Hola me había olvidado de subir el final, aquí se los dejo espero haya sido de su agrado esta historia aunque corta me gustó escribirla...

El silencio inundaba el vagón del tren, en el cual se encontraba Ciel y su esposa ambos miraban por la ventana mostrándoles un hermoso pero frío paisaje.

-Ciel, ¿Cuánto falta para llegar? Preguntaba la joven buscando iniciar conversación con Ciel quien le dirigió la mirada de inmediato al escuchar su voz.

-Poco, en unos minutos llegaremos... Respondió el conde con amabilidad regalándole una pequeña sonrisa a Lizzy.

-Ya veo... Ciel prometo que me convertiré en la esposa que deseas, Dijo la joven muy decidida en su mirada se le notaba muy segura, sorprendiendo al conde por esa aclaración tan repentina, toda la mañana se la había pasado muy callada y melancólica,

-No digas eso, eres la esposa que deseo, solo necesito tiempo... Hablaba Ciel con una amable sonrisa fingiendo que aquello era verdad, aunque era algo que no ocurriría jamás por mucho tiempo que pasara, su corazón y cuerpo tenia dueño pensaba Ciel pero por ahora debía vivir de apariencias.

-Te esperare Ciel, te esperare... Con una sonrisa optimista susurraba la joven pero que Ciel escuchó con claridad, a pesar de todo era triste escucharla hablar así, pues la realidad era que su espera seria en vano, el joven sonrió asintiendo con la cabeza en ese momento el tren se detuvo habían llegado a su destino, levantándose tomaba de la mano a su esposa para salir.

-Joven amo, ya hemos llegado. Dijo Sebastian con su peculiar sonrisa topándose con la pareja que salía del vagón, notó como Ciel tenía sujetada la mano de ella, llenándolo de celos disimulándolos por completo, pero el joven sabia cuando su demonio era celoso, su mirada lo delataba lo conocía demasiado bien, aun cuando sabía que él le pertenecía en todos los ámbitos posibles no entendía el porqué de los celos de Sebastian, suponía que era posesivo en su calidad de demonio. La pareja seguia al demonio que los encaminaba a la salida del tren, Sebastian sentía una extraña mirada detrás de él cuando con su reloj se aseguraba de ver la hora en el reflejo notó que no era su Ciel quien le miraba pues él miraba para otro lado, era la mirada fija de Elizabeth en él, no era buena vibra aquella mirada parecía de coraje, el demonio solo arqueó la ceja y siguió su camino.

-Hermoso lugar... exclamó la joven animada viendo la elegante y confortable residencia a la que habían llegado en medio del campo a unos metros una colorida y hermosa ciudad. Ciel y Sebastian se sentían aburridos ese lugar hubiera sido hermoso si solo estuvieran los dos, pensaban, como habían acordado Ciel y Lizzy dormirían en habitaciones separadas por semanas para evitar tensiones por lo menos eso consolaba a los amantes. Por el día paseaban por la ciudad visitando restaurantes, tiendas y demás atractivos turísticos, haciendo medio soportable la situación que vivían Ciel y Sebastian, por las noches era un disfrute para ellos cuidadosamente siempre buscaban la madrugada para saciarse o solo para dormir juntos como ya estaban acostumbrados. Así pasaron esa tediosa semana de supuesta luna de miel, sabían que al llegar a la mansión podían manejar mejor la situación ya que Ciel pondría pretextos por trabajo o cualquier cosa que se le ocurriera para mantenerse distante de ella, pero Sebastian podía sentir como la esposa de Ciel, esa joven que antes era amable con él ahora lo trataba fríamente, y no era que le importaba simplemente no quería que comenzara a sospechar. Pasaron varias semanas de tensa convivencia, dos amantes que se escondían para amarse, y una joven cuyo corazón se llenaba de amargura y resentimiento.

-Cariño... Debo preguntarte algo... Dijo Sebastian con una sonrisa agachándose frente a su amo, como cual perro fiel fijaba su mirada cariñosa a Ciel, estando los dos encerrados en el despacho.

