P.D.V. SHERLOCK.
Habían pasado dos años desde mi muerte fingida. Tuve que salir del país y enfrentarme a la red de Moriarty por mi cuenta. Fue más difícil de lo que creí, pues sin John me encontré casi perdido en la locura. Pero fue también gracias a él que pude sobrevivir todo ese infierno.
Tuve que recorrer casi todo el mundo. Disfrute desmantelar todos los secretos de Jim, sin embargo, las noches o momentos que debía descansar o pensar alejado de todo me parecían frustrantes. Una capa, ropa rota y crepúsculos llenos de frío invadían mi cuerpo y mente. Extrañaba a cada momento el té de John. Mi mente se volvía (literalmente) loca por no tener a alguien que me escuchara y sobre todo que hablara conmigo, eso era los más ridículo, antes podía hablar sin problemas, encontrar a un muerto y contarle todos mis conocimientos sobre los casos, pero desde que John había llegado a mi vida no fue así. Ahí estaba esa vez cuando La mujer se encontraba en el apartamento y comencé a hablar con mi bloggero, cada día se volvía más difícil estar sin su presencia. Me parecía idiota que ahora fuera yo el romántico, pero por alguna extraña razón le necesitaba.
Sufrí más de lo que puedo contar aquí. Aniquilaron mi mente, caí en la desesperación, me volví paranóico, veía la sangre como fuente de vida, vi a la muerte como un ángel, la soledad como una fiel amiga y el dolor como el más poderoso remedio para sobrevivir. Me ataron como un animal apunto de ser sacrificado, me cortaron y flageraron, me escupían, pisoteaban y pateaban como si fuera algo peor que la escoria. Quizá en verdad lo sea.
No podía dormir en ocasiones por prevención, sabía que no podía morir.
Mis sistemas se volvieron locos, mis ojos se tornaban perdidos en un abismo. Comencé a alucinar, temblaba y reía sin razón aparente. Mi cuerpo dejaba de hacerme caso y parecía perder el control de mí mismo.
Maté tal vez más de mil personas y al hacerlo reaccioné con un increíble placer. De pronto me asustaba, al ver tanta sangre, en realidad me estaba volviendo un loco esquizofrénico. Tenía que parar. Intenté concentrarme, pero no funcionaba. Intenté deducir miles de cosas, pero tampoco hizo efecto. Pensé en John, en todo lo que había sucedido con él, en todos los recuerdos, su voz, cuando le tomé la mano al correr.
Estuve a punto de morir más de cinco veces, mi cuerpo casi desangraba en más de diez ocasiones, estuve a punto de darme por muerto más de una vez. Había algo que me lo impidió, diez palabras retumbaban en mi mente.
"Sólo un último milagro, por mi, Sherlock. No estés muerto."
Esa frase fue la clave para que mi cuerpo despertará de forma "mágica" y siguiera luchando. Esa voz en mi cerebro me despertaba y lograba sacarme una sonrisa. Esa petición me dio fuerzas y sobre todo una meta, volver a Baker Street, con él.
Estaba en la época final de borrar para siempre la red de Moriarty, Serbia era el último pedazo del rompecabezas, me aprisionaron y Baron Maupertuis comenzó a golpearme. Para mi mala suerte había un espectador, sin embargo le solté algunas deducciones sencillas a Baron lo que hicieron que se fuera corriendo. Me quedé solo con el asistente, al final resultó ser el estúpido de Mycroft con uno de sus grandes casos para salvar al país.
"Terminaron las vacaciones, hermano querido."
Volví a Londres en un jet privado enviado. Nos resguardamos en una oficina de Mycroft. Comenzaron a afeitarme, Anthea llegó con mi traje, me lo puse y escuche de nuevo balbucear a mi hermano.
"Debes prestarle toda tu atención a este asunto... Blablabla" "¡Sherlock!"
