Recomiendo escuchar el disco "Stories from Elsewhere" de Rhian Sheehan o el OST de la película Her para este episodio. Hetalia le pertenece a Hidekazu Himaruya, no a mí. Notas de Autor al final. Regalo para Petitvon : )

Mala Racha

Lukas despertó y se percató que dejó baboseado su pupitre. Afortunadamente, la profesora no advirtió ello; estaba atendiendo a otros niños y el rubio pasó desapercibido. La clase de artes se convirtió prácticamente en la hora del sueño; casi siempre terminaba dormitando incómodamente en la mesa. Trató de observar qué hacían los otros estudiantes. Había que usar la técnica del estarcido para calcar una caligrafía diseñada por el propio pupilo. Naturalmente, Lukas entendió eso al leer el pizarrón, donde estaba especificada las instrucciones. Quedaban veinte minutos para que finalizara la clase y no alcanzaría a finalizar el proyecto.

Sus calificaciones en artes habían empeorado progresivamente. Lukas era un chico que, si bien no estaba en el tope de la clase, solía estar en el segmento de rendimiento más alto de los alumnos. Pero sus notas comenzaron a bajar, de forma general. En especial en artes. Lukas no entendía lo que quería decir la profesora cuando daba órdenes a los alumnos. Lukas no tenía ganas de mostrar sus garabatos a una mujer que desconocía y que sus trabajos estuvieran en un atril a la vista de todos. Menos aún que la profesora lo regañaba por no cumplir algún punto de la instrucción. Lukas le pedía a Tino que le ayudara con sus trabajos, y de no ser por él, habría reprobado varios proyectos. Buscó a su amigo entre los estudiantes; a ver si podía salvarlo de la profesora. Pero no lo vio, y el reloj continuó avanzando.

—Lukas, querido, no he visto tu trabajo. ¿Qué has hecho hoy? —La profesora preguntó con un tono de afectada ternura en su voz, pero que el chico tomó como una muestra de desdén.

No iba a mentir afirmando que su trabajo se había estropeado; en verdad no había hecho absolutamente nada y sería honesto con ella. Suponía que la profesora conocía de antemano su respuesta y que preguntaba solo para intimidarlo. Lukas puso su cara más serena y fijó su vista en un punto a la distancia, sin dirigir su vista hacia el rostro de la mujer.

—No lo hice. Me quedé dormido. —Dijo el muchacho, mientras veía a una compañera suya con una cartulina preciosa con su nombre en ella.

Pensó que pudo haber sacado el intento fallido de otro y hacerlo pasar como suyo, pero eso sería ser tramposo. Recalcó que la instrucción señalaba que la caligrafía debía ser suya. La letra del rubio era peculiar, con trazos delgados inclinados en demasía hacia la izquierda. Era imposible no reconocer la letra de Lukas entre las demás. Una cartulina botada en el suelo, con letras grandes y marcadas, llamó la atención de Lukas. ¿Tan difícil era para él hacer una caligrafía?

—Este es el tercer trabajo que no entregas Lukas. Las primeras dos veces permití que me enviaras tu proyecto con atraso, sin descuento en tu calificación final. —La mujer inspiro pesadamente, en un intento de parecer seria e imponer seguridad—. Me temo que ya no será así Lukas. Esta era la última fecha en que podías entregar el estarcido. Deberé reprobarte. Además, hablaré con tu profesor a cargo; es insólito que todas mis clases te encuentre durmiendo en tu banco.

Lukas no creyó necesario refutarle o reclamar por su nota. Sabía que tenía razón en todos sus puntos. Miró a la profesora, una mujer joven y de cabello castaño larguísimo, amarrado en una sola trenza. Ella esperaba una respuesta de él. Por último una pataleta por su nota. No obstante, Lukas solo asintió con su rostro y quitó alguno de los materiales de su banco hacia una bolsa que colgaba de su pupitre. Algunos estudiantes observaron la escena, pero ninguno intervino. Era sabido que Lukas era el rarito entre los raritos; pero había que traérselas con cuidado con él. Se levantó del asiento; como la hora estaba por terminar, se marcharía a su siguiente clase. Ignoró de forma olímpica a la mujer y se fue hacia algunos compañeros que estaban listos para irse.

