Los personajes pertenecen a la señora S. MEYER. Pero me tomé el atrevimiento de jugar un rato con ellos y agregar otros personajes de mi imaginación.

Puede haber escenas subidas de tono, así que si eres menor de 18 "NO" te recomiendo seguir leyendo. No me hago responsable.

Quiero agradecer a todas las que leen, y a las chicas que me tienen entre sus favoritos y alertas. A todas las lectoras silenciosas.

Agradecer especialmente a Melania, pera l.t., Eglee, Doc, Ebrume, jhanulita, cari, a las Guest (anónimas) gracias por leer, comentar y haberme apoyado en toda esta hermosa aventura.

Gracias a mi beta Wanda.

Sin más cháchara, aquí el Epílogo…


Ya no estarás sola.

Epílogo

POV Bella

Ya Kate tenia once meses de vida, que rápido pasaba el tiempo, todo había tomado un rumbo que nunca me hubiese imaginado, Edward, estaba más enamorado que nunca, se le veía la mirada de rendición ante la niña, era su total adoración al igual que Kate, idolatraba a su padre.

Inicialmente, pensábamos en realizar el matrimonio a mediados de año, sin embargo, Edward decidió comenzar con la construcción de la casa de sus sueños, como él decía: Nuestro hogar. Así que, entre estudio de suelos, compra de materiales, construcción, varios cambios y detalles en el diseño de nuestra casa, absorbía gran parte de su tiempo.

Deseaba que todas las decisiones de la boda la tomásemos ambos, igual yo no era la única que se casaría, así que antes del primer cumpleaños de Kate, ya estábamos instalados en nuestro nuevo hogar. Y listos para la ceremonia.

Estaba sentada frente al espejo, en una elegante butaca de la habitación de Edward, hoy era nuestra boda. La celebraríamos en la hermosa casa familiar de los Hampton. Emmett me entregaría en representación de mi padre, él era el más indicado para dicha labor, siempre se había comportado de esa manera para mí, quizás no tanto como un padre, pero si como ese hermano mayor, como mi Mike.

Mi suegra se había encargado de todos los detalles de la organización con la ayuda desmedida de mi cuñada, todo estaba impecablemente decorado, asistirían doscientos cincuenta invitados, incluyendo amigos íntimos y familiares, un grupo heterogéneo de Ingenieros, Arquitectos, Médicos e Inversionistas, que pertenecían al medio donde se desenvolvía la familia Cullen.

Escuché como se abría la puerta y una muy embarazada Rosalie, hacia su aparición.

—Hola, bruja ¿Cómo estás?

—Bien, cielo y tú ¿Cómo vas?

—¡Joder, gorda!, no me vez. Estoy que salgo rodando—Decía con una enorme sonrisa—No sé porque no dejaste la boda para después que naciera mi Sebastián.

—Rose, pero si estas hermosa, o si no pregúntale a Emmett.

—¡Por Dios!, a quien le vamos a preguntar, si fuese por él, sabes que ya tendríamos como cuatro ositos.

—Tienes razón, pero igual te vez hermosa. Ese color violeta te queda realmente genial. Ven ayúdame a ponerme el colgante—Le dije colocándole en la mano, uno de los valiosos tesoros que me habían quedado de Reneé. El mismo que le había regalado mi padre y ella había usado el día de su boda.

—Pues yo creo que me parezco a Barney, el dinosaurio ese morado que tanto le gusta a Kate—Reía como solo ella podía hacerlo. Y yo no tuve más remedio que unirme a sus carcajadas, Rose siempre tenía esa agradable manera de aligerar el ambiente—¿Nerviosa?

—No, nunca en mi vida he estado más segura de algo. Amo a Edward, y él me ama.

—Y por fin ¿Se van de luna de miel?

—Nos vamos a Las Vegas este fin de semana, ninguno de los dos queremos dejar a Kate, aunque ella es feliz de quedarse aquí con Nella, Tonny y sus "buelitos" —Dije señalando con comillas la última palabras, así le decía mi pequeña a sus abuelos, con su lenguaradas que solo su padre entendía—Igual nos vamos a Vancouver antes de noche buena.

—Sí, ese viaje, ya es la tradición de los Cullen ¿Cierto?

