Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. Inspirada en la peli The Family Man. Solo lo que no está en ambas me pertenece.

Hola :D, pues aquí vengo con otra historia.

Va a ser un Edward POV, no hay Bella POV en este fic.

Espero que les guste.

Betza

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Edward Cullen se bajó de su Bugatti Vieron color gris y tiró las llaves al portero como hacía cada mañana.

Entró al edificio más imponente de Seattle, la Torre Cullen, era un edificio de setenta pisos modernista y elegante que resguardaba las oficinas de su pequeño y nada modesto imperio.

Sonrió ligeramente como siempre hacía cuando entraba a su empresa, porque sí, era suya. Su mayor logro, ser director y creador de la mayor empresa de finanzas de Estados Unidos.

Todo a los 29 años de edad.

Saludó formalmente a todos los empleados que pasaban por su lado intimidados y sí, un poco atemorizados por su presencia, su fama de despiadado era bien merecida y completamente ganada. Tenía que aceptar que su lema de imponer el respeto por miedo lo había hecho llegar más alto de lo que jamás había soñado.

Una atractiva rubia pasó por su lado y aleteó sus pestañas seductoramente. Edward sonrió de medio lado evaluándola lentamente, piernas largas, cintura pequeña junto con unos senos más que proporcionados y la cara de ángel que hacía ver que podía llegar a ser un demonio en la intimidad casi lo convence de voltearse y seguirla para pedir su teléfono.

Casi.

Suspiró hondo y siguió su camino al ascensor.

Últimamente se sentía un poco aburrido. Estaba cansado de las aventuras sin sentido y de las mujeres que aparentaban ser una cosa y cuando la conocía, así fuera efímera y superficialmente encontraba otra cosa completamente distinta.

Todas eran iguales.

Predecibles…

Aburridas…

Una total pérdida de tiempo…

Claro, entendía porque las mujeres lo buscaban, no era solamente que era un hombre atractivo y sabía cómo complacer a una mujer, también era un hombre muy rico.

Lamentablemente también era un hombre muy realista, que no se dejaba manipular por ninguna mujer, o como su cuñado Jasper repetía muchas veces "El hombre más cínico que haya alguna vez conocido"

No era su culpa, la vida y las mujeres habían hecho que él dejara de creer en sus palabras, actos, o simplemente tomarle una importancia mayor a la que se merecen… la importancia de calentarle la cama.

Entró a su oficina con una Kate corriendo rápidamente detrás de él, sabía que no era paciente y que no toleraba la incompetencia.

-Llama a Black y dile que necesito reunirme urgentemente con su equipo, necesito que me informen sobre el caso Vulturi que tengo una entrevista esta tarde y necesito estar informado – ordenó sin siquiera saludarla.

-Tiene los mensajes en el escritorio, su madre llamó hace una hora…

-Estoy en una reunión muy importante – dijo Edward tranquilamente mientras revisaba el resto de los mensajes

-Quería confirmar si iba a su fiesta de aniversario el fin de semana – continuó la secretaria.

-Estoy ocupado, debo viajar a Londres

-Eso es para dentro de 15 días - Edward la miró serio y ella asintió comprendiendo a que se refería, que no quería ir para esa fiesta, no tenía tiempo para la familia, debía atender su negocio – La llamaré y le diré que su agenda está copada para ese día por el viaje a Londres.

-Perfecto – dijo Edward despachándola con la mano – Black en cinco minutos – dijo cuando ella iba saliendo, sabía que lo había entendido, vio como asintió antes de cerrar la puerta.

Se sentó en su asiento de cuero italiano y miró el periódico que reposaba al lado de los mensajes, lo abrió con la intención de leer la parte financiera y una cara conocida hizo que detuviera el cambio de páginas.

-Todavía quieres cambiar el mundo – dijo sorprendido por verla, pero un segundo después sonrió mientras veía la imagen de la persona que él había aprendido a conocer bien por un tiempo – estás cambiada… más hermosa – volvió a hablar sin darse cuenta que seguía completamente solo en la habitación.

