Capitulo 12.

Bella pov.

Estire mi chaqueta cuando se cerraron las puertas del ascensor.

El fin de semana se me había hecho muy largo, al entrar a casa había tratado de no perder la sonrisa, pero no había logrado conseguir convencer a Alice.

¡Sabia que pasaría! Te has enamorado de él, ¿Verdad?.

Trate de abrir la boca para negarlo todo, pero no lo conseguí.

Si—admití—Estoy muy enamorada. — Dije con la voz quebrada— Pero no hay esperanzas. Lo sé. Él no me quiere a su lado.

Alice no tardo mucho en conseguir que le contara toda la historia.— Creo que no deberías abandonar tan rápido —dijo, mientras me secaba las lagrimas con un pañuelo— Me da la sensación de que Edward te deseaba tanto como tú a él.

Eso era en la isla, dejo muy claro que solo era una aventura temporal.

Por experiencia, lo que importa no es lo que los hombres dicen, sino lo que hacen, y no se habría acostado contigo a no ser que lo deseara. Esta muy bien que hayáis decidido olvidar todo lo que ha pasado, pero cuando trabajéis juntos será otra historia. Si tu no podrás evitar recordar cómo ha sido, dudo que el consiga hacerlo.

¿Es posible que Edward también me echara de menos? Quizá Alice tuviera razón respecto a que no debía abandonar tan pronto. ¿Sería cierto que Edward no me habría besado de esa manera o no me habría hecho el amor, si no sintiera lo mismo?

Lo echaba mucho de menos. Echaba de menos el calor de su cuerpo, el sonido de su voz y el brillo de su mirada cuando lo abrazaba. –Si pudiera tener todo eso otra vez, ¿Sería suficiente?- Me pregunte tumbada en la cama. Quizá Edward no estuviera preparado para enamorarse, pero quizá si estuviera dispuesto a continuar con el acuerdo que habíamos hecho en la isla…

La idea se me asentó en la cabeza. Y no encontraba la manera de desecharla ¿Por qué no podía funcionar? No le pediría compromiso, ni que me dijera que me amaba. Lo único que quería era estar con él. Si él me había echado de menos, aunque fuera una pizca, quizá tuviera una oportunidad…

Llegue al despacho, y vi que Edward no estaba en la oficina. Decepcionada, me senté en mi escritorio y gire la silla despacio, era extraño estar de regreso. La isla seguía pareciéndome real.

Mire el reloj, a estas horas, la semana anterior habría estado buceando. Decidí que necesitaba distraerme y encendí el ordenador, la carpeta de mensajes entrantes estaba llena. Me concentre en revisar los mensajes que no me di cuenta cuando Edward había llegado y me observaba desde la puerta.

Edward pov.

Había sido el fin de semana más largo de mi vida.

Me había pasado en casa, tratando de dilucidar qué era lo que había cambiado mi vida y cuando lo descubrí, me quede sorprendido.

Me sentía solo.

Estaba furioso conmigo mismo, nunca me había sentido solo. Al contrario, siempre había estado a gusto solo. Sin embargo, me había acostumbrado a que Bella estuviera a mi lado, echaba de menos su simpatía y su calor y sin ella me sentía vacío. Había tratado de convencerme de que solo necesitaría un par de días para adaptarme, pero al ver a Bella en su escritorio sentí como si alguien me estuviera arrancando el estomago. Concentrada en los mensajes de correo, parecía como si nunca hubiera reído bajo el sol, como si nunca se hubiera tumbado sobre mí y me hubiera hecho cosquillas con su cabello.

Como si nunca hubiese entrado en el círculo de arena y me hubiera prometido amor eterno. El traje que llevaba, su cabello recogido y la pose de eficiencia lo dejaba claro, ella trataba de cumplir con el acuerdo que habíamos hecho, actuaba como si no hubiera existido las últimas tres semanas y media y una vez más, volvía a ser mi secretaria. Sabía que debería de estarle agradecido. Bella me estaba facilitando las cosas. Era mi oportunidad para decidir cómo me sentía en la realidad, pero lo único que deseaba era acercarme a su mesa, tomarla entre mis brazos y besarla de manera apasionada, pero sabía que era una locura.

Sería una manera arriesgada de continuar. Significaría que había perdido el control, y el control era lo único a lo que podía aferrarme en estos momentos, así que, al final, lo único que hice fue desearle buenos días desde la puerta.

Bella levanto la cabeza y dijo: —Buenos días. ¿Has tenido un buen fin de semana?— por su frialdad provoco que se me helara el corazón.