—Exacto, como bien sabes es la única familia que les queda, ellos son muy unidos y el año pasado no viajaron por el nacimiento de Kate, así que este año la pasaremos allá. Ya los conocerás, llegaron hace un par de días, Elizabeth, la hermana de Esme, parece su gemela, es impresionante el parecido que tienen ambas.

—Creo haberla visto cuando llegué, pero ya hay mucha gente abajo, así que me enviaron a ver si ya estabas lista. Alice me dijo que ya no te faltaba mucho, ella está terminando de coordinar algunos detalles y Emmett está afuera.

—Perfecto, entonces mi querida hermana, vamos—Le dije, levantándome.

Se separó de mí después de darme un corto abrazo, lo que su barriguita le permitía.

—Te quiero mucho, Isabella estoy tan feliz por ti. Y ya me dejo de tonterías porque terminaremos llorando las dos—Decía mientras abría la puerta y hacia pasar a Emmett.

—¿Listas? Waaaaooo, Bella, estas hermosa—Se acercó y me dio un fraternal beso en la frente—Bien, que comience el Show—Sacó su móvil—Alice, estamos listos… perfecto, ya bajamos—Me tomó del brazo y salimos.

Llegué al hermoso jardín trasero donde estaban todos reunidos, allí al final, parado en el altar, estaba mi vida, todo imponente en su smoking negro, no tenía ojos para más nadie, el mundo parecía haberse desaparecido en ese preciso instante y lo único que veía era la intensa mirada de Edward esperándome.

La ceremonia fue linda y muy emotiva, Kate no dejo de estar inquieta, tanto que su consentidor padre, la mantuvo cargada en sus brazos gran parte de la misma. «Esta niña sería muy malcriada si seguíamos así» pensé, pero quien podía decirle que no a la rubia de papá.

Ella había sacado todos los genes Cullen, una combinación de sus abuelos paternos, desde el cabello rubio de su abuelo Carlisle, los ojos verdes de su abuelita Esme y lo testadura de Edward, aunque su padre decía que lo cabezota lo había heredado de mí. Al final creo que era una combinación perfecta de ambos.

Estaba inmensamente feliz, Edward, cada día demostraba lo que me había prometido desde un inicio, que no sería fácil, pero que enfrentaríamos todo juntos. Y la verdad es que en las relaciones de pareja, no todo era miel, teníamos pequeñas discusiones pero lo más satisfactorio eran las reconciliaciones.

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POV Edward

Al finalizar la ceremonia, estuvimos compartiendo con amigos y familiares, una agradable cena y la recepción digna de Alice, por todo lo alto.

¡Dios, por fin lo habíamos hecho! Isabella era mi esposa.

Desbordaba felicidad por los poros, Bella estaba más hermosa cada día, no sé cómo eso era posible, después del embarazo, sus curvas se acentuaron y me tenía locamente enamorado.

Kate se había quedado dormida y aprovechamos el momento para escaparnos, esa noche la pasaríamos en un hotel, nuestra primera noche como mi legítima esposa, mañana partiríamos a primera hora a Las Vegas, solo por tres días, el corazón se me partía literalmente por dejar a Kate, pero era un fin de semana que se merecía mi adorada esposa. Le demostraría por millonésima vez cuanto la amaba.

—Estoy loco por estar dentro de usted, señora Cullen, descubrir todo lo que esconde este hermoso vestido—Decía mientras rozaba mi nariz por su cuello, le acariciaba la espalda baja hasta llegar a su trasero y apretarlo con saña.

—Como si no lo supiera señor Cullen, ya conoces cada centímetro de mi cuerpo, al igual como yo conozco el tuyo, mi amor.

—Pero a partir de esta noche es diferente, ahora sí puedo decir que usted me pertenece, por todas las leyes, humanas y celestiales. Voltéate.

Comencé a desabrochar cada botón que tenía el vestido ¡Joder esta era una broma, eran como quinientos!

—Nena ¿Por qué tantos botones?

—Vamos, Cullen, no te desesperes—Decía riéndose.

—¿Algún chiste que desee compartir con su amante esposo?

—No, es que este fue el vestido que más me gustó y, recuerdo haber escuchado el mismo comentario de Alice, al respecto. Que eso precisamente sería lo que tú dirías. Creo que tu hermana te conoce muy bien.

