¡Hola a todos! ¿Qué tal?

Bueno... este es el... ¡último capítulo de la historia! ¡Ha llegado a su fin! Aunque habrá epílogo, en una de esas dos, así que igual queda uno o dos acpítulos por subir.

Muchas gracias por sus reviews y espero que este capítulo les guste.

Muchas gracias a todas las personas que siguieron mi historia, la cual he hecho con mucho cariño. Haré otra, y espero que les guste. En el otro capítlo les contaré de qué trata, y espero que me digan sus comentarios, por que en realidad tengo dos ides. En una de esas hago las dos.

¡Muchas gracias y... !

¡¡Enjoy it!!


Capítulo 19

Guerra, Esperanzas y Paz

Habían pasado seis días, en los cuales Hans ya no era el mismo y cada vez cambiaba más su apariencia, logrando que todas las personas que lo conocían y lo querían apenas pudieran verlo, ya que les dolía.

La pre-guerra que habían provocado los Mortífagos sólo trajo heridas, pero no muertes, por lo menos por parte de los alumnos y el profesorado.

- ¡Haith! – Draco llamó al hada que estaba en el colegio, llamando la atención de los alumnos, los cuales miraron sorprendidos como el Slytherin se acercaba a ella y la saludaba con tanta familiaridad.

- Draco – la hada le sonrió.

- Ya tomé mi decisión – le dijo el chico y Haith lo miró, interesada -. Sí, le voy a dar mi alma a Hans.

La mujer lo miró, seria, y ambos se dirigieron a los terrenos del colegio, quedándose en la entrada, ya que, luego de la pre-guerra, sabían que en cualquier momento podía venir la Gran Guerra.

- ¿Estás seguro? – preguntó.

- Sí, lo estoy, aunque no le he dicho nada a Hermione, y no se lo pienso decir – aseguró con la mirada gacha -, pero sí quiero que le digas que la amo y que lo hice por Hans, que él lleva sólo cuatro años en el mundo y yo dieciséis.

La hada suspiró.

- Bien, aunque creo que no va a ser necesario, porque ya sé la forma en la cual no debes morir.

- ¿En serio? – Draco la miró, emocionado.

- Sí, aunque ahí moriré yo – confesó la mujer, dejando sorprendido a Draco.

- No… no es necesario que tú mueras – aseguró Draco pero ella negó con la cabeza, sonriéndole.

- He vivido todos estos años sufriendo, y al fin me podré encontrar con mi amado – le dijo y Draco asintió, entendiendo todo -. Por cierto, sólo por curiosidad, ¿tú has querido a tus padres?

Draco la miró, extrañado por la pregunta, ¿acaso ella sabía algo de sus sentimientos por sus padres?

- Es que tengo curiosidad en general con los Malfoy, me pregunto si tu padre te hubiese hecho lo mismo a ti que el padre de Skandar.

- Sí, lo hubiese hecho, y créeme, que si mi padre estuviera vivo, yo estaría muerto por estar con Hermione – le confesó Draco.

- ¿Por qué los Malfoy son así? – preguntó la mujer contrariada y Draco se encogió de hombros.

- Mi abuelo no lo era, pero sí mi abuela – aseguró Draco -, por culpa de mi abuela mi padre fue así. No me agrada mi padre, de hecho odio todo lo que quiso hacer en mí, pero… - suspiró y miró el cielo – lo odio pero a la vez lo quiero. Es mi padre, después de todo – miró a la hada -, y a mi madre… bueno – soltó una pequeña risa sarcástica -, a mi madre la quiero, nunca se lo dije, y esa fue una forma de reprocharle el no haberme ayudado con mi padre, porque ella sabía todo lo que él me hacía pero nunca hizo nada, y eso me duele, si quieres que sea sincero – volvió a mirar el cielo -, pero como te digo, a mi padre lo odio pero también lo quiero, y a mi madre… la quiero – sonrió con tristeza.

Haith sonrió y le revolvió el cabello como si fuera un niño chico. Se escuchó una explosión y vieron que Hagrid se acercaba corriendo.

- ¡La guerra ha comenzado!

Ambos se pararon de un salto y entraron al colegio, corriendo hacia el despacho de Dumbledore.

