22 días para mi cumpleaños

Día 1: KhanLock

Sherlock había resuelto su caso número 34 en lo que iba del año y se había declarado hastiado hasta la médula. Simplemente dio media vuelta y dejo colgados con su conversación a Greg y a John.

-¿Sería muy extraño pedirte que me acompañaras a cierto lugar? –preguntó Greg después de un silencio cargado de cierta incomodidad. John tenía ganas de seguir a Sherlock pero al mismo tiempo no le apetecía irse a encerrar al departamento siendo tan temprano. De ser posible le hubiera gustado ir a tomar una cerveza o dos con una buena compañía. Tal vez eso era lo que Greg insinuaba.

-Claro –dijo sin pensarlo mucho, cosa que hubiera sido mejor que hiciera porque cuando se encontró dentro de una sala de cine, no creía que fuera una buena idea. Se iba a dormir, era más que seguro, además, Greg había escogido una película de la que no tenía ni la más mínima idea.

-¿De verdad jamás viste la serie? –preguntó algo incrédulo Greg mientras comenzaba a atacar la palomitas, tenían un bote enorme el cual John sentía que era una exageración, pero Greg parecía querer terminarlas antes de que siquiera empezara la película.

-No, jamás, no me caería mal una explicación rápida –dijo como en broma John pero Greg se lo tomó muy en serio. Comenzó a relatar con sumo detalle como la nave espacial Enterprise exploraba el universo en busca de nueva formas de vida en una misión de explorar extraños nuevos mundos.

-Spock me suena muy familiar –bromeó John.

-Muy Sherlock –dijo casi con una carcajada Greg.

La película empezó un poco después de que le explicara las relaciones entre los personajes y su importancia. Greg estaba muy emocionado porqué el villano sería algo muy espectacular. La verdad es que a John no le pareció nada emocionante durante el principio, hasta que como tal, el villano que tanto quería ver Greg, apareció.

A John casi se le cae la mandíbula de la sorpresa, era tal vez su imaginación, pero el actor era sumamente similar a Sherlock. Quiso corroborar su sensación y preguntarle a Greg, sin embargo, estaba tan concentrado en lo que sucedía en la pantalla que parecía que ni respiraba. Después de eso, John siguió toda la acción, absorbiendo todos los detalles del personaje y del actor, quedaron grabados como con fuego en su mente.

-¿Te gustó John? –preguntó Greg al final de la película.

-Por supuesto, es muy buena –dijo. Se despidieron después de eso y cada quien enfiló hacía su casa.

Era bastante noche cuando por fin entró al departamento de la calle Baker. Sherlock no estaba en ningún lugar por lo cual tuvo que suponer que se encontraba en su cuarto, escuchó un poco de ruido dentro, por lo cual no se preocupó. No tenía muchas ganas de una conversación, estaba cansado y algo adolorido por haber tenido que pasar más de dos horas en la sala de cine. Se acostó no mucho después de llegar, sólo tomó un té y enfiló a su cama. El sueño llegó sin gran problema.

-No soy como ustedes, genéticamente perfecto, capaz de maravillas con su mente y físicamente capaces de cualquier proeza.

Su voz había sonado triste, demasiado triste. Sintió una opresión en el pecho, era dolor verdadero, como el que se suponía no tenía razón para sentir. Tenía razón, la mente de todos y cada uno de los 84 sobrevivientes de las guerras eugénicas era superior, capaz de construir un mundo perfecto. Pero no había sido posible, habían acabado enfrentándose entre ellos, destruyendo todo lo bueno que había existido. Pero ellos escaparían, tendrían una oportunidad, no sería ni aquí ni ahora, pero la tendrían

Y sin embargo, parecía atado a aquel lugar, por una afección incomprensible que había desarrollado unos años atrás y que ahora parecía conspirar en su contra. No podía quedarse en la Tierra, eso era más que seguro, si lo hacía, estaba condenado. Pero, ¿podría llevarlo a él, que no era nadie especial, a un viaje que los alejaría lo que podría ser cientos de años de su realidad?

