Disclaimer: Mi nombre no es Isayama Hajime, por ende, yo no creé Shingeki no Kyojin, así que los personajes que estoy utilizando no son de mi propiedad.

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Octavo capítulo: Mentiras.

Hange solo observaba la melosa escena que tenía en frente. Jugueteando con una llave inglesa entre sus hábiles dedos se había sentado al pie de la escalera cansada de esperar a un Levi que no llegaría a ayudarle. Frente a ella estaba él en el sillón sin siquiera prestarle atención a su socia, sujetando el rostro de un Eren sentado sobre sus piernas, bastante incómodo por la presencia de Hange Zoe en el lugar.

—Dímelo —exigió besando con suavidad la mejilla del joven. Ese había sido un buen golpe, la zona se había hinchado y nada quedaba por hacer —. Dime por qué fue, Eren —su voz gruesa y escalofriante desconcertó a Eren por un momento, obligándose a esconder su rostro del mayor —. Quita tus manos y dímelo.

—Levi —ahora fue el turno de Hange, levantándose de la escalera había caminado hasta ellos llevando consigo su fiel llave —, no lo obligues a hablar, él no piensa en decirte nada —le defendió retractándose de la idea de tocarlo, Levi no se lo permitiría —. Veo que esto queda hasta hoy, entonces —sentenció señalando al chico con su herramienta —. Otro día vemos los detalles. Cuídalo y no lo maltrates, Levi.

Guiñándole el ojo Hange decidió salir de la casa. No es que le incomodara ver a su amigo acosando a un adolescente terco, de hecho, su relación le parecía incluso tierna, pero sabía que si se quedaba demasiado tiempo allí, Levi no la perdonaría. Por ello, cuando vio que el tiempo de estadía se le estaba agotando, dejó de inmediato la casa con una pequeña sonrisa en sus labios, cruzando la puerta hacia la calle y el viento cálido de primavera.

Ese día debían hacer ciertas modificaciones a su automóvil, eran simples, pero llevaría un buen tiempo. La máquina en sí funcionaba bien y tenía un motor bastante aceptable el cual necesitaba pequeños ajustes, pero no era eso lo que ellos tocarían, sino más bien la carrocería. Mientras Petra se hacía cargo de la parte mecánica, ella y Levi debían buscar la manera de esconder la mercancía en ese carro, de tal manera que todo se viera en orden y pareciera natural, por ello, estaban creando un compartimiento secreto entre lo que eran los asientos traseros y el portamaletas.

Viendo a la mujer por fin marchase, Levi pudo recién besar a Eren como a él le gustaba, de manera posesiva y algo exagerada, tal vez demasiado posesiva. Tomando la nuca del chico y acercándolo a él, acariciando la zona donde crecían los cabellos, presionando con sus dedos de su mano contraria las caderas del muchacho, intentando dejar pequeñas marcas de un "yo estuve aquí" sin que fueran demasiado visibles. Le gustaba jugar con la lengua contraria, acariciando de vez en cuando los suaves dientes o dando pequeñas lamidas a los labios que presionaban contra los suyos. Le gustaba que Eren enroscara sus brazos alrededor de sus hombros y que le apresara con fuerzas, reclamándolo de esta manera como suyo, de forma igualitaria.

—Así que —susurró contra la boca abierta de Eren que pedía más de sus besos —me dirás ahora qué mierda fue lo que sucedió —gruñó provocando escalofríos en el castaño luego de que mordiera con apremio el labio inferior que tenía en frente.

—Levi —respondió el chico alejándose de inmediato de éste, tomándolo por los hombros como si de esta manera pusiera una distancia prudente que Levi no se atrevería a acortar. Algo en esa actitud no le gustó al mayor.

Entrecerrando los ojos, Levi tomó una de las manos que se posaban sobre sus hombros para quitarla de inmediato, él quería la cercanía, la necesitaba, él quería que Eren se fundiera con su piel y con esa distancia propuesta por el castaño no sería posible. Pero bien sabía que no podría obligarlo a nada, menos en una situación así cuando el cuerpo sobre el suyo se había tensado de esa manera. Había algo mal, lo podía suponer gracias a la transparencia en los actos de Eren.

Se decidió por soltar la mano de Eren y volteó un poco su rostro hacia un lado, preguntándose qué había sucedido ese maldito día como para que ese mocoso se comportara de esa forma. Levi podía sentir el miedo que emanaba de ese chico, la incomodidad que sentía por tan solo estar sentado sobre él y presentía que había sido su culpa.

Tal vez debió haberse quedado callado, si Eren no quería hablar del tema, él no debía obligarlo. Pero necesitaba saberlo para así determinar qué haría con esos mocosos que se atrevieron a tocarlo. Un castigo igual sería probablemente lo que recibirían, no quería atormentar a su pareja tampoco.