-Dime... Dijo Ciel con ternura se embelecia cuando Sebastian se mostraba tan sumiso mientras le acariciaba con suavidad el sedoso cabello negro del demonio.

-Creo que tu amada esposa sospecha de mí, cuando estas tu finge que es amable conmigo pero si tu no la ves me lanza unas miradas acusatorias, no me molesta eso, es más me da lo mismo pero eso podría interferir en nuestros planes. Hablaba Sebastian con seriedad mientras el acariciaba las piernas de su amo por debajo de sus pantalones largos.

¿-Es en serio? ¿No serán ideas tuyas? Decía Ciel con duda.

- soy un demonio, Ciel... Conozco muy bien las intenciones y emociones negativas de los humanos, Respondía Sebastian con seriedad

-Si bueno es verdad... pero ella no me ha insinuado nada con respecto a ti, tal vez solo esté celosa de que pase más tiempo contigo que con ella. Hablaba Ciel acariciando el delicado rostro de su demonio para relajar su rostro.

-¿Cuánto más soportaremos esto? Exclamaba Sebastian con algo de desespero no le agradaba nada la idea de compartir a Ciel, aunque no era en si un compromiso pues el joven siempre ignoraba a su esposa pero era amable con ella.

-Paciencia, mi demonio... Paciencia. Aún es muy pronto... Dijo Ciel con una sonrisa tratando de animar a su mayordomo.

-Tu solo da la orden y yo la cumpliré... Recalcó Sebastian tomando entre su mano el mentón de Ciel acercándolo a su rostro con cariño.

-Siempre tan leal mí amado Sebastian... No creo que sea buena idea hacerlo aquí, ella está en la otra habitación tomando te... Exclamaba Ciel al sentir como las traviesas manos de su mayordomo una se colaba por debajo de su camisa acariciando su pecho y la otra desabrochaba su pantalón mientras su boca besaba desesperado su cuello.

-Seré silencioso lo prometo, nuestras bocas estarán ocupadas que no saldrán ningún ruido de ellas. Aclaraba Sebastian tomando con fuerza los labios de su amo en un pasional beso que disfrutaban ambos con extrema delicia. El demonio lo levantaba para sentarlo sobre el escritorio y tomarlo allí, estaban extasiados en el calor del momento y sus prendas se desprendían de a poco.

-Hazlo rápido... Ahhh... Susurraba el conde cediendo por completo a su demonio que siempre sabía cómo seducirlo, cuando de repente escucharon tocar la puerta y alguien parecía querer abrirla.

-Maldición... Dijeron los dos en un murmullo al escuchar la puerta sonar, levantándose acomodaron de mala gana sus prendas volviendo a la escena normal de amo y mayordomo.

-A eso me refiero, no puedo amarte en libertad... Exclamo el demonio un poco irritado por la interrupción, mirando mal a Ciel que solo desvió la mirada.

-No te enojes conmigo... Murmuró frunciendo el ceño, mientras veía a su demonio abrir la puerta.

-¿Por qué la puerta estaba con seguro? Decía Elizabeth con seriedad mientras se dirigía dónde estaba sentado Ciel.

-Sebastian tenía que mostrarme una prueba importante de un caso que seguimos no queríamos que nadie la viera, ¿Algún problema con eso? Respondió el joven también con seriedad

-No, solo... nada... Venía a decirte que iré mañana a visitar a mis padres regresare al día siguiente, ¿no te molesta? Respondía la joven desviando la mirada.

-Bueno ya lo decidiste, soy un esposo comprensivo. Dijo Ciel con una sonrisa para calmar un poco la tensión entre ellos el mayordomo solo observaba la escena.

-Solo quería decírtelo, Dijo la joven caminando hacia la salida del despacho de su esposo sin dirigirle la mirada a Sebastian.

-Lo ves, no son ideas mías... Dijo Sebastian acercándose a Ciel.

-Eso parece, y yo que te creía loco... Respondió el conde con el ceño fruncido, pues era un asunto muy serio.

-¿Loco? Loco de amor por ti... Exclamó Sebastian dando una vuelta señalando a Ciel con sus manos, el conde solo desvió la mirada algo avergonzado al ver hacer el ridículo a su amante, pero en el fondo le parecía muy adorable aunque nunca lo admitiría.