— ¿No tienes nada que decir, Lukas? Esperaba que te defendieras, como lo hiciste en el último trabajo. Esto tampoco es grato para mí, pero esperaría una razón de tu comportamiento, no un "me quedé dormido".

La respuesta de la profesora disgustó de verdad a Lukas. El chiquillo sentía que no debía excusarse ante nadie. La única persona que perdía con su nota era él y solo él. Ni la profesora, ni Tino ni nadie se veía perjudicado. ¿Qué más daba si reprobaba Artes, si apenas era considerado en los promedios finales? Conocía de antemano que recibiría una encantadora visita de su profesor jefe, ya que tuvo un altercado con Phillipe tras el horario de clase. Este le quitó su monedero y Lukas "le asestó" un brutal golpe contra la pared. Fue tan fuerte el impacto que dislocó el hombro del pobre. Así que la advertencia de la profesora no le importaba en lo más mínimo. Por lo demás, ¿cuánto le quitaría de calificación por entregar el trabajo tarde? Su nota sería a lo más un suficiente y no valía la pena calentarse la cabeza.

—No hay nada más, profesora. No tengo otra respuesta, porque es la verdad. —Era una mentira obvia, que encabronó a la profesora. Su aire de ternura desapareció instantáneamente. La paciencia no era su virtud.

—Lukas, te exijo una respuesta. ¿Por qué no haces mis trabajos? ¿Y por qué te quedas dormido en todas mis clases? —El tono amenazante de la profesora hizo que algunos alumnos espiaran por la puerta. Lukas era regañado, algo extraño en él.

Tino, el amigo de Lukas, entraba en el salón sin percatarse de todo el algarabío. Fue a quitarse la mancha de pintura de su pantalón, pero no salió del todo y desistió. Se encontró con un conserje que le recomendó usar sal, vinagre y amoníaco para su desastre. El agua no serviría para sacar el acrílico. Las mangas de su chaleco estaban mojadas, así como el delantal que colgaba de su brazo. Vio a Lukas parado, al frente de la profesora y dándole la espalda. La tensión era pesadísima. Sintió un dolor de estómago: Lukas era alguien sin pelos en la lengua. "Por favor Lukas, no hagas que te suspendan por contestón".

Lukas, por otro lado, se debatía entre soltarle un rosario a su profesora o irse en silencio del salón. Ambas opciones se veían igual de malas.

— ¿Sabe por qué no me interesa su clase? Porque la considero inútil. No le encuentro sentido a su estilo de "hagan lo que quieran, pero sigan las reglas que les indiqué y no se salgan de las líneas", porque es justamente lo que una clase de arte no debiera ser. Encuentro estúpido que pinte una cosa que me tomó demasiado tiempo y energía y que usted me diga que debí haber usado muchos más colores, casi con cara de desprecio. Si me gusta solo usar azul, es porque me gusta el azul. Si creo que el sol debiese ser azul y la luna morada, es porque yo lo quiero así. Debiera ayudarnos en mejorar nuestras habilidades con el pincel, no en creerse psicóloga y criticar nuestros trabajos. Es horrible que bote nuestras cosas a la basura si no le gustaran para nada. Al final, es lo que nosotros creamos. Y odio que me tutee. Yo no hago lo mismo con usted.

Todos los alumnos miraron atónitos a Lukas. Era la primera vez que el rubio hablaba tanta frase junta. Algunos sonrieron porque el chico dijo exactamente lo que pensaban. Otros susurraron a sus espaldas. La profesora estaba colorada, con los ojos electrizados de furia. Gritó que era la primera vez que le faltaban así el respeto, que ni los alumnos mayores eran así y que era una vergüenza para la escuela. Tino solo se agarró de sus orejas, pensando en el buen lío que se metió su amigo. Había solo un problema.

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Lukas se imaginó todo.