—Sí, gracias—conteste, no tenía sentido confesarle que la había echado de menos— ¿Y tú?

—También, gracias.

—Has llegado pronto—dije al cabo de un instante.

—Quería ponerme al día con algunas cosas, hay mucho trabajo.

Bella pov.

El recuerdo de la isla invadía la habitación, pero no quería ser la primera en mencionarlo. ¿Qué podía decir? ¿Recuerda como nos tumbamos en la playa para mirar las estrellas? ¿Recuerdas como hacíamos el amor allí y que nos teníamos que quitar la arena antes de meternos a la cama? Sonreí con frialdad, lo mire a los ojos y le entregué una carpeta.

— Estos son los mensajes urgentes—Edward agarro la carpeta, pero no la abrió.

— ¿Todavía tienes las llaves del apartamento de Tanya?—me pregunto.

—Debería—dije mientras rebuscaba en el cajón—Si, aquí están. —Le dije, señalándole las llaves— ¿Las necesitas?

—Me preguntaba si podrías hacerme un favor—dijo Edward. Forcé una sonrisa. —He hablado con Tanya el fin de semana, resulta que James se va a trabajar a un lugar remoto de Suramérica y Tanya se va con él, no sé cómo va a aguantar allí—admitió— Pero parece decidida a comenzar una nueva vida. No ha tenido tiempo de venir a Londres para recoger el apartamento antes de irse, y la agencia quiere alquílalo otra vez, solo se llevo una bolsa pequeña cuando se fue con él, así que todavía quedara ropa y algunas cosas dice que no necesita nada, y me pidió que si podía deshacerme de todo.

Sufrí al oírlo hablar su tono distante de la voz. Sabía que a él debía de haberle resultado muy difícil hablar con Tanya. — ¿Quieres que lo haga por ti? pregunte y el asintió. Su formalidad me partía el corazón, pero conseguí mantener una sonrisa. — Lo haré en cuando pueda.

De hecho, no fue hasta el jueves por la tarde cuando conseguí un rato para acercarme al departamento de que Tanya había alquilado. Había sido cuatro días muy largos y estaba agotada. Había hecho un gran esfuerzo para sonreír y eludir las preguntas de mis compañeros, que querían saberlo todo acerca del tiempo que había pasado con Edward.

Edward y yo teníamos cuidado para no hacer ninguna referencia de la isla. Inevitablemente, había cierta tensión en la oficina, pero trataba de no pensar que lo estaba haciendo mal hasta esta tarde, cuando Edward salió en una reunión con uno los accionistas de la empresa, lo acompañe a la salida y lo ayude a ponerse el abrigo mientras él seguía quejándose sobre las órdenes de protección.

El mundo se ha vuelto loco—dijo el—Dentro de poco las moscas y las babosas ¡Tendrán ordenes de protección! El año pasado tuvimos murciélagos en el tejado y no nos permitieron que nos deshiciéramos de ellos. Es ridículo ¡Murciélagos! Esos horribles animalitos ¿Lo has visto alguna vez?—Edward me miro por encima del hombro., pero pareció como si se hubiera trasladado al porche de la casa de Coconut Island. Podía sentir el aroma de las flores en la oscuridad y escuchar el sonido de los insectos.

Sabía que Edward también lo recordaba. Se le notaba en la mirada de sus ojos verdes, de pronto, era como si estuviéramos los dos solos, inmersos en el recuerdo de aquellas maravillosas veladas —Bueno, será mejor que me vaya—dijo el accionista—Me alegro de verte, Edward. Ah, y por cierto, quería decirte que siento lo que paso con ese asunto.

¿Qué asunto?—Dijo Edward.

Tu boda… Una lástima.

Ah, eso…Si…Gracias—

Estaba pensando en la conversación cuando abrí la puerta del departamento de Tanya. Edward no había dicho nada cuando regreso de acompañar al accionista hasta el ascensor, pero algo había cambiado a partir del cruce de miradas que habíamos tenido, quizá, después de todo, todavía tuviéramos esperanzas, mientras recorría las habitaciones del departamento, comencé a soñar. Quizá, al día siguiente Edward me dijera que no podía vivir sin mí y me pidiera que me casara con él.

Aunque no me dijera que me amaba, sería suficiente. Era evidente que seguía habiendo química entre nosotros y podía continuar a partir de ahí, podía enseñarle como amar. Y no me importaría, siempre y cuando pudiera estar con él.

