Disclaimer o Descarga de responsabilidad: Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, solo los tomo prestados limitadamente para divertirme un poco.

Nota de autor: Bueno, soy débil y este fic, prácticamente, comenzó a escribirse solo, contra mi responsable voluntad. Soy una estudiante universitaria, mi tiempo es poco para dedicarle a otras cosas aparte del estudio, por lo que las actualizaciones serán esporádicas e inesperadas. Aun así, es un fic bastante presente en mi cabeza, por lo que no hay intenciones de abandonarlo. Espero que lo disfruten tanto como yo escribiéndolo.


Another day, shipwrecked
Can you hear, my prayer?
If you have the answer let me know
Stolen from another life
You appeared in mine
It doesn't feel the same as it did before

Between the devil and the deep blue sea - XYLO


Ron no podría precisar exactamente cuando su mundo había cambiado. No importa cuánto se sentara a tratar de determinar en qué punto exacto de su vida las cosas habían dejado de ser las mismas. Poco importaba, realmente, y él no era de aquellos que necesitaban fervientemente saber la razón detrás de todo. En lo que le concernía, sucedía y eso era todo.

Mente simple, dirían algunos. A Ron le gustaba llamarlo "Ser práctico".

"- Pragmático, Ronald, es aquel piensa o actúa dando prioridad o mucha importancia a las consideraciones prácticas. ¡Honestamente, a veces me impresiona que ustedes dos hayan llegado al quinto año!- murmuraba una adolescente, pretendiendo enojo, él sabría decirlo, estaba sonriendo. - Les voy a comprar un diccionario como regalo de graduación.

- No gracias, 'Mione, solo serviría como pisapapeles en mi oficina de Auror.

- ¡Ronald!"

Ron sonrío ausentemente al rastrillo que estaba sosteniendo. Las memorias venían espontáneamente, sin razón y lo dejaban sintiéndose extrañamente vacío. No siempre eran recuerdos claros, a veces eran vagas impresiones de algo, un sonido, o un presentimiento, como una pequeña voz en la parte trasera de su cabeza que le susurraba "Si, esto está bien" o "No, por esta dirección". Eran confusas y no las comprendía del todo, pero más de una vez lo habían ayudado.

A Ron le dolían las memorias, porque en ellas se sentía completo. Había… había personas que lo reconocían, que lo amaban, y casi podía sentir su compañía como algo físico y luego todo terminaría, y Ron ni siquiera reconocería sus nombres porque por mucho que los oyera, siempre se le escurrían entre los dedos. Era frustrante.

- Ron, cariño, ¿Terminaste?

- No, mamá, pero ya casi.

Sacudió su cabeza y siguió rastrillando su jardín. Realmente esperaba que esos encantos que supuestamente conocía el amigo de sus padres, ayudaran. Ron se estaba cansando de tener que arreglar nuevamente la tierra cada vez que esos malditos gnomos aparecían.


La primera vez que montó una escoba, tenía seis años. Sus hermanos siempre jugaban con ellas y no le permitían a Ron o Ginny, acercarse. Por supuesto, él planificó cuidadosamente una tarde en la que los gemelos estaban siendo regañados por su madre, y Bill y Charlie en Hogwarts, para escabullirse al cobertizo y tomar una.

No iba a volar al principio, solo montarla y fingir hacerlo, admitiría que las alturas lo intimidaban un poco. ¡Él era valiente, por supuesto, no importa lo que dijeran los gemelos! Sería un Gryffindor, y los leones no temían enfrentar sus miedos, pero aun así…

La escoba era demasiado grande para su pequeño porte, y por mucho ánimo que se diera a sí mismo, no se veía tan divertida cuando no estaba en el aire sosteniendo a uno de sus hermanos. Tragó audiblemente.

- Por algo se empieza.

Pasó torpemente la pierna por encima de ella, posicionándola firmemente bajo sí mismo. No parecía muy confiable, con sus flecos casi inexistentes y maltratados. Merlín, esperaba no matarse en esa cosa o su madre podría ser capaz de revivirlo para matarlo nuevamente ella misma.

Vacilante, apretó las manos en el mango.

Sin embargo, al tocar la madera de la escoba, vieja y ajada por el tiempo y el uso, cualquier temor se esfumó. Se sentía familiar, reconfortante de una manera extraña. Su pecho se sentía cálido, y a pesar de su anterior precaución, de un impulso contra el suelo se encontró a si mismo elevado en el aire.

