Se me hace que estoy tardando para ser una historia contada en drabbles xD. Pero, en fin, espero que disfruten :D

Disclaimer: obvio.


~III~

Ese cuadro al final del pasillo. Se veía antiguo, pero mantenido a través del tiempo, pareciendo fresco, quizás de una semana antes. A diferencia del resto de la casa, que si bien limpia, se abría a la nostalgia, los trazos de pintura dentro del marco se definían como nuevos, como futuros. Opal lo miraba siempre antes de entrar a su cuarto, y sentía cómo la mirada le era devuelta. Eso le producía ciertos escalofríos, pero sabía que su imaginación era grande, y que los cuadros siempre parecían ver.

Era Octubre para ese entonces. Ya se habían acomodado, todos felices del cambio, no como antes de hacerlo. Las cenas solían ser las más silenciosas, todos cansados y encerrados en sí mismos y en sus ganas de dormir. Los desayunos eran más espontáneos, más aceptadores de risa. Siempre habían sido una familia madrugadora. El pasillo desembocaba justo a la mesa del comedor, y algunas veces Opal sentía que el cuadro era partícipe de sus sobremesas. A veces, hasta sentía que su juego podía llegar a hacerla preguntarle algo.

Una noche, después de lavar los platos, como le correspondía esa noche, la joven caminó hasta su habitación, sus párpados pesados del día. Sería medianoche. La luna, como pocas veces, iluminaba a través de la ventana, todo con un tinte blanco, las luces apagadas. A ella le gustaba ese aire, ese silencio.

Llegó a su puerta, y antes de abrir, se giró a ver al cuadro, como siempre lo hacía desde semanas atrás. Sólo que esa vez, decidió acercarse hasta él, hasta encontrarse frente al joven que la observaba. Tenía ojos verdes, fulminantes, atractivos. Sus facciones eran suaves, como si su frente declinara como una ola hasta su barbilla. Al mismo tiempo, parecía severo. En esa mezcla, había algo que a Opal le pareció incluso tierno. Y no supo definir exactamente la sensación, pero estiró su brazo para acariciar lo que alguna vez habría sido su negro pelo. Ese fue el primer escalofrío que Opal sintió desde la mudanza.

Cuando despertó, a la mañana siguiente, estaba acostada en su cama, sabiendo que había querido leer después de terminar en la cocina, pero entrando a su cuarto directamente y cayendo a su cama sin tiempo siquiera para cambiarse y apagar la luz.


Espero no tardar tanto en la próxima entrega, cualquier falta, ya saben, avisen.

¡Saludos! :D