Saludos!

Flannya reportándose!

Y lo prometido es deuda! Heme aquí con otro fic! Mas ameno, mas divertido, y apto para todas las edades! (no como los últimos que he escrito -.-U).

En fin, este fic se basa en un muy pequeño Sealand, un británico poco tolerante y una mexicana al rescate ;) Si, es OTRO song fic... tengo cierta debilidad por estos... y no solo es UNA canción sino varias. Y adivinen de quien?! CRI- CRI! Que mejor que Cri-Cri para niños?! :D

Si quiero mencionar que este fic va con especial dedicatoria a Wind und Serebro y a Ghostpen94. Grandes fuentes de inspiración :D

En fin, espero de corazón les guste! ^-^

WARNING: ERRORES DE ORTOGRAFÍA AL POR MAYOR. NO reviso el texto. NO pongo acentos y NO me interesa su opinión si van revisando cada oración para ver si esta gramaticalmente correcta. Estamos?

Ah! Y si quiero aclarar, que además de ser AU, en este fic Sealand tiene cinco años...esta bien chiquito :3

Empezemos! ^o^

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Canción de Cuna para Sealand

Capítulo 1: La Merienda

Él, que era un hombre poderoso. Él,que sabía mantener la compostura ante cualquier situación. Él, que muchos siglos había sido un solido y fuerte imperio. Él, que había sido el terror de los siete mares. Él,, que como pocas naciones había mantenido una guerra de cien años. Él,, que había matado a miles en batallas sin piedad alguna. Él,, que había sido fuerte en los momentos mas críticos de no una, sino dos guerras mundiales. Él, que fue había degollado a miles y su nombre había causado horror...

Él...

Arthur Kirkland...

No podía hacer dormir a Sealand.

"BWAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!"

Inglaterra apretó fuertemente los ojos y se tapó los oídos con fuerza tratando de ahogar el llanto histérico de su hijo.

"You bloody tad ! Can't you just hold your tongue for one forsaken minute?!" gritó el oji verde encima del llanto del pequeño Sealand.

"BBBBBBBBBWWWAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!" grito mas fuerte aun el pequeño infante que no parecía tener mas de cinco años, sus ojitos fuertemente apretados siguiendo en su berrinche.

Arthur no aguantaba mas el ruido infernal del pequeño. Hastiado de la situación, bajo los brazos y se acerco amenazadoramente al niño que estaba llorando a todo pulmón sentado en la hermosa alfombra a mitad de la sala.

"Im warning you Peter! One more cry, and I swear...!" empezó el ingles ojiverde alzando su dedo indice para enfatizar sus palabras.

"BBBBBBBBBBBWWWWWWAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!" gritó aun mas fuerte el infante, totalmente privado.

Sintiendo como si sus tímpanos hubieran explotado y jurando sentir que sangraban, el inglés dio un bufido exasperado mientras que se tapaba los oídos y salia de la gran sala, azotando las grandes puertas de madera tras de el.

Una vez en el pasillo, Arthur bajó los brazos, cansado, mientras que apoyaba la cabeza en las puertas. No pudo evitar exhalar un gran suspiro mientras escuchaba los llantos ahogados histericos de la micronación .

Todas las noches era lo mismo.

Noche tras noche, el pequeño Sealand se resistía con uñas y dientes a dormir. Se había hecho algo rutinario. El pequeño se emberrinchaba, lloraba, pataleaba, salia corriendo... Todo eso ocurría en la casa Kirkland. Y Arthur no podía mas.

Trato mil y un remedios, leerle cuentos, contarle historias y anécdotas de sus años de caballero o pirata, e inclusive recurrió a hechizos y pócimas para dormir, pero había sido en vano. El chiquillo no quería dormir y no se iba a dormir a la hora dicha.

Inglaterra se paso una mano por los rubios cabellos revueltos. Que mas podía hacer?! Estaba desesperado y no podía seguir esto! Nunca había pasado por esta situación. Alfred de menor, nunca fue berrinchudo. Era llorón, si...pero mas que nada por su culpa pues le encantaba espantar al pequeño con historias de terror y seres sobrenaturales.

Arthur escuchó como Peter lloraba todavía dentro de la habitación sin bajar el volumen de sus gritos. Entorno los ojos al techo. El era un buen padre!... No? Entonces en que se equivoco con Sealand?!

Por primera vez pidió a todos los cielos que milagrosamente alguien tocara la puerta, y al abrirla encontrar a Mary Poppins, paraguas abierto sobre su cabeza, pomposo vestido victoriano con cuello alto y largas mangas, diminuto sombrero sobre la cabeza, gran bolsa mágica en brazos y una dulce sonrisa. Una sonrisa que era capaz de calmar a la mas salvaje bestia... digo, niño.