Yo sabía ya de la célula terrorista, sólo quería estar de nuevo en Londres. Verlo a él.
Anthea comentó algo de la información que un agente reclutó muriendo en honor a su país. La ignoré completamente.
-¿Qué hay de John Watson? -Por fin pregunté.
-¿John? -Preguntó Mycroft. Él lo sabía, sabía que era por John que hice todo esto.
-¿Lo has visto?
-Oh sí, nos reunimos todos los viernes para comer papas y pescado.
Mycroft estúpido. Yo lo pregunté en serio... Notó que me irrité con su 'poderoso' sarcasmo.
-He tenido el ojo puesto sobre él, por supuesto -Anthea me dió un folder-. No hemos estado en contacto del todo para... prepararlo.
Lo vi, vi su foto, sus ojos estaban decaídos, ¡y ese bigote lo envejecía bastante!
-Bueno, nos tendremos que deshacer de eso.
-¿Nos?
-Se ve viejo -Ese no es el John que conozco-. No puedo ser visto con un hombre viejo.
Quería al John que conocí ese hombre con energía y vigor, que quería desafiar a la misma muerte. Y era claro que lo recuperaría.
-Creo que sorprenderé a John. Estará encantado -dije sin pensar y al parecer con gran entusiasmo.
-¿Tú lo crees? -Preguntó Mycroft con causticidad.
-Aparecer en Baker Street, salir de un pastel -las ideas brotaban de mi mente rápidamente.
-¿Baker Street? Ya no vive ahí -¡¿Qué?!-. ¿Por qué lo haría? Han pasado dos años. Ha seguido con su vida.
Quedé desconcertado. ¿John realmente se había ido? No. El volvería después de verme, yo lo sabía.
-¿Qué vida? He estado lejos -respondí con orgullo-. ¿Dónde estará esta noche?
-¿Cómo podría yo saberlo? -¿Por qué lo hace tan difícil?
-Tú siempre sabes -Sabrá que es una forma halagarlo y a su trabajo
-Tiene una reservación para cenar en el Marylebone Road. Un pequeño y lindo lugar. Tienen algunas botellas del Saint-Emilion del 2000, aunque yo prefiero la cosecha del 2001.
Mientras mi hermano hablaba yo pensaba en cómo sorprender a John, hacerle saber que su intrañable Sherlock estaba vivo, y sobre todo pensaba en qué decirle.
-Creo que tal vez iré por ahí -dije con un poco menos de ánimo al tener en mi mente todas las escenas posibles, en su mayoría John llora y patéticamente, yo también.
-¿Sabes?, creo que es posible que no seas bien recibido -Mycroft siempre arruinando todo. No esta vez.
-No, no es posible -dije con esperanza-. Ahora dime, ¿dónde está?
-¿Dónde está qué?
-Tú sabes qué.
Para mi suerte apareció Anthea con mi apreciada gabardina. Cielos, la extrañaba tanto. Estos años sólo use chamarras y ropa sucia, anhelaba mi estilo propio.
-Bienvenido de vuelta, Mr. Holmes -mencionó la asistente de mi hermano.
-Gracias..., hermano.
Me fui. Observe la cuidad que había dejado ya hacía dos años. Años realmente putrefactos. Me preparé para ir al restaurante, era la hora de ver de nuevo a mi único amigo.
Entré sin problemas. El recepcionista fue fácil de aludir, su mujer por suerte iba a dar a luz en esos momentos. Mi vista se percató de una figura realmente familiar, John estaba en su mesa tomando una copa de vino. Me quedé frío, sin aire y puedo decir que por primera vez en mi vida estaba nervioso. Mis ojos se tornaron cristalinos. John, sí supieras cuánto te he extrañado.
