Historia basada en la serie de Nickelodeon Oye Arnold creada por Craig Bartlett, nada es mío, excepto la idea de esta loca historia xDDAquí les dejo el último capítulo de Rocket Brothers.Espero que todo fuera de su agrado.Un dato por un detalle que se contempla en la historia. Brainy en un principio trabajaba con la policía al lado de Gerald. Pero el había estudiado leyes y había solicitado un examen para ser juez. Tengo entendido que sólo ceden los lugares cuando alguno de ellos pasan a su jubilación y por ello les tocó a Arnold y Helga tenerle de Juez, ya que ni Pheobe ni Curly sabían sobre su traslado. Ya aclarado esto espero y no piensen que hubiera el error por ahí.Y ya con esto llegamos al final de esta historia.¡Gracias por todo, chic@s!Capítulo 22 Epílogo

La rubia se encontraba contemplándose en el espejo de cuerpo completo que había en la habitación que le asignaron desde su llegada.

Se encontraba nerviosa mientras analizaba su vestido blanco, esperando no encontrar en el alguna mancha o algún detalle que arreglar. El vestido de corte de princesa, tenía un escote en forma de corazón que se mantenía oculto por una chaqueta de manga larga blanca, echa de encaje y pedrería.

La iglesia y el protocolo no le permitían entrar con los hombros descubiertos. Pero estando ya en la fiesta a nadie le importaría realmente.

Su cabello se encontraba recogido en un moño alto por atrás y adelante dejaba suelto algunos mechones que con unas pinzas calientes crearon bucles con ellos. Se encontraba tan hermosa que por momentos no podía reconocerse.

De repente, alguien tocaba su puerta, sacándole de sus pensares.

-¿Quién?

-Yo, Arnold. ¿Puedo pasar?

-¡Claro!

Al entrar al cuarto, Arnold sonrió al ver a la mujer frente de él.

-Te vez tan hermosa… ¿Alguien ya te lo ha dicho?

-¿Hoy? Solo tú.

-Pues deberían decírtelo más seguido, pequeña Eleanor.

Hace quince años atrás, Arnold había abandonado Hillwood después de una boda, y en ese momento, se celebraría una nueva. Estando esta vez él, cumpliendo un papel muy importante, pues, no cualquiera podía decir que vería a sus hijos casarse.

La separación de Cecil y William no hizo otra cosa más que mantener en forma más sana la relación que comenzaron a tener desde que Cecil cumplió los 16 años.

Aun que se veían en vacaciones y por periodos muy cortos, el amor siguió latiendo entre ellos, así que cuando Eleanor cumplió veintidós años, y al saber Arnold los planes de su hijo William, cumplió la promesa que tiempo atrás le había echo.

Le cedió el anillo de compromiso que él compro en su tiempo para Helga. El anillo que nunca pudo ser.

Helga se había casado con Wolfgang y él tuvo que regresar a Inglaterra después de haber perdido no solo a la rubia, si no también a la que en ese entonces era su esposa, Amelié.

Stephen cumplió sus estudios en las escuelas más prestigiosas de Inglaterra y el nombre de los Shortman había comenzado a ser reconocido por la alta aristocracia del lugar.

La reina les había otorgado a los Shortman, el título de Barón hacía apenas unos años atrás.

Su hospital y demás propiedades habían logrado avances médicos reconocidos por todo el mundo. Y cuando hubo desastres naturales dentro de la isla, el hospital había atendido a los afectados sin cobrarles nada.

Y hacía poco, habían salvado a la reina de una extraña enfermedad que Arnold y su familia habían visto solo en Suramérica, en la tribu de los ojos verdes, salvándole así de una muerte prematura. Su título se debió entonces a los favores que había terminado haciendo a la corona británica.

Y por esos motivos, la boda se tuvo que celebrar no solo en la mansión de los Harwick-Shotman, si no también en una de las iglesias más importantes de la ciudad.

Al quedar lejos, Arnold no dudó en ningún momento el mandar el avión privado que poseían los Harwick-Shotman y recoger en Hillwood a todos los invitados.

Lo bueno era que la mansión podía albergarles a todos, incluyendo a los Pataki.

Esos días habían sido una experiencia nueva para los presentes, en especial para él… y Helga.

Al principio no supo cómo acercarse a la escritora, tomaba en cuenta que apenas tenía un año siendo viuda.

Wolfgang había muerto después de su última gira que llevaba haciendo con su grupo musical.

Según la información que le había dado Gerald, una de sus fans, logró introducirse en la casa de los Ballack intentando realmente matar a Helga.La mujer no era otra más que una de las ex compañeras de trabajo en la radio que ella laboró tiempo atrás.

Ese día Helga se había tardado en una junta con uno de sus editores con respecto a su último libro, y cuando llegó a su casa, lo primero que vio fue a su marido desangrándose por el disparo que recibió en el lado derecho de su abdomen. La ambulancia había llegado y lo habían trasladado al hospital más cercano, pero en el trascurso del camino, sufrió un paro cardiaco.

No pudieron hacer nada más por él.

La policía había investigado el caso, dando con la culpable que se encontraba en su departamento. La mujer se suicidaría momentos después al enterarse de la muerte del cantante.

