N/A: Hola, hmmm, lo sé. Esta historia la he dejado abandonada por demasiado tiempo... la verdad es que no tengo excusa suficiente. Es más, esta historia la tengo bastante avanzada. Es solo que cuando en un principio la escribí fue hace mucho años y, siento que ahora tengo otra mentalidad, entonces no me puedo sentir conforme con lo que es esta historia. La trama me parece tonta xD

Bueno, dejaré de parlotear de mis dudas existenciales haha.

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El que persigue, consigue

Capítulo 3: No se tiene todo lo que uno quiere.

Ya estaba atravesando aquélla enorme puerta de madera vieja que resguardaba la Aldea Oculta de la Hoja, cuando vio al rubio mirando hacia la entrada. Se sintió amenazado ante la idea de que quizás dijera algo, pero eso no era posible, puesto que su amigo era lo suficientemente confiable. O eso deseaba creer. Además, ya le había advertido al futuro Hokage las consecuencias de abrir la boca y éste había aceptado. Naruto era de los que cumplían su palabra.

Y técnicamente así lo hizo, no mencionó nada acerca de lo sucedido aquella noche. Pero algo tenía que decir, no se podía quedar con la boca cerrada. Y a pesar de saber que su idiota amigo siempre salía con nuevas sorpresas, no se esperó para nada esas palabras. Es decir, esa noche, según Sasuke, solo fue producto del alcohol y de las hormonas, más significado no tenía. Sin embargo, había escuchado unas palabras que jamás en su vida pensó serían dichas por Naruto hacia su persona.

¿Amor?

Amor.

Amor.

Sus ojos negros se abrieron más de lo normal, sin embargo, en cuestión de segundos regresaron a su tamaño normal. Eso no podía ser plausible, desde que conocía a Naruto no le vio ese tipo de tendencias, tendencias que él mismo no tenía. Bueno, en realidad, no le habían gustado ni mujeres ni hombres. Desde el incidente con sus padres y su clan, su vida se había limitado a perseguir a su hermano, matar a Danzou, a tratar de destruir Konoha y por último a tratar de destruir el mundo ninja. Nada que ver con ese tipo de lazos.

Aquello era completamente imposible. Probablemente había escuchado mal.

Después de aquella… declaración, simplemente pasó de frente en dirección a la torre de la Hokage para entregarle el informe de la misión, sin hacer ningún comentario, ni gesto. Nada, absolutamente nada. Por el contrario, el resto de la población hubo tenido diferentes reacciones.

Por un lado, Sakura veía a Naruto como si le hubiesen salido dos cabezas más. Por su parte Sai, no había sonreído falsamente como era costumbre. Los aldeanos habían comenzado a cuchichear. Kakashi sensei, que definitivamente nada tenía que hacer por allí, parecía querer darse de cabezazos contra un poste. Su comportamiento fue el más raro.

Pero lo que más molesto le había sido a Sasuke, era que después del primer shock inicial, todos, es decir todos, a excepción de Kakashi, se habían acercado al rubio y comenzado a lamentarse por él, otros habían dicho que era admirable y algunos que era un masoquista. Una ceja negra suya se elevó en discordia con lo que escuchaba a su paso. No es como si que le gustase a alguien fuera malo, es decir, no había mejor persona para ello. Era inteligente, tranquilo, sagaz, fuerte, astuto, muy buen ninja, de buena apariencia y muchas otras cosas más, mucho en un paquete. Todos estaban mal, en vez de lamentarse por Naruto deberían de pensar que era completamente razonable ¿Quién mejor que él en todo Konoha? Aunque ello no quitara que no aceptaba lo que inicialmente había escuchado.

Y Naruto, él, después de su declaración, solo se hubo acercado hasta Sasuke y había caminado a su costado, extrañamente callado con una muy grande sonrisa en su cara. Le ignoró completamente, aunque secretamente fastidiado por todo el alboroto que había a su alrededor por culpa de aquel idiota.

Uno puede desear mucho, pero no por ello obtener lo que desea.

¿Cómo es que ahora se encontraba allí?

