¡Queridos lectores! Dios mío. ¿Cuánto tiempo ha sido ya? ¿Un año, casi dos?

Lo siento muchísimo. O mejor dicho, lo sentimos muchísimo(? -sí, Catherine también tiene que ver muchísimo con esto e.e- Hubo muchos problemas, y uno de ellos fue mi gran irresponsabilidad, la verdad yo estaba bastante centrada en mis estudios; Catherine y yo fuimos cambiadas de sección... Muchas cosas.

Me doy cuenta de que pasó tanto tiempo que hasta conseguí un Coso DDD: Pero bueno.

Este capítulo está dedicado a dos cosas muy importantes en mi vida: todas las personas que, a pesar del gran tiempo que pasó, lean esto. Y... va para Catherine. Muchas veces me insistía en que actualizara, y decía que no lo dejáramos de lado, cosa que hice por un tiempo, y me siento algo mal.

En fin, otra cosa.

Catherine: Lamento que no muchas veces podamos estar juntas, lamento lo duro que lo estás pasando, pero, cariño... ¡Te adoro! No sabes lo feliz que me hace escuchar tu risota hermosa :C Así que... ¡Sonríe! No vale la pena llorar por ningún idiota que te haga la vida amarga.

Rin sirve de ejemplo(? Pero bueno, ya veremos qué pasa.

¡Estúpido Len, estúpida Miki! ¡Esto no puede estar sucediendo!

"Sentimientos no correspondidos."

La tensión que emanaba el lugar se podía captar desde muy lejos. Todos estaban atónitos, quizá hasta algunos habían entrado en estado de shock debido a aquella revelación. Las miradas de los amigos de Len eran de fotografía, pero realmente no se podía distinguir si eran de rabia, de sorpresa o de tristeza.

Pero... la Kagane se sentía distinta. Ella sí se sentía triste, pero más que todo: decepcionada.

Cada vez que se ponía a analizarlo, sentía una punzada en su pecho y la idea le parecía completamente absurda. ¿Len Kagamine, padre?

Tenía que marcharse de allí. Sentía que se ahogaba... Los susurros de la gente, los rumores, la figura del rubio atravesando la multitud, dirigiéndose hacia ella; lo que menos quería en ese instante era verlo a él.

De pronto, unas lágrimas traviesas se colaron. Sus ojos se enrojecieron y sus mejillas estaban calientes.

—Vámonos. —Fueron las palabras de Luka al darse cuenta de lo mal que lo estaba pasando la chica—. Es bastante tarde. —Posó su brazo alrededor de los hombros de la chica y la guió, ya que la rubia tenía la mirada perdida.

Gumi salió del salón siguiéndole los pasos a sus dos amigas.

Por otro lado, el chico rubio se detuvo al ver a Rin alejándose. Se dejó caer en el suelo y recostó su cabeza en sus rodillas, cubriendo sus oídos con sus manos para evitar los murmullos de la gente.

Se sentía mal, sofocado, confundido, dolido. ¿Qué pensaría Rin? Ella le había contado acerca de sus sentimientos, y venir con algo como eso un tiempo después era cruel.

Bueno, estaba bastante claro que ella jamás lo perdonaría, pero... había algo muy extraño.

No iba a ser tan descarado como para negar que sí había estado con Miki, pero él siempre se cuidaba, siempre era precavido.

No podía pensar; su mente era un ajetreo por completo. Miles de ideas se mezclaban, e intentaba buscarle la lógica a las cosas, trataba de organizarse y descubrir en qué fallo, pero era en vano. Al final todas las conclusiones que sacaban lo llevaban al mismo sitio y su mente se nublaba. Era como estar en un barco, remando, intentaba ver a través de la niebla, y cuando remaba hasta el final, llegaba a la misma orilla de la misma isla.

Se sentía perdido.

—¡Bastardo! —vociferó Luki. Había visto como Rin había reaccionado, había visto la tristeza en sus ojos, y para colmo la había hecho llorar.

