Naruto es de kishimoto.
n. cool. Para StephanieSykes que siempre anda por allí dejando reviews y esas cosas y que le quiero. eso. Y tú, sabes quién eres, si estas leyendo esto, STOP. que esto es mierda.
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And who the hell was I?
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(because now I'm breaking all the bridges
and at the end of all your lines)
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With the taste of your lips
I'm on a ride
you're toxic I'm slipping under
with a taste of the poison paradise
I'm addicted to you
Don't you know that you're toxic?
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Nombre: Yamanaka Ino. (PARTE DOS, sweetie demons.)
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Así que, todo empezó un día por la tarde.
(No, no empezó con Sakura aunque estuviera levemente enamorada de ella. No empezó con Sakura porque ella no es un comienzo. Sakura es un plano importante, pero irrelevante en el final de la historia. Como un tatuaje que te haces por estupidez o necesidad o ambas y al final es tan parte de ti que no puedes imaginarte si el. Pero todo el mundo sabe que la gente no se hace tatuajes para comenzar. Y que no cambian sus decisiones o las de los demás.)
Empezó con la señora Yamanaka con una soga en el cuello, colgando del brazo de la estatua más alta del jardín.
Ino-chan se le quedo viendo miles de años— quizás tres segundos— mientras sentía como las vendas hechas de palabras vacías, ojos ansiosos y amigas de cabello rosa que la envolvían como una armadura de algodón, se iban deshaciendo como el azúcar del té que obligaba a tomar a Shikamaru cuando tenía seis. La señora Yamanaka se balanceaba en el aire suavemente, la forma en que su camisón y su cabello se ondeaban al viento contrastaba con el sol que atrás yacía impávido, y todo era casi poético, como si estuviera bailando en los bordes del inframundo. Fue como ¿y cómo jodidos se subió ahí? y luego se le cayó todo en cima y la dejó sin respiración.
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Lo siguiente que recuerda es estar mirando que sus manos tienen heridas abiertas por todos lados y sus rodillas y uñas eran una mierda. Y el blanco. El jodido blanco en todas partes. El reloj de la sala de espera que hacía un tic-tac tan fuerte que le retumbaba en el cerebro y quería lanzarle algo, lo que sea, mientras se le perdía la mirada en un pedacito de cerámica rota de la pared frente a ella. Había mucha gente en la sala, personas tosiendo o con cortes y había un tío que se sujetaba el estomago como si hubiera recibido una puñalada—y la sangre se le escurría roja roja roja. . Ino-chan se sentía tan sola que la dolía más por dentro que por fuera. Le asfixiaba.
Entonces llego Sakura-chan (porque de alguna manera había logrado llamarla y— ella siempre estaba) haciendo eco con sus pasos sobre la cerámica sucia olorosa a formol, a muerte, a sangre/ dolor y jeringas de adrenalina, con sus pisadas de niña insegura, y con esa cara de casi querer decir algo así como que todo estará bien, pero Sakura-chan sabía que era casi un insulto. La abrazó con sus bracitos tan delgados porque eso hacían las amigas. La toco los hombros y pasó la nariz por su cuello. Sakura-chan beso sus mejillas y le tomo las manos y enterró la cara en su cuello mientras suspiraba y llenaba todo ese blanco aturdidor de rosa en una bocanada de aire.
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(Aquí va un espacio que el hueco del estomago de Ino-chan se tragó).
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¿ves?
El vacio.
¿quien soy?
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Ino-chan tiene un hueco permanente en el estomago y no lo llena con comida porque eso engorda y lo llena con vodka del caro que engorda menos. Es una mierda, eso de no saber si cuando vuelvas a casa tu mamá va a estar tirada en la cama con un frasco vacio de pastillas para dormir en el buro, o flotando boca abajo en la pileta. (Había salvado a su mamá pero se había condenado a ella misma.) así que se emborracha, porque es mas fácil. Más llevadero. Menos real y más ligero/muerto/incoloro.
Luego llega Sakura-chan (que es toda rosa y color y. eso. La no-soledad.) y le dice lo único que la hace menos daño —cariño, te quiero. Estás tan jodida. te quiero, te quiero. — porque ella está hecha para querer a los monstruos que le comen el corazón mientras le envenenan de dentro hacia fuera.