Una camarera entonces pasó a lado mío, observé su ropa con atención. Moño, lleva un moño. Una idea surgió, una particularmente excelente diría yo. Vi la mesa de enfrente y noté una copa de vino, le aventé el líquido al señor sentado y pude quitarle el corbatín que llevaba puesto. Magnífico. Un hombre de lado derecho se quito los lentes y los dejo sobre el menú, retiré ambas cosas y me coloqué los anteojos. Caminé un poco más y entonces vi un estuche con cosméticos -ideal-, le di a la mujer el menú y le quité el que ella tenía en las manos y me escabullí para tomar el lápiz delineador negro. Dibuje en mi cara un pequeño bigote. Me acerqué entonces al lugar de John.
-¿Puedo ayudarle con algo señor? -Pregunté con acento, inclinándome hacía él que aún no me había visto.
-Hola, sí. Estoy buscando una botella de champagne. Una buena -me miro rápidamente. No con cautela.
-Estas son todas excelentes cosechas, señor.
-Oh, realmente no es mi área, ¿cuál sugiere?
-Bueno, no puede equivocarse, pero si desea mi recomendación personal -voltea John-. Esta última es una de mis favoritas -dije erguiéndome y moviendo mi cuerpo, de verdad estaba nervioso-. Es, podría decirse, como un viejo amigo -me quité los lentes, imaginando que él lo habría notado.
-Bien, traígame esa, por favor -ni siquiera me percibió.
-Es familiar, ¡y con una calidad que lo sorprenderá! -Hice énfasis en la última palabra y abrí mis brazos. Siguió sin verme. ¡Vamos John!
Tomó un trago de su copa. -Bien, pues, sorpréndame -me dio el menú sin siquiera voltear.
-Es lo que estoy procurando, señor -dije disgustado.
Fui rápidamente a la cocina por el champagne, y cuando regresé vi a John con una pequeña caja roja, ¿qué hacía él con una caja roja? Mi cerebro me mando una alerta.
Oh, Dios. John se va a casar...
De pronto vi a alguien acercarse a la mesa, una mujer de cabello rubio. Le tomó el hombro y pidió disculpas por retrasarse, él ocultó la caja con nerviosismo. No sé por qué no fui ahí inmediatamente, me quedé leyendo sus labios para saber de qué hablaban.
-¿Estás bien? -Preguntó ella.
-Sí, sí. ¿Yo? Bien. Estoy bien -John estaba nervioso, impaciente. Se rió,extrañaba verlo reír pero ahora yo no era la causa. Sus ojos emitían un brillo, estaba enamorado de ella. Lo había perdido.
-¿Entonces qué querías preguntarme?
-¿Mas vino?
-No, estoy bien con agua, gracias.
-Bien.
-¿Entonces?
-Pues... Mary... -Así que ese era su nombre, Mary- Escucha. Sé que no ha sido mucho, y sé que nos nos hemos conocido por mucho tiempo -se detuvo.
-Sigue -le pidió ella.
-Sí, lo haré -tomó aire-. Como sabes este último par de años no han sido fáciles para mí. Y haberte conocido... -Se detuvo, de nuevo. ¿Qué vas a decirle, John?- Sí, haberte conocido ha sido la mejor cosa que pudo haber pasado.
Mi cuerpo se tensó por completo al leer esa frase. Mi estómago se retorció y en mi pecho sentí un dolor muy fuerte. ¿Era realmente ella la mejor cosa que le había pasado? ¿No yo? ¿Que no había sido yo quien hizo que la pierna dejara de doler? ¿Que no fui yo quien le devolvió la adrenalina? ¿No fui yo quien le dio nuevas aventuras? ¿No era yo la persona por la que más se preocupaba? ¿No era yo su 'héroe'? ¿No era yo la persona que le hacía reír y decir 'fascinante' a cada instante? ¿No era yo lo mejor que le había pasado? Veo que me equivoqué.
Ella habló de nuevo.
-Estoy de acuerdo.
-¿Qué?
-Estoy de acuerdo, soy la mejor cosa que pudo haberte pasado. -John rió. Ya lo veremos. Pensé-. Lo lamento.
