Nota del autor:
Y he aquí el ganador de la encuesta. Pero antes, una breve introducción:
Leyendo un doujinshi de Mentaiko, (dirán algunos, que corrompido es leyendo bara como si nada) se me había ocurrido hacer una adaptación hetaliana del mismo doujinshi que había leído: su nombre, Gachinko Battle o Gachinko Ball. Sin embargo, mientras iba escribiendo una posibilidad surgía en mi mente: ¿Por qué no ampliar los horizontes?, sería bueno una historia larga ambientada en un torneo de artes marciales, de lucha libre o algo por el estilo. Hasta el momento, nadie ha tocado ese tema, o al menos nadie ha decidido iniciar un fic en español con esta temática, así que puede decirse que como siempre, soy un pionero en el fandom hispanoparlante hetaliano.
Y en medio de estos pensamientos, reflexiones y cavilaciones, surgió Hetalia Budokan.
Hetalia Budokan será un AU (son seres humanos, no naciones). Harán aparición gran parte de las naciones, antiguos imperios, OC, algunos personajes humanos de mis historias anteriores (Wolfang Steinbeck, Ryutaro Harune, Franz Von Traap, August Einehert, entre otros), incluso puede que cite o que aparezcan personajes originales del doujinshi de Mentaiko. Habrán insinuaciones muy delicadas a apuestas ilegales, violencia, algo de intriga, combates arreglados, mafia, balas, dinero, traición, poder y por supuesto, matices de romance y YAOI. Hetalia Budokan no es un fic en extremo meloso, no es un fic cómico, no es un fic dark. Es un nuevo reto que he decidido iniciar, puesto que me mueve la curiosidad el ver como se desarrollaría una historia de este talante.
Por cierto… aparecerá solo un personaje de Nyotalia: Nyo! Japón.
Después de tanto palabrerío… QUE COMIENCE HETALIA BUDOKAN!.
Prólogo.
The rising and falling of the empire.
Arena Multimodal Kentou Honda, Tokio.
Fines de Noviembre de 1999.
La expectativa era enorme en la arena. Cientos de miles de personas rodeaban la jaula de combates, mientras desde un palco un ruso de dos metros, de elegante smoking negro, bufanda de tonalidad rosácea y altiva mirada estaba atento a la apertura del torneo número 188 del Hetalia Budokan. Le acompañaban sus guardaespaldas, su hermana y su principal contable, un nervioso joven de lentes de marco color ocre, cabello color paja, ojos de tonalidad aguamarina, vestido de sencillo sweater de mezclilla, pantalones de paño gris y mocasines terracota.
—buenas noches, Braginski-san. —exclamó entonces otro tipo que acababa de ingresar.
El otro sujeto estaba vestido de correcto traje ejecutivo blanco. Su estatura, comparada a la del euroasiático era insignificante, más sin embargo era metódico y frío. Su cabello, negro como el carbón parecía tener brillo propio, como la más pura obsidiana. Su imperturbable mirada parecía no inmutarse ante la presencia de los guardaespaldas o del séquito que acompañaban al ruso.
—lo mismo le digo a usted, señor Honda —exclamó el ruso con un tono de complacencia.
Las luces empezaban a iluminar el escenario. El combate sería de exhibición, un preludio al inicio del torneo propiamente dicho. Así siempre era Hetalia Budokan: se organizaban tres encuentros de exhibición entre algunos debutantes que habían alcanzado la clasificación al torneo. Nada importante, era una suerte de fogueo para todos los competidores y para el público sediento de violencia y sangre.
—Le reitero mi oferta, señor Honda —dijo entonces el ruso— 255'000.000 de dólares, en efectivo. No creo que decida rechazarla.
—le he repetido muchas veces lo mismo, Braginski-san que no pienso cederle los derechos de la franquicia. —respondió el japonés— Hetalia Budokan es el negocio familiar.