- Draco – ambos pararon a medio camino -, quiero que lleves al niño contigo al bosque prohibido, allí haremos todo lo que tenemos que hacer para salvarlo, y hay que hacerlo rápido, que el tiempo se acaba – le dio un beso en la frente y corrió hacia la salida - ¡Ve y dile tú a Dumbledore!

Draco siguió su camino, encontrándose con Harry, Ron, Hermione y Ginny.

- ¡Draco! – Hermione lo abrazó - ¡Gracias a Merlín que estás bien! – El rubio le dio un corto beso en los labios – Estabas afuera con Haith, ¿dónde está ella?

- Se fue al bosque – respondió Draco.

- Dumbledore ya ha sido informado – le dijo Harry y Draco asintió.

- ¿Y Blaise? – preguntó, mirando a su alrededor.

- Aquí estoy, Dragón – Blaise apareció por una esquina y se unió al grupo.

"Los alumnos de primero a cuarto año diríjanse a sus Salas Comunes, el resto por favor vayan al Gran Comedor, con urgencia. Gracias" – habló nuevamente la voz de la profesora de Transformaciones, y el grupo se dirigió al Gran Comedor, donde estaba todo el profesorado más Aurores y personas de la Orden del Fénix.

Draco se separó del grupo y se dirigió al profesor Dumbledore, quien hablaba con el Ministro de Magia.

- No es bueno obligarlos a pelear, Dumbledore – le dijo el hombre, ceñudo.

- No los voy a obligar, Rufus – habló tranquilamente Dumbledore -, el que quiera puede ir a esconderse al lugar que les vamos a indicar luego a los alumnos que están en sus Salas Comunes, pero los que quieran, pueden quedarse a pelear.

- Profesor – habló Draco y el Ministro de Magia lo miró desconfiadamente, siendo el último Malfoy -, necesito hablar con usted.

- Claro, Draco – se apartaron del resto y Draco miró a su director.

- Necesito salir del castillo con Hans – le dijo y el anciano director lo miró, sin entender, y Draco le contó lo que le había dicho Haith -. No sé muy bien el procedimiento de lo que va a hacer, pero sí sé que puede salvar al niño.

Dumbledore lo miró pensativamente, pero luego asintió.

- Puede sacarlo y diríjase al Bosque Prohibido, pero cuidado, no lo pueden ver – lo miró con seriedad.

- No se preocupe, señor, lo haré con cuidado – Draco hizo una inclinación de cabeza y se dirigió a Hermione.

- Draco, ¿dónde estabas? – le preguntó su novia. Se retorcía las manos y su labio inferior ya estaba bastante rojo por ser mordido cada dos segundos por los derechos y blancos dientes de la castaña.

- Princesa, relájate – Draco le acarició las mejillas con cariño y le sonrió aparentando tranquilidad, a pesar que por dentro estaba hecho un manojo de nervios.

- Es que… ¿y si muero? ¿Y si mueres? ¿Y si muere alguien importante? – los ojos de Hermione se llenaron de lágrimas y Draco la abrazó, recargando su mentón en la nuca castaña de la chica.

- No pienses esas cosas, amor – le susurró y Hermione sollozó -. No llores – le pidió -, no me gusta verte llorar.

Hermione se separó de él y le dio un apasionado beso, siendo correspondida de inmediato. Ambos eran observados por un par de ojos azules, los cuales miraban la escena enojado y herido.

- Ron, deja de torturarte y no los mires – le dijo Harry y Ron desvió la mirada.

- Lo mataría con mis propias manos – dijo entre dientes.

- Eso no haría que ganaras su amor – Blaise lo miró con seriedad -, y sólo ganarías su desprecio y odio, y tu muerte, porque yo te mataría.

- ¡¿Y tú qué…?!

- Ya, Ron, cálmate – Ginny lo miró con seriedad y Ron miró hacia el lado.

Los dos adolescentes se separaron y Draco le sonrió, acomodándole el pelo que él había desordenado.

- Sólo relájate y ten confianza en ti, que eres una excelente alumna – le dijo y Hermione le sonrió, con los ojos aún brillantes por las lágrimas -. Eres la más inteligente, Herm.