—No sé nada de esos chicos —comenzó Eren apartándose un poco más, casi como si quisiera dejar de tocar a Levi —. Necesito que sepas que no sé nada sobre ellos… yo sólo los encontré y…

—Eso ya lo dijiste antes —le interrumpió Levi, sintiendo unas terribles ansias de empujarlo lejos de sí o abrazarlo de inmediato para que supiera que sería imposible alejarse sin su permiso.

—Ya, sí. Lo siento —luego de eso Eren mordió su labio inferior y terminó por hacer algo que sorprendió a Levi.

Inesperadamente ese chico le abrazó con fuerzas, chocando sus cuerpos con cierta violencia que le obligó a golpear su espalda contra el respaldo del sillón. Había sido torpe, una maniobra infantil sacada de algún mundo distinto al suyo, por lo que debió recordarse que Eren provenía de otro lugar.

En vez de responderle de la manera adecuada, cubriendo ese delgado cuerpo con sus brazos y manteniéndolo contra él, se quedó estático. No se había esperado un acto así, aunque él mismo lo estuviera deseando, le había confundido demasiado esa actitud. Si antes creía que algo andaba mal, ahora estaba cien por ciento seguro de que era así.

Aunque Eren era una persona que no temía en demostrar su afecto, Levi no era un idiota y podía distinguir los tipos de comportamiento de ese chico. Por eso lo separó de inmediato, por eso le tomó de los brazos y bruscamente lo alejó con cierta furia. Necesitaba ver su rostro y entenderlo todo, no quería a un mocoso ocultándose en su hombro porque de esa manera la discusión terminaría sin siquiera haber comenzado.

—Ah —se quejó Eren con sus ojos ligeramente abiertos y una mueca de dolor en sus labios —. Levi.

—Dímelo ahora, Eren.

—Lo siento tanto —murmuró avergonzado agachando la vista, sintiendo el dolor que significaba tener esos delgados dedos enterrándose en su piel —. En serio, lo siento mucho —en vez de preguntar de qué estaba hablando, Levi le dio el tiempo de que se explicara él solo y cuando lo hizo, pudo comprender todo.

Un Eren con el rostro mortificado se había sentado a su lado en el sillón, jugueteando incómodo con sus manos sobre sus muslos. Levi había decidido que si iban a tratar un tema tan importante, la situación debería ser como ameritaba, una formalidad que le estaba robando el aire a Eren, provocándole la impresión de que todo esto estaba siendo demasiado. Era solo una pregunta, Eren simplemente debía preguntarle la duda que habían sembrado esos chicos y ya estaba, comprobar algo que él daba por sentado, los muchachos mentían.

Y si era tan simple, ¿por qué le estaba costando tanto? ¿Por qué estaba temiendo por toda la rigurosidad del momento? No debía mentirse, una parte de él había comenzado a creer que todo podía ser cierto y si era así, Levi probablemente se comportaría de otra manera. Nunca creyó que debía sentir miedo ante ese hombre, por eso, esta nueva sensación le estaba absorbiendo más rápido de lo que imaginaba.

Aturdido comenzó a hablar, como si estuviera hablándole a la nada, sin atreverse a mirar el rostro de Levi.

—Esos chicos dijeron que habían matado a una persona… no, fueron a dos. Ellos dijeron que habían descubierto el cadáver del primero, que la policía pronto los encontraría —luego de eso tragó un poco de saliva, lo necesitaba, sentía su garganta completamente seca —. Por eso tenían mucho miedo, tienen al otro en alguna parte con ellos y si por alguna razón ellos son revisados, serán descubiertos —y ahora venía la parte de la que Eren no quería hablar, el momento en que quería evitar a toda costa, pero debía seguir, ya había comenzado con ello —. Por eso querían hablar conmigo. Levi, ellos dijeron que tú podrías ayudarlos a esconder el cadáver —dijo Eren fuerte y claro, mirando al hombre que tenía a su lado por primera vez durante su relato —, dicen que tú eres un experto en eso… ¿Levi, eres un asesino?

No había querido alargar el tiempo de la pregunta ni un segundo más. Eren lo había dicho de la manera más apresurada que podía hacerlo, sintiendo de inmediato la presión por sus actos como si su corazón hubiese sido puesto en una caja y le costara bombear sangre hasta su cerebro, era la única manera de explicar su mareo en ese instante porque Levi no le estaba dando indicios de que lo que le habían dicho esos chicos fuera verdad.