—y la columna vertebral del conglomerado Honda Group. —dijo entonces una de las hermanas de Iván, una mujer de aspecto despampanante, generosos pechos y ojos de tonalidad aguamarina— sabemos bien que el imperio de los Honda se basa en el torneo, pero no creo que puedan sostenerlo por siempre.
Todos sabían la historia de los Honda. Kentou Honda había iniciado el Hetalia Budokan primero como un evento clandestino, en una arena que había dispuesto para tal fin en su casa del barrio de Kabukisho, en el distrito de Shinjuku. La peculiaridad del Budokan Hetalia frente a otros torneos estaba en la variabilidad de sus reglas, e inclusive en la fusión de la mayor parte de las artes marciales conocidas hasta ese momento. Luchadores de los 5 continentes habían sido atraídos por un torneo distinto a todos los torneos de artes marciales por su inflexible rigor y así mismo su vacilantes variaciones que aumentaban su dificultad. Kiku, quien había crecido en medio de este entorno había aprendido todas las artes del negocio familiar, e inevitablemente ayudó a su padre a expandir Hetalia Budokan por el mundo, creando las ocho ligas continentales: Centroeuropa, Norte De África, Sureuropa Y Oriente Medio, Este De Asia, Suramérica, Norteamérica Centroamérica y El Caribe, Islas Del Pacífico y mancomunidad.
Pronto, el torneo empezó a expandirse: se convirtió en una franquicia que se retransmitía por los cinco continentes, los luchadores habían empezado a entrar masivamente al torneo, pronto la mercadotecnia del torneo invadió todo el mundo. Surgía el Honda Group International, un conglomerado internacional de tres grandes empresas regentadas por la familia Honda: Hetalia Enterprise, dirigida por la hermana menor de Kiku, Sakura, y que era el conglomerado de medios más importante de Japón, Nippatsu-Honda Inc., administrada por Kiku y que se encargaba de gran parte de los negocios de manufactura de souvenirs y demás merchandising del torneo, además de ser subcontratista militar del estado, y evidentemente KSH corporation, quien tenía los derechos de marca sobre el torneo Hetalia Budokan, además de la administración de gran parte de los recursos del mismo torneo.
—tres empresas, tres cabezas, solo un Honda puede dirigirlas. —dijo entonces Kiku de forma cortante y fría— puede que KSH esté falta de liquidez, pero eso no debe de ser impedimento para que mi familia siga con el control del torneo.
El ruso simplemente se sonríe de forma algo sutil.
—Kiku, de la obstinación no sacarás nada —dijo entonces Braginski con un sutil tono de burla. —KSH está cercana a la bancarrota… ni qué decir de Hetalia Enterprise o de Nippatsu-Honda inc. Tu única opción es vender alguna de las tres empresas para tener liquidez. Dudo que puedas seguir sosteniendo Hetalia Budokan, teniendo tan cerca la bancarrota.
—ya le he dicho cientos de veces, Braginski-san… no.
La obstinación de Kiku era irritante para Iván Braginski. Miraron hacia la arena, el combate de exhibición había empezado en medio de una arena especial acondicionada de acuerdo a las reglas del torneo, en este caso lucha aérea por ingravidez.
—puedo proponerle un trato, señor Honda —dijo entonces el ruso— en dos semanas comienza el torneo ¿no es verdad?
—sí, el torneo del milenio. —atinó a contestar el japonés.
—además de ello, es el primer torneo que organiza en solitario —insistió Iván.
—la muerte de mi señor padre no tiene que ver en este asunto, Braginski-san. —contestó secamente Kiku.
—si tiene que ver —dijo entonces el ruso— desde que su padre, Kentou Honda murió en ese trágico accidente de auto, Honda Group ha empezado su declive: bajaron en el índice Nikkei de la bolsa de Tokio, tuvieron un severo descalabro en la bolsa de Londres, el cierre de las filiales de Nippatsu y Hetalia Enterprise en Brasil, India y Francia por falta de liquidez fue un golpe para sus inversiones en Wall Street, los despidos masivos… no creo que la familia Honda esté en una racha de buena suerte.