- Tú también lo eres – le susurró y Draco la abrazó para que no viera sus ojos, los cuales se habían cristalizado. Se sentía realmente mal al no decirle que no iba a estar en la guerra, sino que salvando la vida de su hijo adoptivo.

- Te amo, princesa, no lo olvides nunca – le susurró y sintió que ella lo abrazaba con más fuerzas aún.

- Yo también te amo, Draco, y tampoco quiero que lo olvides, nunca, nunca – le dijo Hermione con la voz temblorosa.

- Alumnos, los que quieran pelear, vienen conmigo, los que no, irán con la profesora McGonagall – habló Dumbledore y casi todos los alumnos se fueron con Dumbledore hacia la salida.

- ¿Draco? – Hermione miró al rubio, el cual se había quedado parado en medio del Gran Comedor.

- Ve, yo iré a ver a Hans y vuelvo.

- Te acompaño.

- No – negó el rubio con algo de brusquedad, pero luego se relajó -. Perdón – susurró -, es sólo que te necesitan. Ve, ¿si?

Hermione asintió, le dio un beso y se fue, mirando hacia atrás de vez en cuando.

Draco suspiró y se dirigió con rapidez a la enfermería, en una de esas alcanzaba a llegar a la guerra, aunque sólo rogaba que todo saliera bien. Entró en silencio a la enfermería, sin saber si estaba la enfermera o no. Un ruido en el despacho de Madame Pomfrey le indicó que sí estaba. Más silencioso aún, se dirigió a la cama de Hans, la cual estaba tapada por un biombo. Al entrar, miró con tristeza al niño, el cual ya tenía su piel negra y áspera. Sus ojos se estaban agrandando y volviendo color rojo. Lo tomó en brazos, con una de las mantas lo tapó y se dirigió a uno de los pasadizos secretos. Tenía que apurarse, o sino sería demasiado tarde para Hans. Corrió lo más rápido, silencioso y sigiloso que pudo hacia el bosque, mirando a su alrededor con cautela, suspirando con alivio al no ver a ningún Mortífago por ahí. Se adentró al bosque, pero se acababa de percatar de un gran problema: no sabía hacia dónde ir.

- ¿Papi? – Hans había despertado y miró al rubio, confundido - ¿Qué estamos haciendo aquí?

- Ssh… - Draco le acarició el rostro y camino hacia el frente, adentrándose en el bosque – No hables, Hans.

- ¿Papi? – la voz de Hans era de puro terror, y el rubio sólo lo abrazó con más fuerzas.

- Tranquilo, no dejaré que te hagan nada, sobre mi cadáver – esto último lo susurró para sí y siguió su camino, comenzando a enfurecerse al no saber hacia dónde ir exactamente.

- Draco – la aterciopelada voz de Haith lo hizo respirar con alivio. Se volvió hacia la hada y ella le sonrió con tranquilidad -, ven, por aquí – y Draco, obediente, siguió a su bisabuela.

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- Prepárense – dijo Dumbledore y Hermione miró a su alrededor.

- Draco ya debería estar aquí – dijo buscándolo.

- Relájate, ya debe de estar por llegar – le dijo Blaise con una sonrisa, aunque aún así preocupado. Su amigo había estado raro durante los últimos días, y Hermione también se había dado cuenta, lo sabía.

- Algo ocultaba – susurró la castaña -, estoy segura.

- Yo también – confesó el pelinegro Slytherin -, pero, sea lo que sea, debe ser por nuestro bien, así que, si no viene, sólo peleemos, Hermione – la miró con seriedad y la chica asintió, con los ojos bañados en lágrimas.

- ¡VAMOS!

Toda la masa salió del colegio y se dirigió a los terrenos, donde estaban todos los Mortífagos y, adelante, se podía apreciar la malvada figura de Lord Voldemort.

- Al fin – susurraron Harry y Voldemort a la vez, mientras que los dos grupos chocaban y empezaba la guerra, pero para aquellos eternos enemigos, no existía nada de eso, y sólo se miraban fijamente, desafiándose, y ambos levantaron las varitas, pronunciando las maldiciones y logrando que chocaran.

"Cambió su varita" – pensó Harry, tirándole otro hechizo, y la guerra comenzó.

