"The Story about a Prince and a Courtier"

By Crystal.-

Nota 1: No soy dueña de Cardcaptors.  Nombres, y demás, pertenecen a CLAMP. Hago esto con fines de entretenimiento.

Nota 2: alguna relación que exista con algún fic que ande por ahí es pura coincidencia y me disculpo con los autores.

Nota 3: Eriol es solo de mi propiedad... (Hablo en serio) es mi encanto *_*-

*-*-*-*-*-* Prologo *-*-*-*-*-*-*

Toda historia, tiene un principio... así empieza esto.  En donde la magia era prohibida y ser mago conllevaba a la vista de los demás, ser vistos como fuerzas oscuras y despiadadas que destruirían el mundo.

Hubo un hechicero llamado Li Clow.   Este hechicero creó un juego de cartas muy especiales.  Cartas mágicas, cartas que con su uso, cualquiera con poderes mágicos,  podía dominar los elementos. Fuerzas tan poderosas, como el Fuego, el agua, el viento, el rayo y el hielo, fueron concentradas en estas cartas; cartas también menos usuales pero servidoras y derivadas de las primeras, también fueron creadas.

Pero Clow al terminar con su creación pensó que algo faltaba: Algo que resguardara aquellos poderes y también para que lo sacaran de aquella soledad que sentía en su corazón.

Llevándose de los poderes básicos utilizados para crear aquellas cartas, y basándose en dos de los astros mas representativos y mas relacionados con la vida y el habitad en la tierra, creo a Yue basándose en la energía del astro como la luna.  Se fijó como meta, que Yue, se alimentaría de los poderes del amo de las cartas, hasta el momento, era Clow.  Por ello, le dio forma de ser humano con alas de ángel.  Parecía frío y distante en lo físico,  pero con sentido de lealtad y fidelidad a su amo. El otro guardián, tomó como representante el sol: le llamó Keroberos.  Era una bestia en forma de León con alas. 

Cuando tenía a sus dos guardianes, una cacería en contra de los hechiceros y de la magia fue iniciada.  Una batalla no en si por eliminar esa considerada amenaza del planeta, llevándose en la idea los seguidores de aquel movimiento de que "irradicando estos enviados del demonio, las enfermedades, las guerras y el hambre cesarían" siendo utilizados primordialmente como piezas o peones, para un plan mucho mayor: Eliminar a todos aquellos que fueran potenciales enemigos de aquel verdadero engendro del mal: la avaricia por el poder oscuro.

Siendo engañados por su líder de nombre Cho Peing, muchos jóvenes se involucraron en esta cruzada con el único y ciego propósito, salvar al mundo de los demonios que los hechiceros habían creado.

Muchos hechiceros, fueron muertos.  Muchos quemados, otros ahogados.  La pena por aquel que fuese acusado de hechicería era grave.  Pero mas que todo, era todo aquello que Cho Peing, había previsto: Obtener el poder a toda costa, convirtiéndose en un emisario glorioso para los propósitos anárquicos de la sociedad en la cual vivía.  De la noche a la mañana y mediante sus falsas palabras, se convirtió en si mismo entre los humanos en una especie de semi-dios.

Cho Peing supo del poderoso hechicero Clow.  Fue a su encuentro para matarle y así poseer dominación total de sus propósitos.  No contaba con algo: Clow tenía otros planes.

Habiendo previsto todo aquello que iba a ocurrir y estando enfermo, una tarde de invierno, cuando la nieve caía a montones, adornando todo con su blanco manto, Clow escribió su ultima voluntad.

Días después, Cho Peing, junto a un ejercito, llegó a las puertas de la casa de Clow.  Invadiéndola, se encontraron con el cadáver de aquel poderoso hechicero. 

El libro de cartas, no estaba.  Sabía del libro de cartas, porque en una de las torturas que propinó a una de sus victimas una semana antes, esta había dicho que había un nuevo poder, en manos de un gran hechicero.  Aquel poder sería el suficiente para derrotarle a él y a todo aquel que desafiara a este hechicero, a Clow.