El griterío del público retumbaba. Las mega pantallas mostraban a un australiano haciéndole una ruda llave a un holandés. Iván sirve dos copas de vino, disimuladamente aplica una sustancia en polvo a una de las copas. La agita de forma discreta.
—no creo en los designios o en el azar, Braginski-san —respondió secamente el japonés— solo en los hechos. Es natural que haya una baja en el valor de las acciones de Honda Group en alguno que otro mercado, que se reorganicen algunas empresas. Mi señor padre creó esta fortuna, sostuvo este imperio en base a este espectáculo, salió de la nada comenzando con una arena clandestina en Shinjuku, y luego lo convirtió en esto. Hetalia Budokan no solo es para mí una franquicia o un simple espectáculo, representa el espíritu de mi padre, el esfuerzo de mi padre. Si vendo los derechos de franquicia de Hetalia Budokan, me estaría deshonrando a mí mismo, estaría deshonrando a mi familia y estaría deshonrando el espíritu de mi padre.
Kiku recibe la copa de vino de manos de Iván.
—muy Loable, señor Honda… pero si las cosas van por el camino que van, usted quedará en bancarrota.
Había terminado el primer asalto. Los contendores estaban descansando, ignorantes de la disputa que se estaba desarrollando en uno de los palcos. El ruso de cabellos platinados estaba atento a las decisiones del oriental.
—a pesar de todo… admiré mucho a su padre, señor Honda. —dijo Iván— fue por su padre que decidí salir de ese vulgar submundo en el que vivía y en el que el infeliz de mi padre me había arrastrado a mí y a mi hermana para llegar a la posición en la que estoy. Ahora soy el segundo hombre más poderoso de Rusia, y todo lo debo al ejemplo de su padre.
Levantó su copa. El oriental estaba dubitativo.
—… Así que brindo a su salud, y a la salud del Hetalia Budokan. —terminó el euroasiático, después de elevar su copa— Kampai!
—Kampai—contestó Kiku.
Los dos bebieron de sus copas. Había comenzado el segundo asalto. Rápidamente, el japonés sintió un punzante dolor en su estómago. La copa cae al piso, derramando su contenido en la alfombra de tono beige.
—¿no es maravilloso el veneno de la cobra del Cáucaso1? —exclamó malignamente el ruso.
—q-que… q-que me ha hecho… bastardo —espetó el japonés en medio del dolor.
—la cobra del Cáucaso tiene una peculiaridad: su veneno es de acción lenta, aunque sus efectos empiezan a manifestarse dos segundos después de la mordida —explicaba Iván con una perversa sonrisa— si es inyectado, paraliza los nervios y los músculos de su víctima, lo cual aprovecha la cobra del Cáucaso para esperar. Ya paralizada del todo, la cobra del Cáucaso devora a su víctima aún con vida, puesto que el actuar del veneno facilita a la digestión del animal que acaba de ingerir.
Cae al piso de rodillas, suda frío, el dolor se intensifica.
—sin embargo, cuando el veneno de cobra del Cáucaso es ingerido y entra en contacto con los ácidos gástricos, intensifican la acción de estos. El dolor se vuelve insoportable y visceral, y no hay forma de calmarlo. —de forma negligente, empieza a narrar los efectos— Se empieza a perder la coordinación motora, la respiración se dificulta, los esfínteres se distienden por completo… espero que no hayas bebido agua de forma considerable.
—e-el… a-antídoto… —suplicó Kiku.
—después de hora y media de insoportables dolores, empieza el colapso de cada uno de los sistemas del organismo. Las articulaciones se ponen rígidas, los músculos comienzan a contraerse, se pierde la visión y la lengua se paraliza, impidiéndole a la víctima respirar.
Cae al piso. Iván se arrodilla al lado de Kiku. Le susurra algo al oído.
—en dos horas morirás asfixiado con tu propia saliva. Pero puedo remediar eso... solo tienes que cederme los derechos, solo una firma y podrás seguir con tu triste y miserable vida.
Ya no podía hablar. El dolor era insoportable. Se arrastró hacia una mesa cercana, tomó un bolígrafo.