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Llegaron a las tierras de las hadas en el Bosque Prohibido. Draco, en otra ocasión, hubiese estado igual de maravillado que Hermione, pero ahora estaba apurado, sabía que faltaba poco para que Hans se transformara por completo en demonio, además que tenía que llegar a la guerra. No se perdonaría nunca que le pasara algo a Hermione.

- Bueno, Draco, hemos llegado – se detuvieron en un amplio claro, donde habían unas cuantas hadas y tres colchones hechos de hojas, y que se veían especialmente blandos -. Recuesta al niño en uno y tú en otro – le ordenó y Draco hizo lo que Haith le pidió, dejando a Hans con suma delicadeza y él acostándose a su lado. Haith se acostó en el colchón al otro lado de Draco, miró a las hadas y dijo: - Comiencen.

Las seis hadas presentes se juntaron alrededor de Haith, juntaron sus manos a la altura del pecho, y dijeron unas palabras mientras una luz blanca, potente, salía de sus manos directo al pecho de Haith. La hada abrió los ojos de golpe, para luego cerrarlos y caer desplomada en el colchón, con vida, pero sin alma. Draco abrió los ojos, sorprendido, y vio que las hadas se dirigían hacia él, y se aterró.

- Descuida, humano, que volverás – le dijo una de ellas con una sonrisa tranquilizadora y él cerró los ojos, para luego de unos pocos segundos sentir que volaba.

- Draco – dijo la voz de Haith y abrió los ojos de golpe, encontrándose en un hermoso lugar, lleno de hermosas flores, con árboles y un hermoso pasto. Había muchas personas allí, y todo irradiaba tanta felicidad, tanta paz.

- ¿Dónde estamos? – preguntó sin entender y la hada rió con suavidad.

- En el cielo – le respondió a la vez que apuntaba hacia abajo. Draco miró y vio su cuerpo allí tendido junto al de Haith. Recorrió su vista hacia el oeste y vio la guerra. Su corazón se oprimió en su pecho y miró con atención, encontrando a Hermione peleando contra dos Mortífagos, a los cuales derrotó, y no pudo evitar sonreír con orgullo.

- ¿Draco?

El rubio se tensó, reconociendo la voz, ¿cómo no lo haría? Se dio la vuelta con lentitud, teniendo miedo de lo que se podría encontrar, y unos sorprendidos ojos azules le devolvieron la mirada.

- No puede ser – susurró la mujer - ¡No puedes estar muerto!

- Madre – dijo Draco y le sonrió. Hacía tanto tiempo que no la veía, y la echaba de menos, a pesar de todo, la echaba de menos. Corrió y le dio un fuerte abrazo, respirando con tranquilidad al sentir que ella le devolvía el abrazo.

- ¿Cómo pasó? – preguntó Narcisa Malfoy susurrando.

- Sólo le estoy salvando la vida a Hans – respondió Draco separándose de su madre con una pequeña sonrisa, sonrisa que desapareció al ver a su padre. ¿Él había ido al cielo? Habría jurado que se había do al infierno -. Padre – lo saludó con una inclinación de cabeza, pero Lucius sólo lo miró con rencor, recibiendo una mirada de desaprobación de parte de Narcisa.

- Señores Malfoy – Haith se acercó a ellos -, quisiera hablar con ustedes, si no tienen algún inconveniente.

- Claro que no – Narcisa sonrió y los tres se alejaron de allí, dejando a Draco solo, el cual aún admiraba el lugar, pero luego de unos minutos, decidió sentarse y mirar hacia la tierra, observando la guerra, sin perder de vista a su novia.

- Sobrevive, Hermione – susurró.

- ¿Draco Malfoy? – dijo una voz sorprendida.

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- ¡Desmaius! – Hermione dejó desmayado a un Mortífago y se volteó hacia su lado derecho, derrotando a otro que iba a atacar a Ginny.

- Harry, Harry, Harry – Voldemort negó con la cabeza cuando un agotado Harry se puso de pie nuevamente -, no me podrás vencer.

- Eso es lo que crees – respondió Harry con los dientes apretados - ¡Sectusempra!

Voldemort se movió con agilidad y rió burlonamente.