Sonrió al leer la noticia

Fundación Swan invita a participar en la verbena en apoyo de niños discapacitados a realizar en el centro de la ciudad…

Debajo de la noticia que no quiso leer estaba la foto de Isabella Sawn, seguía igual de delgada, apetitosa, perfecta, con el cabello marrón largo y con las ondas más pronunciadas. Se veía mayor, ya una mujer mujer, por supuesto era lógico que fuera así, tenía exactamente ocho años que no la veía.

Estaba embriagado por esa imagen y su mente se transfirió al día que conoció al ángel de reflejos rojizos que siempre quiso ayudar a todos excepto a sí misma. No entiende como por algún momento pensó que ella hubiese abandonado sus ideales o su lucha a favor de las minorías... mucho menos por él.

Frunció el ceño al ver que no tenía anillo de casada, a estas épocas pensó que ya lo estaría, siempre soñó con tener hijos, se sintió contrariado al ver que todavía le interesaba saber si estaba casada o no, pero bueno… ella llegó a su vida como una ráfaga de viento fresco y la iluminó por completo, por lo menos mientras duró…

Edward estaba caminando por los pasillos de la Universidad analizando el último problema de la clase de matemática. Debía ser el mejor, estaba allí por una beca y necesitaba salir sobresaliente en todas las materias si quería optar por el curso de especialización en Londres al finalizar ese año.

Pasó frente a una mesa que estaba en el gran pasillo y extrañamente levantó la mirada para ver a una preciosa mujer con una coleta de cabello, el cabello marrón brillaba con reflejos dorados, que reía divertida con otra castaña, mientras daba a todas las personas que pasaban unos panfletos.

Era perfecta.

La vivacidad de sus movimientos, seguido con su ropa sencilla, un jean, con una suéter verde, lo atraía como nunca y sin darse cuenta como, se encontraba frente a la mesa recibiendo el panfleto. Bajó la mirada para leer su contenido y frunció el ceño "Salven al lobo gris del sur", el panfleto informaba que debido a la tala de árboles estaba exterminando esa clase de lobo más otros especímenes.

-No se deben hacer este tipo de propagandas en territorio Universitario – se encontró diciendo serio mientras la mirada un poco hipnotizado.

La castaña levantó la mirada y lo vio molesta – Pues tenemos por todos lados propagandas políticas, que si demócratas o republicanos, pero nadie defiende el medio ambiente, los niños con hambre o los países pobres repletos de enfermedades incurables… ¿por qué no podemos hacerlos? Es mucho más inteligente que seguir unos partidos políticos, estaríamos apoyando a la tierra que es la que nos alimenta y ayudando a los que lo necesitan.

Edward se sorprendió al ver la pasión que reflejaba la mirada de esa mujer cuando hablaba segundos atrás – Igual debes pedir permiso

-Lo hice… ¿acaso tu eres el dueño de la universidad? – preguntó divertida.

Edward sonrió - ¿Y esta mesa solo es para entregar unos simples panfletos?

-No – dijo picara – tenemos estas listas para ver quien quiere apoyarnos…

-¿A qué?

-Vamos a hacer una cadena humana para evitar que sigan con la tala de árboles en esa zona – dijo la otra castaña a la vez que hacía que dos personas firmaran.

-Eso es peligroso… - se encontró diciendo Edward.

-Es más peligroso que nos quedemos sin aire – le refutaron rápidamente.

-No creo que eso suceda – contestó Edward sonriendo ampliamente.

-¿Cuál es tu nombre? – le preguntó la primera mujer, la que lo había cautivado

-Edward Cullen

-Bueno Edward, si no quieres correr riesgo y ser un niño de papá como el noventa por ciento de esta Universidad te recomiendo que vayas a la siguiente mesa, al parecer es la mejor fraternidad que existe y hay muchas fiestas… bebidas… mujeres, lo que debe significar mucha felicidad para ti – le dijo sarcásticamente y con una sonrisa tan amplia que Edward se asombró de que lo hayan insultado tan sutilmente.

