Aclaración: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima.


Capítulo 1: La mansión maldita

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En un pueblo pacífico, a las afueras de la ciudad de Magnolia, las cosas siempre habían sido fáciles y los aldeanos podían vivir tranquilos.

El lugar tenía un sustento económico en el comercio, y la cadena de negocios que había en las calles principales del sitio eran propiedad del mercader Jude Heartfilia. El hombre dedicaba la vida a su trabajo, y la que enfrentaba la soledad era su hija: Lucy. Ella estaba cansada de pasar los días encerrada en su hermosa casa, y recordar a su madre en cada rincón. Hacía tiempo que caminaba un rato para despejarse.

El cielo era particularmente rosado ese día, y unos rubios y largos cabellos danzaban con la suave brisa que corría en ese atardecer. Su ligero vestido, del color de ese bello firmamento, se mecía de la misma forma.

— ¿Ya se va, hime? —Preguntó curiosa una criada desde el jardín de los Heartfilia.

—Sí, Virgo, nos vemos después. —Saludó sonriente ya encaminándose a la calle principal del pueblo.


—Buenos días, Lucy-sama. —Escuchó detrás suyo y volteó para ver a un apuesto joven que rápidamente reconoció.

—Hibiki, ¿cómo estás? No me digas así, sabes que tenemos confianza. —Explicó humildemente.

—Lo siento, es sólo que todos aquí te respetan mucho por ser la hija del jefe. —Sonrió ampliamente. — ¿Sabes? Por la aldea está creciendo un rumor. —Le comentó acercándose al oído de ella para que nadie escuchase en ese lugar transitado.

— ¿En serio? ¿Esta vez es real o es otra historia de los libros de tu biblioteca? —Preguntó con los brazos en la cintura, riendo por las travesuras de su amigo.

—No, no. Esto realmente te interesará. Es… Es sobre Layla-sama. —Dijo con voz triste al finalizar la oración.

La rubia retrocedió de inmediato. Hacía años que ella había fallecido inexplicablemente. Su muerte era todo un misterio y Lucy era muy pequeña en ese entonces. Su padre tampoco le hablaba del tema. Bueno, en realidad ni siquiera le hablaba.

— ¿Mi madre? ¿Cómo lo sabes? —Inquirió ella, con temblor en su voz.

—Bueno, los viejos del lugar saben algunas cosas. Pero, ciertamente es difícil que dijeran algo, porque, por lo que escuché, el rumor gira en torno de la mansión de la colina…. —La de ojos chocolate pudo notar el nerviosismo del rubio al mencionar esto.

Ciertamente, la aldea era un sitio tranquilo. Pero a veces los pueblos esconden profundos secretos, cosas que todos quieren olvidar….

—E-Estás diciendo… ¿La mansión maldita? Ni siquiera se habla de eso aquí. —Comenzó Lucy a analizar, con temor.

—Sí. Por lo tanto, no sé nada más que eso. Pero, nadie ha vuelto allí en mucho tiempo. Es que hay historias tenebrosas sobre ese lugar, dicen que está embrujado y que se han visto criaturas horribles. —Explicó desplegando la información que tenía sobre ello.

—Sí. Pero también leí que nunca nadie logró entrar. —Soltó mirando hacia el suelo y cerrando sus puños. Lo poco que sabía de esa mansión era gracias a algunas cosas que había podido leer.

—En realidad está prohibido. ¿Sabes? No sé qué pasará allí, pero, Lucy… Es peligroso, no deberías ir. —Dijo él preocupado, posando una mano en el hombro de la chica. —Sólo sé que tu madre estaba interesada en la mansión, pero realmente nadie la hubiese dejado ir allí. Pensaba en buscarte libros sobre eso.

—Sí, está bien. —Luego de un rato, ella le sonrió para tranquilizarlo. —No te preocupes, sólo me gustan las historias. —Repitió como todos los días le decía al pedirle libros prestados a Hibiki. De hecho, por eso eran amigos.

Lo único que tenía Lucy en su vida eran las páginas de los cuentos que podían transportarla a otros mundos. Su soledad siempre le dijo que todo aquello era en verdad real, y que un buen día ella encontraría la magia que buscaba.


La noche llegó muy rápido al pueblo, y en la casa de los Heartfilia, la joven comía sola otra vez.

Las velas agitaban su flama por el viento que ingresaba por las ventanas, y Lucy se encontraba perdida en sus pensamientos.

Finalmente, cuando el reloj marcó las doce y los sirvientes ya no estaban por allí, su figura cruzó la puerta de entrada, cubriendo su rostro con la capucha de su capa blanca.

—Lo siento, Hibiki. —Soltó al irse de allí por el camino contrario al centro del pueblo, y con mirada decidida dio pasos seguros, siendo seguida por la blanca luna llena de esa noche.