El rubio se vio incapaz de decir todo eso.. Más allá de ser alguien con autoridad, estaba agotado y daba igual si la profesora, o sus padres le regañaran, él les perdió el respeto y no valía la pena descargarse con algo así. Por eso, Lukas trató de calmarse y no perder los estribos, aunque cualquier otro chico hace rato que los hubiera perdido.

—No sé profesora. Ni siquiera yo lo sé, lo juró. —La cara de Lukas era estoica, su semblante apesadumbrado. Cogió su cartera y no fue a dejar sus materiales a la pequeña bodega continua al salón, sino que se fue con ellas.

—Ya está. Tuve toda la disposición a ayudarte. SI no fueras tan orgulloso, te habría dado una tercera oportunidad, sin descuento porque siempre he creído que los alumnos problemáticos hacen cosas preciosas. Pero no tienes remedio. Una pena, Lukas. Hoy hablaré con tu profesor, no lo dudes. Y estaré allí para conversar con tus padres. Se necesita severidad con estudiantes como tú.

Tino abrió los ojos como platos. Él amaba la clase de artes plásticas, y ver a la profesora amorosa en una mujer decrépita como esa le daba mucho temor. Apartó a sus compañeros y fue corriendo hacia Lukas, que le llevaba un buen trecho de ventaja. Caminaba a grandes zancadas y se camufló entre el resto del estudiantado que salía de las aulas. Lo siguió gracias a las manchas de acrílico que escurrían por el pasillo. Tino tenía ganas de llorar. Quería llorar por Lukas, porque Lukas jamás lloraba por lo que le sucedía y eso estaba mal. Era obvio que algo no marchaba bien en Lukas Jokull, y se cuestionaba por qué nadie, aparte de sus amigos, hacía algo. Lamentó no haber estado allí antes para salvar a Lukas y apresuró el paso, siguiendo el rastro de pintura. Se dirigía hacia la plaza exterior.


Lukas cogió una bolsa de hielo y lo apretó contra su oreja. Estaba solo en el baño contiguo a su dormitorio. Símon estaba en la escuela, en un taller de ciencias. Como lo suspendieron tras los incidentes con Magnus y la clase de artes, se quedó el resto de la semana en su hogar. La herida ardía y apretó su boca para evitar una mueca de dolor. Les diría a sus amigos que una rama de un árbol lo noqueó y le quedó ese feo moretón al costado de su cuello. Su madre perdió los estribos y le asestó un golpe con un sartén. Recordó lo sorprendido y pasmado después de aquello, y la cara de culpa de su madre. Su padre reventó y echó a patadas a su madre de su antigua casa, vociferando acerca de cómo podía pegarle a su "niño preferido", mientras su madre se aferraba a los marcos de las puertas. Ni siquiera ella lo entendía. Lo llamó a su móvil al rato. Lukas robó hielo del congelador y se encerró en su habitación. El padre del niño golpeó insistentemente la puerta del cuarto para entrar, pero debió desistir. El chico reiteró en que fuera a buscar a Símon a la escuela y pretendiera que nada sucedió. El hombre debió de hacerle caso, porque escuchó el ruido que hizo su coche al encender el motor.

—Lukas, no sé qué me ha pasado. Tomé lo primero que vi e iba a lanzárselo a tu padre, nunca fue mi intención que cayera en ti. Perdón, perdón, yo jamás les haría eso a mis hijos. Tú sabes que yo no soy así. —Su madre gimoteaba en el teléfono. Lukas sollozaba mientras su madre le hablaba; él estaba tan impactado y triste como él.

Trató de calmarla y decirle que estaba "bien", solo que le zumbaban un poco los oídos. Y que su padre, entre todo, estaba "tranquilo".

—Cuando termine todo esto, nos iremos los tres a la ciudad. Símon, tú y yo. Y viviremos felices. ¿Te parece buena idea? Iremos a todos los museos y viviremos en un apartamento grande, con terrazas preciosas. Podrás invitar a tus amigos a jugar y… viajaremos por todo el globo.