-Eso es muy ridículo... Decía Ciel ocultando su sonrojo al ver que Sebastian no dejaba de señalarlo divertido y con una enorme sonrisa.

-Tendremos mañana para nosotros… Exclamaba Sebastian que en un rápido movimiento se recostó sobre el escritorio quedando justo en frente de Ciel.

-Será mejor ser cuidadosos…decía Ciel al ver el rostro frente a él de su amado Sebastian cuanto amaba sus locuras y como a veces se comportaba como un niño travieso.

-Solo da la orden… Dijo seriamente el mayordomo mirando fijamente a Ciel.

-No… te dije que es muy pronto… Respondió Ciel con autoridad lo que molestó al demonio.

-No queda más opción, habrá que esperar… Dijo resignado el demonio con el ceño ligeramente fruncido dispuesto a levantarse, Ciel lo agarró del brazo dándole un apasionado beso que el demonio solo correspondió con ansiedad. Pasaron demostrándose su amor por medio besos por unos minutos luego cada uno como si nada pasara entre ellos, regresaron a sus normales labores.

El viento frio de la noche golpeaba las ventanas de la mansión Phantomhive, pero no era nada comparado al sucumbir que se experimentaba en una cama de una de las habitaciones que sumergidas en la total oscuridad era testigo de una entrega de amor entre dos seres que se amaban con locura extrema, solo sus jadeos y gemidos seductores se escuchaban retumbar en el apacible silencio de la noche.

-Sebas… tian… no así… vas a lastimarme… Ahhh… maldita bestia… Ahhh… Gemía y hablaba con dificultad el conde sometido bajo el cuerpo caluroso y perlado de sudor de su amante quien arremetía con mayor fuerza dentro del joven, en un vaivén casi frenético que Ciel deliraba del placer provocado pero a la vez sentía como en cualquier momento podía romperse, pero cuanto disfrutaba y amaba esos arranques sexuales endemoniados de Sebastian que no dejaba de jadear en su oído, a la vez sentía su lengua lamer con lujuria su cuello como marcando su hermosa pertenencia. El conde se dejó llevar después de todo su demonio no lo lastimaría, hace muchas semanas que no disfrutaba de la entrega de esa manera, casi siempre eran encuentros por las madrugadas en que no podían liberarse completamente por el miedo de ser descubiertos, esta noche era especial, Elizabeth no estaba y los sirvientes prácticamente fueron echados a la casa de la ciudad por los amantes, para así tener total libertad. No podían creer como habían llegado a la habitación si hace un par de horas estaban tras la puerta principal cerrada seduciéndose mutuamente. Pero el deleitarse uno del otro no tenía límite así como amarse uno al otro. Se escuchó de repente un grito placentero resonar en la mansión, el conde había llegado al clímax de placer al sentir como el cálido miembro de Sebastian arremetió deliciosamente dentro de él tocando simultáneamente ese punto donde se nublaba la razón del conde entregándolo al más infinito placer podía percibir su propia restregarse entre los dos con sensualidad aumentando el libido en ambos, aun así en su delirio podía sentir como Sebastian no dejaba de embestirlo y era más delicioso ahora, sus labios se encontraron regalándose un acalorado beso ahogando sus jadeos, cortando la respiración de ambos, viéndose por unos segundos sabían cuánto se amaban.

-Ahh…Ciel… eres tan delicioso… Hablaba casi fuera de si el demonio mientras aumentaba la velocidad en sus embestidas veía el rostro de su amado sonrojado, sudoroso con la boquita entreabierta de donde salían los más hermosos sonidos, con los ojos fuertemente cerrados, sentía como una de sus manos arañaba su espalda y con la otra apretaba con todas sus fuerzas las sabanas que humedecidas como su mayor apoyo en ese momento.

-No hables… después…te desconcentras… Advirtió Ciel con ese tono enérgico pero a la vez era erótico, seguía moviendo sus caderas al compás de su amante que sonrió ante esa advertencia.

