¡Yahoo gente sensualona! ewe Les traigo un nuevo fic Riren, pero no es yaoi nwn, en esta historia Eren es mujer.
Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin que uso en esta historia no son míos, sino de Hajime Isayama, repito no son míos.
PD: Saben, busque mucho por cual nombre poner para Rivaille, que también es llamado Levi, quede confundida al 100 Dx, en algunos lugares decían que era Levi y significaba renacimiento, en otros que Rivaille significaba eso, así que quedé súper confundida, así que le puse Rivaille ya que ya lo había escrito así y me daba flojera cambiarlo eweU.
Aclaraciones: Este fic ocurre mediados de la edad media. Ahora sin más que decir espero que disfruten su lectura nwn.
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Cuenta la leyenda que hace mucho, pero mucho tiempo en la antigüedad Dios mandaba a la tierra a algunos ángeles con una importante misión, proteger a la creación que más amaba. Él sabía que el mundo estaba lleno de pecado y no soportaba la idea de dejar desprotegidos a los seres humanos, así que tomó la decisión de mandar cada cierto tiempo a unos cuantos ángeles.
Los ángeles eran encomendados a su misión, y bajaban a la tierra, ellos ayudaban con pequeños milagros a la gente, y así mantenían la fe hacía Dios... Pero estos seres también caían ante algunas criaturas bondadosas que había en la tierra, naciendo la relación ángel y humano.
Pero los ángeles no eran los únicos que iban a la tierra, por cada ángel que bajaba, un demonio subía hacía la tierra, era la equivalencia que existía desde hace miles de año.
"todo lo malo tiene algo de bueno y todo lo bueno tiene algo de malo..."
Los demonios conducían a pecar... juegos de azar, prostitutas, robo... etc. Estos eran criaturas lujuriosas que se enrollaban tanto con humanos que con los de su misma especie...
Cierta pareja de demonios que admiraban como el estómago de ella crecía desde hace 9 meses que pronto dejaría salir a un bebé...
Ella empezó a sentir las contracciones y así comenzó el proceso de parto. Luego de unas horas nació un hermoso bebé peli negro...
-Es un niño... -Pronuncio una voz masculina.
-¿Ah, sí? -pregunto una voz femenina algo cansada e indiferente- ¿Cómo le pondremos?
-Rivaille no estaría mal.
-Eso significa renacimiento, si no me equivoco...
-Ese día que quedaste embarazada había renacido la pasión y la lujuria entre los dos- Contesto él con una sonrisa.
-Cómo olvidarlo- pronuncio ella mientras relamía sus labios y los dos se largaban a reír.
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Diez rápidos años pasaron, aquel bebé ya era un hermoso niño.
Se podía ver con claridad como su madre le hablaba y el escuchaba atento sus palabras pero en su mirada demostraba indiferencia.
-Cómo puedes ver... tu padre se largó con una zorra -Pronunciaba ella soltando veneno con cada palabra.- Pero no lo culpo, está en nuestra naturaleza el ser infiel, mi pequeño... ya estás grande, ya puedes cuidarte solo, esto es un adiós, viajaré por el mundo con mi nuevo amante y pido de todo corazón que nunca nos encuentres... -Ella beso la frente del chico- Toda la fortuna que hicimos aquí la tendrás tú, adiós hijo- Finalizó ella con suma elegancia, para luego abandonar la casa.
El pequeño Rivaille se quedó unos momentos quieto, luego decidió ir a dar una vuelta por el pueblo, nunca había salido de paseo solo, los únicos viajes que hacía era acompañando a aquel hombre que era su padre al lugar de las prostitutas y no era algo que quisiese recordar.
Paseo por el pueblo mirando todo con su mirada de indiferencia, pero por dentro estaba en un estado de asombro, nunca había visto un lugar tan lleno de vida, su casa era un lugar sombrío y solitario.
Algo que más le llamo la atención fue un puesto de flores, habían de muchos colores, tamaños y formas era una vista hermosa. No sabía cuánto tiempo había estado de pie ahí observando, pero cuando se percató había una mujer con un abultado estómago observándolo.
-¿Te gustaron las flores pequeño? –Hablo la mujer, mientras sobaba su estómago y le sonreía.
El sólo asintió.
La amable mujer saco un clavel blanco que tenía y se lo obsequio, pero cuando él tocó la flor esta se marchito.
Rivaille pensó que la mujer le miraría horrorizada, pero cuando la miro a su rostro su expresión demostraba piedad, compasión. El sólo la miro sorprendido.
-Jeje no tengo miedo de ti pequeño –Hablo mientras sonreía- Se lo que eres, pero sabes no somos tan diferentes de los humanos, todos tenemos emociones, lo único que nos diferencia de ellos es que ellos son más débiles…
-¿Tu eres un ángel? –preguntó.
-Así es pequeño, mi nombre es Karla –contó la mujer.