Khan Noonien Singh, dictador de toda la región de Asia oriental, había conocido al médico genetista John H. Watson 10 años antes de la fecha actual. Había entrado a trabajar a la división eugénica y había estado desarrollando nuevos procedimientos de duplicación de ADN. Había pedido un permiso especial para trabajar con la sangre de Khan, pero se le había negado en varias ocasiones. Al final había despertado la curiosidad del dictador y aceptó conocerlo.

Aquello fue lo que se definía como amor a primera vista, aunque Khan no lo reconoció así porque no estaba diseñado para eso, amar era algo que no satisfacía ninguna de sus necesidades de control y dominio del mundo. Pero aceptaba que la presencia y compañía del Doctor Watson le causaba cierto placer.

Por el lado de John todo fue muy claro desde un principio. Se sentía intimidado e impresionado. Khan era un diseño perfecto, creado a partir de los genes más propicios y de su expresión más perfecta. Había sido asignado a una región del mundo y gracias a ello había sido nombrado. Eso era simple de entender aunque a veces había mentes más sencillas que no entendían el porqué de la apariencia física de su líder.

Alto, de tez blanca, cabello negro, cuerpo delgado pero con músculos firmes. Aquella persona que lo había diseñado había dado dos toques que lo habían encumbrado como una verdadera obra de arte. La voz era una de ellas, de un tono profundo y exquisito que era imposible de obviar. Y segundo, el color de ojos, que bien podría considerarse un error genético, era en si, una belleza única que no era fácil de repetir. Los toques dorados de sus ojos lo consumían, lo hacían soñar despierto, a veces se encontraba mirándolo con éxtasis nada disimulado.

Y fue así, que tratando de mejorar sus genes, que ambos pasaron más tiempo del que pensarían necesario, juntos. Y fue así que John estuvo con él los meses de la revolución, de la guerra como tal, viéndolo arriesgarse, luchar y defenderse como ninguno. Hasta que no quedaron más que un puñado, aplastados por las masas de seres humanos "normales". Khan desesperó, porque en el fondo el nombre de dictador no le quedaba a él, su dominio había sido justo aunque con mano firme. John pensaba de corazón que los que se levantaron en su contra habían cometido un error.

John lo siguió, hasta el último momento, antes de subir a la nave que los alejaría de su hogar y del resto de la humanidad. La Botany Bay estaba lista pero John no estaba seguro de que él tuviera algún futuro en ella.

-John –dijo la voz por primera vez frágil de Khan y estiró su mano esperando que la tomara y abordara y que lo acompañara al cualquiera que fuera el destino que los esperara.

No tuvo opción, John jamás podría negarse a nada que le pidiera él.

Cuando el Almirante Alexander Marcus le comunicó que en caso de negarse a ayudarlo en sus propósitos bélicos con la Flota Estelar, estaba preparado para darles muerte a todos y cada uno de sus tripulantes; Khan supo que lo tenía en sus manos. No había sido su intención, causar daño y dolor, pero tenía una razón demasiado fuerte para no permitir que nada ni nadie los dañara.

Habían sobrevivido 84 hombres y mujeres genéticamente superiores además de él. Pero había alguien más, alguien que no era especial sino totalmente común, alguien que no le hablaba como si fuera un ser diferente, que lo trataba afectuosamente y que se alegraba con su presencia en vez de intimidarse. Pensó que tendrían todo el tiempo del mundo, que podrían dejar que la relación que habían comenzado en la Tierra evolucionara.

John.

Y si para lograr que él sobreviviera tenía que desatar un infierno que arrasara a la Flota Estelar, estaba preparado para hacerlo.

Cuando John despertó del sueño supo que jamás debió entrar a ver esa película con Greg.


Gracias por leer.

Estas son historias que me estoy auto regalando para mi cumpleaños.

Como un intento de un KhanLock de Star Trek Into Darkness.

Si gustan comentar, yo feliz.

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