Los personajes que aquí utilizo no me pertenecen
Esta mini-historia es un regalo adelantado de San Valentin para Kuro y Wonka
Espero sea de su agrado
La última semana había estado realmente tranquila y los habitantes del bunker lo agradecían. Un "descanso" siempre era bien recibido.
El silencio habitual de la biblioteca era interrumpido por la música proveniente de alguna otra habitación. Llegaba como un susurro demasiado claro.
Dean estaba sentado en una de las mesas tratando de descifrar un montón de lo que solo le parecían garabatos. Frente a él, al otro lado del cuarto sobre el sofá, estaba Castiel.
No pudo evitar que una sonrisa se le dibujara en el rostro al verlo, el ex-ángel tenía una expresión tan tranquila y se veía tan cómodo ahí sentado, aun con la ropa desgastada que usaba para dormir y que le iba unas cuantas tallas más grande.
Hizo los papeles a un lado y, con cuidado de no hacer ruido, se levantó de la mesa. Camino despacio hacia el sofá.
Castiel estaba recargado en uno de los reposa brazos, una de sus piernas estaba estirada a lo largo del asiento mientas que la otra se balanceaba un poco, rozando el piso. Estaba tan concentrado en su lectura que no noto a Dean moverse a su alrededor.
El cazador se colocó detrás de Castiel. Despacio, acaricio el brazo del ojiazul que al sentir el casi inexistente roce giro la cabeza sonriendo.
-Dean –dijo en un susurro, el cazador no respondió, siguió acariciando y Castiel se dejó hacer.
Las manos de Dean siguieron su camino, rozando los hombros y el cuello, delineando el mentón para después volver a bajar por el cuello. Castiel dejó escapar un suave suspiro cuando Dean metió una mano bajo la sudadera y comenzó a acariciarle la cintura.
Los ojos cerrados, los labios ligeramente abiertos, la respiración tranquila, solo dejándose consentir por cada caricia. Esa visión del moreno hizo que Dean volviera a sonreír.
Le besó la frente, las mejillas y se detuvo sobre esos labios tan perfectos, sintiendo la respiración calmada de Castiel. Los mordió despacio, apenas un poco de presión y el ojiazul se quejó bajito. Entonces le besó y el otro correspondido con la misma tranquilidad.
Dean no dejo de mover las manos, acariciando todo lo que podía y quería, y mientras disfrutaba del beso logro colarse entre las piernas de Castiel.
Las manos del rubio recorrieron los firmes muslos llegando hasta las nalgas donde se detuvo y dio un pequeño apretón. Castiel sonrío y le guiño un ojo, pero no es lo que el cazador estaba buscando, no por el momento y se lo hizo saber, no con palabras, no eran necesarias. Dean le volvió a besar, sellando así una promesa.
Por la noche lo haría gritar y jurar en su nombre, pero hasta entonces solo quiere quedarse ahí abrazado al hombre que le rescato no solo del infierno.
Le rodeo la cintura y se dejó caer sobre el pecho del moreno, serró los ojos y se dejó arrullar por esos relajantes latidos. Las manos de Castiel que hasta hacia poco lo único que hacían era aferrarse al libro, ahora vagaban por la espalda del cazador con movimientos tranquilizadores.
-Dean –dijo bajito
-Te vi tan cómodo aquí tirado y… –explico igual de suave el cazador –no es justo que el sofá sea el único que disfrute de ti
-¿Estas celoso de un mueble? –
-No, yo sé que tú eres mío… pero el sofá te estaba acaparando – fue el turno de Castiel para sonreír.
A Castiel le gustaban esos momentos, más frecuentes cada día, le gustan porque Dean comienza a mostrar sus sentimientos. Ya no se los guarda, ya no se lastima con ellos. Le gustan esos momentos porque sabe que le ayuda de alguna forma y porque son una garantía de que por fin podrán estar por siempre juntos.
[Con ese final hasta yo me cause diabetes XD]
Gracias por leer