Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son creaciones de Masashi Kishimoto. La historia sí es de mi autoría.

Advertencias: Universo alterno, ligero OoC.


Capítulo Cuatro

Convivencia Infernal

.

La conmoción en la pequeña sala de la familia Uchiha se calmó cuando otra persona ingresó en el recinto. Cada uno de los presentes volteó su rostro hacia la puerta que se abría con un leve chirrido que las viejas bisagras producían.

Al final del pasillo, Fuagaku Uchiha se sacudía algo de tierra del hombro y restregaba los pies una y otra vez en el tapete, tratando de retirar el barro de las suelas de sus zapatos. Con tranquilidad dejó la gabardina y el maletín en una silla que se encontraba cerca y finalmente se dio cuenta de la gran cantidad de personas que se encontraban en la sala.

— Fugaku, Fugaku — se acercó Mikoto al hombre, con una sonrisa de oreja a oreja — Bienvenido a casa, cariño.

— Hmp — le contestó el Uchiha mayor a su esposa a modo de saludo, para a continuación darle un rápido beso en los labios.

— Ven, te quiero presentar a alguien — le dijo guiándolo a la sala.

Los jóvenes en la sala solo escuchaban la conversación de la pareja, esperando la siguiente reacción de alguno de los presentes. Ino tenía el ceño fruncido y las orejas rojas del enojo, incluso se podría decir que irradiaba calor por todo su cuerpo. Sakura estaba recargada en el respaldo de uno de los sillones, sosteniendo su bolso y el asa de una de sus maletas, esperando a la dulce señora que había conocido por la tarde.

Sasuke en cambio estaba en algún tipo de trance. Aunque sus cejas también estaban fruncidas, sentía algún tipo de opresión en el pecho. Ese tipo de sensación que te da cuando sabes que nada bueno podría salir de la situación. La voz de su hermano lo sacó de sus pensamientos.

— Así que… — dudó — Sakura, ¿eh? — dijo Itachi, tratando de romper la tensión de la atmósfera.

Sakura giró tres cuartos su rostro para ver al alto pelinegro que estaba en una esquina de la sala.

Tenía el cabello largo y negro como el hombre al que se había enfrentado por la tarde en el pueblo. Los músculos de los brazos le resaltaban en el polo negro que vestía. Tenía los ojos negros y las pestañas largas y rizadas, con un leve deje de cansancio en las bolsas que se le habían marcado debajo de los ojos.

Le sonrió amistosamente.

— Mucho gusto. — le respondió.

— Itachi Uchiha — le dijo él, correspondiendo la sonrisa, y alzando una mano a modo de un saludo casual.

Después, el silencio volvió a reinar, hasta que escucharon las risas y pisadas de la pareja mayor.

— Cariño, ella es Sakura Haruno, es un encanto — halagó la Uchiha, sonriéndole a la pelirrosa y acariciando su brazo de manera maternal.

— Un placer — le dijo con un tono formal y seco.

— Igualmente señor Uchiha — le respondió con timidez — Siento la intrusión.

A decir verdad, Fugaku Uchiha fácilmente podría personificar a uno de los grandes padres de la mafia. El cabello canoso y las arrugas de la edad le daban un aspecto algo duro y terrorífico. Era bastante alto y a pesar de que aparentaba una edad avanzada, se notaba que tenía una complexión fuerte.

Sus hijos eran una perfecta mezcla del matrimonio Uchiha.

— Nada de eso, a Mikoto le hará bien tener algo de compañía femenina.

Por otro lado, a un par de pasos de la conversación, Ino se aproximó al pelinegro con la mirada aún en la extraña.

— ¿Qué carajos hace ésa aquí?

— Créeme Ino, estoy tan o más confundido que tú.

— Dios, daría lo que fuera por tirar de ese cabello suyo.

Sasuke asintió, coincidiendo con su amiga, aunque no de la misma manera. ¡Claro que quería de tirar de su cabello! Pero tal vez de una manera más erótica…

Sacudió la cabeza tratando de sacar de su cabeza ese tipo de pensamientos tan insensatos. Él no era ese tipo de hombre, y no podía entender que le sucedía. Aquella mujer era una vil desconocida y al parecer, desde su encuentro por la tarde, no había podido sacársela de la cabeza.

— Sasuke, querido — repitió la pelinegra, insistente.