El rostro de Levi fue el mismo durante toda la formulación de la pregunta, sin cambiar siquiera a sorpresa, sin que sus ojos se abrieran o cerraran uno solo milímetro, se mantuvo tan inmune a los dichos de Eren que en cierto punto le tranquilizó. Para el castaño la única explicación que esto tenía era que Levi no había hecho nada de eso, que era una vil mentira, ya que conociendo el carácter de su pareja, no se molestaría por lo que unos mocosos estuvieran diciendo de él. Por eso quiso sonreír, reírse de lo tonto que había sido y volver a pedir perdón como hacía unos momentos.

Eren se había disculpado tantas veces que una más no sería tomada en cuenta, eso ya lo sabía. La razón por la cual había dicho todos esos lo siento era porque había terminado culpando a Levi de todos los homicidios que pasaban por su mente, aunque la mayoría fueran inventados por él mismo. Y luego de darse cuenta de lo tonto que era aquello, le abrazó pidiendo por su perdón, sabiendo que estaba siendo un idiota como siempre, imaginando cosas que no eran como él pensaba.

Pero cuando Levi le rechazó de esa manera algo en él se quebró, y no solo eso, sino que también le provocó un malestar intenso en su garganta. Le había dolido.

Por ello decidió hacer la pregunta a como diera lugar, siendo lo más sincero posible, no podía seguir sufriendo por algo que tenía tantas probabilidades de ser verdad como de ser mentira. Y ahora le quedaba esperar por la respuesta.

—No.

Y había sido todo. Eren sintió que podía volver a respirar y sonreír como siempre, que podía volver a abrazar a Levi como antes y tener todos esos sentimientos por él sin sentir remordimiento, sin sentir que de a poco estaba amando a un asesino.

—No lo soy.

Luego de eso, Eren tomó el rostro de Levi acunándolo entre sus manos y lo besó una y otra vez, sobre los labios, sobre el mentón, en las mejillas y finalmente en la punta de la nariz. Era su manera de expresar que estaba contento, que podía estar relajado por fin, que podía volver a hacer todas esas cosas que le gustaba en compañía de Levi.

—¿Qué…? —y ese frío criminal no pudo terminar la pregunta, Eren le estaba besando con pasión, tomando su lugar a horcajadas de Levi, buscando el entrar en la boca contraria a como diera lugar —Eren…

No podía, no lo dejaría. El hablar en ese momento hubiera sido una estupidez para el castaño, únicamente quería besar a Levi y de esa manera pedirle disculpas por la situación tan incómoda a la que lo había sometido.

Pasó sus manos enredándolas con los negros cabellos como a él le gustaba, le encantaba sentir la suavidad de esas hebras, le gustaba saber que si bajaba un poco provocaría cosquillas en Levi, le gustaba ser el dueño de todos esos secretos. Y si luego soltaba un ligero suspiro, Levi creería que tenía el control de la situación y lo tomaría por las caderas, acercándolas hacia él de manera posesiva. Sí, conocía bien a Levi y más desde ese momento.

Llevó sus manos hacia el pecho de su pareja, sintiendo la dureza de los músculos bajo la blanca camisa, acariciando los marcados pectorales que tenía en frente. Ese cuerpo tan tonificado le volvía loco. El ser capaz de tocar con libertad todas esas zonas en Levi le daba cierto poder que necesitaba para sentir que ese hombre era suyo, solo suyo.

Con propiedad mordió el labio inferior de Levi, quería dejar marcas, quería dejar su firma, algo que dijera que estuvo allí y nadie más podría hacerlo hasta nuevo aviso. Sintió el aire que salía de la boca de Levi tras un pequeño bufido similar a una risa, y entonces Eren también sonrió pasando su lengua sobre la zona que comenzaba a inflamarse. Podía sentirlo, los labios cálidos y palpitantes de Levi por culpa de ese beso, sabía que los suyos debían estar en una situación similar.

—Espera —gruñó esa voz y de improviso fue alejado de esos músculos que le encantaba tocar —. Tengo algo que hacer primero, si vuelves más tarde…

—No puedo —se adelantó Eren agachando un poco la vista, avergonzado por la razón.

—¿Qué? ¿Por qué? —exigió saber Levi, no le gustaban los no como repuesta.

—Mi padre me ha hablado, no puedo quedarme durante las noches contigo —explicó sintiendo sus mejillas arder, sentía que con eso le estaba diciendo a su pareja que aún era un mocoso que obedecía a sus padres.

—Bien —aceptó con rapidez el mayor ganándose una mirada desconcertada de parte de Eren —. No quiero tener problemas con él —explicó rápidamente haciendo un ademán con su mano —. Supongo que no te veré esta noche, entonces…

Por un momento, Levi sintió deseos de manipular a ese joven que tenía en frente. Bastaba solo con ser un poco convincente para que el chico aceptara llegar a su lecho como lo había hecho las noches anteriores. Pero luego se retractó, imaginando que su padre tendría serios problemas con que su hijo adolescente visitara a un hombre varios años mayor durante las noches. Eso no era correcto y no quería que alguien tan importante para Eren se interpusiera entre ellos.