—¡Joder!, claro que me conoce. Me imagino lo que debe de estar disfrutando a mi costa en este momento.

Después de terminar con los botones, la torturé dándole besos húmedos por su cuello, hombros y espalda, solo escuchaba suspiros y ese dulce ronroneo que salía de sus labios. Le di la vuelta colocándola frente a mí nuevamente. Le bajé el vestido por sus hombros, dejándolo caer a sus pies, descubriendo la sexy lencería blanca que vestía, tomé sus manos ayudándola a salir del desorden y la guié hasta la cama.

—Estas hermosa, nena. Me encanta como te quedan estos ligueros, lo sabes ¿Cierto? —Le decía mientras me la comía con la mirada—Te voy a hacer el amor con esa hermosa lencería puesta.

—Edward—Gimió.

—Acuéstate.

Vi como sacó sus zapatos, agachándose, dándome una buena vista de su redondo trasero y acostándose en la enorme cama, mientras yo destapaba la botella de Champan, serví solo una copa. Tomé un largo trago y la llené de nuevo, luego me acerqué a ella le di un beso dándole a beber de mi boca.

—Te amo—Dije rozando sus labios.

—Yo más.

Me separé, comencé a quitarme mi ropa, lentamente sin apartar mi mirada de Bella, quería que disfrutara de anticipación, hasta quedar totalmente desnudo y empalmado frente a ella.

—Está muy animado esta noche, señor Cullen.

—¡Oh! Nena, la palabra ofende. Con este espectáculo que tengo ante mis ojos imposible que no esté animado.

Me posé encima de ella, comencé a besar todo su cuerpo con veneración, besé, mordí, chupé cada centímetro descubierto de su piel caliente, disfrutaba como se estremecía y se erizaba ante mi toque, mordí sus pliegues por sobre sus bragas empapadas, estaba embriagado por el aroma que emanaba de su sexo, me enloquecía.

—Edward, por favor, deja de jugar amor. Te quiero dentro de mí.

—¿Está pidiéndolo por favor, señora Cullen? —Le decía, mientras apartaba sus bragas a un lado, metía mi lengua en su centro, lamia su néctar y, presionaba su clítoris con mi pulgar, en forma circular

—Sí, vida por favor. Siiiii ¡Dios no pares!

—Me estás enviando señales cruzadas, nena dime ¿Qué quieres que haga?

—Lo que quieras, has lo que quieras, pero no pares.

Me alineé en su centro, la penetré de una sola estocada, fuerte y certera, sentí como convulsionaba, apretando mi polla, me quede inmóvil por un segundo disfrutando de sus espasmos ¡Dios! estar dentro de Bella era el paraíso, el mismísimo cielo. La besé tragándome sus gemidos y comencé a moverme lentamente, alargando su orgasmo, era toda una tortura pero si aceleraba me correría en segundos. Sabía que Isabella podía darme otro más, me gustaba cuando ella se corría dos o tres veces.

Sí, necesitaba que me diera otra succión con su coño, que me exprimiera, me empujara a ese vacío de placer que anhelaba. Solo entonces me dejaría ir.

Continúe moviéndome de forma perezosa, adentro, afuera, mientras chupaba y mordía sus pezones por encima de la fina tela de encaje que los cubría, dedicándome a uno, luego al otro. Bella empezaba a contraerse de nuevo. Tomé sus piernas, las llevé sobre mis hombros para variar el ángulo de penetración, llegar más profundo, aceleré el ritmo y lo sentí, esa corriente que traspasaba mi columna vertebral, llegaba contrayendo mis testículos casi de forma dolorosa y me dejé llevar, escuchando los gemidos de la mujer que más amaba, mientras que un fuerte gruñido salía de mi pecho.

Un rato después, la desnudé y nos dimos una relajante ducha en el jacuzzi, nos tomamos lo que quedaba de la botella de champan, para volver a la cama y poseernos de nuevo. No supe en que momento nos quedamos profundamente dormidos, pero nuestra noche de bodas había sido muy satisfactoria.

En cuanto nos despertamos, lo primero que hicimos fue llamar a casa de mis padres, Kate aun no despertaba, así que desayunamos y salimos directo al aeropuerto a seguir con nuestro fin de semana de recién casados.