-Puedo hablar… y… hacer esto… a la vez… Sin desconcentrarme… Dijo en tono sarcástico el demonio en cada pausa solo tocaba a propósito ese punto en que Ciel se estremecía por completo por el placer que le provocaba. Ciel con el ceño un poco fruncido admitía que era verdad hablar y hacer el amor para su demonio eran tareas que podía hacer a la perfección a la vez.

-Lo ves… habló Sebastian con satisfacción tanto de lo que hacía como por haber contradicho a su amo que sonriendo admitía su pequeña derrota, ambos se vieron el final estaba cerca, aferrándose al cuerpo uno del otro llegaban al orgasmo de forma simultanea saciando sus seres completamente.

-Tú eres… el delicioso… Dijo Ciel en medio de su éxtasis al sentir como esa cálida y abundante esencia de su mayordomo y ahora amante lo inundaba por completo, Sebastian gemía roncamente al sentir esa calidez estrechar su miembro, viéndose solo acertaban a terminar ese acto de genuino amor con un apasionado beso, pasaron varios minutos, aun sentían estremecer sus cuerpos de placer, abrazados susurraban palabras al oído uno al otro, que provocaban pequeñas sonrisas. Así permanecieron hasta el amanecer, cuando los cálidos rayos de sol penetraban ligeramente una ventana, los amantes dormidos y abrazados permanecían bajo las sabanas, al sentir que el día había llegado presurosos se levantaron.

-Sebastian… ¿Por qué te has dormido? Se supone que tú duermes… Reclamaba enojado el conde que corría desnudo al baño para asearse.

-No lo sé… Mis disculpas… Aclaraba el mayordomo quien se vestía de prisa, confundido no acertaba a saber que había pasado, él siempre estaba alerta, no entendía el porqué de su comportamiento.

-Iré a arreglar el recibidor.. Hablaba el demonio quien acomodándose la chaqueta se disponía a salir ya que había dejado arreglado la habitación y Ciel se cambiaba en el filo de la cama, quien lo miraba mal.

- ayer lo dejamos todo… Fue interrumpido ya que al salir en la puerta se chocó con alguien, Sebastian solo retrocedió y sorprendido veía a la silueta más baja que él, se le acercaba.

-Creo que esto les pertenece… Exclamó Elizabeth con aparente tranquilidad mientras entregaba unas prendas de vestir de ambos a Sebastian. Era la ropa que habían dejado tirada en la entrada de la puerta anteriormente, Ciel no sabía que decir y palideció al verse descubierto pero aun así pensaba rápidamente en que decir y zafarse de la situación.

-Elizabeth… dijo Ciel pretendiendo dar aclaración al asunto.

-No digas nada Ciel, sé muy bien que sucede… Decía la joven con seguridad aunque se notaba su nerviosismo al ver como apretaba sus puños.

-No es lo que te imaginas… Replicaba el joven pretendiendo acercarse a Elizabeth.

-Yo puedo explicarlo… Dijo Sebastian con seriedad.

-No se esfuercen por seguir con esta mentira… Lo sé… lo sé todo… Veo que los he sorprendido… No entiendo Ciel, yo solo quería hacerte feliz… Murmuraba la joven se notaba su decepción en cada palabra pronunciada.

-Lizzy… Susurraba el conde pretendiendo detener sus palabras.

-Déjame hablar… Dijo en voz alta la joven haciendo callar a Ciel.

-Si no me amabas ¿Por qué te casaste conmigo? Simplemente hubiera bastado un no quiero, aunque me hubiera dolido tu rechazo era soportable al vivir la situación de ahora, tu amante siempre ha sido Sebastian, lo amas… como no podrás amar a nadie… ¿Verdad? Decía la joven tratando de ser coherente pero la rabia, el dolor y la decepción la consumían por completo.

-Si… lo amo… y no quería lastimarte… Exclamó Ciel ya habia mentido lo suficiente si quería que fuera honesto lo sería entonces, ante esas palabras Sebastian no pudo evitar emocionarse al escuchar esa hermosa confirmación.

-Pues lo hiciste… y no sabes cuánto… pero esto acabara pronto… Debo agradecerle a Grell el que me abriera los ojos,

-¿Grell? Murmuraron los amantes a la vez viendo sorprendidos a la joven.