Y Helga se derrumbó por completo durante un tiempo.

El había podido llegar a tiempo al velorio y entierro.

El lugar tuvo que ser reforzado con guardias de seguridad para evitar que los fanáticos entraran al recinto.

Cuando se encontró a Helga, para darle su pésame, ella se abrazó a él y lloró como nunca antes la había visto hacerlo. Y la sostuvo, sin decirle nada, esperando que se calmara.

Cuando lo hizo, se separó de él sin decirle nada y se acercó a las afueras del lugar, donde estaban los pocos reporteros que esperaban datos para las notas que saldrían en los próximos días en las secciones de la farándula.

La escritora, les había agradecido a todos su asistencia y les pedía por favor que no solo mantuvieran la calma y el orden, si no también respetaran la situación por la que su familia estaba pasando en ese momento.

-Sé que Wolf amaba mucho a su público… y por eso, podrán pasar a despedirse de él el día de mañana en el teatro circular de Hillwood, antes de su entierro.

Al enterarse de la decisión de la rubia, Arnold participó y organizó de manera más eficiente lo que deseaba Helga.

La gente que llegó al lugar fue tanta que se retraso el ferreto al panteón del lugar. El entierro fue privado y sólo la familia y amigos cercanos estuvieron ahí para darle el último adiós al cantante.

Desde ese momento la banda Devil and rose había dejado de existir.

William y Eleanor retrasaron su boda por respeto al cantante.

Y ahora que había llegado el momento, Arnold se sentía con muchas emociones dentro de él. Helga le hacía sentir un adolescente cada vez que le veía. Deseando con ganas el estar junto a ella y continuar ambos lo que les quede de vida. Pero no sabía como acercarse a ella.

-¿Padre? ¿Estás bien? – La futura Señora Harwick lo sacó de sus recuerdos.

-Si, mi pequeña. Solo pensaba en todo y en nada.

-¿Todo y nada? Eso sí que es gracioso…-Dijo riendo un poco- a mi igual me ha pasado hoy lo mismo. Sigo sin creer todo esto… - Arnold sonrió a su hija.

-Y lo que te falta por descubrir…. – Se acercó a ella y le cedió la caja de terciopelo negro de tamaño considerable, que tenía en sus manos.

Eleanor la recibió y al abrirla encontró en ella una tiara de oro blanco cuya forma era de varias ramas con hojas y en el centro había una mariposa. La tiara se encontraba adornada por diamantes y la mariposa tenía adornos de otras piedras más. Resaltando el verde en el.

-Es hermoso…

-Lo mandé hacer para ti. Es mi regalo de bodas.

-¡Oh, papá! No debiste hacerlo. Ya has hecho tanto.

-Nunca será tanto, Eleanor… nunca lo será.

Eleanor abrazo a su padre evitando derramar las lágrimas que tenía acumuladas en sus ojos.

-Te quiero mucho, papá.

-Y yo a ti, mi pequeña…

Hubieran quedado así un momento más si no fuese que tocaron la puerta y de ella se asomó Gerald para avisarles que la ceremonia no tardaba en iniciar.

Arnold ayudó a colocarle la tiara a su hija y salió del recinto para esperarla debajo de las escaleras y así poder subir al cámaro de color gris que les transportaría a la iglesia donde ya esperaba los invitados.

En la iglesia y a lo lejos, algunos paparazzi's comenzaron a tomar fotos al verles.

El sol brillaba esa mañana y Arnold entregó a William, a su hija, sabiendo que ambos estarían bien.

William con su smoking negro con cola y chaqueta gris, aceptaba la mano de la rubia y juntos sonriéndose, voltearon a ver al párroco y comenzaron a escribir el principio de su nueva vida juntos.

Desde su lugar en la iglesia, Arnold se sentía contento. Porque sabía que sus hijos serían inmensamente felices. En un momento de la ceremonia volteó a ver a Helga y esta le sonrió. Ella compartía con él, ese pensamiento. Y se dijo a sí mismo que ahora le tocaba a él hacer lo mismo.

Cuando todo terminó, y salían los novios del lugar, Arnold se acercó a Helga y le cedió su brazo para escoltarla fuera del recinto . Helga aceptó y con ese gesto supo que aún existía una posibilidad para ambos.

En toda la celebración, no se separó de ella. Y ambos compartieron varias notas de baile, juntos.

Y cuando fue el turno de que los padres bailaran con los novios, la escritora tomó la mano de William para bailar con él esa pieza.

Arnold sonrió de felicidad.

Todo se daría a su momento. Así que esta vez debía de echarle más ganas.

Tendría que conquistar no solo el corazón de Helga, si no también el de su hijo, el pequeño Frédéric Ballack, de tan sólo 12 años.

Y vaya que le sería un reto. Pues el pequeño era la viva imagen de su padre. Pero según Gerald, poseía el carácter de su madre. Sólo esperaba no pasara mucho tiempo antes de poder compartir de nuevas cuentas, su vida, con la mujer de sus sueños.

Porque Helga siempre fue y sería eso. La mujer de sus sueños y de su vida.

Fin.