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Un año.

Celebramos nuestro primer aniversario de casados, temprano me encargué de dejar a Kate donde mis padres, luego secuestré a mi esposa, llevándola a cenar y a bailar, una cita cual novios, al llegar a casa hicimos el amor toda la noche, recordando viejos tiempos, aprovechando cada rincón que no habíamos estrenado.

Era el segundo cumpleaños de Kate, mi pequeña niña cada día era más hermosa e inteligente, aprendía muy rápido, era toda una esponjita adquiriendo conocimientos, el pediatra nos decía que era porque estaba rodeada de gente grande y siempre tratando de imitar a su madre.

Isabella ya se había establecido con su academia, estaba feliz por poder realizar su sueño y lo mejor es que no la limitaba en los cuidados que le prodigaba a Kate. Era una súper mujer en todo el sentido de la palabra, madre, trabajadora, amiga y en las noches mi amante esposa.

La Constructora Swan e hijos, ahora pertenecía legalmente a Victoria y James, les habíamos vendido definitivamente nuestra parte de las acciones, ellos aunque continuaban disfrutando de los placeres de la vida, por fin tomaron conciencia de que si manejaban bien la empresa, sin derrochar, siempre les quedaría dinero para darse sus gustos.

Esta noche teníamos varios motivos para celebrar, el segundo cumpleaños de Kate, la venta de las acciones y la buena acogida que había tenido la academia de Isabella.

Al terminar la agradable reunión familiar y de que todos se marcharan, llevé a mi princesa a dormir. Bella terminaría de recoger algunas cosas y luego nos daríamos una larga ducha.

Estando en el jacuzzi, después de una relajante sesión de sexo, le comenté a mi hermosa mujer, que deseaba continuar con los herederos, diciéndole que si estaba de acuerdo dejara de tomar la píldora, una Isabella muy emocionada, con lágrimas en los ojos me dijo que sí.

Los primeros meses que lo intentamos no quedó embarazada, Bella estaba algo impaciente, sin embargo, Jake, le había dicho que eso era normal, que tenía que esperar que su cuerpo desechara todas las hormonas a las que había estado expuesto. Once meses después llegaría a nuestra vida, mi cobriza, Kayla Marie Cullen Swan.

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Tres Años después.

La familia continuaba creciendo. Estábamos disfrutando un divertido día en la piscina, mientras mi padre y Emmett se encargaban de la barbacoa, Jake, Jasper y yo jugábamos con los niños, era el cumpleaños número cuatro de Sebastián McCarty, la casa estaba desbordada de niños, los gemelos, Marco y Félix, Nella, Tonny, Kate, Kayla y la pequeña osita de Rose, que contaba con ocho meses, Maggie.

Las chicas y mi madre se estaban encargando de preparar todos los postres y poniendo la mesa para la celebración, cuando la vi.

¡Joder! Isabella tenía un traje de baño diminuto, azul cielo que tapaba solo lo necesario y sus curvas después de los dos embarazos se habían redondeado de buena manera, definitivamente estaba enamorado de cada recodo de su cuerpo, me coloqué la pelota con la que estábamos jugando en mi regazo, ocultando mi visible erección.

—Papito, tira la pelota—Decía Kate.

—Voy, princesa, dame solo un minuto—Respiré profundo, Jake y Jasper reían, burlándose del incomodo momento que estaban presenciando.

—Bro, piensa en pajaritos, en arcoíris, en lo que te dé la gana, pero ya lanza la pelota—Comentaba Jake.

—Vamos cuñado, eso es normal no te preocupes. Solo relájate y piensa en otra cosa—Jasper como siempre viendo todo tan sencillo.

Yo solo les lanzaba unas miradas de odio a ambos.

—¿Qué te pasa, papito? ¿Por qué tienes que pensar en pajaritos? —Kate definitivamente era más precoz de lo que imaginaba.

—Kate, tu papito, tiene el pajarito alborotado eso es todo—Decía Emmett desde la esquina de la piscina

¡Joder ya todos se estaban burlando de mí!

—Toma una birra y relájate que hay menores—Me acercó una cerveza bien fría, la cual llevé hasta la mitad de un solo trago.