Tal fue la ira de Cho Peing que se trasladó a aquel lugar en busca de tal hechicero para apoderarse de su poder y matarle.  Como había hecho con tantos.

Cho Peing encontró el cadáver de Clow. Arrasaron con toda la casa, no encontrando el libro.  Solo una nota. Según decía era Clow que la había escrito.

"Cho Peing:  Se que me buscas. Lamento mucho no haber estado aquí.  Pero algo o alguien mas importante requirió mi presencia en otro lugar.  La verdad es que, no importa todo lo que hagas ni a quien utilices en tu secuela, nunca podrás con nosotros.  Matas a diez y cien surgen.  De todas maneras he podido ver lo que viene: jamás encontrarás lo que buscas. No en esta vida por lo menos.  Pero me aseguraré de que en ese momento, nos veamos.  Y cuando sea así, te veré morir bajo las mismas circunstancias por las cuales miles de almas inocentes vagan por nuestra desolada tierra.  No has librado a este mundo de una plaga.  La has traído.  Y solo, con aquellos a los cuales desprecias, son aquellos que traerán el orden necesario al mundo"

Cho Peing estrujó y arrojó la carta una vez terminó de leer.  Un susurró salió de sus labios diciendo- Quemad todo... que no quede nada en pie- saliendo a prisa de aquel lugar.

Momentos después, la casa que perteneció alguna vez a uno de los hechiceros mas poderosos, ardía en llamas.  Nada quedó en pie. Desde su corcel negro Cho Peing vio como aquella mansión se reducía a cenizas con el cadáver de su dueño incluido.

Pero la promesa de Clow, no fue al olvido.  Cho Peing murió décadas después de todo aquello.   Aquella amenaza que era la magia, fue desaparecida del planeta.  Pero así como desapareció la magia, las enfermedades, las guerras y las plagas, cubrían el planeta.   Se había esparcido la leyenda entre los descendientes de aquellos soldados que fueron testigos de aquella carta dejada por aquel hechicero de que alguien surgiría para librarlos de aquella inmundicia, que los cubría.

Pero los años pasaban, nada mejoraba. Reyes vinieron y reyes fueron.  Muchos nacían y otros morían. El hambre cubría las comarcas. La población crecía, pero moría por las enfermedades.  Ser doctor era considerado acto de hechicería.  Estudiar para las jóvenes, estaba prohibido mas allá de sus catorce años.  Las escuelas solo estaban permitidas para los hombres.  Las tácticas usadas por Cho Peing fueron consideradas doctrinas que eran seguidas como leyes: aquel que fuera acusado de hechicero, recibía la peor de las muertes... con él, toda su familia.

Pero pasarían mas de 400 años antes de que, tanto Cho Peing como Clow se vieran de nuevo...

Pasarían 400 años antes de que, el elegido llegara...

Pasarían  muchas cosas, para que las vidas de dos jóvenes, de diversas estirpes sociales, cambiara radicalmente...

*-*-*-*-*-*-*-*-* 399 años después *-*-*-*-*-*-*

Un carruaje seguidos de muchos mas se detenía delante de una magnifica casa, a la cual le daban los últimos toques para que su dueño pudiera habitarla.

Un paje descendió de la parte delantera de aquel carruaje al detenerse.  Abriendo su puerta, una mano era extendida para que ayudara a bajar a sus ocupantes.  Descendía de este, una hermosa mujer, joven de algunos 27 años.  Sus facciones delicadas.  De ojos cafés y pelo café vestía de acuerdo a su estatus.  Seguida de ella, descendía un hombre de ojos azules intensos y cabellos negros intensos. Aparentaba tener mas de treinta años.  Observaba aquel lugar donde se levantaba la residencia con melancolía y reflexión.

-¿Así que este es el lugar?- preguntó  la joven – vaya, es tal cual lo describió...

-¿lo sientes no?- preguntó el hombre.

-¿Sentir?- una vez que el paje se había marchado a ayudar a los cargadores con el contendido en los otros carruajes. -¿Qué diferencia existe en esta de las otras casas a donde hemos ido?