-¿Cuál es tu nombre? – preguntó en vez de contestarle que nunca ha entrado a una fraternidad ni tenía la intención de hacerlo, que estaba allí para estudiar y luchar para conseguir el triunfo que quería desde que tenía diez años de edad y observó a su madre enferma sin poder darle las medicinas correspondientes.

-Bella Swan – dijo rápidamente – y ella es mi amiga Bree Tanner

-Hola – saludó la otra castaña.

-Creo que para alguien que protege a la naturaleza, los desprotegidos, los desvalidos y los demás que quieras, juzgas muy rápido a la raza humana… - contestó Edward mirándola fijamente.

Bella se mordió el labio un poco contrariada y después lo vio con la mirada brillante de expectativa y picardía – Entonces pruébame lo contrario – dijo levantando la carpeta con la lista de participantes – acompáñame al bosque, refuta lo que dije con actos, demuéstrame que no eres lo que te dije anteriormente.

Edward sonrió mientras miraba la lista de personas. No debía hacerlo, debía irse a su cuarto y estudiar, no estaba allí para apoyar causas completamente perdidas ni distraerse de su visión a futuro, pero unos minutos después se encontró firmando la lista mientras veía a Bella fijamente.

Por primera vez en su vida había algo que le intrigaba más que un problema de matemática o crear planes de finanzas.

Le intrigaba esa mujer.

Edward sonrió mientras dejaba el periódico al lado, le divertía recordar la única vez en su vida que hizo algo descabellado o fuera de control. Observó a Bella de nuevo en la foto antes de desecharla por completo, una parte de él planeó en ese momento aparecer en la verbena y sorprenderla, tal vez continuar lo que un día dejaron, pero negó con la cabeza botando el periódico.

Esa historia termino hace años y él no era quien para remover el pasado.

No lo necesitaba tampoco.

Pasó el día trabajando y en la tarde salió en su vehículo a hacer la entrevista que tenía pautada, por lo menos Black le dio toda la información que necesitaba y sabía que aunque no fuera fácil, podría evadir la cantidad de preguntas necesarias para que no lleguen a investigar sobre los Vulturi.

Llegó a una cola y dejó caer su cabeza al respaldar mientras cerraba los ojos descansando.

Pensó en Bella Swan y maldijo al cielo en silencio.

Maldita la foto que hacía recordar tiempos más fáciles, no más felices, tenía muchas ansias de poder, de triunfo, mucho pesar por la situación de su familia como para querer devolverse a ese sitio, a ese tiempo, pero ella fue la paz que necesitaba en ese momento.

Todo fue tan rápido que a él todavía en esta fecha le sorprende, aunque no debería, ahora, tantos años después sabe que la química que ellos dos poseían era devastadora, y él firmó su sentencia cuando colocó su rúbrica en ese papel, de alguna forma ambos sabían que no sólo la iba a acompañar a esa misión por salvar "un lobo" era mucho más…

Y lo fue…

Después de ese día se volvieron inseparable, salían solos, con amigos, en la primera cita se besaron por mucho tiempo. Peleaban constantemente, él no entendía cual era la necesidad de ella de salvar a todo el mundo, de estar todo el tiempo ocupada en distintas actividades como la cruz roja, amnistía internacional, refugios de personas sin hogar, apoyo a grupos de medio ambiente, entre otros.

Le sorprendía como ella podía estudiar y sacar buenas notas con todo lo que hacía, pero ella una vez le dijo que estudiaba administración por insistencia de sus padres, que no la ejercería, se encargaría de trabajo humanitario toda su vida.

Él se había reído por sus ideales ilógicos, ¿cómo hacerle entender que el dinero era necesario para sobrevivir?

Claro ella lo tenía, su padre era un Comisario General de la Policía de Nueva York, y mano derecha del Alcalde, su madre era dueña de una cadena de Hoteles muy importante en todo el mundo, por lo que el dinero nunca fue un problema para ella.