— ¿Mm?

— Lleva a Sakura a la habitación de invitados, por favor.

— Tsk.

Se dirigió a donde estaba la pelirrosa y de manera algo brusca le arrebato el asa de la maleta, mirándola de reojo. Ella lo veía desde su posición con sus enormes ojos verdes taladrándole la piel. Sintió el vello de los antebrazos erizarse y aplicando más fuerza de la necesaria, logró ocultar el asa, no sin antes machucar su pulgar derecho por la acción

Escuchó una risita ahogada de parte de Itachi y gruñó, soltando algunas maldiciones entre dientes.

Sasuke levantó la maleta, recargándola en su hombro y dirigiéndose hacia la escalera, señalándole a Sakura con la mirada que lo siguiera.

La pelirrosa le sonrió a los demás que se encontraban en la sala y con las manos aferradas a la bolsa se dirigió hacia donde estaba el hombre que al parecer se llamaba Sasuke. Él, caballerosamente, la hizo pasar primero y subió con cuidado, observando todo lo que había a su alrededor, al igual que Sasuke que con la misma fascinación que la ojiverde, observaba su trasero desde su posición.

A lo lejos pudo oír como su madre llamaba a los demás habitantes de la casa a sentarse en el comedor, pues la cena iba a estar lista pronto.

Cuando vio que se quedó quieta en el pasillo, se adelantó a ella para poder mostrarle su habitación y al hacerlo, golpeó su hombro, haciendo que la muchacha se tambaleara. Caminó un par de pasos más y volteó a verla de reojo, lanzando un "Oops" con tono burlón.

Sakura frunció el ceño molesta. "Ese cabrón." Apretó los puños y siguió su recorrido por el pasillo. Las fotografías adornaban las paredes de color arena. Algunos niños jugando en el campo. Otro más de la pareja. Pero la que más le llamó la atención fue una donde aparecía ese extraño hombre. Miró a Sasuke de reojo y volvió su vista a la fotografía.

No debía de haber sido hace mucho. Estaba montado sobre un enorme toro negro, que trataba de quitárselo del lomo. Él estaba sujetado fuertemente a la rienda, con la otra mano alzada en el aire, sosteniendo su sombrero y haciendo equilibrio. Se sonrojó cuando vio las fuertes piernas y el pantalón que se le pegaba deliciosamente. Las cejas estaban fruncidas y la concentración en sus ojos era hipnotizante.

Aquella fotografía fácilmente podría hacerse pasar por aquellas que salían en los viejos calendarios que tenía su abuelo y que le gustaba hojear cuando lo visitaba al norte de Oklahoma.

— ¿Terminaste de admirar mi masculinidad? — le preguntó Sasuke con tono burlón y sonrisa mordaz.

Sakura se sobresaltó y lo miró con las mejillas ardiendo al saberse descubierta.

— Solo… miraba — le dijo carraspeando y caminando lejos de él. Su olor cítrico y a campo le inundaron las fosas nasales, amenazándola con noquearla ahí mismo.

— O más bien babeabas.

— ¿Cuál es mi habitación, entonces? — le respondió, evitando su comentario.

— Por aquí, princesa — le señaló Sasuke el camino con una mano. La habitación era la tercera puerta del lado derecho del pasillo, al final del mismo.

Abrió la puerta y la dejó pasar primero. Se adentró en la habitación y francamente quedó encantada. La pieza era bastante amplia, con el piso de madera color miel, la cama era de dos plazas con un lindo edredón azul marino. Cada cómoda tenía su lámpara y el amplio ventanal proveía de bastante luz natural.

No podía imaginar cómo agradecerle a Mikoto Uchiha por haberla ayudado.

Se dio la vuelta cuando escuchó el estruendoso ruido que hizo la maleta cuando Sasuke la arrojó al piso como si fuera un trapo sucio.

— Oye, ten cuidado con eso — le gruñó, frunciendo las cejas.

— Claro princesa, como tú digas — le dijo él, rodando los ojos y metiendo sus manos en los bolsillos de los jeans. Echó una vistazo a la habitación y a la muchacha y se dirigió a la puerta.

— Y te agradecería que me dejaras de llamar así — le dijo Sakura de manera educada, lo menos que quería era empezar una pelea en casa de su salvadora, por más que le costara.