Ino-chan un día la besa porque es egoísta.
Porque la gusta como sabe a bebida energética siempre (por eso de que está en cursos avanzados y saca las mejores notas y quiere ir a una universidad de las pijas). Y sus manos pequeñas y blancas (las mueve como si estuviera bailando siempre) y tiene la clavícula más preciosa del mundo. porque Ino-chan es el tipo de chica que se fija en las clavículas y no en las tetas. Le gustan sus ojos que parecen tragarse todo, que siempre están como tiritando y toda ella parece un cupcake gigante sin azúcar. Pero dulce. Tiene que ver con el color desteñido de su cabello y sus ojos enormes.
Ahora, quiero decirte que Ino-chan empezó a fijarse en esto luego de verle las muñecas.
—esas que eran delgaditas y olían a perfume de bebe. —
uno, dos, tres, diez cortes simétricos.
Pero Sakura-chan se corta con maquinas de afeitar porque no es fina y delicada como Ino-chan y sus dagas de plata. Luego se ponía pulseras que tintineaban quedas como la campana del collar de un gato. Advirtiendo su presencia a sus presas y a sus cazadores por igual. Ino-chan se estaba enamorando de ella pero eso no era suficiente porque todavía la odiaba un poquito y quería su amistad demasiado.
Ino-chan era egoísta.
Pasaron semanas en las que Ino-chan había aprendido a sonreír correctamente de nuevo y Sakura-chan empezó a vestirse como pastel goth y a leer menos poesía y más mangas. —Emilie Autumn es una mierda. — Hablaba de la nada. Su voz era un soplo cantarín. Ino-chan sentía el visceral deseo de morderla nacerle desde algún lugar entre sus entrañas y los pulmones. Tal vez por eso de pastel goth y ahora parecía un cupcake más que nunca.—Canta como si tuviera tuberculosis. Asumiendo que la gente con tuberculosis pudiera cantar, claro. Pero, Ino-chan, quiero pintarme la cara como ella. O escribir esas cosas tan… raras.
Ino-chan sonreía un poco, liquida.
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Cuando era de noche, Ino-chan miraba por la ventana. Y no era para ver las estrellas o alguna cursilada de ese tamaño que hacen el tipo de chicas que Ino-chan detesta. Había una esquina ¿sí? Un semáforo medio torcido, un reloj que casi nunca funcionaba y una ventana tapiada de lo que era un almacén. Las sombras jugando a las escondidas por aquí y por allá y el olor a ciudad, esa mezcla de humo de autos, basura y sudor cansado. Ahí, justo ahí, se paraba esta tía súper mona, con gafas y falda corta. Pelirroja. Y este tío que vendía botellitas de colores (ya sabes). Se ocultaba en la sombra de una puerta del almacén, un poco lejos y un poco cerca, tenía esta capucha naranja espantosa y se movía torpe, temblorosamente, y a veces (cuando solo Ino-chan estaba viendo) miraba a la tía pelirroja con los ojos de estrella incandescente. Obscenamente azules. Luego ella se subía a algún auto y él se quedaba parado mucho tiempo hasta que el frio le traspasaba la sudadera y caminaba hacia alguna parte que Ino-chan no iba a conocer nunca.
La pelirroja a veces le compraba. Ino-chan podía sentir en la punta de los dedos como se derretía bajo la sudadera naranja.
Ino-chan sabia como muchos que el mundo puede ser muy mierda. Es una tía joven y bonita jodiendo con desconocidos para pagar la renta. La sangre espesa/cansada/húmeda en las venas de la gente que desconfía y frunce el ceño. Es una mujer suicidándose. Olorosa a locura y canciones de cuna sin terminar. La no-soledad que no acompaña. Es no tener idea de quién demonios eres. (Jugar con los demonios a la botella.) Un grito al vacio que te rompe la garganta y que nadie escucha— porque se tapan los oídos y cierran lo ojos./Un chico de ojos brillantes enamorado de una prostituta.
Es Sakura Haruno haciendo algo mas que besar a Sasuke Uchiha.
(Pero.)
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Fin dos.