A lo contrario que para él.

Pero ahora, ocho años después descubrió que lo que dijo lo hizo… Creo una fundación, tratando de salvar al mundo, como tanto quiso.

Sonrió mientras recordaba esa época donde por primera y única vez estuvo enamorado de alguien.

No había otra forma de definir su estado.

La seguía como loco, la deseaba con locura, amaba todo lo que salía de sus labios, se encontró hasta entendiendo su fascinación por sus ideales.

Ella sonreía ampliamente cuando lo veía, cada vez que lo tocaba él se sentía satisfecho, fue la etapa más feliz de su vida, y ese fue el único momento de su vida en que no le importó quien era y quien quería ser.

Porque estaba con ella.

-Idiota soñador – murmuró negando con la cabeza – menos mal que todo acabo al final…

Miró un pequeño parque y sonrió – Fueron los momentos más locos de tu vida Edward Cullen, los únicos… espero que te hayan gustado.

Bella lo miró picadamente y lo jaló por la mano – Vámonos – le susurró contra sus labios mientras lo seguía empujando hacia la puerta.

-Estamos con tus amigos… - le dijo mientras veía a Bree y a Diego besándose en una esquina del Bar y a Fred coqueteando con una rubia. Emmett se había ido horas atrás con una rubia llamada Rosalie que acababa de conocer.

-No nos extrañarán – dijo mientras lo sacaba del local y empezaba a correr dejando lejos la civilización.

Se detuvo haciendo que él la mirara extrañado y se detuviera a observarla. Ella sonrió y su mirada brilló como siempre hacía cuando planeaba algo, un segundo después salió corriendo a sus brazos y se tiró a su cuerpo uniendo sus labios.

Él la besó ansiosamente. Le encantaba su sabor, su suavidad y calidez, cada vez era más difícil solamente besarla, ya que quería poseerla por completo, pero sabía que eso iba a suceder cuando ella quisiera, tenía que tener paciencia.

Unos minutos después Bella rompió el beso y salió corriendo de nuevo, hacía un parque de la localidad que estaba bastante cubierto de árboles – es como un pequeño bosque – susurró encantada cuando lo sintió detrás de ella.

-Tu lugar favorito – dijo él jocoso mientras veía como ella daba vueltas con los brazos abiertos como una niña y se carcajeaba fuertemente.

-Soy feliz en este momento – dijo ella mientras se le tiraba encima quedando colgada a su cuello un poco separada del suelo. Él la tomó de la cintura y la cargó hasta que estuvieran sus ojos a la misma distancia.

-Yo también – susurró él sonriendo.

-Estoy como borracha – murmuró ella mirándolo y respirando entrecortadamente.

-Si no tomaste nada – le dijo extrañado.

-Eres tu el que me tiene así, tu aroma y tus ojos son más fuertes que cualquier licor – él se estremeció por sus palabras y la besó nuevamente, entrelazó sus lenguas y la rodeó con sus brazos para tenerla tomada mas fuerte ya que la tenía cargada. Ella subió sus piernas para rodearlas en sus caderas exponiendo sus piernas completamente ya que llevaba una falda blanca de tela. Cuando el beso acabo ella acarició suavemente su nariz con sus labios – Ámame – le susurró tímidamente.

-Ya lo hago – dijo él confundido.

Ella sonrió y acarició su cabello lentamente – Hazme el amor.

Edward dejo de respirar por unos segundos y la beso nuevamente – Vámonos – le dijo inmediatamente después de besarla.

-No – dijo ella haciendo que él quedara paralizado – Aquí, es perfecto, quiero que suceda aquí.

Él la miró confundido, ¿allí? Pero ella asintió y empezó a besarlo de nuevo y él simplemente dejó de pensar.