-Bien, no es, ammhh... Así que -le dio una mirada, una mirada que me pertenecía-, si me aceptas, Mary, si pudieras decirme... -Tenía la voz ronca, le estaba costando trabajo decir lo que sentía, como siempre. Ella se burlo por ello, al verle así-. Sí pudieras decirme si te gustaría -estaba apunto de decirlo. Pero yo no lo permitiría. No. Esta era mi noche y Mary no lo arruinaría.
-Señor, encontrará que está cosecha le agradará muchísimo -le interrumpí velozmente. Se incomodaron, bien-. Tiene todas las cualidades de antes, con el color de lo nuevo -a ella le parecía gracioso-.
-No, disculpe. Ahora no, por favor -John, ¡veme!
-Como si entre la multitud de extraños, de pronto uno notara que está viendo la cara de un viejo amigo -me quité de nuevo los lentes.
-No, de verdad, en serio, ¿podría usted... -Giro su rostro. Por fin esos ojos azules me ven a mi. Se palideció. Sus gestos cambiaron, parecía que había visto un muerto (aunque, bueno, más o menos eso pasaba). Estaba petrificado.
-Cosa interesante, un esmoquín -la volteó a ver-. Da distinción a amigos y -mi voz se ponía ronca- anonimato a meseros -mis ojos de nuevo estaban a punto de sollozar.
John se inclino, suspiro. Se levantó sin fuerzas casi cayéndose en el intento. Sus ojos igual tenían nostalgia, yo lo sabía.
-¿John? -Ella preguntó para saber sí él se encontraba bien.
Él se atrevió a mirarme a los ojos, fijamente. Extrañaba esos ojos y esas facciones.
-¿John? ¿Qué pasa? ¿Qué? -No dejaba de hablar.
De nuevo bajo la mirada el soldado. Se quedó sin habla, su mente daba vueltas, era obvio que estaba confundido. Decidí responder por él.
-Bueno, la versión corta -me miró y yo suspire ligeramente- no estoy muerto -su mirada se clavaba en cada parte de mi alma. Sufría, sé que sufría y me dolía ser el causante de ello. Mi voz tembló al hablar de nuevo.- Un poco malvado aparecer así, lo sé -continué-. Podrías haber tenido un paro cardíaco, probablemente todavía lo tendrás. Pero en mi defensa fue muy divertido -reí de los nervios. Sus ojos empezaban a ser espadas filosas, ahora estaba enojado, tenía que hacer algo.- Bien, no es una gran defensa -fruncí el ceño.-
-Oh, no. Tú eres -dijo ella con sorpresa y un poco de miedo.
-Oh, sí -respondí.
-¡Oh, Dios!
-Ni tanto.
-Moriste, brincaste de un techo -ella lo sabía.
-No.
-Tú estás muerto -dijo con miedo.
-No, estoy seguro, ya revisé -incrédula.
-Disculpen -tomé la servilleta de tela y la remojé en el agua, empecé a limpiarme el bigote, John aún me veía enfadado-. ¿El tuyo también se borra?
Mi amigo tembló, aún no me hablaba. Ella sabía lo que estaba pasando por su mente.
-¡Oh por Dios! ¡Oh por Dios! ¿Tienes idea de lo que has hecho?
Miré a John, su cara seguía sin cambiar. Vamos, John. Estoy vivo, ¡sonríe!
-Está bien, John, me estoy dando cuenta de que probablemente te debo una especie disculpa.
Su respiración se agitó. Golpeó la mesa y su mirada estaba en ella. Sabía que me había equivocado. Mary intentó calmarlo con unas palabras. Pero no sirvió.
Por fin habló. -Dos años -dijo con un hilo de voz. Tomó una bocanada de aire-. ¡Dos años! -Tragó saliva e intentaba recuperar la postura.
