ADVERTENCIA: Te recomendaría que leyeras antes "Christmases When You Were Mine", es un one-shot, con la perspectiva de Blossom, y claro, tiene añadido un contenido de Brick. Si aún así no quieres leerla y solo quedarte con este fic, ¡es cosa tuya, amigo!

En fin. La carta ya fue publicada y este es el primer capítulo. Es corto, sí, pero tampoco quería quedarme con mucho relleno, mi intención era demostrar los sentimientos y vivencias de Brick después de que Blossom se fuera de la ciudad.

AU; song-fic. Tres partes.

Basado en: "Spring Day", de BTS.


Capítulo O1

"LA NAVIDAD DE BRICK"

–¡Llegaron a tiempo!

Ante aquel grito de mi madre, Butch salió de mi cama, tropezándose un poco y empujando al llorón de Boomer para poder saludar, de los primeros, a nuestros primos de Minnesota.

Siempre los citábamos al mediodía, y solían llegar a eso de las dos de la tarde, cuando ya el té especial de la zona que les tenía preparado mamá, estaba frío. No podíamos culparlos, la aerolínea que tomaban llegaba a tiempo, pero no el transfer que los traía a casa. Esa era la razón por la que se demoraban, ya que mi tía Jane no quería arriesgarse a tomar otro transporte.

"–¿Estás loco, Brick? Imagínate, nosotros tomando otro transporte y el transfer llega. Pierdo dinero en vano".

Mi tía Jane, hermana de mi madre, Caroline, era todo un chiste.

Ya era Navidad, y se notaba porque mis hermanos pequeños ya habían hecho un desastre en la sala, con los papeles rotos que envolvían a muchos regalos. Butch, si bien era mayor que Boomer, seguía siendo un niño cuando se trataba de Navidad. Hace un par de años, cuando él tenía los siete recién cumplidos –eso de septiembre–, se enteró de que Santa Claus no existía, sin embargo, eso no fue un impedimento para que esperara la noche en vela, para descubrir, antes que todos, sus regalos.

Niños, suspiraba, mientras volvía a atar mi coleta, que estaba ya llegando a la altura de mis hombros, y recogía los papeles de envoltorios, con la ayuda de Cass, la mayor de mi tíos Jane y Al. Cass era pelirroja, como su padre Al, pero tenía los ojos azules como la rubia tía Jane. Al igual que yo, Cass tenía un hermano menor, AJ, de la edad de Butch y una hermana aún más pequeña, Sky, siendo dos años menor que Boomer.

–Son un desastre –decía Cass, mientras me ayudaba–. Por eso no soporto a los niños.

–Si tu mamá te escuchara hablar, ya podría entender por qué estás tan decidida a no ser mamá.

Cass no respondió, solo rio mientras dejaba la bolsa en el sofá más grande, para recoger, con mayor facilidad, el resto de papeles pequeños.

–¡Hijo! –me levanté del piso cuando escuché la voz de papá.

Me limpié el sudor de la frente, mientras echaba ese molesto lazo rojo en la bolsa de basura, con más fuerza de la necesaria. Ya me estaba cabreando de los simbolismos que esta Navidad de mierda me trajo.

–¿Qué sucede…?

Y no, no me llamaba para decirme algo en particular, sino para modelarme el suéter que le regalé. Se dio una vuelta, sobre sus talones, con ambos brazos extendidos, luego me sonrió.

–Tengo buen gusto, papá, ¿qué esperabas?

Mi madre gritó un fuerte , desde la cocina, que luego se transformó en una risa que compartió con la tía Jane. No esperaba menos de ella, considerando que estuvo admirando el collar que le regalé por cinco minutos seguidos, pendiente de cada detalle en la ala de la mariposa, así como el brillo de las piedras incrustadas en ella.

Tengo grabadas sus palabras en mi mente todavía.

"–Pensé que me regalarías otro suéter." Esa frase, entre risas. Claramente yo no compartí esa risa con el mismo entusiasmo que ella.

La razón por la que cambié los tipos de regalos esta Navidad, fue precisamente como una medida preventiva, a modo de dar vuelta la página a mi pasada relación con Blossom. De haber seguido juntos, ella, a estas horas, estaría mandándome un mensaje preguntándome si a mi madre le gustó el suéter.

Y no, no quería eso.

Sin embargo, sí me llegó un mensaje; ojalá hubiera sido de mi pelirroja, pero no todas las navidades pueden estar cargadas de milagros. El mensaje era de mi amiga-casi-nueva-novia: Bell.