Luego, lejos de todo lo que había caminado alguna vez, vio aquel edificio negro. Era gigante y magnífico, y no podía distinguir si había algo adentro. Ciertamente, debía atravesar una gran muralla con rejas altas, de picos.

—Bien, Lucy. Esto es por mamá.

Tomó coraje antes de trepar aquel sinfín que la separaba de una pista importante en su vida. Sin embargo, cayó del otro lado con fuerza al perder el equilibrio y, tomándose con una mano de uno de los picos, se cortó la palma de lado a lado.

Evitando unas lagrimitas y reprimiendo un grito, se dijo a sí misma que eso no era nada antes de correr apresurada hasta llegar a la puerta gigantesca de metal que poseía aquel fuerte.

Ni siquiera quería darle un vistazo al "jardín" adornado por horribles estatuas de mujeres de piedra que parecían demonios, además de los árboles retorcidos y el pasto crecido y oscuro.

Respirando hondo, mantuvo los ojos cerrados para llamar a la puerta con su mano sana, pero tuvo que abrirlos al escuchar que ésta se abría de repente. Así, miró por la hendidura que se formó, y con temor ingresó.

— ¿H-Hola? ¿Hay alguien aquí?

El silencio era todo lo que reinaba allí, y se adentró más pese a la oscuridad. Pero, antes de que pudiese volver a preguntar, sintió que algo la tomaba del brazo.

Lucy dio un salto y dirigió su mirada allí, viendo en penumbras la silueta de una mujer que la miraba de forma tenebrosa.

— ¿Quién eres? ¿Cómo entraste aquí? —Escuchó la voz de aquella como si se encontrara lejana y distorsionada, como dentro… ¿del agua, quizás?

—P-Por favor, discúlpeme, la puerta estaba abierta…. —Decía casi en un susurro la rubia.

—T-Tú… Kana nos adivirtió sobre esto. Juvia no pensó que de verdad alguien lograría entrar a la mansión. —Con la poca luz que ingresaba, Lucy distinguió los cabellos y ojos azules de la muchacha que estaba frente a sí.
—L-Lo siento, sé que está prohibido el ingreso. —Heartfilia temblaba, particularmente en el agarre que mantenía la peliazul.

—No. Tú no entiendes. Es que… En realidad nadie puede, literalmente, entrar. —Explicó, dejando confundida a la de ojos chocolate. —Eres la primera persona que entra aquí… En diez años. —Ahora Lucy y la misteriosa joven estaban atónitas.

—Oh, pe-pero, ¿por qué? —Se tocó el cabello, nerviosa.

—Un campo de fuerza no deja entrar a nadie. —Explicó rápidamente, mientras miraba hacia todos lados. —Ven, sigue a Juvia. —La rubia asumió que ese era el nombre de su nueva… ¿amiga?

Luego de un rato de caminar en la oscuridad, la peliazul hizo entrar a Lucy a una gran sala antigua, la cual tenía miles de velas encendidas.

Juvia paró en seco y miró a la rubia de forma seria.

—Yo… Soy Lucy. —Soltó aún con miedo, extendiendo su mano no herida.

—Juvia Loxar. —De repente, la muchacha sonrió y tomó la mano que le ofrecía. Sólo en ese instante el tacto entre ambas hizo notar a Lucy que Juvia estaba… ¿mojada? —Juvia cree que tú eres la que vino a salvarnos. —Explicó contenta.

— ¿Salvarlos? ¿De qué? —La rubia escuchó un ruido en esa habitación y dio un paso hacia atrás, expectante.

—De la maldición. —La voz de un niño, de cabello violeta oscuro, se hizo presente detrás suyo, y al girarse lo vio. Tenía un cierto perfume… como a quemado. —Yo también lo creo. —Dijo serio.

—Y yo, Lucy-san. Siento haber escuchado la conversación con Juvia-san, pero las corrientes de aire me alertaron sobre un intruso. —Al sentir una brisa, la rubia notó que una niña, de cabello azul atado en dos coletas altas, se hacía presente.

—No logro entender bien qué está sucediendo. —Explicó alterada Heartfilia.

—Bueno, hace diez años una maldición nos aprisionó aquí. —Comenzó la mayor, mirando triste el lugar. —La mansión fue antiguamente un refugio para personas que no teníamos a dónde ir. Pero, un día algunas cosas ocurrieron…Y un maleficio afectó a todos. Por eso Juvia es la mujer del agua. —Sonrió con ojos de profunda nostalgia y angustia.

Lucy creía estar alucinando, seguramente el golpe que se dio antes de entrar la había desmayado y ahora estaba soñando… ¿No?

—Yo soy Wendy, y a mí me afectó el viento. Él es Romeo, y su problema es con el fuego. —Explicó la niña dulcemente.