-Sí, él… me dijo lo de ustedes hace una semana pero antes ya lo había sospechado, pero nunca pensé que sería cierto, odie a Sebastian desde que en nuestra noche de bodas me rechazaste, pero lo odiaba porque pensé que era quien encubría a tu amante no porque pensé que fuera él, después vi las miradas de ambos, sus conversaciones parecían de complicidad, sus viajes de negocios sospechosos, me daba un raro sentir, una tarde caminando me encontré con Grell, me parecía haberlo visto en otro lugar así que me acerqué, comenzamos a hablar, él me miraba con lastima parecía quererme decir algo pero no lo decía, cuando me contó la horrible verdad, de que mi supuesto esposo tenía a su amante bajo el mismo techo, perdí la conciencia, al despertar el me consolaba. Contaba la joven ante el rostro sorprendido de Ciel y Sebastian.

-Se preguntaran como llegué aquí sin que se percataran, estuve aquí anoche escuché todo lo que hicieron, eso aclaró todas mis dudas, Grell se ofreció a ayudarme a confirmar esto, el hizo que Sebastian durmiera, que mi aroma y mi presencia fueran imperceptible. Pero esto no quedara así… Terminaba su relato la joven, sacando un arma de su vestido apuntando directamente a Ciel.

-¿Qué haces? Decía nervioso el conde al ver a su esposa apuntarle pero ella lloraba desconsolada liberando ese llanto que parecía haber contenido.

-No se atreva a apuntar a mi amo con esa arma… Quien saldrá perdiendo de todo esto será usted… Advertía Sebastian con seriedad mirando desafiante a la joven.

-Lo sé… Temblaba y lloraba la joven tirándose al suelo con el arma entre las manos. Pero sin apuntar a Ciel. Sebastian estaba atento a detener cualquier movimiento.

No te acerques… Le dijo Sebastian a su amo, quien con una señal de mano le pidió que no interfiera, Lizzy estaba alterada el joven creía poder reconfortarla en algo.

-No es su culpa, debe ser doloroso para ella todo esto… Hablaba Ciel tratando de ser comprensivo se acercaba a ella con intención de abrazarla. La joven dejó el arma a un lado recibiendo el abrazo de Ciel, pero todo esto parecía sospechoso a los ojos de Sebastian quien alerta no despegaba la mirada de los jóvenes que se abrazaban. En un segundo, un movimiento rompió ese abrazo, un quejido se escuchó rápidamente Sebastian se acercó con confusión veía la sangre caer manchando la alfombra y un cuchillo pequeño caía con esas gotas carmesí.

-Ciel… Nombraba en medio de un suspiro el demonio frente a una tumba en un cementerio en medio de la oscuridad de la noche.

-No hagas eso idiota, cualquiera pensara que soy yo el que está muerto… Replicaba el joven conde que de ropa oscura, se paraba junto a Sebastian. El demonio con una sonrisa apretaba la mano de Ciel.

-Vámonos… Sugirió el demonio mientras caminaba halando delicadamente a su amo a seguir sus pasos, y así lo hizo el joven.

-Hoy se cumplen dos años de su muerte, Hablaba el joven mientras dejaba atrás el sepulcro que decía Elizabeth Midleford, amada hija y hermana.

-Cómo pasa el tiempo… Exclamó Sebastian caminando lentamente tomado de la mano de su amo y dirigía su mirada al cielo.

- fue la decisión correcta… Decía Ciel mirando el oscuro cielo estrellado.

- nunca me diste la orden… No tuvieras que cargar en tu linda alma con una muerte. Hablaba Sebastian enfocando su mirada al joven dueño de su corazón que parecía más maduro, pero su hermosa mirada no había cambiado.

-Si ya sé… La orden era que la mataras, pero fue mi equivocación casarme con ella, debía rectificar mis errores… Aclaró Ciel viendo fijamente a su demonio con seguridad.

-Eso sonó cruel… después de todo ella no tenía culpa en este asunto… Exclamaba Sebastian con una pequeña sonrisa escuchar hablar así a su amo era muy encantador.