- ¿Eso es todo lo que tienes, Harry Potter? – lo miró con diversión y maldad.

Harry rechinó los dientes y gritó:

- ¡Confringo!

La explosión llegó justo al lado de Voldemort, logrando que éste cayera al suelo por la potencia del hechizo. Harry sonrió satisfactoriamente. Sabía que ganaría, lo sabía.

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- ¿Quiénes…? – reconoció a uno de los hombre y abrió la boca sorprendido - ¿Sirius Black? – se fijó en las otras dos personas que lo acompañaban y se sorprendió aún más - ¡Los padres de Potter!

La pelirroja miró con interés lo que Draco miraba tan interesado, y soltó una exclamación de asombro.

- ¡Por Merlín, James, la guerra empezó! – exclamó mientras se inclinaba para mirar con atención y buscar a su hijo.

- No puede ser – el hombre se gafas se inclinó y ambos divisaron a su hijo de inmediato, el cual peleaba con Voldemort con gran furia.

- ¡Ay, James! ¿Y si le pasa algo? – Lily miró a su hijo mordiéndose el labio inferior, nerviosa.

- No le pasará nada, Lily, al fin y al cabo es nuestro hijo – le dijo James con una sonrisa, y luego los tres se volvieron para mirar a Draco, el cual se sintió cohibido al sentir las tres penetrantes miradas de los adultos.

Draco trató de devolverles la mirada como el Malfoy que era, pero claro, se había olvidado que había cambiado un poco y no pudo sostener la mirada, bajándola, avergonzado, pero luego recobró la compostura y los miró con frialdad, aunque sólo se encontró con una sonrisa en los rojos labios de Lily Potter.

- No te muestres como si fueras todo un Malfoy, Draco – le dijo con suavidad -, te hemos visto – el rostro de Draco tomó un tono escarlata y ambos hombre rieron, aunque se callaron al ver la dura mirada de la pelirroja, la cual se suavizó al mirar nuevamente a Draco -. Ven, vamos a dar un paseo mientras tus padres vuelven – le dijo y Draco asintió, mirando por última vez a Hermione, suspirando aliviado al ver que estaba bien. Lily sonrió -. Y… ¿Sabes lo que hará Haith para salvarle la vida a Hans? – le preguntó, dejándolo totalmente sorprendido.

- ¿Cómo…?

- Como te dije, lo hemos visto todo – le dio otra sonrisa.

- Aparte que te veíamos bastante cariñoso con Hermione, estábamos preocupados por ella y por Harry – aclaró Sirius.

- ¡¿Es que no cambias?! – Lily se volvió hacia el pelinegro exasperada – Yo me di cuenta hace mil años que Draco había cambiado, ¡y tú sigues con lo mismo!

- ¿Mil años? – Sirius la miró con fingida sorpresa y luego se volvió hacia su amigo - ¡Te has casado con una mujer que tiene más de mil años! – Lily lo miró de forma furibunda, logrando que Sirius se acobardara – Bien, bien, me callo – le dijo levantando las manos, y Lily suspiró bajo las risas de James.

- Bueno, Draco, verás que tu TÍO es un inmaduro que nunca madurará – le dijo al chico, el cual miraba sorprendido a Sirius -, pero en realidad hemos venido para hacerte compañía – le sonrió y Draco se dio cuenta por qué James Potter había elegido a Lily Evans para pasar el resto de su vida con ella.

- Yo sólo… espero volver… - miró a la pelirroja.

- ¡Claro que lo harás! – esta vez habló James, el cual le sonrió – No puedes dejar al pequeño solo, ni tampoco a Hermione – bajó la mirada y suspiró -, no lo hagas como nosotros.

- Pero eso no fue su culpa – se apresuró a decir Draco sin poder contenerse.

- No, claro que no – Lily sonrió dulcemente - ¿Sabes? Al principio no me caíste bien – le dijo.

- Yo te odiaba – le aseguró James -, hasta que Lily dijo que no podía haber alguien que fuera tan malo como tú a tan corta edad.

- En eso están equivocados – Sirius se integró a la charla -, están Voldemort, y, lo siento por ti, Draco, pero tu padre y Bellatrix.