—Tito, Memet, Papito no es un parajito, es mi papito—Ya mi cobriza Kayla hacia pucheros. Era tan posesiva como su madre.

—Ven con papi, Kayla, no llores que las princesas no lloran—La molestia y la vergüenza habían hecho su efecto y mi pequeño amigo se había relajado. Así que continuamos jugando con los niños.

Al anochecer nos despedimos de mis padres, que habían estado encantados por tenernos a todos de visita. Cada quien se retiró con su familia a sus respectivos hogares.

Yo temía por mi virilidad, terminaría con un dolor de bolas, porque mi mujer me tuvo duro todo el jodido día. No veía la hora de regresar a casa y enterrarme en ella.

—Isabella, quiero otro—Le susurraba al oído mientras estábamos en nuestra cama haciendo el amor.

—Otro ¿Qué?

—Que hagamos otro bebé. Un pequeño Edward, un niño, que se verá hermoso con tus ojos y tus cabellos correteando por la casa. Aun somos pocos y el tres es un número perfecto. Creo que es hora de buscar otro integrante a la familia, pero esta vez quiero un varón.

—Vamos, vida, el sexo lo das tú, así que es toda tu culpa—Decía riendo mi mujer—Además, dudo mucho que se parezca a mí, tus genes son muy dominantes. Las niñas son Cullen de cabo a rabo.

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El lunes como todos los días me desperté al sonar la alarma de mi reloj, después de asearme, me puse una camiseta, un chándal y mis zapatillas de correr. Salí de casa haciendo el menor ruido posible, para no despertar a mis tres princesas, que seguían en los brazos de Morfeo. Mis tres chicas cuando decían dormir, era dormir, creo que podían seguir de largo hasta el mediodía, si no tenían que pararse para nada.

Bella continuaba en su academia dando clases solo en las tardes y mis pequeñas aun no iban a la guardería así que las tres dormían a sus anchas hasta que la cama literalmente les molestaba supongo, o hasta que el apetito les urgía.

Corrí alrededor de una hora, al regresar a casa hice un paréntesis y compré unos panecillos con chocolate en el Starbucks, que eran mis preferidos como los de Kate y Kayla, a Bella le compré los glaseados que tanto amaba, obviamente mi infaltable Mocca, que fui tomando mientras llegaba a casa, subí los diez escalones y el cambio de clima como que me afecto, me mareé, me recosté de una de las paredes mientras pasaba el malestar.

¡Joder!, en vez de preocuparme, sonreí, hacía más de tres años que no me sentía así, primero con Kate y luego con Kayla. Y hace un par de meses Isabella había dejado la píldora.

Aunque aun todo me daba vueltas, pude meter la llave en la cerradura y entré a casa, llevé la bolsa con los panecillos a la cocina colocándolos en la encimera, tiré el vaso vacio de café a la basura y fui a darme una ducha. Me bañé a conciencia, mientras dejaba el agua correr, cayendo directamente a mi cabeza y rostro para despejarme, el mareo ya había desaparecido. Salí me sequé y no me molesté en vestirme, solo me metí nuevamente a la cama.

Isabella descansaba plácidamente abrazando mi almohada. Con cuidado se la quité y me acosté a su lado abrazándola.

—Levántate, tenemos que ir donde, Jake—Le susurré al oído.

—¿Por qué? Aún tengo sueño, es muy temprano, las niñas no se han levantado.

—Porque estoy seguro de que estas embarazada.

—Ya me paro—Dijo mientras se acurrucaba más a mi pecho.

—Nena.

Ummmm, primero hazme el amor—Ronroneaba como tanto me gustaba, besaba y arañaba mi cuello, enredando sus dedos en mi cabello.

¡Sí señor!, las jodidas hormonas haciendo su aparición.

Comencé a darle besos castos por todo su rostro, abrazándola y atrayéndola más a mí.

—Móntate—Le dije amasando sus nalgas y presionando mi dura erección contra su abdomen.

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Efectivamente en siete meses tenía un hermoso y saludable cobrizo en brazos.

—Bienvenido a este mundo de locos, Kenneth Cullen Swan.


Ahora sí que llegamos al final de esta historia, espero que todas hayan disfrutado leyendo, tanto como yo disfrute escribiéndola…

Se les quiere un montón

Besos de a Dos

Cleo Romano Pattinson