Hace solo unas horas regresaba de una misión completamente exitosa y ahora estaba siendo acusado de ser un… ¿frígido y asexual?.

–¿Estás seguro Naruto? No es por ofender Uchiha, pero seamos francos, eres un frígido asexual.

¿Cuántas veces ya había oído la misma pregunta? Si no recordaba mal, cosa que dudaba, aquella era la vigésima segunda vez. No estaba muy interesado en lo que los demás pensaran o no de él, sin embargo, aquello era molesto y curioso a partes iguales. Sobretodo en la parte donde se daba a entender que él no era el ser perfecto que era. Él no podía ser tan malo, ¿verdad?, después de todo, la mayoría de la población femenina le acosaba. Tenía entendido que hasta un club tenía.

Pero aún así, lo que más le asombraba era la respuesta. Una respuesta tan segura de sí, como que dos más dos eran cuatro. Siempre con aquella determinación que caracterizara al rubio desde pequeño.

–Claro que sí, Sai. Y voy a lograr que este teme se sienta de igual manera –contestó Naruto con una gran sonrisa, para luego levantar la mano en forma de puño y continuar diciendo–. Como que voy a ser el próximo Hokage. Ttebayo.

Esa respuesta le inquietaba. Algo se le escapaba de las manos.

Los sentimientos humanos diferentes del odio y la venganza, eran lo que algún día hacía tiempo le habían hecho sufrir. Tan dolido y traicionado que su alma, espíritu y carácter habían mutado de maneras espectaculares. Y si bien era cierto, ya no era un crío con ínfulas de vengador, ahora creía haber madurado mucho –ya no sentía ganas de ir a descuartizar a ninguna persona–. Sentía que debía salir de ahí tan rápido como fuera posible.

Para Sasuke la respuesta dada de forma tan segura, era un tanto desconcertante e inquietante. Extraña. Realmente no tenía intenciones de rebatir o aceptar aquellas frases, por mientras. Lo que él hiciera o dejara de hacer nada tenía que ver con todos los presentes. La gran mayoría de los ninjas de la Aldea oculta entre las hojas estaban ahí, rodeándolos. Él no era un maldito espectáculo.

Debía salir de ahí. Lejos, muy lejos de Naruto, al menos hasta que todo regresara a su curso normal.

En ese momento se encontraban en la oficina de Tsunade-sama, quien miraba todo con ojo clínico. Al parecer sin intenciones de interrumpir.

Él solo seguía en aquel lugar para poder entregar el informe acerca de la misión, y no lo podía hacer por el simple hecho de que no le dejaban. La información era, hasta cierto punto, clasificada; por lo que no podía decirle nada hasta que se encontraran a solas, cosa que deseaba con todas sus ganas, pero al parecer a la Hokage no le importaba en lo más mínimo que quisiera irse a descansar o bañarse o cualquier otra cosa, pues no hacía intento de que los ajenos a la misión se fueran.

Estaba a punto de irse de ahí sin informar aunque se considerara desacato.

En lo que respectaba a lo que había ocurrido con Naruto, tuvo cinco largos días para pensar acerca de que debería de hacer, la situación era un tanto complicada.

Antes de irse de la aldea, ya se había dado cuenta que solo habían dos personas en todo el planeta tierra que consideraba un tanto… "especiales", para ese entonces. Una de ellas era su hermano, aquélla con la que tenía un vínculo sanguíneo y un pasado bastante entrelazado, por no decir enredado. Itachi lo hubo representado todo en su niñez. Era su punto de apoyo, de inicio y aspiración; así que, tras los acontecimientos ocurridos con sus padres, decidió centrarse en él, era su objetivo. En el camino para llegar hasta su hermano, tuvo contacto con la segunda persona que consideraba "alguien" en su propio mundo de herramientas para conseguir sus objetivos, Naruto Uzumaki.

Por ese entonces describía a Naruto como un rubio idiota que tenía sueños aún más idiotas. Es decir, era odiado por casi todos en la aldea, no tenía familia, no tenía ningún vínculo con nadie que pudiera apoyarle en ese camino, por lo cual, su sueño se veía casi irrealizable; pero a pesar de ello, no se dejaba demeritar ni vencer por las circunstancias. Puntos a su favor por la idiotez.