Había alguien… alguien que disfrutaba mucho volar. Que se reía volando. Ron no podía recordar su rostro, pero sentía su risa enérgica como si estuviera en su oído.

"- El aire es el único lugar donde me siento libre ¿sabes?, solo yo y el viento, sin ataduras. No soy el elegido, ni el niño-que-vivió, solo Harry.

- Sabes que para nosotros, solo 'Harry' es más que suficiente ¿no?

El repentino brazo sobre sus hombros era toda la respuesta que Ron necesitaba."

La voz era de un adolescente, y era tan dolorosamente conocida que Ron tuvo que obligar que el aire ingresara nuevamente en sus pulmones antes de ahogarse. Sus nudillos se pusieron blancos por la presión ejercida en la madera. Libertad, era muy fácil verlo de esa manera, nadie que te juzgue o te cuestione, sin su madre regañando o elogiando a sus hermanos, solo el cielo y Ron. Le gustaba la idea.

Sonriendo, se movilizó temblorosamente por su patio. El vuelo era inestable y poco consistente, pero a Ron le pareció como probar un pedazo de Ávalon. Respiró hondo y se elevó un poco más. Rodeó el árbol de su jardín lentamente, y luego de tomar un poco de confianza, pasó rápido por sobre el cobertizo soltando una carcajada por lo extraño y excitante que se sentía todo. El viento le acariciaba las mejillas como un viejo amigo, y el sol parecía más cálido cuánto más subía.

Volar era tan genial como parecía. O lo era hasta que se escuchó el estridente grito de Molly Weasley.

Ron se estremeció y bajó muy suavemente hacia el suelo, tratando infructuosamente de evitar la mirada de su madre. Escondió los ojos tras los mechones rojos, que se estaban haciendo cada vez más largos. Le diría a Bill que le cortara el cabello la próxima vez que regresara a casa.

- ¡Ronald Billius Weasley!- Se encogió un poco ante el sonido de su nombre completo. Estaba en tantos problemas -¿¡Qué crees que estabas haciendo!?

Ron se mordió la lengua para no replicar "volando, ¿Qué te parece?". No creía que la matriarca Weasley lo apreciaría. Pero, para el caso, muy pocas personas apreciaban su humor. Honestidad culpable era lo mejor para lidiar con su madre, a los gemelos les funcionaria si no lo hicieran cada maldita vez.

Ron suspiró.

Iba ser otra tarde larga.


A sus siete años, Ron ya había aprendido las tres lecciones más importantes de su vida, las cuales lo acompañarían el resto de su, él esperaba, larga y satisfactoria existencia. Pero teniendo en cuenta lo mucho que disfrutaban los gemelos de asustarlo, la temeridad que estaba creciendo en la otrora tímida Ginny, y la profesión que Charlie había profesado querer seguir, probablemente iba a morir de problemas cardiacos sin siquiera haberse graduado de Hogwarts. Al menos Percy siempre dijo que iba por un puesto de oficinista, su pobre y cuerdo hermano. La rutina de la monotonía iba a ser su salvación.

Suspirando, Ron retomó su anterior tren de pensamiento.

No fueron difíciles de aprender, solo era complicado cumplirlas en todos los casos. Primero de todo, nunca confíes en las sonrisas inocentes. Eran ya sea una portada o, a la larga, te traían problemas. Los gemelos eran muy buenos con las primeras, y el otro ejemplo lo había aprendido por los recuerdos. Hacías cosas estúpidas por ese tipo de sonrisas y Ron no era estúpido, por lo que no, iba a ignorar a cualquiera que le sonriera de esa manera.

La segunda lección era que la tarta de melaza de su madre podía arreglarlo todo. No había más explicación que lo establecido. Simplemente lo hacía. Ese postre podría parar guerras, y Ron creía firmemente en ello. Estaba sutilmente tratando de aprenderlo, pero sin que Molly se enterara y lo hiciera pasar por un curso intensivo de cocina. Él solo necesitaba la jodida tarta. Hombres podrían dar sus vidas por menos, él estaba seguro.

Finalmente, la tercera y más importante lección: Siempre atender a sus instintos. Ron no era inteligente de la manera en que Percy lo era, o habilidoso como Charlie y los gemelos, o consistente como Bill, tampoco tenía el carisma de Ginny, pero tenía los instintos más confiables que un mago podría desear. Eran más contundentes que aquella nebulosa impresión que los demás parecían sentir, y eso le daba más seguridad sobre ellos.

Y ahora le estaban gritando que el hombre frente a él no era de confiar.