—Mamá—el niño tragó saliva y en vano, trató de que no cayesen más lágrimas— Me quiero quedar aquí. No me gusta la ciudad.

—Lukas… no hay mucho que discutir, lo sabes. Ya acepté el trabajo y el traslado será en vacaciones. Todo indica que yo mantendré la custodia. Lo siento, pero…

El niño no pudo escuchar más y cortó la llamada. Silenció el teléfono y lo dejó entre los trastes del baño. No paraba de vibrar.

Todo fue gracias a su suspensión. Su mamá recriminaba a su ex marido que hacía su labor de padre desastrosamente y que no esperaba que la corte le diera la razón con lo de la custodia. Él decía que la había cagado en el pasado, pero que no dejaría que sus hijos se marchasen considerando el estado emocional de la mujer. Lukas fue a la cocina para buscar algo de comer; tenía bastante apetito tras ir al bosque y los pilló en plena pelea. De ahí eran puros recuerdos borrosos e inconexos. Su padre arrastrándolo a la salida, los gritos de su madre. Las amenazas de él y finalmente un golpe seco, que lo tumbó en el suelo. Nunca antes su padre se vio tan amenazador como allí. Gritos y más gritos. Sintió un sabor pastoso en su boca; su misma sangre. Y de ahí, más recuerdos que atropellaban su cabeza contusa.

¿En qué momento cambió todo? Parecía que cuanto más deseaba que todo se conservase, este cambiaba con mayor velocidad. Su casa se derrumbaba como una torre de cartas, y su reflejo en el espejo era una sombra de lo que fue hace un año. Intentaba parecer fuerte, pero todo le afectaba más y más. No quería pedir ayuda tampoco. Era como un pozo sin fondo. Creía que, tras el divorcio, todo mejoraría. Sin embargo, no iba a ser así. Se echó en su cama mirando el techo mientras secaba sus lágrimas. Tenía muchas ganas de irse corriendo al bosque y no regresar. Estaba esa opción al alcance de su mano. Era cosa de vestirse con el equipo de montaña, coger su mochila y su dinero escondido "qué tonto fui al creer que mi mesada me alcanzaría para irme a vivir solo con Símon" y bajar cuidadosamente por la ventana. Estaba tentado de hacerlo. Pero debía descansar antes. El pitido constante iba disminuyendo, pero a Lukas le costaba aún mantener el equilibrio.

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El incidente de Phillipe fue obra de su amigo más fiel, el mal llamado troll. Desde que Lukas fue directo a pedirle auxilio tras saber su pronta separación, el troll decidió acompañarle los primeros días. Era algo difícil, ya que ellos no están hechos para vivir en un lugar que no era el bosque. Lukas se preocupaba cada vez más cuando veía a su compañero desesperado tratando de convivir en la urbanización. Ya nadie creía en los cuentos de hadas. Y solo los que creen en ellos se les aparece un troll. Por eso era tan complicado asistir a la escuela. Los niños suelen creer en la magia.

Lukas salió de la escuela muy tarde, porque se quedó estudiando en la biblioteca. Solo Greta estaba en la escuela, porque recuperaba clases. La chica había sido seleccionada por una agencia de modelaje, así que entre ir a castings y sesiones empezó a faltar bastante a clases. Ambos quedaron de caminar juntos hasta la parada de autobús, donde se separaban. Greta aún no llegaba, por lo que la esperaba. Tenía muchísima hambre, y viendo al troll que trepaba hacia lo alto de un poste, mirando con ansiedad a los pájaros que volaban sobre sus cabezas, tomó conciencia que este no comió nada en todo el día. Decidió darle un festín y pasar a la pastelería a comprarle una torta de grosella negra. Comió en la casa de Tino una exquisita mermelada de grosella negra y desde ahí, quedó con ganas de probar más. Gastaría mucho dinero, pero era un bonito gesto a su amigo. Sacó con disimulo de su maletín su monedero y se puso a contar las monedas y billetes necesarios para adquirir la torta. Al rato, apareció Phillipe.