- Bueno… sí – admitió Lily -, pero nosotros sabíamos que tu madre te trataba bien, no como al resto, por eso nunca creí que fueras malo, y se lo dije a James cuando comenzaste a mirar a Hermione se otra forma.

- ¿En serio? – Draco miró a su alrededor con nerviosismo.

- Bueno… desde siempre vi que mirabas a Hermione de forma diferente, aunque no estaba del todo segura, hasta que empezó su cuarto año, ahí se hizo notorio, pero tú no te diste cuenta hasta el final de tu sexto año.

Draco evitó la mirada de los tres adultos, incómodo y avergonzado.

- No te juzgaremos – le dijo James sonriéndole -, al fin y a cabo, se nota que la amas – Draco bajó la mirada.

- Debes saber que tu padre no está feliz por ello – Lily lo miró, seria y preocupada.

- Sí, lo sé – Draco suspiró y se metió las manos en los bolsillos -, pero eso me tiene sin cuidado – les sonrió.

- ¡Aquí hay otro Black inteligente! – exclamó Sirius y Draco no pudo evitar soltar una pequeña risa.

Draco los miró y recién se dio cuenta de lo joviales que se veían. Se veían jóvenes y alegres, aunque claro, su mirada no siempre estaba alegre. Habían muerto y no pudieron criar a su hijo.

- Quisiera pedirte un favor, Draco – Lily lo miró con atención y Draco asintió -, quisiera que le mandaras un mensaje a Harry, si sobrevive – susurró lo último con temor.

- Sí, claro.

- Quiero que le digas que lo amamos y que siempre vamos a estar con él.

- Que siempre vamos a estar orgullosos – habló con James -, y que ha sido una de las mejores cosas que ha pasado por nuestras vidas.

- Y que sentimos mucho en haberlo dejado solo – dijo Lily con lágrimas en los ojos - ¿Lo harás?

Draco los miró y ladeó la cabeza hacia un costado, pensando en lo que le hubiese gustado que sus padres le dijeran aquellas hermosas palabras, y sonrió con nostalgia.

- Claro que se lo diré – dijo con aire algo ausente.

- Draco – la suave voz de Haith distrajo a los cuatro, los cuales se voltearon ron rapidez. Detrás de la chica estaban Lucius y Narcisa Malfoy, la cual sonreía dulcemente, en cambio Lucius miraba más disgustado aún a su hijo -, problema solucionado – Haith sonrió y con un gesto de la mano hizo que Draco se acercara.

- ¿Y qué tengo que hacer? – preguntó el rubio, mirando a la hada y luego a sus padres.

- Te daremos una parte de nuestra alma – dijo Narcisa, apuntándose a ella y a Lucius, el cual refunfuñó algo in entendible para todos.

- ¿Ustedes harían eso… por mí? – Draco los miró, sorprendido.

- ¡Claro que sí! – la mujer de cabellos largos y rubios lo miró, ofendida – Lo único que yo quiero es que seas feliz, y con Granger lo eres, así que por mí, puedes estar por el resto de tu vida con ella – le sonrió dulcemente. Luego le dio un codazo a su marida y lo miró con reproche -. Di algo, Lucius, es tu hijo, no puedes ser así.

Se formó un silencio, en el cual Lucius y Draco se miraban a los ojos igual de fríos y serios. Draco pudo leer la repulsión en los ojos de su padre, la decepción y el enojo. Tomó aire, preparándose.

- Sé que no estás feliz con mis decisiones, padre – le dijo con voz fría -, pero, como dije, son mis decisiones, y no me importa que a ti no te guste que esté con Hermione, porque yo la amo, y eso no va a cambiar.

Otro silencio se formó, ahora los ojos de Lucius mostraban sorpresa.

- Te lo dije, ¿no? – Narcisa se cruzó de brazos y suspiró, resignada – Hazlo por tu hijo, Lucius, si quieres que sea feliz, déjalo estar con Granger. Es una buena chica, y ama a Draco tanto como él la ama a ella.

Lucius no dijo nada y sólo siguió mirando a su hijo, entre enojado y pensativo.

- Bien – habló al fin, con voz fría -, lo haré.

Draco le sonrió e inclinó su cabeza a forma de agradecimiento.