-¿El padre del bebé también es un ángel? –preguntó el con curiosidad.
Ella negó con la cabeza- Su padre es un humano –Contesto.
-Ya veo… -Guardo un rato silencio y luego prosiguió- ¿Eso es pecado?
-No, Dios sabía que cosas así pasarían así que nunca prohibió la relación ángel y humano.
-Entiendo.
-Oh, jeje –Rio la mujer mientras daba palmaditas a su estómago- Dio una patadita –Rivaille sólo la observaba, hasta que ella estiro su mano- Ven, toca. –Dijo en una sonrisa.
El tímidamente tomo su mano con miedo no le gustaría hacerle lo mismo que le paso a la flor por tocarla.
-No tengas miedo, no me pasará nada –Dijo esta en un sonrisa, el confió en ella ya que era un ángel.
Cuando deposito su mano en el estómago de ella, sintió como pegaba las pataditas el bebé. Retiró la mano nervioso.
-¡JaJaJaJa! –rio Carla de una manera tan dulce que Rivaille quedo mirándola sorprendido, nunca había escuchado algo similar.
-Será un buen niño con tan buena madre- Dijo él.
-Sabes… en realidad, no me queda mucho en este mundo, y tengo miedo de que nadie pueda cuidar a mi nena –Susurro.
El sólo la miraba expectante, preguntándose "¿Cómo le podría quedar poco tiempo a una criatura de los cielos?"
-Pero, está su padre, ¿verdad? –Pregunto el niño.
-Esto es un secreto, pero tampoco le queda mucha vida por delante, aproximadamente… 10 años.-Dijo Carla casi en un susurro.-Sé que no entiendes el por qué me queda poca vida, sabes… los ángeles que venimos directamente del cielo no teníamos un cuerpo físico, así que Dios nos hizo uno, pero no era perfecto… cuando quedásemos las mujeres embarazadas en la tierra nuestro bebé absorbería toda la energía de este cuerpo terrenal y cuando el bebé naciese, nuestro cuerpo descansaría y así nuestra alma volvería al cielo.
El chico guardo un momento silencio hasta que decidió hablar.
-¿Por qué me cuentas todo esto?
-Iré directo al grano, yo quería pedirte si es que tu podrías cuidar a mi nena…-Dijo- Sé que es algo de improvisto, pero necesito buscar rápidamente a alguien para que la cuide, además… tu eres diferente a los demás demonios…
-*Así que es una niña*- Pensó- ¿Diferente? –preguntó este incrédulo.
-Sí, en ti no percibo maldad en el alma…-dijo con una leve sonrisa.
-Está bien… -Susurro.
-Gracias –Sonrió la mujer, pero luego el rostro se le des configuró- Aght- Dijo ella mientras se retorcía de dolor- ¡Q-Querido! –Grito ella.
-¿Qué pasa amor? –Dijo él mientras salía de la tienda con unas plantas en mano.- No me digas… ¡¿El bebé?! –Ella solo asintió sonriendo levemente.- ¡Oh, por Dios! –Gritó el mientras la tomo en sus brazos y la hizo entrar a su tienda/casa.- ¡Espérame aquí! -Volvió a gritar- ¡Traeré al doctor! –Finalizó mientras salía corriendo de la tienda.
-¡Jaja! querido por como estoy no puedo ir a ningún lado… –Dijo para ella misma mientras soltaba unas leves carcajadas acompañadas de dolor.-Ven -Dijo ella invitando a Rivaille a entrar a su casa.-Toma asiento- Le ofreció está apuntando a un banquito a su lado.
No paso mucho para que Grisha, el esposo de Carla, llegara con el doctor.
Pasaron las horas, y el fin el parto llego a su fin, fueron unas horas de agonizante dolor, pero eso no le importaba a Carla, ya que pronto tendría a su bebé al fin junto a ella y esa era la gratificación más hermosa que pudiesen darle, el ser madre y conocer a tu hijo/a aunque sea por unos leves momentos.
Cuando al fin salió la bebé del interior de Carla, un llanto inundo la habitación.
-Carla, tus presentimientos tenían razón, es una niña –Dijo feliz mientras sus ojitos se inundaban de lágrimas pero las contenía.
-Permíteme verla, por favor…-Dijo débilmente Carla, mientras estiraba sus brazos para recibir a la nena.
Grisha le paso a la pequeña, y ella con la poca fuerza que le quedaba la agarro suavemente y dulcemente a la vez, beso su frente y le susurro unas palabras de amor, lloró de la emoción y agradeciendo al cielo por dejarla tocar a su bebé y besarla, fue cerrando poco a poco sus ojos, mientras aun sonreía, su respiración cada vez se volvía más lenta y pausada, pero aún tenía esa sonrisa. Rivaille sabía que eso significaba sólo una cosa… ella había vuelto al lugar donde pertenecía… Es decir, había vuelto al paraíso… junto a Dios.
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