La bajó de su cuerpo y se quitó la chaqueta para dejarla en la grama y así protegerla del suelo. Ella respiró hondo y mordiéndose el labio empezó a desvestirse, quitándose primero la chaqueta, que dejó al lado de la de Edward, los zapatos, la blusa, la falda. Edward la vio hipnotizado, pero al verla en ropa interior empezó a desnudarse también, un poco apartados uno del otro pero lo hacían para observarse mutuamente, sintiendo el deseo y viendo sus cuerpos completamente libres de ropa por primera vez.

Cuando ya estaban completamente desnudos él se acercó a ella y la besó nuevamente, recorriendo con su lengua los labios, inspeccionando su cavidad, gimiendo cuando ella lo acariciaba y le jalaba el cabello, beso su cuello, su cara, y ambos se acostaron en el suelo sobre las chaquetas.

Edward se acercó a sus pechos y los besó todavía con el brasier, chupándolo con la ropa y causando una fricción que había escuchado que era placentera por la mezcla del encaje y su lengua. Ella gritó un poco y se arqueó en un ruego silencioso, él sonrió todavía en la faena, habían tenido razón.

Varios minutos después le quito el brasier y se deleitó al ver sus aureolas rosadas y sus senos duros y excitados por él, les dio el mismo tratamiento sin nada que se interpusiera en su camino mientras ella le jalaba el cabello, se revolvía debajo de él, hasta que en un momento que no pudo aguantar y lo jaló hacía ella para besarlo desesperadamente.

Cuando lo dejo ir, él bajó de nuevo hasta su estómago y empezó a besarlo en toda su extensión y después soplaba en las partes húmedas haciendo que ella tomara su hombro y lo apretara fuertemente mientras gemía sin control su nombre.

Le quitó la última pieza que le quedaba en su cuerpo y se arrodilló frente a ella, a ver la imagen que tenía en frente, el cabello revuelto tirado en la grama, ella completamente desnuda y abierta para él, suspiró hondo apretando la mandíbula, estaba tan excitado que le dolía, pero en vez de acercarse a ella la disfrutó unos segundos más – Eres una diosa, completamente hermosa.

Ella emitió un grito y se sentó para buscarlo, lo besó mientras con sus manos recorría todo su cuerpo haciendo que él sintiera fuego en todo su cuerpo, Bella bajó las manos hasta que agarró su masculinidad con una mano, explorando maravillada toda su longitud y él tembló rompiendo el beso y respirando entrecortadamente, empezó a masajearlo con movimientos ascendentes y descendentes y Edward tuvo que cerrar su mandíbula para no dejarse ir por lo que estaba sintiendo en ese momento.

Ella no era la única que podía dar placer por lo que llevó su mano hasta su centro y se estremeció al notar lo mojada que se encontraba, por él, empezó a masajearla e introdujo un dedo interior haciendo que ella gritara y con su otra mano se pegara a él, mientras lo besaba y seguía masajeándolo deliciosamente.

-Por favor… – le pidió rompiendo el beso.

-Te amo tanto Bella… – le dijo él mientras acrecentaba sus movimientos y sentía que se sus músculos se contraían

-Yo también – dijo ella respirando entrecortadamente – es el momento Edward… ámame – le dijo balbuceando y viéndolo fijamente.

Él saco su mano y la acostó - ¿Estas segura? – ella asintió y él empezó a introducirse lentamente, cuando llegó a la barrera de su virginidad se miraron fijamente, ella asintió mordiéndose fuertemente el labio y él entró en ella completamente, besándola para acallar su grito de dolor.

-¿Te hice mucho daño? – le preguntó cuando rompió el beso y vio que había botado dos lágrimas.

-No – murmuró ella y lo besó nuevamente, tal vez para concentrarse en otra cosa en vez del dolor.

Unos segundos después ella movió las caderas y asintió para que supiera que podía continuar, él empezó a moverse dentro de ella, lentamente al principio mientras la besaba en la boca, en sus pechos y ella le recorría la espalda emitiendo suspiros de placer y luego más y más rápido, pero con cuidado hasta que sintió como ella se empezó a contraer y mirándola observo como llego a su orgasmo, solo en ese momento él se dejo ir y tuvo su propio orgasmo.

