Sé tu secreto

— Señor Agreste, un diseñador solicita una reunión con usted. —comentó Nathalie fuera de la oficina de Gabriel, pero al no obtener respuesta dio un suspiro seguido de pequeños golpes en la puerta—. ¿Señor?

Silencio. No se oía absolutamente nada. Nathalie acomodó sus anteojos.

— ¿Señor Agreste? —probó.

Nuevamente no obtuvo respuesta. Decidida, colocó la mano en el pomo y giró la perilla, la puerta cedió a su paso permitiéndole mirar lo que dentro se hallaba.

— ¡Nooroo, es hora! —exclamó Gabriel, entonces una luz lo envolvió y convirtió en el villano temido por muchos: Hawk Moth.

— ¡Señor Agreste! —Nathalie no pudo evitar gritar de la sorpresa.

Él se giró serenamente y con total elegancia, como si hubiese estado esperando aquel momento. Sus profundos ojos verdes la detallaron de arriba abajo. Ella retembló en la puerta y dio un gemido cuando Hawk Moth se aproximó.

—Nathalie. —susurró.

— Lo siento. Discúlpeme. —se tomó de las manos en ademán nervioso—. En serio yo no quería.

Él acarició su mejilla con delicadeza; su tacto frío causó un vaivén en su asistente.

— Se lo suplico, no me haga daño. —cerró sus ojos.

— Jamás lo haría. —respondió con calma—. Nunca te lastimaría.

— ¿Señor Agreste? —tartamudeó asustada.

—Dime Hawk Moth. —contestó y se alejó de ella.

—Hawk Moth… –repitió con un murmullo.

—Nathalie, quiero que guardes el secreto. Tengo mis razones para hacer esto, por favor.

—Señor Agreste, yo…

—Nathalie, por favor.

Ella suspiró, no demasiado convencida.

—Está bien, lo haré. —no tuvo que pensarlo mucho tiempo, no quería decepcionarlo.

—Te lo agradezco.

Y desde esa madrugada Nathalie veló con dulzura el sueño de Adrien, protegió las huidas de su jefe y fingió demencia ante los héroes de París.

¿Por qué lo hacía?... Si se pudiera decir que Nathalie Sancoeur estaba enamorada de Gabriel Agreste, era verdad. Lo estaba, yperdidamente.