El chico empezó a rodearse con malas juntas. Hace meses que Tino ya no hablaba con él o con los chicos con los que se juntaba antes de Greta o Bodine. Magnus, aquel pollito que necesitaba a Phillipe para que lo guiase, seguía al grandulón apenas. Eran cerca de cinco chicos contando a Phillipe y Magnus. A Lukas le apestaban esos dos. Eran ratas que no temían jugar sucio, eran chillones y cobardes. Con la única que no se metían era Greta, tal vez porque la sueca les sacaba cabeza y media de ventaja. Hasta a Tino y a Bodine los importunaban de vez en cuando. Como él se juntaba con ellos, era inminente el bullying.

El grupo le exigió que le entregara el monedero. A gritos. Lo molestaban comparándolo con un robot. Lukas le daba lo mismo la opinión que tuvieran de él. Miró a Phillipe y a sus mejillas hinchadas y se fue. A ese tipo de personas solo se les bajaba el ego ignorándolas y Lukas sabía qué hacer.

— ¡¿Te crees tan inteligente para ignorarnos?! ¡Magnus, bloquéale el paso! —bramó Phillipe. Su cara era igual a la de un pug, con la nariz chata y pliegues bajo el mentón.

Magnus le tapó el paso a Lukas, pero el chico era incluso más bajo que Tino. Él no era intimidación para Lukas. Un niño menudo y con los primeros atisbos de la pubertad no le provocaba ni la más pequeña impresión. Le empujó con el hombro y continuaría su camino, pero esta vez a la escuela porque sabía que allí no le tocarían ni un pelo. No contó que el resto de la pandilla se uniera a Magnus. Contra uno era capaz de confrontarlo fácilmente, dos probablemente. Pero con tres y sumándole Phillipe era imposible sostener una pelea justa. Uno de ellos trató de derribar a Lukas, pero recibió una fuerte patada en la espinilla que lo botó. Pero los otros compañeros redujeron con cierta dificultad a Lukas, que no paraba de retorcerse. A Phillipe le recordó a un canario que su gato mató una vez. Sus plumas eran del mismo color que el pelo de Lukas. Agradeció que la iluminación de la plaza fuera deficiente. "Todos comienzan con cosas pequeñas". Le asestó un golpe debajo de las costillas para quitarle el aire, siguiendo los consejos de un pandillero amigo. Le quitó del bolsillo el monedero y empezó a contar el dinero.

El troll vio la escena, porque Lukas sintió que las manos que apretaban sus brazos lo soltaron y se precipitó al concreto. El vio al troll ahuyentando a tres chavales y martirizando a Magnus y en especial a Phillipe. Las caras de ellos eran un poema, porque naturalmente no percibían al troll. Unas manos invisibles los azuzaban y no entendían el por qué. Lukas soltó una carcajada, una mezcla entre burla y malicia por la escena. Magnus gritaba que un fantasma los estaba atacando. Phillipe estaba pálido como la leche, pero sacó del forro de su chaqueta una navaja multiuso y trataba de defenderse dando navajazos al aire. Al troll eso no le afectaba; el problema era que Phillipe logró alcanzar a Lukas por la espalda y estaba listo para asestarle la navaja por el costado.. El troll, para su disgusto, separó a Lukas toscamente y aplastó a Phillipe contra la pared. El muro tembló. Phillipe cayó al suelo y su brazo estaba en una posición antinatural. Magnus lloraba muerto de miedo. Lukas perdió la indefensión en su vista.

—Ahí tienen cabrones, por andar creyéndose gánsteres. Ojalá que pierdas el brazo Phillipe, a ver cómo te la ingenias para pelear como se debe y no como un pendejo. Va para ti también Magnus. — Cogió su monedero y contó los billetes. No le quitaron nada. —Gracias, amigo mío. No te preocupes, tendrás tu torta para ti solo. —Lukas susurró a la figura que le acariciaba el rosto con uno de sus dedos.