"No lo mires a los ojos"

Ron reconoció la voz que susurraba como una de las más recurrentes. Era una de las dos que lo habían impulsado desde que tenía uso de memoria, desde su primer vuelo en escoba hasta enfrentar al primer niño que había querido intimidar a su hermana por ser una niña. No había necesitado mucha ayuda, Ginny luego lo había pateado en los tobillos para que se tropezara y Ron le había dado un rodillazo en el estómago, había sido un esfuerzo conjunto del cual ambos estaban muy orgullosos. Molly jamás les había perdonado la repentina distancia de la familia Fawcett de ellos, pero tanto Ron como sus hermanos alegaban que cualquiera que le permitiera a sus hijos intimidar a otros no era de confiar. Bill los había felicitado.

"Puede leer tus pensamientos"

Ron se sobresaltó ligeramente ante la nueva información. Inclinó un poco la cabeza y miró a las cejas del hombre, entrecerrando los ojos con desconfianza. Externamente no parecía la gran cosa, sus túnicas púrpura y la sonrisa de abuelo no habrían inspirado más que exasperación en él, de ser cualquier otra ocasión. Pero no ahora.

Distracción. Eran una jodida distracción.

- Ah, tú debes ser el pequeño Ronald, ¡Sí que has crecido desde la última vez que Molly te llevó a verme!.- El hombre habló cálidamente y Ron tuvo la repentina necesidad de sonreírle, ese era el mismo tono en que la abuela Cedrella le hablaba. No parecía alguien malvado, tal vez…

"No malvado. Diferentes prioridades, no es seguro"

Ron se tensó. Merlín, esos mensajes sí que eran confusos.

Luego de un par de segundos de silencio, cayó en la cuenta de que no había contestado. Lo miró nuevamente, no parecía traer nada consigo y tampoco era amenazante ¿Qué querría?

- Gracias, supongo- Luego de un suspiro - Y, ah, lo siento por no recordarlo.

Ron odiaba olvidar a las personas, le hacía pensar en cómo no podía recordar los nombres de quienes protagonizaban sus memorias. Se había propuesto, como una especie de meta personal, estar al tanto de cada rostro y nombre que alguna vez se le presentaran y hasta ahora había tenido una buena racha. Excepto por el hombre frente a él, que acababa de arruinar un registro casi perfecto.

- No te preocupes, eras demasiado pequeño para hablar siquiera, disculpa a este anciano que en su vejez ya no mide sus palabras- Mentira, Ron escuchó claramente - ¿Están tus padres? De ser el caso, ¿me dejarías pasar? Tengo que discutir algo importante con ellos.

- Si, no lo creo - Se escapó de la boca de Ron antes de que pudiera detenerse - Los extraños no entran a la casa, mucho menos los que lucen tan sospechosos como usted ¿Quién se supone que es, de nuevo?

El anciano se rió afablemente, y las plumas de Ron se erizaron, metafóricamente, claro. Sería muy raro tener plumas, muy dificultoso si se lo pensaba. Él carecía de un pico con el cual acicalarse y por su peso corporal no podría volar a menos que tuviera alas muy grandes y… se distrajo nuevamente. Por supuesto.

- Tus hermanos probablemente te hayan hablado sobre mí.

El anciano se inclinó hasta su estatura, era bastante alto para alguien de su edad que en estas instancias ya debería empezar a encorvarse, Cedrella siempre se quejaba de su dolor de espalda porque ya no le permitía estar tan erguida como lo deseaba. Indecoroso, diría ella. Según su abuela, una señora, especialmente una de sangre Black, debería de mantener su porte regio y recto, porque las primeras impresiones eran algo poderoso y difícil de deshacer, más confiado pareces, más probabilidades de obtener el respeto del otro tenías.

Cosas extrañas, aquellas que enseñaba la abuela Cedrella. Bueno, era una Black y por mucho que Ron amara a la mujer, esa familia siempre había tenido fama de ser un poco loca. No es que pudiera juzgar, él era el niño con recuerdos en su cabeza que no le pertenecían y un instinto que le susurraba.

Centró sus ojos en las cejas del anciano. Parecía estar esperando que Ron realmente abriera su puerta. Frunció el ceño.

- Sin ofender, pero eso no aclara nada.

Ron abrió la boca nuevamente para indicarle que camino debía tomar para llegar a la ciudad sin inconvenientes, pero la voz de su padre ahogó cualquier respuesta que él podría dar.