Varios minutos después él estaba apoyado en un árbol con ella sentada en su regazo, como generalmente estaba, él tenía puesta su falda blanca y ella su camisa, y Bella lo acariciaba la mandíbula, su pecho, lo exploraba mientras besaba su cuello – Te amo – le susurraba ella a cada beso y él sonreía.

-Yo también ángel…

-¿Ángel? – preguntó ella confundida

-Mi ángel de reflejos rojizos… - dijo él divertido y ella lo vio mas confundida aún, pero como podía explicarle que lo que había pasado esa noche fue lo más cercano que él había estado del paraíso.

Edward salió de la entrevista de televisión negando con la cabeza.

Obviamente algo estaba mal con él.

¿Qué diablos hacía pensando en Isabella Swan?

Esa parte de su vida estaba muerta, sepultada y enterrada, fue un sueño que al parecer él seguía idealizando ya que no recordaba las peleas, las diferencias y sobre todo como terminó todo… Si, tenía que magnificar esa parte de la relación, no recordar las cosas buenas…

Además no tenía sentido, él había escogido su vida y estaba completamente feliz con ella, esa misma mañana había pensado que él no necesitaba una mujer, mucho menos una como ella, que quería cambiarlo y volverlo otra persona y casi lo consigue, casi le hace olvidar sus objetivos, su sueño del imperio que efectivamente se había hecho realidad.

Estacionó en el pequeño supermercado que estaba a una cuadra de su apartamento, quería comprar unas cosas.

La gente lo veía con respeto donde sea que fuera y él sonrió con un deje de superioridad, era inconsciente pero no se iba a disculpar por ello, había luchado mucho para salir del barrio donde vivía y sus padres se lo deberían de agradecer, ya que por él tenían todo lo que necesitaban, no entendía la insistencia de ellos al decir que la familia es lo más importante o que bajara la intensidad del trabajo, que sentara cabeza y se casara con una buena muchacha.

¿Acaso no tenían todo lo que querían?

Él se había encargado de todo, y ellos todavía se quejaban, suspiró hondo, con su madre nadie podía, por eso había huido por la retaguardia con respecto a la fiesta de aniversario, no quería escucharlo, no quería saber nada sobre familia, amor y esas tonterías.

No estaba en su destino.

Menos mal que lo entendió, si no hubiese cometido el error de su vida, al escoger otro mundo, otra vida, uno con un ángel de reflejos rojizos que lo odiaría toda su vida así dijera que el amor era suficiente.

Edward tenía en sus manos por lo que tanto había luchado.

Había quedado seleccionado para el curso de especialización en Londres por el que tanto había luchado.

Por primera vez en su vida no celebró por sus éxitos académicos, ya que tan cerca de lo que quería lo alejaba de algo también importante.

Bella…

En ese momento dudó de todo lo que conocía, de sus planes debidamente creados, de sus ilusiones, de sus deseos de sacar a sus padres de la ruina a la que estaban sometidos ya que deseaba quedarse con su ángel y simplemente sentir la paz a la que ella lo había acostumbrado en el último año.

Miró el papel con más rabia que agradecimiento, como si lo culpara por una decisión que él debió haber previsto mucho tiempo atrás.

Cuando sus prioridades estaban más claras…

Cuando el mundo tenía sentido.

-¿Edward? – Él levantó la mirada sorprendido por escuchar la voz de Bella, estaba tan concentrado viendo el papel que no la había escuchado entrar - ¿Qué es eso? – preguntó interesada mientras le quitaba el papel. Unos segundos después la sonrisa amplia que la acompañaba murió completamente - ¿Londres? – dijo en voz baja.

-Londres – confirmó Edward.

-¿Por qué…? – Dijo ella respirando entrecortada - ¿Por qué no me lo habías dicho?

-No era algo seguro… - dijo él todavía confuso.