Luki tomó a Len del cuello de la camisa, el rubio sólo intentaba tranquilizarlo, ya que lo que menos deseaba en ese momento era tener una pelea, pero era inútil. La respiración del chico peli-rosado le rozaba la cara, empapada de sudor.

Luki aventó a Len hacia la tarima del escenario, como si de una bolsa de basura se tratase.

Si la rapidez del chico no le hubiese favorecido, Len podría haberse roto el cuello, pero al final, parte de su cara de estrelló contra la parte dura del escenario.

Todavía no podía creerlo, su mejor amigo desde hacía tanto tiempo lo trataba de esa manera.

Sintió el sabor de la sangre con su lengua, se había mordido debido al impacto, y pudo habérsele caído un diente en peores casos.

—Luki... —tartamudeó el chico, a la vez que sentía su labio inferior inflamado.

—¡Eres un maldito, Len! —gritó Luki, acercándose al chico. Gakupo no pensó ni dos veces y retuvo al chico, envolviéndolo con sus brazos y tratando de alejarlo del rubio—. ¡Suéltame... Suéltame! ¡Le romperé su linda carita de mierda!

—¡No, Luki! Así Len esté en problemas; aunque le haya roto el corazón a Rin.., ¡Eso no te incumbe!

—¡Que me sueltes, carajo! —El chico trataba de safarse del agarre del chico, dándole codazos en las costillas, pero Gakupo se resistía. Su respiración estaba agitada, quería gritar y no podía parar de jadear, hasta que se cansó—. Suéltame... —musitó.

No pudo evitarlo. Y a pesar de que tenía la mirada baja y estaba prácticamente sordo, sintió todas las miradas fijarse en él cuando unas lágrimas cayeron de sus ojos.

—Luki...

—La quiero —susurró—. La quiero tanto que daría todo por ella, por ser la razón de su sonrisa... Pero en lugar de eso, ella prefiere al idiota que le amarga la existencia. —Se safó del agarre y se acercó lentamente a Len, dispuesto a controlar sus acciones, cosa que era difícil—. La quiero mucho más de lo que tú puedes quererla. Yo... La amo. Y tú no la mereces, ella merece algo mucho mejor.

Dichas esas últimas palabras, el chico se marchó sin dirigirle la mirada a nadie. Azotó la puerta del salón y corrió lo más rápido que pudo, odiando todo.

*Flashback*

Él había decidido olvidarla. No quería nada relacionado con el dolor en su vida, y mucho menos el de él mismo.

Decidió que debía dejarla ir, a pesar de que ella nunca había sido suya. Quería convencerse de que algún día ese ardor en su pecho se iría, quería superarla... poder mirarla sin sentir que su alma se iba lentamente y su corazón se marchitaba. Estaba dispuesto a lograrlo.

Para ese entonces...

Después de un tiempo sin verla se había convencido de que ya no la amaba.

Era un día normal para el Megurine. Las clases habían culminado. Cuando llegase a su casa, haría los deberes de Física, a pesar de no haberlos entendido... ayudaría a su mamá y se pondría a repasar la clase de Anatomía.

Él continuaba con su monólogo, sin fijarse en las cosas que tenía adelante. Llevaba su capucha puesta, sus manos en sus bolsillos, y caminaba con mucha tranquilidad, como si las calles fueran de cristal y estuviese a punto de caerse.

En ese entonces, unas pocas gotas de agua cayeron sobre su capucha, levantó su cabeza y observó el cielo. Unas gotas se posaron sobre sus mejillas.

¡Qué bueno que había llevado paraguas! Luki siempre estaba listo para todo.

Abrió el paraguas y caminó dos pasos.

—Rayos... —Aquélla voz...