- ¡Profesor Dumbledore! ¡Qué alegría verlo! Pase, pase ¿Ron, qué haces en la puerta? Deja pasar al profesor.

- Dumbledore, ¿Albus Dumbledore, director de Hogwarts?

El rostro de Ron enrojeció de vergüenza. Le negó el paso a su casa al mago más poderoso vivo y su futuro director. Merlín, quería que la tierra lo tragara. Por supuesto, ahora que lo miraba con más detenimiento, el anciano tenía cierto parecido a la imagen coleccionable de las ranas de chocolate. Eso no mitigaba el calor en sus oídos.

Tampoco… tampoco quitaba que no confiaba en el anciano. Si no recordaba mal, había derrotado a un mago oscuro y actualmente, era el jefe de Magos del Wizengamot además de ostentar el título de Jefe Supremo de la Confederación de Magos. Intimidante era poco para describir lo que ese hombre podría hacer si lo desease. Si la mirada de su padre era algo para tomar de referencia, era alguien a quien admirar, pero Ron no podía evitar pensar en que era adecuado temerle de igual forma. Era… era un hecho conocido históricamente que aquellos que tenían mucho poder se perdían en el panorama general. Cedrella se lo repetía más de una vez.

"Precaución. Buen hombre, pero cuidado."

- ¡Albus, que bueno verte!- su madre apareció tras su padre, alegre y sonriente. - Ron, cariño ¿Qué haces ahí?

- Arthur, Molly, veo que han tomado a pecho las lecciones de Alastor y se las han inculcado muy bien a sus hijos - Dumbledore parecía divertido, lo que estaba muy bien con Ron si consideraba que casi había cerrado la puerta en su cara - Vigilancia constante, muy buena para los jóvenes ¿No es así, mi niño?

Ron se volvió a encender como si de una lámpara navideña se tratase, e ignoró las palabras del anciano con toda la gracia que podía reunir en su vergüenza. Que, bueno, era casi ninguna, pero lo suficiente como para darle la espalda al anciano y sus padres. Retirada estratégica, por supuesto, él simplemente estaba eligiendo sus batallas. No era el temblor en sus manos, claro que no. No le gustaba Albus Dumbledore, y no sabía si eso era bueno o no.

- ¿¡Ron pensó que eras alguien peligroso!?

La risa sorprendida de su padre le hizo apresurar el paso. Si, definitivamente se estaba yendo de la endemoniada habitación. Maldito viejo.


Ron miró desapasionadamente como Ginny relataba con entusiasmo el último libro que había leído sobre las aventuras de Harry Potter. Era casi ofensivo ver como los ojos de su hermana se iluminaban por las aparentes proezas del niño-que-vivió. Teniendo en cuenta su edad, que era la misma que él tenía, no habría tenido ni el tiempo ni las habilidades para realizar la mayor parte de las cosas que esa serie de libros relataba. Que su hermana disculpara la incredulidad de Ron, pero aunque fuera posible que estuviera escondido siendo entrenado por los mejores maestros y todo eso, él dudaba seriamente que le permitirían enfrentarse a un hombre lobo salvaje, o tener un unicornio de mascota, o haber vencido a una horda de inferis. De ser el caso, entonces no solo estaba más loco que una cabra, sino que tenía los guardianes más negligentes que podría imaginar.

De cualquier manera, Ginny no podría olvidar que estaba hablando de un niño de siete años, tan joven como ellos, en cuyos hombros pesaba el haber vencido a uno de los magos oscuros más influyentes de los últimos dos siglos. Eso desgastaría hasta al hombre más fuerte y Ron no podía evitar tener tanto envidia como pena por el niño. Un título como el que Harry Potter tenía era tan limitante como liberador, se esperaban cosas impresionantes de él y a cambio de eso, se le daría un amplio margen de maniobra que la mayoría de los niños no tendría.

Según la abuela Cedrella, los Potter eran una familia antigua y respetada, la fortuna que tenían gracias a su antepasado y culpable de su apellido familiar Linfred de Stinchcombe, el inventor de la poción crece-huesos y la poción pimentónica, había sido bien cuidada y cultivada por sus predecesores. La abuela siempre decía que había que respetar a los Potter, sino fuera por la contribución de su último vástago que sea por la impresionante capacidad de hacer las mejores pociones del mundo mágico. Lo que los Potter crearon fueron las bases de las pociones medicinales actuales, y gracias a ellos, los magos se podían permitir ser tan imprudentes como eran.