Bella asintió triste - ¿Por cuánto tiempo? – preguntó mirándolo fijamente.

-Dos años…

Bella miró el papel y sonrió - ¿Y nosotros?

-Podrías ir conmigo… - dijo él sin siquiera pensar lo que estaba diciendo. No tenía dinero para mantenerlos a ambos allí, ni siquiera con todo lo que había podido reunir en todos los años que ha trabajado pero en ese momento tenía sentido – sabes lo que significa esto para mi Bella, hemos hablado de esto, es lo más importante de mi vida… con eso ayudaré a mis padres, conseguiré lo que siempre he querido, lo que siempre he deseado…

Bella lo miró unos minutos, sin decir nada, luego asintió, - Pero todavía falta un año para graduarme…

-Entonces me seguirás cuando te gradúes – le dijo tranquilamente.

Bella asintió sonriendo – Entonces haremos así, te seguiré donde quiera que vayas… te amo Edward – y lo abrazó fuertemente para después besarlo con la misma intensidad de siempre.

Edward se encontró en la cola de pagar con una botella del whisky más caro que había en el sitio, había ido a buscar comida, pero a la final terminó con una botella en la mano y sonriendo con el cinismo acostumbrado.

Su ángel prometió que lo acompañaría pero después de unos meses no volvió a llamarlo o a comunicarse a él de ninguna forma.

Todavía recuerda su cara de tristeza en el aeropuerto cuando fue a despedirlo y en el último momento lo tomó del brazo y le dijo que no se fuera, que no la abandonara, que tenía miedo que no volvieran a verse, él la miró confundido y le dijo que solo era un año, que ese tiempo pasaba rápido y después podían estar juntos.

Ella lo miró con ojos llorosos y asintió antes de contestarle que en un año podían cambiar muchas cosas, él lo negó enfáticamente, para él nada cambiaría en ese tiempo.

Para ella si…

Ya que nunca la volvió a ver y ciertamente un año después no fue a Londres a acompañarlo.

Un hombre, indio americano, que estaba delante de él en la cola del supermercado, empezó a discutir con el cajero, por lo que Edward dejó de recordar para prestar atención a lo que estaba sucediendo. Al parecer quería cobrar un billete de lotería ya que tenía tres aciertos de los cinco números de la tablilla y quería canjear el premio y la cajera se rehusaba a darle el dinero.

-El billete es falso – le decía la cajera

-¿Cómo sabes eso si no lo has visto? – le preguntó el hombre todavía con el billete en la mano.

-¡Ve a cobrar eso a otra parte indio! – dijo la mujer molesta.

El hombre sacó un arma de fuego y la mujer que estaba detrás de Edward en la cola emitió un grito ahogado.

-Dame el dinero de mi billete – exigió moviendo el billete con la pistola.

La cajera estaba atemorizada y temblaba perceptiblemente. Edward respiraba entrecortadamente mientras veía todas las personas del local, algunas se habían tirado al suelo, otras se ocultaron en los estantes, frente a él estaba una mujer protegía a su hijo con los brazos como si con esa acción evitara que algo le sucediera.

-¡Dame el dinero! – gritó de nuevo el hombre.

-Disculpe – interrumpió Edward maldiciéndose a sí mismo por hacer aquel acto sin sentido - ¿Por qué no me vende a mí el billete?

-¿Qué? – preguntó el hombre que si bien era más pequeño que Edward, tenía la ventaja de poseer un arma de fuego – ¿Quiere morir blanquito?, tal vez desees ser la foto principal del periódico de mañana.