Y aún siendo de caracteres tan diferentes, sintió cierto apego por él.

Se reflejaba en el ojiazul. También tenía una meta que quería cumplir a costa de todo, a pesar de que nadie le apoyaba y, sus posibilidades eran escazas.

Así, Naruto se convirtió en un rival y amigo a la vez. Y ahora, volviendo a la actualidad, se había acostado con él, claro que sin su total consentimiento pues en ese momento no estaba en todas sus facultades, pero lo había hecho. Maldito sea el sake. Aquellos cinco largos y cortos días, decidió que eso no debía pasar a mayores. De cualquier forma, algún día tendría que haberse acostado con alguien. Qué mejor que fuera con alguien a quien conocía y de quien estaba seguro, no iría contándoselo a todos, como hubiera hecho cualquier otra fan suya.

Olvidaría aquello. Haría como si nunca hubiera ocurrido, y Naruto, él, tendría que hacer lo mismo y asunto solucionado. Es decir, lo hecho, hecho está y el pasado no se puede modificar; lo que sí se podía solucionar era el futuro. Ya se encargaría él de que todo quedara en el pasado y su plan de vida, fuera tal y como lo había previsto.

Su relación con Naruto, tampoco variaría, a excepción claro de que se vengaría de alguna forma, aún no lo había meditado completamente, pero lo haría, tarde o temprano. Así todo volvería a su monotonía.

Naruto seguiría siendo su amigo y rival.

No por nada era uno de los motivos por los cuáles regresó a la aldea. Porque tenía un lazo con Naruto que a pesar de que se esforzó en romper, seguía siendo fuerte. Mas las cosas no siempre van como uno quiere, aún más, teniendo en cuenta que una de las personas involucradas era aquel rubio hiperactivo.

Ya había sido suficiente estupidez por un día. Estaba cansado y deseaba asearse.

Se movió de la esquina en la que se encontraba y, con paso calmado, se acercó a la Hokage y se puso delante de ella para luego extenderle unos documentos. Hizo un pequeño asentimiento con la cabeza en muestra de respeto y luego desapareció del lugar dejando una voluta de humo. Todos los presentes lo observaron con detenimiento.

Era preferible que le pusieran el castigo por desacato.

Llegó a su casa y con cierto fastidio paseó su vista a su alrededor. Por un momento pensó que Naruto iría detrás de él, tan impulsivo como aquel idiota era. Aunque debía aceptar que había madurado, y que cuando las situaciones lo requerían, actuaba diligentemente. Aun así, no había perdido la costumbre de hacer lo primero que se le ocurriese. Pero no. No se había aparecido. No estaba a su alrededor incordiándole.

No le dio más importancia y decidió ir a tomar un baño para echarse a dormir por unas dos horas. Estaba cansado. Luego regresaría con Tsunade-sama para darle el informe completo de la misión. Ya en la noche comería.

Para Naruto, aquello de seguir sus impulsos era casi una regla no escrita grabada a fuego en su cerebro.

Cuando lo había visto pararse y desaparecer dejando tras sí una voluta de humo, sintió el impulso de ir detrás de él y hablar acerca de lo que pensaba con respecto a sus sentimientos. Aunque lo más seguro fuera que le diera un rotundo no, al principio. Rendirse nunca había sido parte de alguno de sus planes. Sea como sea, conseguiría que Sasuke también le quisiese.

Mas no hizo caso a su impulso, sabía que no debía de ser fácil de asimilar. Debía de darle un poco de espacio. Pero muy poco, no más del estrictamente necesario. Sonrió con alegría. Aquella era una de las misiones autoimpuestas más entretenidas que tenía.

Además hubo otro factor que le hizo quedarse en el mismo lugar, sin llegar a dar cualquier paso. Tsunade oba chan le había dado una mirada significativa que le indicaba que deseaba hablar con él a solas.