Claramente, Cedrella no tenía muy buena opinión de la generación actual de hechiceros, pero teniendo en cuenta de que habían desatado una guerra basada en la pureza de la sangre cuando la mayor parte del mundo mágico estaba relacionada de una u otra manera con un muggle, y entre sí, Ron no podía culparla. Prácticamente, se habían eliminado entre familiares. Seguía perturbándolo mucho el hecho de que era un pariente lejano de casi todas las familias sangre pura. Aunque, como Cedrella le había dicho en sus primeras lecciones, ser "sangre pura" o "traidor a la sangre" era más una cuestión de posición política, que una verdadera pureza.

"¡Ja, pureza! Los Malfoy, esos astutos franceses, nunca tuvieron problemas de asociarse matrimonialmente con los muggles antes del estatuto, los desagradables escurridizos saben muy bien las consecuencias de la endogamia excesiva, demasiado cerca de la monarquía no mágica, manipuladores bastardos. La pequeña Cissa podría haber encontrado a alguien mejor, digno de ella, oh, no me mires así, cariño. Pasé muchos años con tu abuelo, sería raro si no hubiera tomado alguno de sus manierismos"

Maldita sangre Black. Todo el mundo mágico tenía alguna conexión con ellos, incluso si el único heredero de la línea principal era residente permanente de Azkaban.

Honestamente, su abuela tenía las mejores historias y la mejor información. No entendía porque sus hermanos nunca hablaban con ella. Claro, su desaprobación hacia Molly nunca había sutil y si bien a Ron le molestaba un poco, sabía que era culpa de su padre. Se casó con su madre en el apuro de la guerra, sin respetar los tiempos de cortejo o realizar los rituales adecuados, o siquiera informar a sus padres. Si eso no era una ofensa directa a Cedrella y todo lo que creía o representaba, Ron iba a comerse su propio zapato. Su abuela no aprobaba su matrimonio, pero sí el fruto de su amor, si el cariño que le tenía a todo sus nietos era algún indicador. Ron podía respetar eso.

Y, bueno, su abuela era una mujer fuerte y feroz, una 'verdadera Black', como siempre diría a pesar de haber sido repudiada de su familia por haberse casado con Septimus. Personalmente, él creía que a ella le dolía más que su hijo se alejara sin aviso previo y sin haberla invitado al casamiento, que el no haber realizado correctamente el matrimonio según la cultura mágica. Después de todo, ella siempre había sido una firme creyente de poder amar a quien quisiera, sin importar origen o pasado.

"¡Eso no implica que te puedas casar con una vampiresa o un hombre lobo, me escuchas, buena gente serán, pero sus genes son fuertes y no sabrías cómo lidiar con un niño con necesidades diferentes a las tuyas! Si aprendes todo lo que necesitas saber, tal vez, pero hasta entonces, limítate a los magos" Cedrella lo miró por un momento antes de continuar "Tampoco adopciones, conociendo la suerte de los Black, podrías terminar encontrándote en ese tipo de situación"

Sí, su abuela era genial. Extraña, pero genial. Decía muchas cosas raras, y la mayor parte del tiempo Ron no entendía de qué estaba hablando, pero la amaba igual.

- Y entonces, con un reducto Harry se deshizo de la amenazante manada de Thestrals que lo habían acorralado- Ginny habló encantada, su relato parecía haber captado la atención de los gemelos, quienes escuchaban en silencio.

El último pedazo de información no sentaba bien con Ron, él no comprendía bien por qué. Hurgó un poco en su memoria, pero no creía haber leído nada de los Thestrals, ni siquiera sabía qué eran.

"Había caballos, huesudos y demacrados caballos con alas, tirando del carruaje a Hogwarts. Eso era más que espeluznante.

- ¿Qué diablos es eso?- Ron se sintió gritar. Harry lo miró confundido, hasta que guió su mirada hacia lo que él estaba viendo.

- Ah, es verdad, nunca los habías visto.

- ¡Por supuesto que no! Esos no estaban ahí antes ¿Qué demonios hacen allí?

Su amigo se rió de su situación, tomando su mano y llevándola hacia esa… esa cosa. El dudoso y macabro animal que lo miraba como si supiera lo que estaba pensando.

- Siempre estuvieron allí, solo… solo los pueden ver quienes hayan presenciado la muerte y antes…- Harry dejó de hablar y Ron comprendió.