- lo sé… pero ella iba a matarme, solo me adelante… no viste el cuchillo que tenía también en las manos cuando cayó. Fue en defensa propia… En fin mi linda alma está condenada al infierno desde antes. Aclaraba el conde con una sonrisa deteniendo su paso se abrazó a su demonio viéndolo al rostro con cariño.

-Es muy cierto, además es divertido estar con un prófugo de la ley… Buscado por toda Inglaterra, el famoso conde que asesinó a su esposa por huir con su amante. Decía el demonio con orgullo y una enorme sonrisa.

-Perdí todo… pero no me importa, si tengo todo contigo… Dijo en tono amoroso el conde recordando que perdió todo sus bienes, titulo, prestigio y más, pero si er por Sebastian no le importaba además él le daba mucho más que eso.

-Los cementerios a medianoche te ponen romántico… Comentaba el demonio con burla a su joven amante, que fruncía el ceño y se sonrojó al darse cuenta de sus palabras.

-Idiota… Con el ceño fruncido Ciel le dijo y sorpresivamente unió sus labios con los de Sebastian en un amoroso beso mientras se abrazaban bajo el hermoso y brillante cielo estrellado mudo testigo de su amor, o eso creían ellos sin darse cuenta que a lo lejos una mirada los seguía.

-Mi pequeño Sebas… Decía el shinigami pelirrojo Grell viendo a lo lejos a la pareja, recordaba lo que Sebastian hace un poco más de dos años le había pedido,

Flash back

-Grell… te dejare tomarte miles de fotos conmigo si haces algo por mí… Decía Sebastian con amabilidad.

-Dime… pequeño Sebas… Acertó a decir emocionado el pelirrojo al ver la amabilidad de Sebastian.

-Bueno, deberás decirle a Elizabeth que soy el ferviente amante de Ciel, ayudarla a confirmarlo… yo te ayudare con esto, pero que Ciel no se entere. Dijo sin reparo alguno Sebastian ante el rostro confundido de Grell

-¿Y yo que gano con eso? O solo vienes a restregarme en mi hermoso rostro lo feliz que eres al ser amante de ese mocoso. Ya no tan mocoso… Dijo dudoso ante esa sorpresiva petición.

-Las fotos, además a ti te gusta todos estos melodramas… ¿Verdad? Recalcó con una sonrisa el demonio a lo que Ciel no podía resistirse.

-Pues si… Ahhh me conoces Sebas… Gritaba emocionado abrazando al demonio.

-¿Trato o no? Preguntó el demonio apartando al shinigami de su regazo viéndolo fijamente.

-Está bien…Se nota que deseas librarte de esa mocosa, sino no pedirías mi ayuda. Dijo resignado el shinigami pero a la vez estaba contento.

- Algo así, solo quiero a Ciel para mi… No quiero seguir compartiéndolo. Bueno el plan será este… Habló Sebastian con seguridad mientras su mirada deslumbraba ese brillo carmesí.

Fin del Flashback

-Todo salió según lo planeado y ese mocoso ni lo sospecha…. lo que un demonio puede hacer por amor…. Murmuraba un poco celoso el shinigami contemplando como se alejaban los amantes en medio de besos, caricias, y sus sonrisas felices se escuchaban en el cementerio.

Aunque Ciel le parecía sospechosa la historia de Lizzy, el comportamiento de Sebastian, seria mejor no decirle que intuía que su demonio tuvo que ver con los eventos de esa fatídica noche, el joven sintiendo los brazos fuertes de su demonio agarrarlo, lo levantó abrazándolo a su pecho como hacia cuando era más pequeño, ambas figuras jugando contra el viento frio se alejaban rápidamente del cementerio, en un tierno abrazo el ex conde murmuraba ante la sonrisa traviesa de Sebastian : después de todo este demonio será mi amante por la eternidad.

Espero haya sido de su agrado, la verdad era un poco más larga pero la inspiración se me fue de pronto y prefiero darle final a quedar mal con un fic inconcluso, gracias a las personitas que han comentado este fic asi como a los que le siguen y lo tienen como favorito, muchas gracias besos :* nos leemos en un próximo fic