Después de ello, los presentes comenzaron a retirarse a excepción de Sakura, Sai, Yamato y Kakashi, como indicando que ellos también querían explicaciones. Pero la Hokage, con un movimiento de mano en dirección a la puerta, les indicó que ellos nada tenían que ver ahí. Ese no era un asunto que les incumbiese a ellos.

Una vez estuvieron solos, Tsunade fue la primera en hablar.

–¿Estás seguro? –dijo dejando salir un suspiro.

–Sí –respondió con la misma determinación que tenía desde que descubriera sus sentimientos.

La Hokage se paró de su asiento y se acercó al joven, y como muy pocas veces, en una muestra de cariño, posó su mano en el hombro de Naruto.

–Sabes que te aprecio como si fueras mi familia –carraspeó–. Como si fueras mi hijo. No quisiera verte deprimido y, dudo que Sasuke vaya a aceptarte con una gran sonrisa en su cara, como tú lo haces.

Ambos rubios, rieron ante la idea. Para nada. Sasuke no encajaba en esa idea. La mujer, apretó un poco el agarre y luego con una gran sonrisa, le tiró un golpe leve, con su mano cerrada en un puño, en la cabeza.

Inmediatamente, Naruto se llevó las manos a la cabeza, vaya que a pesar de controlarse la vieja tenía fuerza.

–¿Por qué hiciste eso? Debe ser la edad, esto es grave, ya estás senil –dijo sonriendo y esperando otro golpe.

Un golpe que no llegó. La mujer solo lo miraba.

–Te voy a ayudar en lo que necesites –dijo, para luego callar por unos minutos y observar detenidamente al rubio que se encontraba delante de él–. Desde ahora, te reintegras al grupo 7.

El rubio sonrió ampliamente y con ello se dispuso a salir de aquel recinto por la puerta, como pocas veces hacía.

–Esto te va a crear más dificultades de las que piensas –mencionó suavemente pero en todo grave la rubia de coletas.

El movimiento de la puerta se detuvo por unos segundos, antes de cerrarse completamente.

Se despertó más descansado. Giró su cabeza en dirección a la ventana de su habitación, estaba oscureciendo. Se sentó en la cama y se pasó las manos por el cabello y cuello. Se daría otra ducha más y luego iría con la Hokage para darle el informe.

En Konoha se encontraban en pleno verano… una de las épocas que menos le gustaban al pelinegro. Debido al sudor la ropa se le pegaba al cuerpo y su cabello se ponía pegajoso.

Rápidamente se quitó la ropa y se fue en dirección a la ducha. Abrió la llave y sin reparar en el agua helada se metió debajo del chorro de agua. Era refrescante. Cogió su jabón y comenzó a pasarlo por sus hombros, para luego descender por sus brazos. La espuma comenzó a formarse por aquí y por allá logrando que su mano resbalase con mucha facilidad por su piel. Mientras se limpiaba y refrescaba, comenzó a recordar la noche que pasó con Naruto.

Anteriormente al rubio, no había tenido otro encuentro de tipo sexual con absolutamente nadie, solo se había dedicado a entrenar, por lo cual esa había sido su primera experiencia. Francamente no recordaba todo completamente, pero tenía fragmentos fugaces y sobretodo, sensaciones sobre sí mismo. La temperatura, la fuerza, el ardor, el dolor y el placer para atormentarle. Para qué negarlo, podría haber sido la primera vez que experimentaba aquello, pero lo había disfrutado en gran manera.

Cuando uno prueba el sexo, es como probar una droga. O al menos eso fue lo que pensó. Una vez lo has experimentado, deseas volver a hacerlo, hasta que tus sentidos se satisfagan. Deseas llegar hasta el límite, pero ahí está el problema, no tiene límites.

Sus sentidos, rápidamente se encendían ante los recuerdos.

La piel comenzó a arderle y cosquillearle, su espalda se tensó, todos los bellos de su cuerpo se erizaron y sus piernas temblaron por la magnitud de las sensaciones. Sentía corrientes eléctricas desde el interior de sí mismo que eran enviadas a diversas partes de su cuerpo, embotaban su mente, nublaban su sentido.