—Edward, los documentos —dijo entonces Iván a su contable.
Presurosamente, y de forma nerviosa el estonio saca de un folder el documento de cesión.
—permíteme ayudarte. —respondió entonces Iván de modo cortés.
Guio la mano del japonés, mientras este garrapateaba de forma precaria los kanji en la línea de firma. Acto seguido, Iván sacó una jeringuilla de plata. Luego, apuñaló el cuello de Kiku con esta, dejando entrar el antídoto en su cuerpo. Rápidamente, el antídoto empieza a actuar.
—fue un gusto haber hecho negocios con usted, señor Honda —exclamó malignamente Iván Braginski.
Y acto seguido, se retira del palco. El japonés está iracundo, respira dificultosamente. Pero de algo está seguro, ha sido engañado vilmente. Una idea ronda por su mente, aturdida aun por el veneno:
Venganza.
Simultáneamente, en la arena,…
La lucha era encarnizada entre los dos debutantes. A pesar de ser un combate de exhibición, ambos novatos daban todo de sí: no cualquier día peleaban en la legendaria Kentou Honda Arena.
Dylan estaba mareado, aturdido por los brutales golpes de Govert. Las reglas especiales para su combate habían sido muy desmedidas: eliminación por agotamiento: el primero que cayera preso del cansancio sería el ganador. No se admitía el Knock Out, puesto que si lo llevaba a ese punto el combate sería nulo. Lo peor del asunto también estaba en las condiciones: la lucha sería bajo condiciones de Ingravidez.
Era algo que Honda Group podía permitirse: una arena adaptable a toda suerte de reglas y condiciones, especialmente construida por los mejores ingenieros de Japón para complacer las exigencias del torneo. El sistema de ingravidez se estaba estrenando, era único en su tipo, y generaba una suerte de vacío en el interior de la jaula, por medio de una serie de imanes y conductos que redirigían corrientes de aire comprimido, simulando una continua caída libre.
El árbitro estaba a la expectativa. Los dos estaban cansados, sudorosos, agotados por completo, pero aun daban pelea. El australiano quería demostrar que era de valía para el torneo, que no por nada era el debutante de la liga oceánica y de las islas del pacífico. Govert también quería demostrar lo suyo, aunque había demostrado su valía en los clasificatorios de Centroeuropa y no había quedado, había conseguido una plaza en los encuentros de exhibición.
—GOLPEALO AL ABDOMEN CON FUERZA Y EVADELO! —exclamaba su entrenador.
Algo que le daba ventaja a Dylan era su agilidad. De un salto, logra escurrirse de las garras de Govert, quien lo había arrinconado en un extremo de la parte superior de la jaula. Luego, y con manifiesta dificultad, el australiano se posicionó hacia atrás, evadiendo los golpes que el holandés le lanzaba. La corpulencia de Govert era evidente, y eso jugaba en su contra con respecto a las reglas del combate.
—IDIOTAAA, NO TE ENSARZES CON EL A GOLPES, PERSIGUELO! —decía el entrenador del luchador holandés.
Habían llegado a su punto límite. Eran ya dos horas completas de lucha, y la ingravidez los estaba agotando. Un último golpe… total, alguno tendría que caer.
—retiren la ingravidez —ordena el árbitro.
La ingravidez es retirada. Los dos caen rápidamente a la lona. Ambos están exhaustos, pero intentan sostenerse como pueden. Aun así, con las pocas fuerzas que le quedan al contendor flamenco, el oceánico lo taclea de forma brutal con las pocas fuerzas que le quedan. Los dos están sudorosos, cansados, agotados. Govert intenta levantarse más no puede. Dylan está arrodillado, pero aún se puede mantener en pie. El árbitro entonces se dirige hacia el australiano, eleva su brazo.
Dylan Mckennet, debutante por la liga del pacífico ha ganado el primer encuentro de exhibición del Hetalia Budokan año 1999.
Hotel Nishi-Ryusaku, distrito de Chiyoda.