Observó con enojo como el muy maldito se marchaba sin siquiera dirigirle la mirada, pues solo alzó una mano detrás de su nuca y la movió continuamente, haciéndole saber que le daba igual lo que decía.

Enrabietada, apretó su bolsa y la lanzó hacia él, justo en el instante en el que el Uchiha cerraba la puerta. Dos segundos después, la abrió de nuevo y asomando el rostro, le dijo:

— La cena estará lista en unos minutos, no te tardes.

Sakura frunció el ceño y se abalanzó contra la puerta para cerrarla, esperando cortarle la cabeza al idiota, cosa que para su mala suerte, no sucedió. Suspiró y se dirigió a su maleta, lista para empezar a desempacar sus pertenencias.

Sonrió de nuevo al ver la habitación y sin poder resistirlo, se lanzó como en caída libre hacia la cama, rebotando un par de veces en la suavidad del mueble. Se estiró y miró a través del ventanal, observando como las primeras estrellas empezaban a brillar.

Tras unos minutos, se levantó ahora sí lista para poner en orden sus cosas.


Sasuke sacó se cabeza del hueco de la puerta, antes de que la desquiciada pelirrosa lo asesinara. Sonrió de medio lado. Se veía que la mujercita tenía su carácter y por más que intentara evitarlo, le resultaba gracioso lo desequilibrante que era su personalidad en relación a su físico.

Sin mencionar lo atractiva que era.

Pero eso no quitaba el hecho de que fuera una mujer vanidosa y superficial. Conocía a las de su clase y sabía que ese tipo de mujeres no traían nada bueno. Solo esperaba que el tiempo que estuviera cerca no lo molestara y que no fuera un dolor en el trasero.

Se dirigió hacia la planta baja y se encontró a su familia conversando en la mesa del comedor, al parecer solo faltaban él y la tal Sakura. Se dirigió a la cocina para ver si su madre necesitaba algo de ayuda.

La encontró moviendo alegremente algo en la cacerola y tarareando alguna canción que había escuchado cuando era niño. Sonrió sinceramente y se acercó a ella para darle un beso en la sien.

— Oh cariño, ni siquiera me di cuenta que estabas aquí — se rió su madre.

Se dirigió hacia la alacena y sacó varios platos para empezar a servir la cena.

— Sakura es bastante linda, ¿no te parece? — le preguntó su madre con inocencia, haciendo que su hijo frunciera el ceño.

— Tal vez — le dijo sin dar una respuesta en concreto, aunque él ya tenía una respuesta certera. Siguieron charlando de camino a la mesa, mientras ponían los cubiertos y los platillos frente a cada persona.

Luego de unos minutos, por fin Sakura apareció en el comedor, disculpándose por el retraso.

— Lo siento mucho, estuve acomodando un par de cosas — dijo apenada.

— Oh no te preocupes, nosotros estábamos charlando mientras esperábamos — la calmó Itachi con una sonrisa, restándole importancia al asunto.

— Espero que te guste la cena Saku — le dijo Mikoto apareciendo por la puerta de la cocina con un par de platos — Es cuscús de pollo y hortalizas.

— Suena delicioso — halagó la pelirrosa.

Y así, todo el mundo empezó a comer en medio de una tranquila charla. Sakura tomó sus cubiertos y degustó la comida de la señora Uchiha, que en realidad era deliciosa. Miró de reojo y observó a Sasuke frente a ella platicando con una linda muchacha de pelo negro, tal vez su hermana.

La voz de Itachi, que estaba a su izquierda, la distrajo.

— ¿De dónde eres Sakura? — le preguntó con interés. La pregunta al parecer despertó el interés del menor de los Uchiha, pues cortó la conversación con su prima, atento a lo que su hermano y la pelirrosa decían.

— Oh, vengo de Nueva York — explicó — pero originalmente nací en Wisconsin.

— Ya veo, me encantaría conocer la Gran Manzana — dijo, refiriéndose al Times Square.

— No te arrepentirías — le dijo con una sonrisa y dando otro bocado a su platillo.

— ¿Y cómo terminaste en Ohio? — le preguntó Sasuke con los ojos sobre ella, haciendo que se atragantara con un pedazo de comida. Rió nerviosa.

— Yo, eh… solo extrañaba mi antigua casa — dijo, evitando su mirada y observando su comida. El azabache frunció el ceño, percatándose del drástico cambio de actitud.