- Bien, esto lo puedo hacer yo, así que les pediría que se recostaran en el suelo, por favor – los tres Malfoy lo hicieron, auque Lucius dijo algo de 'la ropa es costosa y se ensuciará', aunque nada puso atención en sus palabras -. Ahora cierren los ojos – sonrió -, y, Draco, espero de todo corazón que seas feliz con Hermione, y espero que llegues a tiempo para disfrutar un poco torturando Mortífagos – rió divertida y Draco también, sin abrir los ojos, y luego sintió que caía dormido.

--

Aún quedaban muchas personas a pie, peleando, y la guerra se hacía interminable. Los Mortífagos luchaban con todas sus fuerzas, mientras que los Aurores, alumnos, profesores y personas de la Orden usaban todos sus conocimientos para luchar. Harry y Voldemort seguían inmersos en su pelea, sin ser interrumpidos, todo el mundo sabiendo que, lamentablemente era imposible meterse entre aquella lucha, ya que era sólo de ellos.

- Blaise – dijo Hermione cuando se juntó con él -, Draco, ¿dónde está? ¡Desapareció! – Hermione miró a su alrededor, angustiada. ¿Y si estaba muerto? Negó con la cabeza, convenciéndose de que aquello era mentira.

- Cálmate, Hermione, lo más seguro es que esté por allí, peleando y ni nos hemos dado cuenta – dijo Blaise, aunque no demostró que también estaba preocupado por su amigo -. Vamos – y ambos siguieron peleando.

Blaise miró hacia su pelirroja, pero vio que la lucha la estaba perdiendo, así que corrió a su lado, pero llegó demasiado tarde.

- ¡Avada Keavra! - exclamó el Mortífago y la luz verde llegó de lleno en el pecho de Ginny, dejando paralizado por algunos segundos a Blaise, el cual aún no podía creer que su hermosa pelirroja estaba muerta.

El pelinegro se volvió hacia el Mortífago, el cual sonreía burlonamente, y peleó con él con todas sus fuerzas, con lágrimas en los ojos, hasta que, sin tomar conciencia de lo que hacía, pronunció las mimas palabras que había pronunciado el encapuchado, quitándole la vida. Bajó la varita y corrió hacia Ginny, con lágrimas en sus mejillas.

- Ginny – le dijo, sacudiéndola, pero sabiendo que ella no iba a despertar, aunque una parte de él se negaba a creerlo - ¡Ginny, por favor no me hagas esto! – exclamó y la abrazó, llorando – Mi amor, no te vayas, no me dejes aquí, es una tortura estar sin ti – le cerró los ojos con suavidad y posó sus labios sobre ella, sin darse cuenta que había alguien tras él y que, con dos simples palabras, le arrebató la vida, dejándolo allí tirado, aún abrazando el cuerpo sin vida de la pelirroja.

Voldemort rió mientras miraba hacia el Bosque Prohibido. Todos miraron hacia allí, pensando qué hacia tanta gracia a aquel malvado mago, y vieron que de allí salían unos diez Mortífagos, tres cargando unos bultos en sus brazos, los cuales tiraron al suelo.

Hermione abrió los ojos, sin creer que aquello estuviera pasando. Negó con la cabeza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, e intentó ir hacia los cuerpos, pero un par de brazos se lo impidió.

- ¡Déjame! – exclamó, pero el pelirrojo negó con la cabeza.

- No, Hermione, no vayas – le dijo Fred.

- Pero… pero… ¡es Draco! – Hermione rompió a llorar, sin creerlo.

- Sí, los tres están muertos – habló Voldemort, haciendo que Hermione dejara de respirar por unos segundos mientras las se repetían una y otra vez por su mente.

"Están muertos" "Muertos" "Muertos"

- ¡MENTIRA! – gritó la castaña - ¡Eres un maldito mentiroso, Voldemort! – exclamó, mirándolo con odio.

- ¡¿Quién te crees que eres, maldita sangre sucia?! – exclamó Voldemort y levantó la varita - ¡Crucio!

- ¡Pretogeo! – exclamó Harry y el hechizo rebotó – No le harás daño a nadie más, Tom, a nadie más – lo miró con profundo odio y la lucha siguió, sólo que esta vez sólo peleaban Harry y Voldemort, nadie más, el resto era sólo espectados.