Eran saludados en su caminar hasta el interior de la casa. Ella iba sujetada del brazo del hombre.  Observaban todo con profundo detalle. Como era todo.  Ella tenía el rostro como cualquiera a quien no le impresionaba nada o todo.  El sin embargo, sabía donde estaba todo. En que lugar.  Después de todo, la casa fue construida de acuerdo a sus especificaciones.

-¿No te gusta querida?

-Al decir mejor, no la distingo de las demás...

-pero esta, tiene mas historia detrás de si.- enfocando sus ojos en la chimenea.  Recuerdos vagos y nublosos venían a su mente. – Pronto sabrás todo...

-¿Acaso dices que me ocultas algo?

-Nunca te he ocultado nada- sonriéndole misteriosamente- eres después de todo, familia...

-Señor Hiraguizagua- dijo un hombre de barba largas y orientales acercándose a él- Bienvenido mi señor- haciendo una reverencia- lo esperábamos con anticipación... mi señora.- saludando a la joven.

-Hola Señor Hue Shum.- dijo el hombre observándole- ¿Supongo que el señor me espera?

-Claro que si, pero primero instálense en su nuevo hogar... aunque, su excelencia no comprende aun porque eligió de todas las tierras que ponía a su disposición esta con exactitud... a pesar de nunca, haber estado en nuestras tierras...

-Soy pragmático y algo melancólico... me gusta donde me siento cómodo... es todo.

-Supongo que lo veremos en palacio en estos días...

-Claro que si... dígame señor ¿por qué no querían darme justo esta tierra? Por lo que veo, todo anda bien con ella...

-Una absurda leyenda mi señor.- dijo Hue Shum- acerca de alguien que renacería y traería consigo el fin de la dinastía Cho... es todo... una absurda leyenda creada por paganos a través de los siglos...  acerca de hechiceros... ya sabe, leyendas...

-Por supuesto.- dijo Hiraguizagua.  Después de charlar un rato con el hombre este se fue.

La joven corrió todas las cortinas, cubriendo con ello las ventanas.  Los cargadores y el paje que los acompañaron hasta allí,  se despidieron de su amo y por sus ordenes, regresaron a la otra casa, que tenía muy lejos de allí.

Hiraguizagua, Sacando una cadena de su bolsillo, en esos momentos, la joven ingresaba con algo, pequeño y negro en sus manos. Lo colocó en una mesa cercana a la chimenea.

-Llave que guardas los poderes de la noche, revela tu verdadera forma, ante Eriol quien aceptó la misión... libérate...- en ese momento un sello con el símbolo del sol, fue desplegado a sus pies y aquella pequeña llave dorada, tomaba forma de un báculo dorado con la efigie en su cúspide del sol. Sonriendo sutilmente agregó- adopten su verdadera forma, Ruby Moon... Spinel sun.

Ante esto, lo pequeño y negro era mas bien un gatito que aun dormía. Ante esto una energía le rodeó, adaptando la forma de una enorme pantera negra con alas la cual acababa de despertar.  A su lado, la hermosa joven, cambiaba, surgiéndole alas como mariposa mientras su traje cambiaba y el color de su pelo. Ahora era algo violeta o rosa violeta en vez de negro.

-Hogar dulce hogar- dijo el hombre, transformando su físico en un jovencito de tal vez 19 años.- ha llegado la hora...- en esos momentos, una imagen se despega a los pies de la guardiana y de su amo.  Nublosa al principio, después mas clara.  Se puede ver un libro de cubierta roja en alguna parte.

-¿Hasta ahora es que viene por él?- pregunta Ruby Moon- La pregunta es ¿Por qué ahora? Si siempre supo donde estaba

-No tengo porque responderte, cuando sabes la respuesta...no está en mi el traer el equilibrio...- sonriendo ante la imagen y en ese momento el libro brilla.- Las cosas se pondrán mas divertidas...

Pero pasaría un año antes de que las cosas verdaderamente comenzaran y las vidas de los protagonistas cambiaran para siempre.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*  fin del prologo *-*-*-*-*-*-*-*-*-*

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