Podría vivir en un sitio como este, me gustaba el apartamento. Tenía mucha luz y vistas de la ciudad, abrí el armario del dormitorio y vi que estaba lleno de ropa bonita, al ver las etiquetas, silbe asombrada. Toda era de marca, mientras fantaseaba sobre vivir aquí con Edward. Doble la ropa con mucho cuidado y la deje sobre la cama, preparada para meterla en cajas, decidí que el vestido de boda, que estaba colgado detrás de la puerta, lo guardaría por separado.

La tentación era tan grande que no pude evitar verlo. Abrí la funda y suspire. Era maravilloso. El tipo de vestido con el que soñaban todas las mujeres, un vestido como los de las princesas. Le quite la funda y sujete el vestido contra mi cuerpo, imaginándome con el puesto el día de mi boda. Iba agarrada del brazo de mi padre hacia el altar, mi madre se secaba las lagrimas con un pañuelo y mi hermana Rose me miraba con cara de felicidad, Alice también estaba allí, preparada para agarrar el ramo cuando llegara el momento; Edward estaba en el altar y se volvía para mirarme con una sonría y un brillo de amor en su mirada…

Trate de forzar para dejar de pensar en ello y acaricie el vestido con cuidado. ¿Qué se sentiría llevar un vestido tan bonito?- Descúbrelo- Me dije. Al fin y al cabo Tanya ya no lo quería, e quite la ropa y me puse el vestido. El tacto de la seda era maravilloso, me mire en el espejo y, me disponía a abrocharme la cremallera, cuando me di cuenta de la cruda realidad.

No había manera de abrochármela, deje de sonreír y sentí que me ponía colorada. ¿En que estaba pensando? Sabía que Tanya era delgada y elegante, por supuesto no podía ponerme el vestido de Tanya.

Igual que tampoco no podía llevar su estilo de vida, porque eso era lo que deseaba, quería ser delgada, elegante, sofisticada e inteligente. El tipo de mujer con la que Edward deseaba compartir su vida. Pero no era así, tenía que enfrentarme a la realidad y al hecho de que Edward Cullén estaba fuera de mi alcance. El nunca me amaría, si no podía amar a Tanya, no amaría a nadie más.

Yo necesitaba que me amaran, ese era mi sueño. No la boda, ni el vestido, sino el momento de mirar a Edward y creerme que él me amaba, pero no iba a suceder y tenía que aceptarlo, por mucha química que hubiera entre nosotros, no sería suficiente. Me quite el vestido y lo colgué de nuevo en la percha antes de dejarlo en el montón de ropa destinado a una asociación benéfica. Alguien conseguiría una autentica ganga, pero no seria mío.

Edward pov.

—Esto es todo, por ahora—dijo Bella cerrando el cuaderno y poniéndose de pie—Excepto que…—saco un papel de una carpeta y me lo tendió —Pensé que te gustaría ver el perfil que he preparado para el puesto.

— ¿Qué perfil?

— Para encontrar una secretaria nueva.

Sentí como si me hubiera dado una bofetada.

— ¿Te marchas?

—Te dije que pensaba hacer un viaje.

—No era en…

—He adelantado mis planes—dijo— He encontrado un boleto de avión más barato para viajar a Australia dentro de un mes…

-Dentro de un mes- pensé.-Era evidente que ella estaba deseando marcharse-.

Mire el papel, pero las palabras bailaban ante mis ojos. Había sido un idiota al pensar que Bella no se marcharía de viaje y que encontraría la manera que las cosas fueran como el tiempo que habíamos pasado en la isla.

Había querido ir despacio, consciente de que sería un error apresurarme. Necesitaba estar seguro de mis sentimientos. Bella no era como las demás mujeres con las que había salido y había hecho que me cuestionara todo lo que siempre había pensado o deseado, no me gustaba perder el control como lo hacia ella.

Por un lado, había deseado que se me pasara el sentimiento, no quería decirle a Bella que la deseaba y después, darme cuenta que no era así, sabía lo que era que alguien jugara con los sentimientos de otra persona, y no estaba dispuesto a hacerle a Bella lo que Tanya me había hecho a mí.

Decidí que era mejor no haberle dicho nada en la isla. Era evidente que Bella ya había hecho planes, y yo no entraba en ellos.

—Tiene buena pinta—mentí, entregándole el papel—Dáselo al departamento de recursos humanos y diles que es urgente, quiero tener a alguien antes de que te vayas.

Bella pov.