Era una estupidez quedarse allí, por lo que se dirigió directo a la escuela a refugiarse. Pero no contaba con el resto de los amigos de Phillipe que fueron a pedir ayuda a los profesores que continuaban en la escuela. Hicieron parecer que Lukas hizo morder el polvo a cinco estudiantes. Al principio lo suspendieron inmediatamente. Greta apareció. "Nunca le había tomado la necesaria importancia a la amistad de Greta hasta ese momento. Le debo una". Esta habló con los profesores. Greta, de pocas palabras, argumentó en favor de Lukas, explicando que era imposible que él le diera una paliza a cinco chicos, dado su contextura. También, estaba el número. Según los chicos, Lukas estaba solo. Lukas arremangó las mangas de su chaqueta, suéter y polera, mostrando las marcas de manos que sobresaltaban de sus brazos. No pudieron más que darle la razón a Greta. No importaba que quedara como un enclenque, con tal que le quitaran los profesores la suspensión. Finalmente, desistieron de la medida, pero igual llamarían a los padres de Lukas. "No es solo por esto, has bajado tu rendimiento y eso es inusual en ti". En cuanto a los demás, tampoco eran santas palomas y su historial estaba manchado de incidentes. Quedaron con castigo por dos meses, aunque les preocupaba en especial la herida de Phillipe, desmayado y cargado hacia la enfermería por el profesor de deportes. No encontraban razón lógica por lo sucedido. Quedó el incidente como "Lukas Jokull sacó una fuerza impresionante para defenderse únicamente". El troll dejó una flor en el pelo de Greta sin que ella se diera cuenta.

— ¿Necesitas ayuda al caminar? Te han dado una buena. —Greta caminaba al mismo paso que Lukas, con pasos cortos y lentos.

—No, gracias. Pero preferiría que no le dijeras de esto a nadie. Ni a Tino ni a Bodine. —"Ella se volvería loca al saber que me dieron una paliza."

—Tarde o temprano se enterarán. "Ellos" esparcirán la noticia.

—Solo… no lo comentes. —Lukas bufó.

La sueca no dijo nada. Lukas buscó la mirada de ella y a través de sus ojos color aguamarina, entendió que Greta podía cuidar el secreto.

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Lukas despertó a las tres y media de la mañana, con un frío atroz tras dejar la ventana abierta durante una ventisca. Cerca de la puerta, había un dibujo de Símon deseándole buenas noches. Lukas abrazó aquel dibujo y lo guardó en su caja de latón. Mañana iría al bosque a las ocho en punto y regresaría a las ocho de la tarde. El troll le ayudó a ponerse su piyama y a ponerle nieve al costado de la cabeza que aún le dolía. Se quedó dormido en sus brazos otra vez. Su teléfono tenía once llamadas perdidas de su madre. Una llamada perdida de Bodine. Ninguna de su padre.


— ¿Bodine? ¿Qué haces llamándome a las once de la noche?

— ¡Lukas! Hace una semana que no vas a al colegio; te estás retrasando con todos tus deberes. Al menos podrías llamarme para ver si necesitas algo. —La voz de Bodine sonaba enojada.

—Hoy cargué mi móvil y el teléfono fijo se ha estropeado. He estado enfermo.

—Eso es una excusa, porque hoy pasé por tu casa y Símon me dijo que saliste al bosque. ¡Eso es peligroso con este clima!

Bodine dijo mucho más, pero Lukas se preocupó de que Bodine supiese que iba al bosque. No compartía sus salidas con nadie. Símon aún no era lo suficientemente fuerte para soportar la caminata entre los árboles por demasiado tiempo. No era culpa del chiquito esa indiscreción.

—Fue solo hoy. No me pasó nada. Si me hubiese sucedido algo, no estaría aquí. —Dijo Lukas sarcásticamente. — ¿Por qué viniste a mi casa?

Bodine resopló en el auricular de su teléfono. —Mientras hablaba con Símon, me contó que estabas muy deprimido y . —Bodine evitó contestar la pregunta de su amigo. Su voz se escuchaba débil en el teléfono.

