo hizo.

—Tomaré el primer lote, los siguientes serán tu responsabilidad. Bienvenida a Black Organization.

Las últimas palabras de Black Hat no eran amables. Podrían parecerlo, pero por su tono de voz y por la sonrisa en su rostro era difícil pensar que no se trataban de una amenaza. Vicky sintió que había cometido un terrible error hasta que escuchó a un grupo de niños gritando, lamentándose.

Cuando Vicky salió del sótano los niños se veían traumatizados. Todos estaban en fila, como si esperaran instrucciones y Vicky supo que hacer.

—¡Limpien todo! —les gritó —. ¡Hay mucho trabajo por hacer!

Su orden fue cumplida de inmediato. Los niños comenzaron a limpiar y a trabajar de manera ardua. A Vicky no le importaba que se vieran tan mal, pero sí temía lo que sus padres pudieran pensar al verlos. Buscó varias excusas, ninguna fue necesaria. En cuanto los padres regresaron no notaron nada extraño y Vicky no pudo evitar preguntarse si tenía algo que ver con el contrato que había firmado.

En ese momento era feliz, después de descubrir a lo que accedió al firmar el contrato, no lo estaría tanto.