Se dio la vuelta y su corazón dio un vuelco. Ahí estaba aquella rubia que le daba color en cuestión de segundos. Ella tenía esa mirada molesta de nuevo, lo cual le parecía muy divertido; siempre que estaba enojada se le marcaba una arruguita en la frente. Siempre que sonreía, en sus mejillas se veían unos graciosos hoyuelos, y siempre que lloraba, su voz se ponía más débil, y su cara se ponía rojita.

Oh.

Podía escuchar sus latidos como si retumbaran en toda la calle. Había caído bajo, se había hundido. Él seguía enamorado de ella.

La fémina de ojos azules maldijo por su poca memoria y su torpeza. Era el tercer día en que se le olvidaba traer su paraguas, aún sabiendo que en el pronóstico del tiempo habían diagnosticado que últimamente llovería mucho.

En ese entonces, levantó su rostro, y se sintió en paz. Ésa lluvia no le hastiaba. Su sonido le traía nostalgia...

Ahora recordaba por qué. En los días de lluvia solía sentarse en la ventana de la habitación, y observar cómo las pequeñas gotitas de agua bajaban por el cristal. Y Len... él solía pensar que las gotitas hacían competencias, y quien llegara primero, sería el ganador.

—Oye —la chica, al escuchar una voz, salió de su ensimismamiento y se dio la vuelta—. Si quieres...

—¡Ah, Luki! —dijo, un poco apenada y notó que el chico y ella tenían una distancia algo lejana, entonces se acercó dando zancadas, pero un paso torpe en el piso resbaladizo la traicionó, estuvo a punto de caerse, y gracias a los buenos reflejos del Megurine, eso no pasó.

Él quedó a unos pocos centímetros de ella. Olía su perfume... la fragancia de su cabello, y sentía su aliento muy cerca de su cuello.

Se tensó. ¿Cómo habían acabado en dicha situación? Debía separarse pronto de ella, sino, escucharía los tambores dentro de su pecho.

Ambos se separaron, el chico carraspeó y Rin tomó un mechón de su pelo, enrollándoselo en su dedo índice.

—Si quieres —prosiguió, intentando hacer menos incómoda la situación—. Compartimos.

El chico peli-rosado le mostró su paraguas. La muchacha asintió tímidamente.

"Qué linda es."

Sus pasos estaban coordinados, como si de una coreografía tratase. Rin saltaba los charquitos, mientras Luki sólo los rodeaba.

Precisamente ésa era una de las cosas que más le gustaba de ella. Su personalidad tan tierna.

—Entonces, Rin... ¿Cómo te va? —el chico sonrió torpe y nerviosamente.

"Maldición. ¿Qué clase de pregunta es ésa? Actúa normal, Luki, actúa normal."

—¿Yo? Uhm. Bueno, me va bien. Siempre intento entregar todos los deberes. ¡Definitivamente no quiero que me vaya como Gumi! ¡Ella es una irresponsable! Se pasa todo el día escuchando Utauloid y viendo anime con unos amigos, en un sitio al que le llaman "La Zonita" ¿No es algo loco?

—Bastante —admitió el chico, conteniendo la risa.

—Siempre se me olvidan sus nombres, a ver ¿cómo era? Kiyoteru, Pollo, Mariposa...

—Vaya, son algo... atípicos.

—Lo sé. Gumi le pone apodos a todos sus amigos, es una loca... Eso es lo que me fascina de mi amiga —dijo ella con una sonrisa.

Luki sonrió. De nuevo se le marcaban esos agujeritos en sus mejillas, se sentía bastante nervioso, así que volteó su rostro.

—Y... Len y tú. —Tenía que preguntar, salir de dudas para saber si debía rendirse o no.

—Sólo somos amigos —dijo y suspiró, mientras una pequeña sonrisa se marcaba en su rostro. Amigos desde la infancia, y le tengo cierto afecto.

—Hm.