—Será la próxima —concluyó tomando al chico para dejarlo a un lado y así ponerse de pie —. Espérame mañana en tu habitación. Sería buena idea que te deshicieras de tu amigo —le sugirió mientras caminaba hacia la cocina en búsqueda de agua para lavar sus manos y su rostro, tenía que despejarse luego de lo que había estado a punto de suceder —. Hoy tengo unos temas importantes que tratar…

Levi comenzó a hablar mientras se quitaba la camisa que tenía puesta, y fue en ese preciso momento donde Eren se perdió de cualquier excusa. El hombre había caminado sin nada en su tronco superior hasta el armario debajo de la escalera, pasando frente a un adolescente con cierta calentura por el acto anterior, sumándole a eso ciertas hormonas que comienzan a funcionar a esa edad.

Sonrojado por todas las ideas que recorrieron su mente en ese instante, Eren negó una y otra vez con la cabeza, quitándose cualquier rastro de éstas que quisieran seguir en su mente. No debía pensar cosas impropias, no cuando no estaría con Levi en esa noche y no podría saciar todo lo que sentía por él. No, no podía.

Aterrado por sus sucios pensamientos que iban creciendo cada segundo más, aunque Levi se estuviera vistiendo y no lo contrario, decidió que era hora de marcharse apresurándose hacia la puerta. No quería una erección en sus pantalones, no quería tener que explicarle a su padre nada de eso, ni mucho menos quería actuar esa noche pensando únicamente en lo que se había perdido por culpa de las tontas reglas que Grisha había impuesto tan de pronto.

—Iré a verte.

Eso fue lo último que Eren pudo escuchar antes de cerrar la puerta. Cuando se dio cuenta de lo que Levi dijo deseó volver a entrar, pero ya era demasiado tarde, esa odiosa puerta no se abría sin llave por fuera. Se apegó un poco a la madera que le separaba de Levi, como si de esa manera pudiera comunicarse con él. Quería decirle que estaba bien, que fuera, que él adoraría tenerlo como público nuevamente, porque últimamente había estado actuado solo para él.

Enterró sus dedos lo más que pudo en la puerta, sabiendo que sólo lograría que sus uñas se pusieran blancas, pero de esta manera esperaba que su mensaje llegara.

Soltó un suspiro y se alejó de la casa, caminando a paso tranquilo y relajado, estaba tan cerca del circo que no era necesario apresurarse. Todavía no estaría servido el almuerzo, probablemente aún lo estarían cocinando, incluso esperaba tener tiempo suficiente para hacer algún pequeño trabajo, las reparaciones eran constantes, especialmente porque muchos de los instrumentos eran muy viejos.

Eren esperaba que pronto pudieran cambiarlos por otros más recientes, poner varias otras cosas que faltaban, tal vez contratar a un mago de verdad, mejorar el show, hacer miles de cambios para seguir sobre ruedas y jamás dejar la carretera.

Y pronto recordó que estaba sintiendo algo muy profundo por Levi. Dejó de caminar hacia el comedor, que en verdad era una zona al aire libre con una gran mesa, y se dirigió a su habitación casi por inercia. Cerró la puerta tras sí y se deslizó por ésta hasta dar contra el frío piso, la madera solía calentarse a veces, pero como si estuviera de acuerdo con su humor, se mantuvo helada.

Él se iría pronto, más pronto de lo que podía imaginar y dejaría de ver a Levi. Se había acostumbrado tanto a su presencia que poco a poco iba olvidando cómo se sentía el dejar a alguien en una ciudad. Cuando era más pequeño y hacía amigos en los distintos lugares que el circo visitaba solía dolerle demasiado decir adiós, tanto así que no era capaz de despedirse de sus compañeros de juego. Por eso había pasado mucho tiempo sin tener una relación así de fuerte con alguien más que no estuviera en el circo.

Pero ahora Levi estaba en su mente todo el día, a cada instante, esos ojos afilados en los suyos, esas cálidas y delgadas manos, ese cuerpo tan marcado por un pasado tormentoso, por un presente probablemente igual. Todo el maldito día pensando en alguien más. Eren comenzaba a sentirse una especie de depravado, pero no podía evitarlo, Levi se había metido bajo su piel como nadie lo había hecho antes.