—Nadie más ha podido entrar aquí. Por eso creemos que tú debes ser la que nos salvará. —Se acercó el niño a la rubia, con esperanza.

—Pe-Pero yo no sé nada sobre esto. —Comenzó Lucy, aún procesando lo que sucedía.

—Por favor… Debes intentarlo. Por algo estás aquí. Por favor…—Rogaba Juvia tomándola de las manos, haciendo que la rubia sintiera cómo era casi agua ese tacto. —Si alguien no nos ayuda… Terminaremos convertidos totalmente en esto. Desapareceremos…. —La voz de la joven se iba apagando al pronunciar esto, y el sollozo de la niña le partió el corazón a Lucy.

—Yo… No sé por qué estoy envuelta en esto, pero… Si puedo hacer algo, lo haré. —Los orbes cafés de ella mostraron decisión al sostener con fuerza el agarre de Juvia, dándole ánimos.

La peliazul mayor sonrió, pero sus ojos se abrieron inmensamente al notar que unas gotas rojas caían de la mano de Lucy.

—E-Estás sangrando…. —Dijo estupefacta Loxar.

—Oh, ¿esto? No es profunda, fue recién. No tienes por qué preocuparte tanto por eso. —Lucy no entendía la cara de pánico de su nueva amiga, hasta que un fuerte sonido se escuchó cerca.

Wendy rápidamente movió sus brazos y con una ventisca apagó las velas del lugar. Por otro lado, Romeo tomó de improvisto la mano de Lucy y cerró dolorosamente su herida con fuego, mientras Juvia envolvía el lugar en agua para que se calmara y no gritara.

La puerta de la sala se abrió de par en par y un joven ingresó allí.

El ambiente quedó sumido en una tensión que podía cortarse con tijera, y Juvia y los dos niños se pusieron delante de Lucy, tratando de taparla.

—Díganme una cosa…—La voz de aquel chico estremeció la espalda de la rubia. —Ustedes… ¿Me toman de imbécil? —Dijo calmado.

—P-Por supuesto que no, Lord. —La voz de Juvia se cortaba como si fuese agua salpicada.

—Entonces deberían saber que mi olfato sigue detectando la sangre que viene de aquí. ¿No creen? —Preguntó aún tranquilo.

—N-No sabemos de lo que está hablando, Lord demonio. —Dijo con un poco de seguridad Romeo.

Una carcajada maléfica se sintió en la habitación.

— ¿En serio? No me digan… Entonces, supongo que tampoco saben QUÉ ES ESTO. —Gritó y Lucy vio todo en un segundo: cómo llamaradas salían de las manos de aquel extraño, generando que las velas volvieran a encenderse; y cómo bruscamente su barbilla había sido tomada por él, sintiendo el viento que había levantado la gran capa negra que tenía puesta.

—Ellos no tienen la culpa de nada. —Dijo Heartfilia cerrando los ojos con fuerza, pero al no recibir respuesta los fue abriendo lentamente.

Dos orbes verdes y oscuros miraban los suyos directamente, con completo odio, y una respiración profunda emanaba del subir y bajar del pecho de aquel chico. Luego de un momento, Lucy dirigió su mirada al extraño cabello rosado que poseía aquel ser maligno, adornado por dos cuernos demoníacos.

— ¿Cómo diablos entraste aquí? —Preguntó de repente, haciendo que ella de nuevo lo mirara a los ojos.

—L-La puerta estaba abierta. —Titubeó al responder, y él dio una media sonrisa, con sorna.

—Juvia. —Mencionó en forma de exigencia, aún sin despegar los ojos de los de Lucy.

—Sí, Lord Dragneel. Verá, Juvia cree que ella es la persona que Kana adivinó con sus cartas que llegaría. —Explicó gesticulando con sus manos, nerviosa, y con gotas que derramaba en el suelo al hacerlo.

—Ya veo. —Soltó simplemente.

—Nosotros creemos que ella es quien va a salvarnos. —Acotó Wendy, y el pelirrosa la vio por la rabilla del ojo.

—Sí, ya que en la profecía decía que esa persona cambiaría todo. —Se animó a decir Romeo.

—Oh, sí, muy bien. Significa que podremos volver a creer en las cosas buenas, ¿verdad? —El tono del ojijade era sarcástico, y su risa sólo denotaba burla.

El silencio se adueñó del lugar.

—J-Juvia cree que no está mal creer un poco…. —Dijo con timidez.

—Muy bien, Juvia. Muy bien. —Dragneel soltó a Lucy y caminó lentamente por la habitación. —Creamos entonces, creamos de nuevo en la magia, en que el amor nos va a salvar… Creamos otra vez en que este lugar es Fairy Tail. —Rio mostrando dos filosos colmillos.

