N/A: Hola! Seguro que no me esperabais por aquí otra vez, dado que esta historia estaba prácticamente terminado (la verdad es que yo tampoco me lo esperaba). He editado esta historia, corrigiendo algunos detalles que no estaba muy satisfecha de cómo habían quedado, pero me parecía un poco injusto que os saltara la actualización si no había ningún contenido nuevo que ofrecer. En algún review me comentasteis que os habíais quedado con ganas de ver más de Scorpius, así que aquí lo tenéis (no soy muy buena narrando sobre niños así que he hecho lo que he podido).
Muchísimas gracias a todas las personas que dejaron reviews en esta historia, me animan muchísimo. Mención especial a Irina A y a Clo, que no tienen cuenta y no pudo agradecer en privado.
PD: Aprovecho para hacer un poco de Spam: me he animado a escribir mi primer long-fic Dramione, Lo que esconde tu interior se trata de una especie de retelling de la Bella y la Bestia, si os apetece pasaros, sólo tenéis que echar un vistazo a mi perfil. ;)
Nuestro mejor error
DRACO + HERMIONE = SCORPIUS
5 años y 6 meses después
Scorpius se restregó los ojos: era muy temprano y aún se hallaba algo adormilado. Cauteloso, tratando de no hacer ruido se acercó a la habitación de sus padres; la puerta estaba cerrada y sabía que debía llamar antes de entrar, pero supuso que aquella mañana podía hacer una excepción.
–¡Papá! ¡Mamá! ¡vamos, rápido! –se lanzó sobre la cama de matrimonio, sacudiendo vigorosamente las figuras dormidas de sus padres– ¡hay que abrir los regalos!
–Calma, campeón –Draco emitió un bostezo–, espera al menos a que mamá y yo estemos despiertos.
Scorpius envolvió a su madre en un agobiante abrazo, Hermione murmuró algo entre sueños.
–¡Mamá, despierta! ¡Es navidad!
Draco revolvió con cariño el pelo de su hijo: no podía creer lo mucho que había crecido en tan poco tiempo. Cuando por fin logró abrir los ojos, Hermione les dedicó una sonrisa deslumbrante.
–¡Vamos! ¡deprisa! –Scorpius había comenzado a dar pequeños saltitos sobre la cama, incapaz de contener su impaciencia.
–Ya vamos, Scorp –mientras se levantaba de la cama, Draco buscó a tientas la parte de arriba de su pijama. La noche anterior Hermione había decidido celebrar la Nochebuena con un regalo especial para él; no es que se quejara precisamente, pero ahora era incapaz de encontrar su ropa. «Al menos conservo los pantalones» pensó divertido.
Se percató de que Scorpius por fin había logrado salirse con la suya y arrastraba a su madre fuera de la cama, tirando con fuerza de su brazo. Hermione se dejaba llevar y Draco observó complacido que iba vestida con el pijama de él: le quedaba tan grande que la cubría hasta casi las rodillas. Al verlos, no pudo reprimir la leve sonrisa nostálgica que acudió a sus labios «Joder, ¿qué narices he hecho para merecer una familia tan perfecta?». La insistencia de su hijo, que se aferraba a su mano con fuerza, logró sacarlo de su ensoñación.
–¡Vamos, vamos! –Caminando detrás de Scorpius, Hermione le lanzó una sonrisa por encima del hombro; era increíble cómo, cada día que pasaba, podía amar aún más a esa mujer.
Una vez en el salón, los adultos se las apañaron para apretujarse en el sofá frente al árbol, desde donde contemplaban al niño que, entre exclamaciones de sorpresa y emoción se afanaba en desenvolver sus regalos. Acurrucada en el pecho de Draco, Hermione trató de captar la atención de Scorpius, que estaba muy concentrado en su snitch nueva.
–¡Ey Scorp! Papá y yo tenemos un regalo más para ti, lo único que aún no hemos podido dejarlo bajo el árbol.