Despacio fue recordando lo que hacía con él, las caricias que Levi le daba, tan ligeras que erizaban toda su piel. Recordó los besos en el cuello, los que bajaban hasta sus clavículas donde sus dientes mordían con suavidad y su lengua repasaba el contorno de ésta. Luego esas manos que llegaban a su entrepierna y pronto reclamaban como suyo ese miembro cálido y palpitante que pedía por sus caricias.

—¿Eren? —la voz de Mikasa detrás de la puerta lo despertó.

Estaba tan absorto en recrear la escena que había olvidado donde se encontraba, en un campamento donde la privacidad era prácticamente nula.

—¿Eren, estás bien? Escuché sonidos…

—¡Estoy bien! —gritó avergonzado mirando su entrepierna despierta, eso sería difícil de bajar.

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El caminar de Levi era tranquilo, pero firme, sus manos guardadas en su chaqueta le daban un aire descuidado, aunque nadie creería que ese hombre era así. Estaba siempre atento a todos los detalles a su alrededor, como un hombre con su importancia solía estar.

Sabía bien porqué esos chicos habían recurrido a Eren, a tomarlo por unos momentos y obligarlo a pedirle una cosa así, muchos lo hacían. Demasiados idiotas le habían pagado en un pasado para deshacerse de cuerpos cuando habían cometido un error, pero ya no era así, ahora él no recibía dinero por trabajos así. Pero eso debían saberlo también los chicos, debían estar muy desesperados para meterse con él entonces.

Nadie allí en ese bajo mundo se hubiera metido con él de la manera en la que ellos lo habían hecho, todos tenían bien en claro que las cosas de Levi no se tocaban, mucho menos aquellas que eran tan valiosas como ese mocoso. Por eso nada le ocurría al circo, por eso no se habían acercado esos matones que siempre pedían impuestos por ocupar la ciudad, por eso jamás entraba un solitario ladrón a tomar las recaudaciones del día, porque meterse en ese lugar era como una sentencia, y usualmente Levi no era suave con éstas.

Pronto llegó a la casa que le importaba, allí donde vivía Petra y Auruo, dos de las personas en las que podía confiar misiones como esa. Tocó la puerta anunciando su llegada, probablemente Petra le estaría esperando, por eso abrió tan rápido y lista para soltar todo lo que había averiguado.

—Son niños solamente —dijo cuando Levi había tomado asiento en el cómodo living de esa casa —. Han de estar muy asustados, su pandilla todavía es joven y se trata de amigos de infancia, nada del otro mundo. No tienen conexiones y la mayoría vive aún con sus padres…

—Ya veo —la interrumpió Levi —. Necesito que me digas solo lo importante.

—Al parecer usted ya lo sabe —se rio ella ligeramente dejando una pequeña taza de té en frente de Levi —. Ellos tienen un cadáver en el sótano de la casa de la abuela de uno —explicó encogiéndose de hombros, como si esto no le llamara la atención, y es que había visto tanto perteneciendo a la pandilla de Levi, que en verdad nada le llamaba particularmente la atención.

—¿Sabes bien dónde queda, Petra?

—¿Ah? Claro que sí, lo he visto con mis propios ojos, no son buenos escondiendo cosas como esa —luego la joven hizo un ademán con la mano y caminó rápidamente hasta la cocina, quería buscar el plato de galletas que había preparado para la ocasión —. Incluso un policía novato lo vería, estaba frente a la ventanilla —anunció regresando con la botana.

—Tú te ves como alguien confiable ¿no? —preguntó Levi tomando una de las galletitas que estaban servidas en ese plato de plata que la madre de Auruo les había regalado —. Al menos en la policía no hay registros de tus actividades —explicó observando el brillo del único punto de mermelada que tenía esa galleta de vainilla —. Necesito que hagas algo.

Petra le miró seriamente durante unos instantes. ¿Qué podría querer? Ella bien sabía que tarde o temprano Levi le pediría algo, por eso le había obligado mantener limpios sus récords, saliendo muy poco a operaciones peligrosas y a lugares en donde podrían encontrarla. Lo sabía, ella sería el lazo entre Levi y la policía cuando lo necesitara, y al parecer, ahora lo hacía.

—Solo ve y cuéntales —ordenó luego de devorar la galleta —. Diles que caminabas por ese lugar porque habías decidido tomar un atajo y que viste el cuerpo de alguien en el sótano, que te asustaste y que no sabías que hacer —luego entrecerró los ojos solo un momento para darle un sorbo a su té —. Finge miedo, esconde tu nombre en todo momento, no lo digas a menos que sea necesario.

—¿Tan importante es? —sonrió dulcemente la joven —. Nunca lo había visto así, tan preocupado por una persona ajena al negocio —se apresuró a decir algo nerviosa, sabía que la primera frase no había sonado nada bien —. Quiero decir, me llama mucho la atención que se preocupe por él, no es como si fuera algo malo, para nada.