Eche un último vistazo a mi despacho. Aunque no fuera mío, había sido de forma temporal, como todo lo demás de mi vida, había tenido un trabajo temporal, una relación temporal en una isla y me marchaba de viaje en forma temporal. Cuando regresara del viaje conseguiría algo permanente.

Pero lo único que quería de forma permanente era a Edward. El último mes había sido terrible. Había tratado de convencerme de que cuando llegara a Australia todo sería distinto, pero no era cierto. No soportaba la idea de alejarme de él, pero tampoco podía quedarme a su lado, era mejor enfrentarme a la realidad, sería demasiado fácil desperdiciar mi vida en algo imposible.

¿Qué sentido tenía anhelar a un hombre que no sabía amar? Yo amaba a Edward, pero él nunca podría hacerme feliz, necesitaba amar a alguien que me amara también y ese alguien no era Edward.

Durante el último mes, el se había comportado de manera distante y las conversaciones se había limitado al trabajo. El había contratado a una secretaria nueva, una mujer eficiente que se llamaba Bree y tenía mucha experiencia, y por lo tanto, no me echaría de menos, enfrentarme a la realidad era doloroso.

—Vamos, Bella, te estamos esperando—dijo Sue del departamento de recursos humanos No puedes llegar tarde a tu fiesta de despedida.

—Nunca me habían hecho una fiesta cuando terminaba un trabajo temporal.- Dije, mientras empezábamos a caminar a una de las salas de conferencias—Solo he trabajado aquí unos meses

—Parece más tiempo —dijo Sue—Te echaremos de menos. — Sentí un nudo en la garganta al ver cuanta gente había venido a despedirme.

— ¡No seas tan simpática! Vas a conseguir que me dé pena marcharme.

—Sí, claro ¡Vas a preferir quedarte aquí con nosotros antes que irte a Australia!

Puse una amplia sonrisa y admití que era una afortunada. Me fije que Edward no se encontraba aquí, había tenido que asistir a una reunión, pero había dicho que llegaría a tiempo para la despedida. Temía en el momento de despedirme de él, pero quizá me resultara más fácil hacerlo delante de todo el mundo.

— ¿Donde está el jefe?—Pregunto Mike Newton del departamento de finanzas—No podemos empezar la fiesta hasta que el diga unas palabras.

—No podemos empezar la fiesta hasta que él se haya ido—dijo alguien más—No es un hombre muy divertido ¿No creen?

Sentí ganas de decirles que, en realidad, no lo conocían, pero no quería despertar más interés respecto a mi relación con Edward.

—Ya está aquí—Oí que decía Jessica Stanley.

Me gire hacia la puerta y, al verlo, me dio un vuelco al corazón. Durante un instante nos miramos a los ojos y después, el se volvió para escuchar lo que decía el director de recursos humanos, asintió y se dirigió hacia la tarima que había en el fondo de la sala. Me encamine también hacia allí, sabía que esperar, había estado más en una despedida y era consciente de que también tendría que decir unas palabras; no me quedaba más remedio que esperar y confiar en que todo terminara lo antes posible.

¿Y si Edward se marchaba en cuanto terminara los discursos? No tendría oportunidad de despedirme de él. Y no quería hacerlo delante de todo el mundo, quería decirle que lo quería ¿Cómo iba a hacerlo con todo el mundo mirándome?-Te quiero- No era el tipo de frase que pudiera decirse al público. El director de recursos humanos le dio la bienvenida a Edward mientras miraba como él daba un paso adelante y se aclaraba su garganta.

Edward miro a los asistentes, sabía que estaban esperando el clásico discursó—Todos sabemos que, aunque Isabela no haya estado mucho tiempo entre nosotros, se ha convertido en parte de la empresa —comenzó a decir despacio—Ha sido una buena compañera y estoy seguro de que vais a echarla de menos. Pero no lo haréis de la misma manera que yo. Cuando esta noche, Bella salga por la puerta, será como si hubiera apagado una luz en mi vida—se hizo un silencio y la gente nos miro como para asegurarse de que no habían oído mal—Me he acostumbrado a su sonrisa, y a su manera de respirar cuando algo le molesta- no podía creer lo que estaba diciendo Edward, pero no dejaba de hablar—Echare de menos su risa cuando habla por teléfono, y el olor de su perfume. Echare de menos la manera en que se detiene mi corazón cuando ella entra a mi despacho, y como el día parece más luminoso cuando ella está aquí.