—N-No, nosotros no hemos dicho eso…—Se quiso excusar Romeo.

— ¡No, por favor! Ustedes no han dicho nada, sólo creen en las hadas todavía. —Dio un fuerte paso de repente, acercándose a ellos cuatro, con una cara tenebrosa. —Si vuelven a decir una estupidez como esa creeré que nunca me juraron fidelidad. Esto no es una historia de amor, nosotros somos demonios y moriremos como tales. —Dijo en un tono aterrador, y sus tres súbditos se arrodillaron temblando, haciéndole reverencia.

Lucy, aunque con miedo, le hizo frente de repente.

—No sé quién eres, ni sé la historia de ustedes. Pero yo… Yo juré que haría algo para ayudarlos. —Afirmó cerrando sus puños con fuerza y viendo con decisión al demonio que tenía delante.

—Ya veo, princesa. —Se burló. —Me presentaré entonces. — Le sonrió sarcástico y se acercó a ella. —Estos inútiles me llaman Lord Dragneel, pero tú puedes decirme Natsu. — Tomó un mechón rubio entre sus dedos, intimidándola, pero Lucy no flaqueó.

— ¡No estoy jugando! —Gritó, dándole un golpe a la mano del pelirrosa.

—Oh, ya veo, ya veo. —Su cara ahora era seria. — ¿Sabes? No sé quién mierdas te crees que eres, pero aquí las reglas las pongo yo. —Le dijo bajito al mismo tiempo que chasqueaba los dedos, haciendo que Juvia, Romeo y Wendy se levantaran. —No sé por qué crees que estos son tus amigos, porque hasta donde yo sé, que tú seas un cambio no significa que sea bueno. Todos los cambios que nosotros vivimos fueron transformarnos cada día más en estas cosas. —Explicó serio, mientras Lucy observaba cómo los tres chicos de atrás veían el suelo con tristeza.

—Si creen eso, nunca van a salvarse…. —Soltó preocupada la rubia.

Natsu comenzó a alejarse, y al escuchar esto, la vio por encima de su hombro, con desprecio.

—No necesitamos tu lástima. —Soltó con rabia antes de desaparecer el pelirrosa.

La rubia vio hacia sus tres anteriores camaradas, quienes se acercaban peligrosamente a ella, sosteniéndola finalmente con fuerza.

—Perdónanos, Lucy-san…—Dijo Wendy, triste.

—Juvia lo siente. —Lloraba la joven.

—Lucy-nee…—Romeo ni siquiera pudo mirarla. —Natsu nos obliga a castigarte. Las consecuencias siempre son terribles si no lo obedecemos….

Sus ojos chocolate se abrieron repentinamente, atónita ella ante lo que escuchaba.

—Ch-Chicos…—Pronunció al borde de las lágrimas.

—Prometemos que será lo más rápido posible. —Aseguró Wendy mientras la alzaba con viento hacia arriba y Juvia la envolvía en una esfera acuática hasta quedar inconsciente.


Lentamente, sus ojos se abrieron. Aún estaba en ese lugar, y todavía era de noche. Sin embargo, no sabía cuántas horas había estado ahí tirada en aquella sala vieja.

Cuando se incorporó, notó que tenía quemaduras en el cuerpo.

—Romeo…. —Entendió. —Yo… No puedo seguir aquí…. —Desesperada, se levantó como pudo y corrió. Agradeció no encontrarse a nadie al pasar por la entrada principal, y supo que sólo debía caminar derecho como había pasado al ir con Juvia en la oscuridad.

Lucy atravesó rápidamente la puerta de metal y el jardín, pero cuando quiso acercase a las rejas, algo no la dejaba. Lo intentó otra vez, y no funcionaba.

No podía salir, hiciera lo que hiciera, no podía salir.

Se agarró la cabeza con ambas manos, y se tiró al suelo al comenzar a llorar. Aquello era una pesadilla, un mal sueño eterno del que no podía escapar.

Su cuerpo se tensó al sentir un fuerte golpe, y alzó la vista viendo como dos portones de metal de abrían de par en par: allí estaba él, viéndola a lo lejos. No podía distinguirlo, pero Lucy sabía que Natsu estaba riéndose de ella.

Como si estuviese a su lado, escuchó el grito que el dio:

— ¡Bienvenida a Demon Horn! —Y las puertas volvieron a cerrarse fuertemente, seguidas por el sonido de una risa malévola.


Continuará...

¡Hola, amigos de fanfiction! :D Hoy se me ocurrió esto y quise ponerlo por acá a ver si gustaba. Tengo varias ideas ya para este fic y me gustaría saber qué pensaban ^^

Siempre quise hacer a un Natsu medio malvado, creo que le queda bien. Bueno, sin nada más, ¡nos vemos en el capítulo dos!

Gracias a todos~