Iván había conseguido la franquicia a un costo alto. El veneno de cobra del Cáucaso era efectivo, posiblemente le dejaría secuelas a Honda, pero eso no le importaba ya. Todo había salido tal y como lo había concebido meses atrás: envenenar a Kiku, obligarlo a firmar la cesión de derechos, y luego dejarlo vivir. Si Kiku moría, él se vería involucrado judicialmente en su asesinato, puesto que ya era de dominio público sus intereses por el conglomerado empresarial de la familia Honda, el Honda Group. Además, siempre estaba Sakura, podría manipular a Kiku a través de su hermana, manteniéndola en estado de continua vigilancia.
—señor… —dijo entonces uno de sus asistentes, un bielorruso de cabellos platinados y gélidos ojos púrpura. Era Andrei Arloskarov, su medio hermano bastardo, producto de un affaire de su padre. Su único defecto era sencillamente una especie de "amor desmedido", rayando en la enfermiza obsesión por Iván. Y eso para el euroasiático era demasiado aberrante, aunque la habilidad de Andrei era de miedo para las finanzas y la logística— tenemos los datos de los clasificados de este año.
—Excelente Andrei. Llama a Katiuska y a Edward —respondió el ruso.
—como usted diga, señor.
El bielorruso se retiró. Miró las fichas de los ocho clasificados, entre ellos cuatro debutantes, dos participantes por segunda vez, un campeón de tres torneos y el ultimo era quien le llamaba más la atención:
Liga del Norte de África: Farouk Al Harani (Túnez)
Liga de Sureuropa y oriente medio: Lovino Vargas (Italia)
Liga del Este de Asia: Kyrian Reehenapangi (Camboya)
Liga de Suramérica: Diego Andrés Sarmiento Perón (Argentina)
Liga de Norteamérica, Centroamérica y el caribe: Carlos Machado (Cuba)
Liga de las Islas del pacífico: Dylan Mckennet (Australia)
Liga de la Mancomunidad británica: Lester Howard Johnson (Bahamas)
Liga de Centroeuropa: Gilbert "Der Kaiser" Beilschmitchd (Alemania)
El último nombre era el que más consideraciones entraba a rebatir. Gilbert Beilschmitchd había roto todos los paradigmas del Hetalia Budokan, ganando seis torneos. Nadie dudaba que se ganaría el séptimo, el torneo de fin de milenio, incluso los analistas más suspicaces decían que el torneo había sido especialmente diseñado para el triunfo del Káiser. Todos los siete competidores restantes eran tenaces luchadores, lo habían demostrado en los clasificatorios de sus ligas.
—¿viste los perfiles de nuestros campeones, querido hermanito? —contestó la ucraniana.
Iván aspiró una de sus manos, inhalando esa sutil y dulce esencia que la rodeaba. La quería, y muchísimo, se decía que Ekaterinya Braginskaya era la adoración del ruso en un amplio sentido.
—los estoy analizando. —luego, le ordenó al estonio— Edward… necesito que me entregues el flujo de apuestas de este torneo, además del balance de apuestas de los seis torneos restantes que ha ganado el Káiser.
—c-como usted diga señor…
El estonio le entrega una carpeta con los estados de cuenta de las apuestas. Iván sonríe malignamente.
—las apuestas a favor del Káiser aumentaron dramáticamente entre los torneos de 1995 y 1996, exponencialmente a un 60 o 70% de la totalidad de apuestas —dijo entonces el contable— la cota más alta sin embargo está decantada a favor de este torneo.
—¿y el segundo lugar en afluencia de apuestas?
—después del "Káiser"… ha sido Sadiq Adnan, en el torneo de 1995 y Berwald Oxestierna en el torneo de 1997. —prosiguió el estonio— las apuestas entre Berwald y Gilbert llegaron a un punto de empate en los torneos de la segunda ronda del torneo del 97.