Lukas titubeó con respecto a contarle a Bodine lo que sucedía. El día del incidente de artes, evitó contarle a Tino los acontecimientos recientes. "Tino es muy buena persona, pero tiene la costumbre de preocuparse demasiado y de vivir las desventuras de los demás. Se pondría a llorar si le cuento". A Greta tampoco le dijo el día de la paliza, aunque agradeció enormemente que ella lo defendiera. Greta era tan fácil de leer como para él era entender ruso, por lo que no estaba seguro de cómo se tomaría sus problemas. Por último, estaba Bodine. La niña no poseía la empatía de Tino, pero no era despistada ni menos estúpida. Llevaba un par de días cuestionándose si podía confiar en ella.

—Mira, sé que crees que soy una tonta, pero eso no me hace ser mala persona. Hasta yo me di cuenta que estás triste; llevas meses así. —Bodine sonaba seria. No era un reto, era auténtica preocupación. —Solo quiero decir que si lo necesitas, en casa podemos ayudarte.

"Bodine, serás torpe, controladora y todo lo que quieras, pero no eres estúpida".

— ¿Qué te parece que mañana vengas a mi casa? Greta no estará mañana, fue a la capital a uno de sus castings raros. Su papá le acompaña, pero mi tía y mi madre no hacen mucho ruido. O sea, dentro de lo posible.

—No tengo ganas de moverme Bodine. Aunque…—Le pareció loca la idea. —Puedes acompañarme al bosque. Lo conozco muy bien. No es peligroso, es solo que no te has adentrado en él.

— ¡Eso es una locu…!—la niña frenó en seco y se quedó meditando por largo rato— Si eso te hace salir, pues encantada voy. Pero no acepto retrasos. Si te echas para atrás…

—No me echaré atrás. No soy rata ni gallina.

—Me quedó más que claro con la paliza que le diste a Phillipe. Cabronazo. Si te preguntas acerca de cómo me enteré, obligué a Magnus a decírmelo. Phillipe lloraba como un bebé al ver a Greta. Ella da miedo, pero no para tanto.

Lukas suspiró al ver que Greta no dijo ni mu. Greta podría dar miedo con su porte, pero era lo suficientemente bonachona para jamás dañar a una mosca.

— ¿Mañana a qué hora me junto contigo?

—A las ocho, al frente de mi casa. No vengas en bicicleta y usa ropa de montaña.

—Dale, dale.

—Otra cosa más. ¿Por qué me llamaste? —"Odio que me llamen por teléfono".

Bodine habló rápidamente, como si la respuesta fuese natural y obvia. —Porque eres mi amigo y te tengo cariño. Es obvio, ¿no lo crees? —La niña se escuchaba feliz. Marcó especialmente la voz en 'amigo'.

—Lo siento, no me di cuenta, qué tonto fui. —Agregó Lukas sarcásticamente, aunque por dentro se sentía feliz por la respuesta de Bodine.

Se quedaron hablando por más de una hora. Colgaron pasada la medianoche, después de la bromilla de Bodine de cortar la llamada a la cuenta de tres. Lukas se recostó en su cama, iluminado solo por la luz de la lámpara del velador. El troll se apareció al frente de él.

"No creo que les mencione de ustedes, no te preocupes. Pero puede que me ayude salir con ella."

El troll giraba alrededor de él. Colgaba de la pantalla de la lámpara colgante. De no conocerlo, era una imagen tétrica ver al troll balanceándose en el techo. Los ojos, amarillos y abiertos de par en par, contemplaban concentrados a Lukas.

"Bodine, aparte de ustedes, es lo más cercano que tengo. Pero no sé cómo contarle lo que me ha sucedido en un año. Es sorprendente cómo todo se puede ir al garete en doce meses".

Era una horrible serie de eventos desafortunados. La peor mala racha de Lukas Jokull. Primero sus problemas en la escuela. Luego el divorcio de sus padres. Por último, la tensa relación con ellos. Lo único rescatable y positivo eran esos tres chicos con los que trabó amistad y la llegada de Símon. Por supuesto se contaba a sus amigos del bosque. Sin ellos, esos meses no podrían haber sido digeribles. Cómo tanta mala suerte podía sucederle a la misma persona. Era difícil de concebir.

