Descargo responsabilidades, Glee no me pertenece, su dueño es el Sr. Ryan Murphy.


Rachel Berry una chica judía y millonaria, hija de dos padres Gays, dueños de la cadena de centro comerciales, restaurantes y cafeterías Berry, pertenece al club glee, el club de perdedores, como solían llamarles los populares del colegio McKinley, su sueño era convertirse en una gran cantante como Barbra Streisand su ídolo, sueño de los que muchos se burlaban en especial Quinn Fabray la capitana de las porristas, la abeja reina, la chica mas popular, la mas deseada y la dueña del corazón, si Rachel Berry moría por Quinn Fabray, por su némesis, su torturadora, la dueña de sus sueños eróticos, la que lograba que su miembro se endurezca cada vez que la veía. Pero Rachel Berry sabia que Quinn Fabray nunca seria suya, o eso creía ella.

-Quita esa cara me enfermas – le recriminaba, mientras estaba parada en el casillero de la morena y esta no dejaba de babear por Quinn.

R: suspiro – Pero es que es tan linda – seguía mirando a Quinn, que estaba unos metros mas allá, riendo con Kitty y Brittany.

-Si no voy a negar que es linda, pero, ella nunca se va a fijar en ti, además te odia, no, nos odia – se corrigió, sabia que estaba siendo dura, pero no le gustaba ver a su amiga así.

R: Ya lo se Santana – su rostro se torno triste y se giro para no seguir mirando a Quinn - ¿Y como vas con Brittany? – cambio la conversación.

S: Bien, estamos llevando las cosas con calma explico.

R: Y Quinn, ¿Cómo lo tomo? – nuevamente Quinn era el tema.

S: Supongo que bien, igual no me importa lo que piense, ni lo que diga, ella no tiene nada que opinar sobre nuestra relación, es mas que ni se atreva a meterse, porque no sabe de lo que soy capaz – al parecer la rubia no era de su agrado.

-Hobbit – la morena escucho como alguien dijo atrás de ella, se giro y sintió como un líquido frio, le daba contra la cara, Quinn Fabray le había tirado un Slushie, Kitty reía a carcajadas, mientras Britt miraba la escena tristemente, a ella no le gustaba la actitud de Quinn, pero poco o nada podía hacer.

S: Pero que mierda te pasa – la latina salió en la defensa de su amiga.

R: Cálmate Santana – agarraba a la latina, para que no se le fuera encima a Quinn.

Q: Britt – miro a su amiga – Dile a tu noviecita que no se meta donde no la llaman, porque si no me olvidare, de tu pedido de no meterme con ella – miro con odio a la latina.

S: Yo no te tengo miedo – nuevamente intentaba írsele encima a la rubia, pero Rachel la detenía.

Q: Vámonos, no quiero seguir rebajándome con estas – las miro con desprecio y comenzó a caminar seguida por Kitty.

B: Lo siento chicas – Britt se acercaba a su novia, le daba un beso en la mejilla y rápidamente se iba detrás de su capitana.

S: Ya suéltame – se desprendía de la morena - ¿Por qué me detuviste?, le iba a partir la cara – estaba enojada.

R: No quería que te metieras en problemas – explico.

S: Si claro, lo único que querías, es que no le vuele los dientes a la estúpida esa.

R: Santana no…

S: ¡Ya Rachel!, no me des excusas, no entiendo como puedes estar enamorada de esa tipa – se cruzo de brazos – Solo te hace daño, no te merece, entiéndelo de una vez.

R: Lo se… - bajo su mirada.

S: Lo siento, no quise ser tan dura – la abrazaba por los hombros.

R: No tienes razón – intentaba sonreír.

S: Mejor vamos a clase – sugirió y la morrena asintió.

Horas mas tarde…

Quinn Fabray llegaba a su gran mansión, su padre, era uno de los hombres más poderosos y respetados de Ohio, él era el dueño de una de las empresas más productivas de la ciudad, razón por lo cual Quinn Fabray se daba la buena vida, una vida llena de lujos, autos, ropa, viajes por el mundo, en fin no se quejaba de la vida que tenia, le encantaba.

-Hola Srta. Quinn – la saludaba una de las empleadas.

Q: ¿Mis padres? – le entregaba su mochila.

-En el despacho – le respondió, la rubia no dijo nada, simplemente comenzó a caminar en dirección donde se encontraban, sus padres.

Q: Hola papá, hola mamá – los saludada apenas entraba y al mismo tiempo fruncía su ceño, cuando vio como su madre lloraba y su padre estaba con la mirada perdida - ¿Qué pasa? ¿Por qué están así?

Ju: No pasa nada hija – su madre intentaba limpiarse las lagrimas.

Q: Se que algo pasa aquí, no me mientan – se puso mas seria.

Ju: Hija no es nada – nuevamente intentaba convencerla.

Q: ¿Qué es lo que pasa papá? – esta vez se dirigió a su padre, que no había abierto la boca para nada.

Ru: miro a su mujer y suspiro – Estamos metidos en un problema – confeso.

Q: ¿Qué problema? – se asusto.

Ru: Tenemos problemas financieros – miro a su hija.

Q: ¿Problemas financieros? – no entendía nada.

Ru: Estamos en la quiebra – termino por confesar.

Q: ¿Qué? – No podía creer lo que escuchaba – Eso no puede ser, no puede ser – no lo quería aceptar.

Ru: Es la verdad, no… no tenemos nada, apenas y tenemos dinero para sobrevivir este mes – se llevaba las manos a la cabeza y su mujer empezaba a llorar mas.

Q: PERO COMO MIERDA PUDO PASAR ESTO – grito asustando a sus padres.

Ju: Cálmate Quinn – le pidió su madre.

Q: NO ME PIDAS QUE ME CALME – nuevamente gritaba, las lágrimas se le empezaban a salir - ¿Cómo paso esto papá? – se tranquilizo un poco.

Ru: Invertí todo nuestro patrimonio en una inversión extranjera, creí que resultaría, pero… pero todo fue un fracaso – explico y Judy comenzaba a llorar mas.

Q: No lo puedo creer – negaba con la cabeza -¿No puedes pedir un préstamo en el banco? ¿Y tus amigos?, ellos te pueden prestar dinero – pensaba en posibilidades.

Ru: El banco nos negó el préstamo que solicite y mis amigos – sonrió irónicamente - Ninguno me quiso prestar dinero, son unos traidores, solo están contigo cuando tienes dinero y cuando este se acaba ni el saludo te dan – dijo con desprecio – Nadie nos quiere ayudar hija, nadie.

Q: Pero… pero tiene que haber una solución – sonaba desesperada, no quería ser pobre, si eso pasaba, seria la burla de todo McKinley y no lo podía permitir.

Ru: En realidad si hay una solución – miro a su mujer – Lo estuvimos pensando y analizando con tu madre y llegamos a la conclusión de que es nuestra única salida, aunque no nos guste, pero para eso necesito tu ayuda – miro a su hija detenidamente.

Q: ¿De qué se trata? – haría lo que fuera, con tal de no ser pobre…