Me sentía una mierda. El peor de los amigos. Esquivé su mirada cuando la levantó.
-Pensé -no pudo decirlo-... Pensé -ella lo miró con ternura. Él me miró a mi y tragó saliva- que estabas muerto -sus ojos estaban llenos de ira, tristeza, melancolía, nostalgía, ¿cómo alguien puede tener todos esos sentimientos?-. ¡Hmm! -Reprochó-. ¿Y me dejaste creerlo? -Mi pecho ardía, me dolía, sentía que mi cuerpo quería temblar, mis ojos deseaban llorar. Me odiaba, me odiaba más que nunca-. ¿Cómo pudiste hacerlo? -Mi boca se quedó seca, intenté hablar, pero no tuve éxito-. ¿Cómo? -Apartó su mirada y negó con la cabeza el hecho de que le hice daño, de que no estaba muerto, de que todo fue una mala broma.
-Espera, antes de que hagas algo de lo que puedas arrepentirte, una pregunta, sólo déjame hacerte una pregunta -ella me miraba horrorizada, John puso sus ojos en mi intentando calmarse-. ¿De verdad vas a dejarte eso? -Pregunté refiriéndome a su bigote. Reí sin querer. La miré y ella rió, también. John seguía sin recuperar el aliento. Me giré a verlo, él me vio a mi, suspiro y..., se abalanzó contra mi.
Me tiro al suelo intentando ahorcarme. Varios meseros me lo quitaron de encima y nos echaron del restaurante. Mary propuso ir a un lugar que estaba a menos de dos calles, fuimos sin decir nada. Llegamos y nos sentamos en una pequeña mesa. Puse mis manos enfrente de mis labios y comencé a hablar acerca de las posibilidades para evitar mi muerte, John me interrumpió.
-Sabes para ser un genio, eres notablemente tonto.
-¿Qué?
-No me importa cómo lo hiciste, Sherlock -eso me sorprendió, él siempre quiere saber cómo lo hice y después me dice lo fascinante que soy-. Quiero saber por qué.
Es obvio, John. -¿Por qué? Porque Moriarty debía ser detenido -equivocado.Él no se refería a ese por qué-. Oh... ¿O te refieres a por qué...? Ya veo, sí. ¿Por qué? Eso es un poco más difícil de explicar -no lo iba a decir enfrente de ella, ella no necesitaba saberlo. Ella no tenía que saberlo y ahora tampoco John.
-Tengo toda la noche -respondió cortante.
-De hecho... fue una idea más de Mycroft.
-Oh, ¿así que fue el plan de tu hermano?
-Pero debió necesitar un confidente -Mary interrumpió-. Lo siento.
-¿Pero el era el único? ¿El único que sabía?
Suspire.
-Algunos otros. Fue un plan muy elaborado, tenía que serlo -en su cara se notó algo, decepción-. La siguiente de las trece posibilidades era...
-¿Quién más? -Me interrumpió- ¿Quién más sabía?
No sabía si decirle, tenía que hacerlo.
-Molly.
-¡¿Molly?!
-John -de nuevo intentando calmarlo.
-Molly Hooper y algunos de mi red de vagabundos, y eso es todo.
-Ok -indignación-. Así que era tu hermano, Molly Hooper y cien vagabundos.
-¡Ja, no! -Reí un poco- 25 a lo mucho -dije seriamente-
John de nuevo se abalanzó contra mí. Estaba furioso. Me golpeó muy poco el labio.
Nos sacaron de nuevo del lugar, fuimos a un pequeño local de comida rápida.
John sólo respiraba fuertemente. Le miré con atención. Oh, John...
-De verdad, ¿no es una broma? ¿De verdad vas a quedarte con eso? -Hice una seña hacía mis labios para que supiera que me refería al bigote.
-Sí -respondió.
-¿Seguro? -Pregunté con duda y burla. Nos miramos fijamente. Se quedó sin saber qué decirme.