- Pero antes no había visto morir a alguien - Harry hizo una mueca - Eso es bastante espeluznante, hermano-

- Son dóciles y amables, por mucho que el Ministerio se esfuerce en decir lo contrario- Su amigo le susurró, y como si el Thestral los entendiera, se inclinó hacia la mano de Ron, y se dejó acariciar - Ellos simplemente son incomprendidos, hay una manada en el Bosque Prohibido, incluso hay uno que nació allí. Hagrid los cuida-

- Por supuesto que Hagrid los cuida, él quería criar un dragón.

Y a pesar de sus palabras, Ron mantuvo la caricia en el animal, quien lo animaba moviendo levemente las alas. Era casi tierna, la forma en la que acercó su esquelético hocico hacia él, en busca de más cariño."

Ron sacudió la cabeza del ensueño del recuerdo y se retiró silenciosamente de la habitación, antes de que pudiera decir algo que no pudiera justificar racionalmente. La mirada conocedora del Thestral se mantuvo con él, el resto de la tarde.


Ron miró reverencialmente el tablero en el cual sus dos hermanos estaban jugando. Por lo que veía, Bill estaba ganando.

Técnicamente, era la primera vez que veía uno. Mientras su padre limpiaba las cosas del ático, se había topado con el viejo tablero de Septimus y puesto que él nunca había estado interesado en el juego, se lo había dado a sus hijos. Era… era bastante desconcertante entender un juego del cual ni siquiera debería saber las reglas.

Eso no evitaba que sus dedos picaran por corregir los errores estratégicos de Percy o morderse la lengua por lo simples que eran las jugadas de Bill. Más que frustrante.

"- Esta es la única forma… tengo que dejar que me tomen.

- ¡NO!- Gritaron a la vez Harry y Hermione, lo que lo molestaba y a la vez, lo hacía sentir cálido por dentro.

- ¡Esto es ajedrez!- Les replicó con fuerza - ¡Hay que hacer algunos sacrificios! Yo avanzaré y la Reina me atrapará… Eso… eso te deja libre para hacer el jaque mate, Harry.

- Pero…

- Mira ¿Quieres detener a Snape o no?

- Ron…

- ¡No… no se pongan sentimentales ahora, escucharon! ¡Si no se apuran, va a conseguir la piedra!

No había nada más que hacer, él lo entendía y por mucho que lo negaran, ellos también. Esto no era solo un juego y los tres comprendían lo que estaban arriesgando si perdían el partido. Él trató de silenciar el pánico creciente que sentía viendo el rostro vacío de la Reina Blanca.

Exhaló temblorosamente y miró a sus amigos.

- ¿Listo? Allá voy, y no se entretengan una vez que ganen- Su respiración se sentía agitada y su corazón parecía querer salirse por su garganta. Murmuró por lo bajo - Merlín, Harry, me debes ranas de chocolate de por vida por esto.

Se movió hacia adelante. Lo último que vio fue el brazo de la Reina acercándose peligrosamente a su cabeza y todo se volvió oscuro."

Ron retrocedió bruscamente desde su lugar, soltando un chillido. Sus hermanos levantaron la vista hacia él, Bill dejando su lugar para acercarse y registrar su estado. No debía parecer muy bien, se sentía inestable y su cuerpo estaba cubierto por sudor frío.

- Ron ¿Estas bien?

Él negó suavemente con la cabeza, mientras su hermano ponía su mano en su frente para revisar su temperatura. No pareció encontrar nada anormal, pero eso no cambiaba el temblor en sus piernas o la palidez repentina.

Ron… Ron creía que iba a vomitar.

- Hey, Ron, tranquilo ¿Puedes decirme que ocurre?

El rostro de Bill estaba preocupado, y él no deseaba más que enterrarse en sus brazos y no salir más, como hacía cuando era menor.

- No me siento… bien, creo que me voy a arriba.

Bill asintió. Lo levantó igual que lo hacía cuando Ron tenía tres, a pesar de que las alturas de ambos habían cambiado y él ya no era tan pequeño, y lo llevó a su habitación. Su hermano sostuvo su mano hasta que se durmió, probablemente por su agarre casi aprehensivo.

El ajedrez normalmente era asombroso, solo… solo le tomaría un tiempo volver a ver las piezas y no pensar en la figura imponente de la Reina Blanca cerniéndose sobre él, lista para arremeter contra su cabeza.


Espero que lo hayan disfrutado.

Me gustaría aclarar, que va a permanecer gen por casi toda la totalidad del fic, esto no va de romance, pero si va a haber ciertas menciones de las parejas canon por los recuerdos de Ron.

Saludos, los reviews son amor.