—Sí, me preocupo.

—Ya veo —soltó una ligera risita llevando una de sus blancas manos hacia su boca.

A Petra Ral le gustaba ver a su jefe de esa manera, le hacía saber que era un humano como todos, capaz de sentir las emociones que todos sentían. Aunque en un comienzo ella temía por su integridad y la Auruo cuando comenzaron a trabajar para él, con el paso de los años se fue dando cuenta que era más que ese tipo frío y calculador que mostraba.

Lo supo la primera vez que Auruo tuvo que matar a alguien, había sido ya un buen tiempo de eso. Luego de una disputa con miembros de otra pandilla, su novio en ese entonces había tenido que darle un disparo directamente en la cabeza a otro chico, para así evitar que Hange fuera asesinada por ese sujeto. Había sido algo fuerte, matar a una persona no es algo sencillo y menos para una persona como Auruo, que, aunque se veía alguien duro y prepotente, en el fondo era una persona con sentimientos.

En ese instante su novio sintió náuseas, unas terribles ansias por vomitar todo lo que había comido en su vida. Se fue tambaleando hacia un poste de luz y allí se apoyó, se veía tan pálido que incluso ella tenía miedo de acercarse, por eso mantuvo cierta distancia. Pronto llegó Levi al lado de Auruo, puso su mano en el hombro de éste y le reconfortó con unas palabras que ella no logró escuchar, pero que le cambiaron el rostro a su novio por uno de más tranquilidad. Y luego sucedió algo que ella creía imposible en ese hombre obsesionado por la limpieza, se quedó al lado de ella y Auruo mientras éste último definitivamente vomitaba lo que había ingerido durante el día.

Cuando Petra estuvo frente a la improvisada comisaría a un lado de otro edificio gubernamental dio un último respiro y se decidió a entrar. Había quemado el último de esos lugares, éste no tenía calabozos y únicamente servía para recibir denuncias, y era lo único que a ellos les importaba, delatar a esos chicos que habían cometido el más grande error en su vida, tocar algo que no era suyo.

Por su parte Levi había llegado de vuelta a su casa, esa tarde se había hecho extrañamente eterna para él, aún no eran las seis cuando abrió la puerta de su habitación y se acostó sobre la cama. No quería sacarse los zapatos siquiera, estaba algo agotado y no sabía bien porqué, aunque tenía una ligera idea de la razón.

Eren.

Le había mentido a Eren y éste le había creído como si nada, aceptándolo de vuelta con gran énfasis. Pero él tenía la excusa perfecta para esa acción. El chico le había mirado de una manera que jamás había imaginado, con miedo, con dolor, como si estuviera dispuesto a dejarlo ahí botado si recibía una respuesta afirmativa. Por eso no pudo, por eso no quiso decirle la verdad y fue por la vil mentira, de todas maneras estaba acostumbrado a ellas, una más o una menos no harían la diferencia, no para alguien tan podrido como él.

Aunque ahora se estaba recriminando por ello. No podía creerlo, él siempre había creído que sería capaz de mantener al margen emociones como esa, el típico remordimiento por acciones tan minúsculas. Pero en ese momento no pudo hacerlo, toda la culpa llegó a él, especialmente por la tonta acción de Eren, por haberlo besado tantas veces y con tanta voracidad, como un pequeño animal.

¡Y la culpa la tenía el mismo Eren! Si tan solo no fuera tan efusivo, sin tan solo sus besos no fueran tan dulces y sus toques tan cálidos, él hubiera aceptado deshacerse del castaño. Pero no, no quería alejar a Eren, no le llamaba en lo más mínimo la atención una idea como esa, porque él necesitaba al chico de una manera u otra, era su escape de tanta mierda que le había tocado vivir el último tiempo. El estar con Eren era la forma más sana de descargarse, como si toda la tensión acumulada en sus hombros por culpa del peso de sus actos fuera alivianada solo con un tonto beso.

Y tristemente parecía ser así.

Eren era el bálsamo que aliviaba sus heridas. Por eso el chico estaba condenado en ese momento a quedarse con él.

La idea de tomarlo y arrebatárselo a su padre y a su familia en el circo había surcado ya varias veces la mente de Levi, y más desde la noche anterior. Quería buscar la forma más sana de hacerlo, sin que esto le doliera demasiado a Eren, tal vez algo rápido sería la mejor manera, tal vez prometerle el cielo y la tierra fuera suficiente, aunque no sería una promesa vacía, él le podría entregar a Eren todo lo que quisiera, todo.