"¿Qué ocultas?", pensó.

En seguida, Itachi y Sakura se enfrascaron en una conversación más casual sobre gustos y hobbies. Ambos reían, como si se conocieran de toda la vida y eso no le hizo mucha gracia a Sasuke, aunque no supiera por qué.

— Sakura querida, mañana Itachi podría enseñarte el rancho y explicarte algunas tareas que podrías hacer — le dijo Mikoto desde su lado de la mesa.

— Me encantaría señora, y de nuevo, gracias por todo.

— Oh, no es nada cariño, siéntete como en tu casa.


Acabada la cena, todos se dirigieron a sus habitaciones, dispuestos a terminar el día y descansar para las actividades al amanecer. Sakura ayudó a Mikoto a lavar la loza mientras platicaban animadamente.

Con cansancio, Sakura subió las escaleras, deseando poder recostarse y descansar. Había sido un día bastante largo y la interminable cantidad de giros en sus planes la tenían bastante agotada. Nada como un sueño reparador.

— ¡Joder! — chilló, tratando de ahogar el grito poniendo sus manos sobre la boca. Sasuke estaba casi al final de pasillo solo con una toalla amarrada a la cadera y con otra se frotaba la cabeza, tratando de secar su cabello. — Me asustaste…

La sangre se le fue de inmediato a las mejillas al ver como los músculos de su abdomen formaban el típico "lavadero" de modelo europeo. Tenía la piel de un color oliváceo y tenía un brillo, seguro por trabajar tantas horas bajo el sol.

Tragó duro y cuando lo miró a los ojos se sintió aún más avergonzada al notar la mirada que le dedicaba. Las perfectas cejas de su rostro estaban arqueadas con diversión y parecía como si un hilo invisible jalara solo una parte de la comisura de sus labios, resultando en una media sonrisa bastante… atractiva.

— Debería empezar a cobrar por cada mujer que me da esa mirada — le dijo, tomándole el pelo. Se ajustó la toalla y pasó su peso hacia la pierna derecha.

— No… no sé, no sé de qué hablas — le dijo Sakura, con las mejillas arreboladas y dirigiéndose a paso rápido a su habitación. Maldito presumido.

— Síguete engañando princesa.

— ¡Te dije qué no me llam…

Antes de poder terminar la frase, se encontró a si misma acorralada por una masa de músculos y fragancia de hombre. ¿Qué carajo?

— Conozco a las mujeres de tu tipo — le dijo, cambiando su actitud burlona e infantil por una totalmente contraria, amenazante. La chica se encogió en su lugar. — Y no creas que seré gentil contigo, aquí nos partimos el lomo para poder ganar lo que merecemos.

— ¿Qué mierda te sucede? — dijo, sin querer poner sus manos en su pecho desnudo, por más que quisiera separarlo de ella. Sentir su aliento tan cerca estaba desquiciándola.

— No estás de vacaciones princesa, y esto no es Nueva York — le gruñó — Y yo mismo me haré cargo de que lo sepas.

Le anunció, separándose de ella y cambiando su actitud a la de unos minutos antes.

— Buenas noches, vecina — le dijo con tono juguetón y se dirigió a la puerta que estaba justo al lado de su habitación, para después azotarla.

Ese hombre era un misterio.

Frunció el ceño. Ese maldito neanderthal… Si quería la guerra, más le valía saber que ella no se iba a quedar de brazos cruzados.

Recostada en su cama, lo último que pudo pensar fue: ¿Qué clase de hombre era Sasuke Uchiha?

Sacudió la cabeza, apartando los pensamientos y concentrándose para poder dormir. A pesar de estar totalmente cansada, aqul encuentro con el Uchiha le había arrancado todas las ganas de dormir, al igual que a ella le hubiera gustado arrancarle aquella toalla.

¡Dios, estaba pensando un montón de tonterías!


¡Holaaaa! Mil perdones por el retraso, pero es que bueno, a veces es difícil escribir e imaginar y esas cosas y lo siento tanto, en serio.

Pero ahora sí, me puse a trabajar y a sacar a flote todo y creo que resultó bastante bien jaja. Espero sus comentarios y opiniones, aunque me gustaría que no solo leyeran y también me escribieran qué piensan, ¡pero sin presiones! :)

Nos leemos el próximo capítulo y espero que disfruten la lectura.

Ciao.