-No – dijo Edward respirando para tranquilizarse – sólo hablo de una transacción económica, tú me das el billete y yo te doy el noventa por ciento del valor, voy a otra cajera, una que no tenga instintos suicidas, cobró el billete y gano un diez por ciento del valor neto – se encogió de hombros fingiendo una tranquilidad que no sentía - un simple negocio que es beneficioso para ambos…

El hombre empezó a reírse fuertemente negando con la cabeza – Vamos Edward… salgamos de aquí y haremos tus "negocios" – miró a la cajera fijamente y negó la cabeza con tristeza – lástima… era tu número, perdiste la oportunidad…

Edward miró el intercambio extrañado, dejó el dinero de la botella y salió detrás del hombre preguntándose ¿qué mierda estaba haciendo? – Mi nombre es Seth – dijo el hombre tranquilamente mientras caminaba como si nada de lo que pasó cinco minutos atrás lo hubiese perturbado de alguna forma.

-¿Cómo supiste que me llamaba Edward? – preguntó Edward frunciendo el ceño.

-Tienes cara de Edward – dijo él encogiéndose de hombros. Edward lo vio aún mas extrañado, primera persona que decía eso, sobre todo porque su nombre era en extremo anticuado – Dame mi dinero – le dijo entregándole el billete. Edward hizo el intercambio mirándolo preocupado, tal vez por haber pasado todo el maldito día pensando en Bella se sentía obligado a ayudar a una persona.

-¿No tienes un sitio donde ir? ¿Necesitas dinero, ayuda?

-¿Qué? – preguntó confundido.

-Estar armado es peligroso, tal vez si puedes ir a un refugio… si necesitas ayuda…

-¿Tú me quieres ayudar a mí? – Seth se rió fuertemente - ¿Tú me quieres ayudar a mí? – repitió perplejo.

Edward frunció el ceño más profundamente – sólo digo que si necesitas…

-No necesito nada Edward – dijo divertido - ¿Qué necesitas tú? – le dijo interesado.

-¿Yo? – Preguntó sorprendido por el cambio de tema – Yo tengo todo lo que necesito.

Seth sonrió mientras miraba al horizonte, como si estuviese concentrado en algo. Unos segundos después sonrió más ampliamente y miró fijamente a Edward – Tú te lo buscaste, vamos a demostrarte que es lo que necesitas…

-¿Qué? – preguntó Edward confundido. Debía estar drogado ese hombre.

-Disfruta tu tiempo Edward Cullen, asombraste hasta la máxima escala de nuestra organización, por eso te daremos este regalo que no otorgamos en muchos casos… espero que entiendas lo que quieren mostrarte.

-¿De qué demonios hablas? – le preguntó Edward ya molesto.

-Recuérdalo… es un regalo – dijo sonriendo y desapareciendo del sitio como por arte de magia. Edward miró a los lados asombrado y vio su mano el billete de lotería que era la única prueba que demostraba lo que acababa de suceder en ese momento.

Él se guardó el papel en el bolsillo pensando que todo fue locura temporal, que las horas trabajando por fin estaba dando frutos y terminaría en un psiquiátrico.

Cuatro horas después había hecho ejercicio, devuelto unas llamadas, y contestado la correspondencia urgente. Se baño y se acostó en su cama.

Mientras se quedaba dormido una pregunta retumbaba en su interior.

¿Por qué Bella no fue a Londres?

En ese tiempo se amargó, se molestó, gritó al cielo y casi toma un vuelo de regreso a los Estados Unidos para buscarla, pero no lo hizo.

Ella fue la que no lo buscó más, cambió su número telefónico, no respondió ninguna carta, solo desapareció.

De alguna forma creyó que de verdad había desaparecido de la faz del planeta, Bree no sabía nada de ella, Diego tampoco, es como si no hubiese existido.

Ahora, ocho años después aparece en su vida, en un titular de prensa y él… se encuentra preguntando ¿qué diablos pasó? cuando ya pensaba que todo eso estaba completamente superado.

-Eres un idiota – murmuró para sí mismo mientras se quedaba dormido. Debía meter a Isabella en el mismo pozo de su cerebro donde la hundió ocho años atrás.

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Hola.

¿Les gusto?

Este fic esta inspirado en la película Family Man u Hombre de Familia de Nicolas Cage. Si tienen la oportunidad véanla, excelente película.

Gracias por leer. Si les gusto o no dejen reviews :D