Posiblemente si le demostraba que no tendría ningún problema más por el resto de su vida si se quedaba con él, el chico aceptaría. Aunque conocía muy bien a Eren, él no era del tipo de personas que se dejaban llevar por cosas tan superficiales, por eso sentía que esa idea se iba hundiendo cada vez más. Necesitaba algo nuevo, necesitaba algo rápido, una manera de retener eso que él quería a su lado, porque el tiempo se le estaba agotando.

Llevó su mano a su rostro y como cada vez que pensaba en ello, se hizo la pregunta moral de qué diablos estaba pensando. No podía hacer algo así, Eren amaba su vida itinerante, amaba su tonto circo y por nada del mundo lo dejaría, aunque le doliera también botarlo a él.

Entonces sintió ira por algo tan abstracto como el circo. No estaba seguro de quien era el culpable, si las personas que trabajan en él, si aquellos que lo visitaban, tal vez la carpa en sí, o la idea simplemente de una vida sin ataduras, como fuera, estaba odiando todas esas cosas en ese preciso instante.

Quería una jaula para atrapar a un pajarillo que amaba su libertad.

Miró el reloj que se encontraba sobre su mesita de noche, faltaban poco minutos para las ocho, la función estaba pronta a comenzar y él no tendría buenos lugares si no se apresuraba.

Hubiera deseado tomar una ducha aunque fuera corta, pero el tiempo no daba, por alguna extraña razón el circo se llenaba todas las noches y si llegaba tan solo unos minutos tarde no alcanzaría un buen lugar para mirar toda la función.

Esa noche no podía estar con Eren, debía luego volver con Hange y seguir con el trabajo, por eso había tenido que rechazar cualquier loca idea de su mente, pero no por ello no le vería. Necesitaba divertirse un rato observando al muchacho colgado de cabeza y a sus amigos que hacían cientos de payasadas que animaban a un fiel público que les visitaba.

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Erwin odiaba el nuevo edificio en el que tenía que trabajar, si es que se podía llamar edificio, ya que en verdad era una especie de casa donde ahora almacenaban los pocos archivos que habían sido salvados. Su oficina incluso había sido reducida considerablemente a un cuartucho donde con suerte un hombre de su tamaño entraba.

Y Mike adoraba visitarlo con frecuencia. Dos hombres así no podían estar cómodos en ese espacio.

—Iré por algo de café —anunció tomando su tazón y caminando hasta la salida, el aire allí dentro se hacía pesado.

A penas salió de allí la vio, la reconocería en cualquier parte. Para un policía común ella sería una civil cualquiera, pero no para él, él ya la había visto con anterioridad y no en muy buena compañía. Erwin sabía muy bien que la muchacha que estaba cruzando en ese momento la puerta de salida era una de las empleadas de Levi, estaba cien por ciento seguro de ello.

No pudo evitar preguntarse qué era lo que una persona así buscaba en la estación de policía. ¿Acaso había ido a denunciar a Levi? No, eso sería imposible, nadie hablaba, mucho menos sus colaboradores. Entonces ¿qué demonios estaba haciendo una criminal de ese nivel allí? Porque ella no era alguien común, ella trabajaba para un hombre como Levi, por ende, aunque su rostro fuera angelical y su voz suave, ella debía ser muy buena en lo que hacía.

—¿Esa chica? —preguntó el oficial de turno en el mesón —. Estaba muy nerviosa la pobre, vino a hacer una denuncia anónima, ha encontrado un cadáver en el sótano de alguien. Aquí está la dirección —dijo mostrando la hoja de papel donde un par de palabras estaban escritas —, mandaremos a alguien a investigar.

—Iré yo también —le dijo tomando el papelito y anunciando en voz alta los nombres de los oficiales quienes lo seguirían.

¿Por qué un criminal denunciaría a otro cuando había mucho que perder? ¿Qué estaba planeando Levi al mandar a esa chica? Definitivamente algo se estaba tejiendo frente a él y debía averiguarlo. Esto sería demasiado importante para su investigación.

Pronto el par de patrullas llegó a la casa donde una anciana y su nieto vivían tranquilamente. Pateando la puerta principal, dos oficiales entraron armados y redujeron a la mujer, quien aterrada lanzó gritos ahogados de miedo, casi como si estuviera pronta a sufrir un ataque cardiaco. Indiferente a esto, un tercer oficial buscó la puerta que daría al sótano del hogar y bajó las escaleras rápidamente luego de haber encendido una luz, y efectivamente allí estaba, el cadáver de un hombre que comenzaba a mostrar signos tempranos de descomposición, medio comido por las ratas que vivían con la familia.

Llevando un pañuelo a su nariz para no aspirar ese desagradable olor, el oficial llamó a su superior quien esperaba al pie de la escalera, gritando a todo pulmón que era verdad, había un muerto allá abajo.