La habitación estaba completamente en silencio, pero me olvide de los demás, solo mi atención estaba completamente en Edward, en sus ojos verdes y en la forma que hablaba.

—Lo siento si te estoy avergonzando —me dijo—Si te sirve de algo, sé que estoy quedando como un idiota, pero no puedo dejarte marchar sin decirte lo que siento por ti. He intentado no necesitarte, he tratado de convencerme de que me acostumbrare a estar sin ti, pero es demasiado tarde. Si no estás aquí, nada parece lo mismo, y cuando me imagino mi vida sin ti, solo veo un vacío que tendré que atravesar de algún modo.

Le mire.

—Te quiero. — Me dijo sin dejar de mirarme—Ya está. ¡Ya lo he dicho! No quería enamorarme de ti y he intentado convencerme de que lo que sucedió en Coconut Island solo fue una aventura temporal. Pensaba que lo que siento por ti se desvanecería pero, creo que eso no va a ocurrir. Creo que voy a pasar el resto de mi vida echándote de menos—hizo una pausa. —No iba a decirte nada, pensé que sería vergonzoso para los dos ¡Y lo ha sido! Pero una vez me dijiste; que había de estar preparado para fracasar, y supongo que eso es lo que estoy haciendo ahora, no quiero que te vayas sin decirte lo que has hecho por mí, has cambiado mi vida, no te comprendía cuando me decías que estabas buscando a alguien que te hiciera sentir completa, pero ahora te comprendo, has hecho que me dé cuenta de que sin tu calor, sin tu risa, sin ti, nunca estaré bien. Pensé que sabía que era lo que quería, pero la verdad es que me he dado cuenta de que estar contigo es lo único que hace que mi vida merezca la pena—mis ojos se llenaron de lagrimas, él me miro y se horrorizo—No te preocupes, no espero que digas nada, sé que tienes planes, y espero que lo pases de maravilla. Mereces ser feliz, solo quería… solo quería darte las gracias, por lo que has sido, y por lo que has hecho. Nunca te olvidare.

Nadie se movió, ni siquiera yo. Sabía que todos estaban esperando a ver qué pasaba. Abrí la boca, pero no fui capaz de pronunciar palabra—En cualquier caso—continuo Edward—Creo que tenemos un regalo para ti—agarro lo que había en la mesa y lo sujeto con ambas manos, di un paso adelante.

—No quiero un regalo—dije Con voz temblorosa—Acabas de darme todo lo que necesitaba —Parte del público suspiro. ¿Que era esa sonrisa que había en sus labios?.

El director de recursos humanos se aclaro la garganta. —Creo que quizá el señor Cullén preferiría despedirse de Isabela asolas, el resto podemos continuar la fiesta en abajo.

La gente comenzó a marcharse con desgana. Yo en cambio permanecí en la tarima mirándolo y él a mí, como si no existiera nadie más que nosotros, cuando se marcho la gente y se cerró la puerta, ninguno de los dos nos movimos.

—Lo siento —dijo Edward— ¿Has pasado mucha vergüenza?

—Mucha—dije con una sonrisa. —Pero ha sido precioso—di un paso adelante y le quite el regalo de las manos— ¿Tenias pensado decir todo esto?

—Tenía preparado un discurso completamente diferente, pero me di cuenta de que no podía decirlo, no podía despedirme de ti sin más. No puedo despedirme de ti.

—Entonces, no lo hagas—me acerque a él y rodeé su cuello con mis brazos—No me digas adiós Edward, no podría soportar que lo hicieras—Edward me abrazo y me estrecho contra su cuerpo.

—Bella… ¿Eso significa que te quedaras?

—Lo haré si tú quieres que me quede.

— ¡No tienes ni idea de cuánto lo deseo! Estoy enamorado de ti, has vuelto mi vida patas arriba, y eres la única que puede hacer que vuelva a la normalidad.

—Pero soy una mujer corriente—dije, mirándolo por un instante

—No eres corriente, eres guapa y encantadora ¿Estas pensando en Tanya?

—Por supuesto, tienes que admitir que somos muy diferentes, y que ella encajaba más contigo.

—Puede ser —dijo Edward—Pero no me hacía sentir vivo, como tú. No me hacía correr riesgos como el de esta noche, y cuando estaba con ella, no me sentía como si estuviera en el único lugar donde quisiera estar. Y eso si me pasa contigo, solo deseo ser el hombre adecuado para ti.

—Lo eres-dije, cubriendo sus labios con un dedo—Edward, lo eres.