-A Mary le gusta.
-No, no le gusta.
-Sí, sí le gusta.
-No le gusta -giré mi mirada-.
El la miró. Ella intentó negarlo. John se sintió avergonzado. Ja, al menos yo era honesto con él hasta en el más mínimo detalle. Mary intentó disculparse, un pequeño conflicto pre-marital. Repentinamente, John fue hacía mi.
-¡Una palabra, Sherlock, eso es todo lo que hubiera necesitado! -Lo siento, John- ¡Una palabra para hacerme saber que estabas vivo!
-Estuve a punto de ponerme en contacto muchas veces, pero -mi voz estaba congelada- me preocupaba, sabes, que pudieras decir algo indiscreto.
-¿Qué?
-Ya sabes echar todo a perder.
-¡Así que es mi culpa! -Giré la mirada, Mary rió- ¡Oh, Dios! ¿Por qué soy el único que cree que esto está mal? ¡El único que reacciona como ser humano!
-Exagerando
-¡Exagerando!
-¡John! -De nuevo, ella.
-¡Exagerando! Así que, finges tu muerte, ¡y luego resulta ser -intenté calmarlo con un 'Sh'- que estás vivo! ¡Pero se supone que no debo tener ningún problema con eso -bajó la voz y me habló, yo sólo baje mi rostro-, porque Sherlock Holmes piensa que es una cosa -gritó- completamente normal!
-¡Cállate! ¡No quiero que todos sepan que estoy vivo!
-¡Oh! ¿Así que sigue siendo un secreto?
-Sí, sigue siendo secreto.
Ahora eramos nosotros quienes teníamos la pelea marital.
-¿Prometes que no le dirás a nadie? -Pregunté.
-¡Júralo por Dios! -Respondió exaltado.
Ambos intentamos calmarnos. Hablé de nuevo.
-Londres está en peligro, John. Un ataque terrorista es inminente y necesito tu ayuda.
Se sorprendió, seguía indignado.
-¿Mi ayuda?
Pero yo sabía algo.
-Has extrañado esto, admítelo. La emoción de la cacería, la sangre corriendo por tus venas, sólo nosotros dos contra el resto del mundo -¡sólo nosotros dos, John! ¡Recuérdalo!
No. John tenía tantas experimentaciones químicas por su cuerpo que se dejo llevar por la más fuerte: la ira. Con su frente me golpeó la nariz, con tan fuerza que escurrí en mi camisa.
-No lo entiendo, pedí disculpas. ¿No es lo que supone se debe hacer? -Le pregunté a Mary mientras intentaba que no sangrara mas mi nariz.
-Rayos. No entiendes nada de la naturaleza humana, ¿verdad? -Preguntó ella.
-¿Naturaleza? No. ¿Humana? -Claro que sí, es por esa jodida naturaleza que sigo vivo. John me hizo ser "natural"- No...
-Lo convenceré.
¡¿Qué?! ¿Estaba de mi lado? -¿Lo harás? -Pregunté confuso.
-Oh sí -dijo entusiasmada.
¿Cómo era eso posible? La observe con atención, deduje todo sobre ella. Sin embargo, había algo que no cuadraba totalmente, ¿por qué Mary querría ayudarme a tener a JOhn de nuevo?
Mi ex-blogger nos interrumpió y se fueron en el taxi. Mi amigo no volteó si quiera a verme. Lo cual y con trabajos lo escribo, me dio una tristeza enorme, una melancolía fatal. John ya no me quería cerca de él, no quería más la vida de aventura, consiguió algo mejor; a Mary Morstan.
N/A: Este capítulo me ha dado luchas porque intenté ser muy minusiosa , ya que, como han leído tiene mucho del primer episodio de la serie. Lo dividí en dos partes, esta y la que sigue que será más "sentimental", creo. Espero les haya gustado.
No olviden dejar su hermosa opinión o cruel, no importa.