- ¡Miren! – exclamó alguien y todos miraron, sorprendidos, cómo una luz brillante salía del cuerpo de Draco, mientras que otra luz mucho más oscura salía del cuerpo de Hans. Vieron, sorprendidos, cómo la luz que había salido del cuerpo de Draco se metía en el cuerpo de Hans, y cómo una luz que bajaba del cielo, bastante más brillante que la anterior, se introducía en el cuerpo de Draco. La luz oscura que había salido del cuerpo de Hans explotó, y luego el cuerpo del niño comenzó a recuperar rápidamente su aspecto normal.

- No puede ser – susurró Voldemort y Harry, aprovechando la distracción del mago más poderoso de los últimos cien años, aparte de Dumbledore, le mandó la maldición asesina, dejándolo tirado en el suelo, bajo las sorprendidas miradas de todos, aunque claro, no iba a ser tan fácil y Harry sólo lo puso al ver la espada de Gryffindor volando hacia él. La atajó y corrió hacia Voldemort, enterrándosela en el pecho, así dándole al fin el final a la vida de Lord Voldemort.

Todos, luego de salir de su asombro, comenzaron a pelear, ahora atrapando a casi todos los Mortífagos, ya que éstos estaban muy nerviosos, sabiendo que habían perdido.

Hermione corrió hacia Draco, sin creer que aquello estuviera sucediendo de nuevo.

- Draco – susurró y lo abrazó con fuerzas, sin creer que se hubiera ido.

- ¿Hermione? – la suave, desconcertada y cansada voz de Draco sobresaltó a la chica, la cual se separó y miró a Draco, dejando que lágrimas de felicidad recorrieran sus mejillas.

- ¡Estás vivo! – exclamó y le llenó la cara de besos – Estás vivo – susurró y le besó los labios, contenta.

Draco le correspondió el beso, aún no tendiendo muy claro lo que había pasado, pero feliz de tener a Hermione allí.

- ¿Dónde estabas? – Hermione lo miró y Draco sonrió misteriosamente.

- No me lo vas a creer – le susurró y la volvió a besar -. Te amo, Hermione – le susurró.

- Yo también – le dijo la chica, abrazándolo.

- ¿Cuánto? – preguntó Draco, sonriendo.

- Mucho – respondió Hermione -. Mucho, mucho, mucho.

Draco suspiró y recargó su mentón en la nuca de la chica.

- Yo también – le dijo mientras le daba un corto beso en la nuca.

- ¿Papi?

Ambos se voltearon y vieron a Hans, el cual miraba su alrededor desconcertado.

- Ven aquí, campeón – le dijo Draco y el niño corrió a su lado, y los tres se abrazaron.

Al fin la guerra había terminado, al fin estarían en paz, aunque claro, las muertes de los seres queridos era uno de los peores dolores que podían existir, aunque si estabas junto a una persona que te ama y que tú amas, el dolor sería mucho más llevadero.

Draco suspiró y miró el cielo, recordando las últimas palabras de sus padres y Haith.

"Quiero que seas feliz, sin importar con quien. Te quiero, hijo"

"Has hecho algo noble, y sé la felicidad será el pago por hacer esto. Un placer conocerte, Draco, y sé feliz, siempre"

"A pesar de todo, eres mi hijo, y sé que no me porté bien contigo, pero te quiero, no lo olvides"

- Yo también – le susurró a sus padres, sintiéndose aliviado al decir aquellas palabras, y feliz, porque sabían que ellos estaban bien, y que Haith al fin sería feliz por encontrar a su amor – Gracias – susurró.

Una estrella fugaz cruzó el cielo estrellado, dándole a Draco una respuesta. Él sonrió y sólo se centró en abrazar a las personas más importantes en su vida.


¡Y fin!

¿Qué les pareció? Espero que le shayas gustado, y es el capítulo más largo que he hecho, hasta ahora... n.n

Bueno... mil agradecimientos por leer la historia y esperen el epílogo, que ya vendrá, jeje...

¡Gracias por leer!

¡Hasta el epílogo! (xD)