—Dijiste que no estabas dispuesta a conformarte con alguien que no fuera perfecto—me recordó—Yo no soy perfecto.

—No, no lo eres, pero te quiero de todas maneras, yo tampoco soy perfecta, pero cuando estamos juntos… lo que me haces sentir… eso es perfecto.

— ¿Te hago sentir como si fueras un delfín?—pregunto él con una sonrisa

— ¡Así es exactamente como me siento contigo!

Edward me beso de manera apasionada, haciendo que mi corazón latiera, se separo de mi por falta de aire y entonces lo abrace con más fuerza y lo bese también. No sabía cuánto tiempo estuvimos besándonos, de pronto, me pecarte de que Edward estaba apoyado en el escritorio y yo colocada entre sus piernas, tras un suspiro de felicidad, me apoye sobre su hombro y el comenzó a acariciarme la espalda.

— ¿Por qué ibas a marcharte si me querías?

—Porque tú me habías dicho que nunca te enamorarías y temía pasarme los años anhelando que sucediera lo imposible.

— ¿Cómo hiciste con Jacob?

Asentí

—Me convencí de que debía enfrentarme a la realidad, y no creía que pudiera hacerlo si te veía día tras día. Pensé que sería más fácil si me iba a Australia, donde pudiera borrar los recuerdos, pero te pusiste a hablar delante de toda esa gente, me dijiste que me amabas y pensé que mi corazón iba a estallar, todavía no puedo creer que no sea un sueño.

—Entonces si es un sueño ambos estamos en el—dijo Edward, mientras me besaba con delicadeza. —Ahora tenemos que enfrentarnos a la realidad de amarnos el uno y el otro.

— ¡No me importa enfrentarme a esa realidad!

—Entonces, lo haremos juntos.

Apoyo su mejilla en mi cabeza.

— ¿Recuerdas la ceremonia de la arena? ¡Ahí es cuando me di cuenta de te amaba!—dije—Todo lo que dije era verdad, y como tú, también yo cumplo mis promesas.

—Me alegra oírlo—dijo Edward—Entonces ¿Quieres que nos casemos de verdad?

Ladee la cabeza y lo mire con una sonrisa.

—Si —dije y al ver el amor en la mirada de Edward, sentí como mi corazón se encogía.

— ¿Y dónde te gustaría ir de luna de miel?—Pregunto él.

Me reí

— ¡Ya hemos estado de Luna de miel!

—Iremos otra vez —dijo Edward, mientras me abrazaba—Me encargare de todo, resulta que conozco el lugar perfecto…

/

El hombre mayor nos esperaba en la franja de arena, igual que la vez anterior. El cielo estaba teñido de rojo. Edward y yo avanzábamos hacia él, agarrados de la mano.

La semana anterior nos habíamos casado en la iglesia del pueblo donde había crecido. Habíamos celebrado una boda tradicional, rodeados de la familia y amigos. Pero la ceremonia de la playa era solo para nosotros.

Había pasado seis meses desde que habíamos estado en Coconut Island, pero la laguna estaba más bonita que nunca, todo era igual que antes excepto que Edward era mi esposo y no mi jefe. Nunca había imaginado que pudiera ser tan feliz.

Me había encantado mi boda. Pero sentía la necesidad que no estaría casada de verdad hasta celebrar la ceremonia en la arena, llevaba un vestido especial para este momento y las capas de tela se movían con la brisa del océano. Me adentre en el círculo agarrada de la mano de Edward.

Esta vez no había duda alguna.

Esta vez era real.

Si al hombre mayor, le extrañaba que renováramos nuestros votos tan pronto, no dijo nada, se celebro la ceremonia con la misma dignidad que la vez anterior, escuchando las palabras con el corazón

—Amaos y sed sinceros el uno con el otro, encontrad la felicidad y la paz —termino de pronunciar.

—Lo haremos—dijimos, nos miramos a los ojos, Edward me agarro de la cintura y me atrajo hacia él, levantando mi cara para besarme de manera delicada.

—Te amo...mi hermosa secretaria—susurro entre mis labios.

—Y yo también lo amo, mi querido jefe.

Fin.

Nota la de la escritora;

Temo decepcionar a muchas, pero esta historia no tendrá secuela. He decidido actualizar los tres últimos capítulos de un tirón, se que muchas me amaran n.n

Gracias por leerme, espero verlas pronto en alguna otra historia o yo leyendo una de las suyas.

¿Merezco un último comentario?

Ato. Erew