"Un día, esta mala racha debe terminar. No creo que sea mala persona. En algún momento saldrá el sol".

Por primera vez, Lukas se durmió con una sensación de tranquilidad en el pecho. La conversación con Bodine le sacó un gran peso de encima.

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Nota de Autor: Hace un par de años atrás, leí una vieja historia coreana acerca de un guerrero. Al momento de su muerte, este debía ir al cielo, pero con todas las personas que asesinó en su vida mirándolo hacer el trayecto. Esas personas guardarían celos y rencor contra el guerrero por haberlos matado. A finales de Diciembre tuve un sueño parecido, solo que yo era el guerrero y todos los personajes que he escrito alguna vez, sean de un fandom o creados por mí, me observaban mientras caminaba hacia el cielo. Menciono esto porque de todos los personajes escritos, Lukas es por lejos, el más desafortunado. Él tendría más de una mala espina conmigo y me haría el peregrinaje imposible.

Me dio pena escribir este capítulo, porque pareciera que tuviese algo en contra de Lukas, por todo el drama (oh, the drama) hacia el pobre. Da la impresión de un bashing sin piedad, pero no es porque lo odie (de hecho, Noruega es uno de mis personajes preferidos de todos los Nórdicos). Para mí, la edad más vulnerable es la adolescencia y en especial, la temprana adolescencia. La gente no tiene idea si tratarte de "niño" o "muchacho", siendo niño para ciertas cosas y grande para otras. Esa ambivalencia a todos nos jugó malos ratos. Este fic es en sí la transición de Noruega desde la infancia a una relativa madurez. Para mí es relativa porque no es un proceso que nazca del mismo Noruega, sino que es impulsado por sus padres y por el resto de su entorno. No es que a Noruega le hayan traspasado poco a poco responsabilidades, sino que le relegaron todo a él y se espera no solo un rol de hermano mayor, sino que sea buen hijo, buen estudiante y que prácticamente se vea, pero no se escuche. También, a medida que creces, te das cuenta de esos detalles que pasaste por alto; tus padres no son paladines portadores de la verdad absoluta, y lentamente, ese modelo de persona a seguir va cambiando. Lukas se dio cuenta de sopetón de aquello; para colmo, un montón de hechos ocurrieron en poco tiempo: la infidelidad del padre, la separación del matrimonio, la soledad del hijo, etc. Cada persona toma diferente estos eventos. Lukas lo experimenta replegándose en sí mismo, y en la figura del bosque como última conexión a esa infancia ya desaparecida.

El fic está centrado en la evolución de Lukas. Aunque los tags del fic mencionan al resto de los Nórdicos, esta parte es centrada en Noruega. Lo cual no significa que no trataré de la evolución del resto de los cuatro. Es ingenuo de mi parte narrar cómo crece Lukas y creer que Bodine será la misma chica risueña y mandona del capítulo primero. Cada uno vivirá sus conflictos.

Estoy nerviosísima por el OOC. He estado alejada del fandom y me ha costado ponerme en sintonía como antes. La única manera de manejar el OOC es escribiendo y equivocándose. Si hay detalles, díganme, por favor.

Oh, encuentro fabuloso el SuNor. Amo a esos dos idiotas. Para mí, Tino (Finlandia) es un chico altamente empático con los demás, pero no sabe canalizar esa empatía y deja que los problemas de los otros lo afecten.

La última vez que actualicé fue en septiembre. Hace dos meses que no pasaba por FF. Se siente bien estar de vuelta. Les doy las gracias a todos los que me comentaron y mandaron PM (Aves de papel, kusajishi-chiru, etc). Ahora les contestaré a todos. Un saludo especial a Petitvon (Y) Esta actualización es para ti, por tu cumpleaños. Vi tu mensaje (siempre te recuerdo), pero mi portátil hizo kaputt y hace poco me regalaron esta. Lo único que hice fue actualizar Tumblr. ¡Gracias a todos por pasar!

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