Disclaimer: Ningunos de los nombres que aparecen en esta historia me pertenecen (con excepción de unos cuantos), pertenecen a Stephenie Meyer. Toda la trama es mía


Summary: Dos años después Edward busca venganza de aquellos cuatro hombres que arruinaron su vida, y ha encontrado la manera perfecta de reclamar su venganza… Asesinando. Pero un personaje inesperado cambiara el rumbo de sus planes

Este es mi primer fic. Subire un capitulo cada lunes. Espero que les guste y me lo dejen saber :).

Beteado por Cony Peña S., FFAD. www. facebook groups/ betasffaddiction /


Prologo:

8 de octubre de 2009, Vancouver, Columbia Británica, Canadá.

Ella gimió en los brazos de su asesino, un hombre sádico y salvaje. Un hombre que llenaba su cuerpo de placer con solo tocarla y lo hacía de una forma que ni las caricias de su esposo, las cuales le ofrecía todas las noches, se les asemejaban. Él era todo lo que una mujer buscaba al momento de complacer sus más íntimas fantasías.

El asesino hurgó su cuerpo con fascinación, su lengua recorría lugares que su esposo jamás hubiese tocado. Él hacía que la palabra éxtasis recorriera su ser.

Él era pasión, fuego... todo lo que una mujer deseaba.

Su cuerpo, bien proporcionado, estaba encima del suyo, mientras ella se arqueaba y sentía como él le llenaba el interior.

—Edward, eres un dios del sexo —susurró la víctima entre jadeos.

Edward intensificó sus movimientos, más rápidos y fuertes. El cuerpo de su víctima estaba teniendo convulsiones bajo el suyo, en el momento en que comenzó a intensificar sus embestidas.

Ella gritó cuando tuvo el orgasmo más esplendoroso de toda su vida, luego ahuecó sus manos en el rostro del asesino e intentó reclamar sus labios, pero Edward no se lo permitió.

—¿Qué sucede? —dijo con la respiración todavía alterada.

Él no le respondió, más bien estiró la mano derecha hasta su mochila que yacía en el suelo al lado de la cama y ágilmente sacó su arma.

—Créeme que lo disfruté mucho, es una lástima que una mujer como tú, tenga que irse al infierno —habló el asesino con una voz ronca y acto seguido, alzó su mano, dejándole ver a su víctima el arma con que pensaba cumplir su cometido.

Edward sostenía una pequeña daga en su mano. Su víctima tembló bajo su cuerpo e intentó escabullirse, pero él le sostuvo sus muslos con sus bien formadas piernas y con su mano libre le sujetó la cintura, evitando que saltara de la cama.

—Edward, ¿qué vas a hacer? ¿Qué rayos sucede contigo? —preguntó la víctima con lágrimas que casi se le escapaban de los ojos cuando se dio cuenta del peligro en el que estaba. Ella comenzó a forcejear con el asesino mientras él intentaba clavarle la daga, reteniendo sus brazos en el aire para evitar que la matara.

— ¡No! Por favor no lo hagas —le rogó por su vida, sin embargo, él era un asesino de mente fría y poco podía importarle sus súplicas. Él solo pensaba en saciar su sed de venganza.

Con su otra mano libre, el asesino dejó de agarrar su cadera, para quitar las manos de ella y así clavarle la daga justo en el corazón. El grito de la víctima hizo eco en la habitación, Edward pudo sentir como los del servicio se acercaban corriendo al oír los alaridos de la mujer. Besó la frente del cuerpo ya sin vida y se escabulló ágilmente hasta salir de la casa, dejando atrás la primera marca de su venganza.