—interesante…
Káiser era carismático, controversial y muy hábil peleador. Su arrogancia no tenía parangón entre sus competidores, y era común que estuviese involucrado en muchos affaires. A pesar de todo, detrás del éxito de Gilbert "Der Káiser" Beilschmitchd, estaba su propio hermano menor, Ludwig. Había oficiado como su entrenador desde el inicio de la carrera de Gilbert en el torneo de 1993 en Bruselas. Luego, su prestigio aumentó en el torneo Budokan 98, celebrado en Edimburgo, en la finalísima contra Adnan. Los expertos decían que había sido uno de los combates más espectaculares en la historia de Hetalia Budokan, y sería el último torneo en el que Kentou Honda estaría presente, y con vida.
—vamos a poner en operación nuestro plan —dijo entonces Braginski— lo primero es dejar que Gilbert gane algunas cuantas peleas en primera ronda, pero con facilidades obvias en las reglas y los escenarios.
—¿no es muy riesgoso? —inquirió Ekaterinya— es como entregarle en bandeja de plata el título.
—obvio que no lo haremos,—respondió el euroasiático— lo que vamos a hacer a partir de la segunda ronda de combates, es dificultar las reglas y los combates. Eso aumentará las apuestas a niveles astronómicos a favor de Káiser y en contra de su contendor.
—claro, este es el torneo que todos han esperado por años. —dijo la ucraniana.
—es exacto. —prosiguió el ruso de ojos purpura— sin embargo, en el último combate, Káiser perderá.
Eso deja estupefactos a todos los presentes.
—e-eso,… e-eso es i-imposible señor! —exclamó el estonio notoriamente nervios— el K-káiser ha sido u-uno de los mejores luchadores del torneo Budokan… es imposible que alguien le gane!
—perderá este torneo, Edward. —dijo Iván— y si pierde, mis ingresos se cuadruplican en un 200%. Alteraremos todos los resultados, y cuando esté ya confiado le arrancaremos el título de entre sus manos.
Una sombría sonrisa se dibujó entre sus labios.
—enciende la tele, se me antoja ver las noticias.
El televisor es encendido, las noticias empiezan a darse a conocer.
En las últimas noticias económicas, Kiku Honda, presidente ejecutivo de Honda Group International, ha anunciado la cesión de los derechos de franquicia de "Hetalia Budokan" al conglomerado Braginski Corporation, propiedad del controversial oligarca ruso, Iván Braginski.
Era increíble como las noticias llegaban a oídos de la prensa.
De acuerdo con las declaraciones de Minatsu Taeda, portavoz oficial del Honda Group, la cesión de derechos de la franquicia no afectará a las empresas del grupo empresarial japonés, aun así, después del anuncio de cesión de derechos las acciones de Honda Group International han registrado un dramático descenso de 12.5% por debajo de su valor comercial en las bolsas de Hong Kong y Yakarta. Por su parte, Braginski corporation ha registrado un ascenso de 8.5% del valor de sus acciones en el mercado asiático".
Era evidente que todo era una estrategia publicitaria que minaba la credibilidad del Honda Group. Era tal vez demasiado predecible la cercana bancarrota del otrora poderoso conglomerado comercial. Solo era cuestión de tiempo, pero por lo pronto sus preocupaciones giraban alrededor del buen desarrollo del torneo.
"otra declaración de Minatsu Taeda ha girado alrededor de la organización del torneo de este año, el conocido "torneo de fin de milenio". De acuerdo al portavoz, la programación y logística de todo el torneo correrá a cargo de Honda Group International, a razón de ser el primer torneo en el que no se contará con la presencia del padre fundador del torneo Hetalia Budokan, el señor Kentou Honda. Su hijo, Kiku, se ha negado totalmente a dar declaraciones al respecto de la cesión de la franquicia, lo mismo que la señorita Sakura Honda, su hermana menor".
—eso cambia las cosas, querido hermanito —exclama la ucraniana.
—que Honda planee su espectáculo de despedida… con o sin su presencia, pondremos en ejecución el plan.
1 Especie ficticia. No existe, aunque se puede decir que sus efectos equivaldrían al de una cobra real india.