"¿Me vendrás a visitar esta tarde? De seguro mis padres y mis hermanas saldrán. Yo no valgo ni un centavo hoy"

Sí, Bell. Feliz Navidad para ti también.

No respondí el mensaje.

.

.

.

Tres horas después, recibí otro mensaje de Bell, preguntándome si estaba bien. A ese sí le respondí, pero con la excusa de que estaba con mis primos, a cargo de ellos y de mis hermanos, algo que pareció entender.

De todas formas, le dije que no iba a poder verla hoy, pero que la compensaría con salir mañana.

No podía desmerecer la ayuda de Bell así como así. Ella estuvo a mi lado cuando Blossom se fue, y aunque pasó tiempo antes de que iniciáramos algo, sabía que para esta Navidad, iba a estar muy nostálgico.

"–¿Y si le escribes una carta? –había dicho, mientras se colocaba la camiseta blanca, que solía usar bajo esa jardinera que le sentaba tan bien.

–Demasiado empalagoso para mi gusto –protesté, pasando una mano por mi rostro, suspirando al mismo tiempo que extendía uno de mis brazos y así alcanzar a tocar un poco de la, aún, descubierta piel de Bell.

–Es solo una idea. Escribir lo que sientes te podría ayudar a superar los sentimientos que tienes por ella."

Fue por eso que pasé horas frente a una maldita hoja en blanco, tratando de escribir. Al final, la tuve lista justo una semana antes del 25 de diciembre, creo que así mantuve la esperanza de que la leyera en Navidad y pensara que ella sí tendría un milagro de Navidad.

Claro, siempre y cuando ella también esté extrañándome con la misma intensidad que yo lo hago.

Por lo que recuerdo, a Bell le dije que en la carta solo tenía escrito mis sentimientos actuales por Blossom, recalcándole que, si le escribía, era para despedirme definitivamente de nuestra relación, dejando en claro que no le guardaba rencor alguno y que solo le deseaba lo mejor.
Sentí que fui muy sabio al sellar el sobre antes de que ella me pidiese leer la carta. De todas maneras, creo que no tenía obligación alguna en pasarle la carta, así ella la pudiese leer. Era algo privado, solo entre mi ex y yo.

No saben lo triste que me resulta referirme a Blossom como mi ex.

"–Me iré, Brick".

Me quejé, y Cass dejó de ver la película y me miró un tanto preocupada.

–¿Qué te sucede?

–Nada –respondí rápido–, solo creo que debo ir al baño.

–Qué envidia –dijo, deslizándose en el sofá–. Me gustaría tener una digestión rápida como tú.

No le quise decir que se equivocaba al pensar que debía ir al baño a hacer mis necesidades ni que no se metiera con mi rápido metabolismo, de todas formas eso a ella no le importaba tampoco. Que creyera lo que quisiera, mejor si piensa que es por ganas de defecar. A la hora en que le digo que estoy así por un recuerdo maldito, me haría contarle.

Y no estoy para andar ventilando mis problemas emocionales con todo el mundo.

Me encerré en el baño, con cuidado de no azotar la puerta, a causa de las fuertes emociones que me estaban llenando en ese momento. Me miré rápidamente en el espejo, contemplando cada detalle de mi rostro así como la tensión en mis comisuras.

"–¿Cómo que te vas? –pregunté.

Ella no respondió al instante. Agachó su cabeza, de alguna manera se veía como si su flequillo cubriese su vista por completo. Apretó el barandal que nos separaba del mar, y a pesar de que no hiciese frío, ella estaba temblando mucho.

–Nos mudaremos… En un tiempo.

–¿Y eso qué significa? –en lugar de quedarme en silencio, como hubiese preferido, para poder procesar mejor la información, insistí en saber–. ¿Qué va a pasar con nosotros?

Blossom se volteó ligeramente hacia a mí, dejándome ver su rostro, dejándome ver ese tembloroso y rojizo labio inferior, que estaba siendo mordido para estabilizarse un poco, asimismo me dejó ver sus llorosos ojitos rosa.

–Vamos a tener que terminar."

Y lo hicimos… Mierda, sí que lo hicimos.

Mi reflejo en el espejo no difería demasiado al de ese día. Seguí viendo al yo derrotado, con los ojos llorosos. La única diferencia, es que mis nudillos no están ensangrentados como los de ese día, ya que hoy no he golpeado ninguna muralla a causa de la ira, rabia o tristeza.

El haber sabido esa noticia, creo que me condicionó a odiar, con mi puta vida, la primavera.


La segunda parte de esta historia, será publicada el viernes 20 de abril.