El de hebras rosadas observó cómo la lluvia cesaba, lentamente bajó su paraguas y temió por una cosa: separarse de ella, estando aquellas circunstancias en las que sólo quería un abrazo. En las que deseaba estar con aquella muchacha que, muchos pensarían que es un estereotipo, pero que resultó ser todo lo contrario a lo que decían sus expectativas. Sólo deseaba ser el dueño de aquella gratificante fragancia, aquel olor que le recordaba a su refrescantes tiempos joviales.

—¡Mira, la lluvia cesó finalmente! ¡Incluso ha salido un arcoiris! —exclamó la chica, entusiasmada, mirando aquellos colores que salían desde atrás de un edificio cercano.

—Sí. —Luki se llevó una mano a la cabeza y suspiró. Algo de tristeza se había apoderado de él, ahora sólo quería irse lo más rápido posible, antes de que ella notase que se encontraba mal—. ¿Gustas que te acompañe hasta tu casa? Sólo queda una cuadra.

—Claro —accedió ella y comenzó a andar.

Lentamente el cielo se despejaba, y el sol comenzaba a pegar con más fuerza. Luki se tapaba los ojos con las manos, evitando aquel insoportable contacto de los rayos solares con sus ojos.

—Llegamos. —La chica suspiró, subiendo unos cuantos escalones que la conducían hacia su casa—. Gracias por acompañarme. —Hizo una pequeña reverencia y rebuscó las llaves de la puerta principal en su bolsillo.

—Está bien. No es nada —Él se sentía inconforme, lo cual, pensaba que era egoísta de su parte. Rin y él no tenían nada... ¿Por qué estaba tomando esa actitud tan ambiciosa?—. Nos vemos.

Sus pasos se escuchaban en el pavimento, ya que en la calle no había casi nadie. A medida que se alejaba, esa sensación de soledad aumentaba. Él nunca se había percatado de lo solitario que se sentía al estar caminando por esa triste avenida. Era monótono observar aquellas plantas muertas y aquélla acera agrietada.

Entonces, sucedió...

Algo lo detuvo. Algo cálido, pequeñito. Algo que se había aferrado a él.

—¿De verdad piensas que no me percaté de tu tristeza, tontito? —dijo ella, intensificando un poco más el abrazo—. Eres mucho más lindo con una sonrisa, Luki, no lo olvides.

Dicho eso, la rubia se separó, Luki casi no tuvo tiempo de reaccionar; estando aún de espaldas, se dio la vuelta y vio como ella se alejaba, corriendo. Antes de entrar en su hogar, ella agitó su mano, despidiéndose de él.

¿Qué había querido decir ella con eso? No estaba seguro. Pero ahora se sentía culpable... Se sentía culpable por haberse enamorado de alguien que quería a alguien más.

Él no era más que una segunda opción, y era bastante torpe ilusionarse creyendo que ella algún día llegaría a quererlo.

Y así, caminando, se marchó, pensando en dónde pararía. No sabía qué haría con aquellos sentimientos, pero sí estaba seguro de algo: no dejaría que nadie lastimase a Rin.

*Fin Flashback*

Aquellos recuerdos habían invadido su inestable mente. ¿Qué debía hacer ahora? Rin estaba mal a causa de Len, eso era bastante obvio. Y no sabía qué le dolía más, verla llorando... o saber que ese llanto era debido a aquel idiota.

Y entonces una duda le invadió.

¿Debía luchar por ése amor aún sabiendo que no era correspondido, pero sabiendo que había una pequeña probabilidad de que llegase a serlo?

Se detuvo unos instantes, debido a las gotas de lluvia que mojaban su rostro.

Sus lágrimas se disimulaban con aquella llovizna, pero su triste aura era algo que se notaba a metros de distancia.

En un edificio lejano se encontraba un chico rubio, mirando a través del cristal de la ventana en su habitación.

Posó su mano en el vidrio, siguiendo con sus ojos las pequeñas gotas que resbalaban en él.

El chico sonrió ligeramente y apoyó su cabeza contra la ventana.

—Las gotas de agua siempre competirán entre sí para ver quién gana... Es justo como en la vida real.

~Continuará~