—Pero qué… —apareciendo en la puerta principal, el nieto soltó esas palabras sin darse cuenta que lo condenarían.

Aterrado comenzó su huida del lugar, debía correr y avisarle a sus amigos que la policía había dado con ellos, que estaban muertos, que el maldito de Eren los había traicionado. Pero no pudo hacerlo, antes de que siquiera pudiera dejar el terreno, un hombre alto y rubio le atrapó hundiendo su cabeza contra la negra tierra, reventando su nariz y aturdiéndolo por completo.

Los habían traicionado, debía dar el mensaje… pero no podía, la impotencia que sintió en ese momento le hizo susurrar las palabras que le dieron la razón a Erwin.

—Maldito Eren…

En ese momento Erwin lo vio claramente, podía averiguar mucho gracias a ese chico.

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Tenía miedo, su banda pronto sería encontrada y él no había sido un buen líder, los había puesto a todos en peligro y ahora estaban a punto de encontrarse en su situación. Sabía que la antigua estación había sido quemada, pero jamás imaginó que lo llevarían a cárcel para interrogarlo, algo que le enfundó más terror aún. Ellos, sus amigos y él pasarían su maldita vida pudriéndose en prisión por un tonto error, por confiar en alguien en quien no debían.

—Has dicho un nombre mientras te arrestábamos —Erwin fue directo al grano, a él no le importaba en lo absoluto lo del cadáver, él únicamente quería saber aquello que le parecía importante —. ¿Quién es y por qué lo has mencionado? ¿Es tu cómplice? —se atrevió a decir, aunque claramente sabía la verdad.

—No, es ese marica que le presta el culo a Levi —gruñó el muchacho con desprecio. Ya le habían dado su paliza inicial, por eso, luego de hablar, escupió un poco de sangre al pulcro suelo de cerámica —. Su nombre es Eren, solo sé que trabaja en el circo.

—¿Y por qué has dicho su nombre? —insistió Erwin, toda la información que el chico le había dado no era nueva para él, necesitaba escuchar eso que metería a Levi tras las rejas de una vez.

—¿No me preguntará por el cadáver? ¿Que no estaban allí por el muerto? —preguntó astuto el joven, sabiendo que si se le salía una palabra de más sobre Levi, sería historia.

—¿El cadáver que hemos encontrado en tu sótano? Sí, es muy llamativo, pero si tú me dices toda la verdad, lo que yo quiero escuchar, puedo reducir el homicidio a nada —sonrió Erwin tomando entre sus dedos la carpeta que tenía enfrente —. No por nada soy la ley aquí, joven. Tú decides.

Erwin pudo ver cómo el rostro de joven iba variando de expresión. Si bien en un principio se veía como una tumba, manteniendo su boca cerrada y sus músculos tensos, ahora se había relajado un poco y parecía estar pensando todo muy bien. Claramente le había dicho una mentira, él igualmente iría a prisión, pero si le había convencido con ello, probablemente el chico aceptaría el falso trato para salvar su pellejo.

Y nunca antes se había visto tan tentador para ese muchacho traicionar a Levi, de todas maneras, el idiota que le gustaba lo había traicionado a él, ojo por ojo dicen por allí. Además, si el hombre que tenía en frente era tan astuto como se veía, Levi no tendría tiempo de hacerlo papilla antes que toda la policía de la ciudad cayera sobre él y toda su banda. Tenía posibilidades, veía un destino mejor en confiar en ese oficial, antes que guardarle un secreto a un maldito.

Sí, traicionar a Levi jamás había sido tan tentador.

Continuará.

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¿Cuántos querían leer una escena de Eren masturbándose? Muahaha.

Tenía que subir este fic antes del VyM porque me estoy atrasando demasiado en esta historia, quiero decir, en subir capítulos. El ritmo va bien, siento que es preciso y esto va a doler.

No estoy segura si Levi hubiera mentido… sigo pensando en eso, pero aplicando esto a la naturaleza humana, que es egoísta, siento que está bien. Es decir, mis personajes son humanos aunque algunos no lo sean (¿?), ya saben lo que quiero decir, jamás he hecho a alguien perfecto con una relación amorosa perfecta y segura. Oh, pero ojo, dos no significan un sí. No sé si lo sabían, pero matemáticamente está correcto… o sea, nosotros sabemos que la multiplicación de dos números negativos da un positivo… eso quiere decir que sí. Ah, ya, entendieron :c lo sé.

Ah, quiero hacerles una invitación para que visiten mi nuevo fic, se llama Habas de Lobo y está en la categoría T. No es tan malo, échenle una ojeada o lo que sea :3

PD: No está editado, otra vez, sorry :c

Bueno, eso. Gracias por leer, babies.