Sin ser muy consciente de ello, la mano que sostenía el jabón, ahora se encontraba fuertemente cerrada alrededor de su miembro erecto, grande y caliente, primero frotándolo suavemente, lentamente, torturándose. Pero a medida que el tiempo pasaba, la necesidad se incrementaba, su cuerpo exigía que acelerara el ritmo. Sus caderas se balancearon en un vaivén firme mientras su mano acompasaba el movimiento. En algún momento cambió el agua fría a caliente, por lo que a su alrededor la temperatura se caldeó. Bajó su otra mano, pasándola primero por su pecho y siguió su camino hasta llegar a la base de su pene donde cogió sus testículos, ahora hinchados, y los manipuló a su gusto, jugando con ellos, mientras su otra mano aceleraba el ritmo e intensidad en su turgente miembro.

Apremiante, le llegó un orgasmo explosivo, acompañado de un gruñido potente.

Se quedó inmóvil durante un rato, esperando a recuperarse de la sensación post-orgásmica. Luego terminó de bañarse, y un tanto abochornado por su acción se cambió rápidamente, para salir en dirección a la Torre de la Hokage.

Aquella noche alumbrada tenuemente por una luna en cuarto menguante, Naruto iba caminando distraído por las calles de Konoha, sin rumbo a ningún lugar en particular, pensando en la noche que pasó con Sasuke y en sus recién descubiertos sentimientos. Saludando de vez en cuando a los aldeanos, pero no deteniéndose a hablar con ninguno. Sus pensamientos en ese instante tenían dueño, nombre y un fabuloso cuerpo.

La simple idea de amar a su pelinegro amigo le hacía inmensamente feliz. Como si hubiera encontrado algo perdido hacía tiempo. Extrañamente, la sensación era muy diferente al sentimiento que había tenido por su querida Sakura, hacía años desaparecido. Con la pelirrosa no había habido felicidad, solo dolor, sinsabor y por último, desidia. Ahora estaba seguro, a ella no la había amado.

La noche que había pasado con el ex ninja vengador, había sido de lejos, la mejor experiencia de su vida. Ciertamente debía aceptar que no había sido la primera, pero cada vez que la recordaba, se sentía absurdamente feliz. Esa fue la mejor noche de su vida. Recordaba cada gesto, movimiento y actitud que el pelinegro tuvo. Sasuke era duro, fuerte, feroz e intenso. Apasionado bajo una gruesa capa de hielo, había que admitir.

Justo en esos momentos tenía un deseo incontrolable por verlo. Y aunque por más absurdamente cursi le pareciera, deseaba poder ver sus ojos, escuchar su voz y abrazarlo tan fuerte que fuera capaz de fundirlo a su cuerpo. Por las historias que antes escribía el viejo pervertido, Jiraiya, había entendido que las personas parecían estúpidas cuando estaban enamoradas. Algunas veces hasta cambiaban totalmente su personalidad y podían llegar hasta matar. No lo hubo comprendido en aquel momento, pero ahora, lo sabía. El amor se podía describir con una palabra.

Insaciable.

Porque era así como se sentía.

Insaciable de Sasuke.

Necesitaba verlo y escucharle gruñir entre dientes.

Rápidamente, Sasuke llegó a la torre de la Hokage, ya delante de la puerta de Tsunade-sama, tocó la puerta y tras una indicación de aceptación, se adentró en el lugar. Habló acerca de lo que habían descubierto, pues la misión había sido de rastreo e investigación. Debían rastrear a un grupo de ninjas calificados en el rango S del libro bingo. Se presumía que deseaban atacar a la Hokage.

Descubrieron varias cosas en aquella incursión fuera de Konoha. Estos ninjas eran de la Aldea Oculta de la Roca, en el país de la Tierra, y se estaban preparando para atacar. Pero no a la Hokage, iban a atacar al Kazekage. Eran bastante fuertes y alrededor de unos 10. Atacarían en 1 semana.