–¿Qué es? –Los ojos grises del pequeño Malfoy, tan parecidos a los de su padre, brillaban de emoción– ¿una escoba de verdad?
–No, campeón, me temo que aún eres demasiado pequeño para eso, además no queremos que a mamá le dé un infarto –al percibir una leve decepción en el rostro de su hijo, Draco se apresuró a añadir–: pero sí que hay una cosa para la que ya eres lo suficientemente mayor, algo mucho mejor que una escoba.
Tenía apoyada la mano sobre el vientre de Hermione, de forma protectora. Ella hizo un movimiento con la cabeza, alentando a Draco continuar; Scorpius miraba a sus padres con expresión expectante «¿qué podría haber mejor que una escoba como la de la tía Ginny?».
–Pronto vas a ser hermano mayor, Scorp; en unos meses tendrás un hermanito o hermanita.
Scorpius recibió la noticia con un gesto pensativo, bastante impropio para un niño de su edad. Draco se sentía realmente perdido: en aquellos momentos lamentaba que cuando uno traía hijos al mundo no viniera con un manual sobre cómo ser un buen padre.
–¿No te hace ilusión, Scorp? –como casi siempre que se dirigía a su hijo, la voz de Hermione sonó dulce y preocupada.
–Sí, pero… –el niño frunció el ceño, concentrado en la búsqueda de las palabras adecuadas con las que expresarse; sus padres siempre decían que cuando se sintiera confuso, se parara a pensar antes de hablar– Si tenéis otro bebé, ¿significa eso que deberéis repartir lo mucho que me queréis entre él y yo?
Draco no pudo evitar sonreír: con muchas de sus ocurrencias, aquel niño le recordaba demasiado a él mismo a su edad. Era una suerte que Hermione siguiera teniendo una respuesta para todo.
–¡Pues claro que no, cariño! –cuando ella abrió los brazos, Scorpius no dudó ni un solo instante en refugiarse en ellos; su madre le retiró un mechón de cabello rubio de la frente y le miró directamente a los ojos– Dime, Scorp ¿acaso tú tienes que repartir lo que nos quieres a papá o a mí?, ¿nos querrías más si sólo nos tuvieras a uno de nosotros?
«Gracias a Merlín que es la bruja más brillante del planeta»
Scorpius abrió mucho los ojos, horrorizado ante la idea de no tener a uno de sus padres; sus labios dibujaron un puchero adorable, lo que provocó que Hermione lo abrazará aún más fuerte.
–¡No! ¡os quiero a los dos de aquí a la luna, ida y vuelta!
Draco se inclinó hacia él para hacerle cosquillas, el niño se retorció entre los brazos de su madre, estallando en carcajadas. Cuando logró calmarse, miró a Draco, volcando en él toda su atención.
–Pues lo mismo pasará con el nuevo bebé, Scorp –Draco le tomó de los hombros, mirándole muy serio–, pase lo que pase, siempre, siempre te querremos más que nada en el mundo ¿me oyes? Y eso no cambiará cuando llegue el bebé, os querremos a los dos de aquí al infinito.
Scorpius parecía prácticamente convencido, aunque aún albergaba un último reparo.
–¿Aunque me manden a Gryffindor?
Draco no pudo contener la risa que se le escapó, a su lado, Hermione le dio un codazo en las costillas; él se quedó un momento en silencio, tratando de recobrar la serenidad.
–Si te mandan a Gryffindor, no dudo que demostrarás a todo el mundo que los Malfoy somos los mejores en cualquier Casa que nos pongan –ante el gesto de advertencia de Hermione, se apresuró a añadir–, nos da igual la Casa en la que te pongan siempre y cuando seas feliz.
Scorpius le echó los brazos al cuello, Draco cerró los ojos, deleitándose en el sentimiento de tener a su hijo entre los brazos. Sí, definitivamente aquél había sido su mejor error.
FIN (ahora sí que sí)
N/A: ¿Os animáis a dejarme un review?