Dado su informe, y la correspondiente llamada de atención por retirarse sin tener el permiso, Tsunade-sama le dijo que había sido un buen trabajo y que al día siguiente se acercara en la mañana pues le daría una nueva misión.

Los ojos de ella refulgieron diferentes mientras lo observaba. No le dio la importancia requerida. No le importaba lo que ella pensara.

Una vez hubo informado, salió de la Torre en dirección a Ichikaru. Si bien es cierto que antes no gustaba de ese alimento, ahora se podría decir que era uno de sus preferidos. Otra cosa por la que había que darle crédito a Naruto.

Al principio, cuando el azabache recién había vuelto, todos los aldeanos y la mayoría de los ninjas no lo aceptaban. Y con justa razón. Aún así, eso a él no le importaba. Los aldeanos podrían hacer lo que quisieran, siempre y cuando, no intervinieran directamente en algo que le vinculase. No le importaba ninguno de ellos, por lo cual su opinión, le importaba menos de lo que sería normal.

Mas no todos pensaban de la misma manera. Naruto no aceptaba esas miradas. Siempre que Sasuke salía a comprar para llenar su despensa, entrenar, comprar armas shinobis o cualquier otra cosa, se aparecía cerca del azabache, "de casualidad", para luego acompañarlo en lo que iba a hacer. Y como siempre, el azabache le decía algo como "¿no tienes nada que hacer?, entrenar por ejemplo. Dobe", claramente se daba cuenta de lo que el rubio intentaba hacer, pero eso no venía al caso, pues a él no le molestaba ni un poco la actitud de los aldeanos. Y como siempre, recibía la misma respuesta, "Si tuviera algo mejor que hacer, no me aburriría aquí contigo. Teme.", pero aún así iba con él. Luego de haber hecho lo que tenían que hacer, terminaban en Ichikaru, por pedido de Naruto como "recompensa por la compañía", a lo que Sasuke indicaba que no se lo había pedido. Aun así, siempre iba con él.

Así, casi todos los días que no se encontraba de misión, iba a comer Ramen a Ichikaru con Naruto.

Como ese día no se encontraba de misión decidió ir a darse una vuelta por el lugar. Con suerte no se cruzaría con nadie en su trayecto. No tenía ganas de hablar con nadie, ni de escuchar a otros parlotear.

Ya cerca del puesto escuchó una voz bastante conocida.

Naruto.

Por un momento sopesó la idea de irse a otro lugar a comer. Pero, si había decidido que las cosas volverían a ser "normales", pues ir a comer con su compañero ninja sería lo que debía hacer. Respiró hondo y luego entró en el local y se sentó en una silla al lado del futuro Hokage.

La primera sensación que tuvo fue un tanto extraña. Hacía unas cuantas horas que se había estado masturbando en el baño de su casa mientras recordaba la ardiente sensación de aquella noche con Naruto.

–Dobe –dijo el azabache a modo de saludo.

–Pensé que te irías –dijo el rubio sonriendo a todo lo que los músculos faciales y todos los fideos que tenía en su boca le permitían.

Seguro había sentido su presencia cuando estaba cerca. Entonces se fijó en la cara del rubio y se dio cuenta de que se había metido casi todos los fideos de un solo golpe.

Sonrió de medio lado y con superioridad.

–Pensabas seguirme –afirmó Sasuke.

Entonces lo vio, Naruto se había sentido abochornado por haber sido descubierto. Pero se recuperó rápidamente.

–Claro que sí –paró un momento para terminar de sorber los fideos y limpiarse superficialmente la comisura de los labios y continuó–. No te voy a dejar escapar de mí, Sasuke.

Como muy pocas veces en su vida, el pelinegro sonrió. Con mucha superioridad y burla, pero sonrió ampliamente.

–Hn –fue lo único que sus labios dejaron salir como respuesta.

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Realmente, este capítulo me parece mejor que los dos anteriores... aún así no me complace. Pero he decidido que debo dejar esta mala costumbre de empezar algo y no terminarlo como es debido. Así que...

Bueno, de igual forma, espero me comenten. Aunque sea para que uds. también se quejen hahaha

Nos vemos.