Pero sabia que eso era mas que imposible. No había en el mundo persona capaz de ayudarle... De hecho ya había visto a un sin fin de niñeras de todos los tamaños y edades desfilar por su casa, vanagloriándose de sus logros como institutrices. Pero antes de que el rubio pudiera decir "God save the queen!" salian despavoridas sin dar una mirada atrás dejándolo con Sealand como en un principio.

Derrotado, bajó la mirada y vio el teléfono victoriano de pared colgado enfrente de el, en el otro lado del pasillo. Era un bonito teléfono antiguo, de caja de madera con su auricular colgado de lado y sus números para marcar en una rueda dorada. La boquilla tal parecía verle fijamente como si estuviera a punto de decirle algo.

Y entonces abriendo los ojos como platos, se le ocurrió una idea.

Cruzando el amplio pasillo de dos zancadas se lanzó al teléfono como si su vida dependiera de eso, y desesperado descolgó el auricular pegandoselo a la oreja. Con mas fuerza de la necesaria empezó a girar rápidamente la ruedita y a marcar varios números, números que sabía muy bien. Números que bien podrían salvarle la vida. Espero con la vida atorada en la garganta, mientras escuchaba el timbrar de la linea, conteniendo el aliento.

"Operator, which number?" dijo una cantarina voz femenina del otro lado del teléfono.

"International Call, please" dijo rápidamente el inglés.

Porque tal vez no había persona humana capaz de ayudarlo... Pero había alguien lejos, muy lejos que podría ser su salvación...

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Maria Guadalupe Hernandez, la representación humana de México se secaba las manos en una toalla de cocina con una sonrisa en la cara. Cuando hubo terminado, colgó la toallita blanca en una pequeña percha en la pared y vio a su alrededor. Satisfecha, paso la vista por su amplia cocina de mosaicos de colores viéndola impecablemente limpia. La mesa en el centro, la tarja, y la barra estaban relucientes. Los gabinetes rústicos de madera limpios y todos los platos, ollas y cacerolas de barro cocido, ya lavados, escurriéndose junto al fregadero.

Maria sintiéndose complacida por acabar pronto, tomo un vaso de agua de Jamaica que había dejado en la mesa y recargándose en el lavabo saboreó la refrescante bebida. Eran mas o menos las cuatro de la tarde y el calor no amainaba. Pero no importaba, porque era un lindo y hermoso día soleado.

Y sonó el teléfono.

La pequeña morena miro extrañada el aparato que timbraba colgado en la pared junto al rustico umbral de madera de la puerta. Frunció el ceño extrañada. Apenas se estaba terminando la hora de la comida, quien seria a estas horas?

Insistentemente, el aparato timbró. Dejando su vaso de agua se acerco al teléfono y descolgando lo acercó.

"Bueno?" pregunto la mexicana.

"BWWWWWAAAAAAAAAAAAAAA!" explotó un grito en su oído.

La morena apretó los ojos al escuchar el llanto histérico y alejo tanto como pudo el teléfono de ella, su tímpano adolorido. Tuvo que apretar los dientes para evitar soltar una grosería. Pero que chingados había sido eso?!

Se le quedo viendo al auricular que estaba a un brazo de distancia de ella y escuchaba todavía el grito proveniente del aparato tan claro como si estuviera ahí presente.

"BLOODY INFANT SHUT IT ALREADY!" escuchó una segunda voz gritar del otro lado de la linea, por encima de la primera.

La mexicana miraba el teléfono, con una mezcla de curiosidad y miedo. No estaba segura si debía colgar o seguir escuchando. Se escucho movimiento del otro lado de la linea y el llanto, aunque fuerte, se escuchaba ahora algo mas distante. Una voz masculina carraspeó un poco.

"Good day, Mexico, this is England. How do you do?" preguntó una voz cortés en inglés.

María parpadeo varias veces procesando la información, viendo el auricular. England? Inglaterra! Sacudiendo un poco la cabeza se pegó rápidamente el teléfono.

"Arthur?" preguntó algo insegura la mexicana pensando que tal vez era una broma, aunque no era Abril todavía.

"Yes, this is Arthur. How do you do?" preguntó el inglés su voz sonando ligeramente molesta y presurosa, al tener que presentarse de nuevo.

"Eh... Bien, bien gracias..." dijo la morena lentamente, todavía confundida. "Esta todo bien por-"

"Good. Crees que puedas venir a mi casa a la brevedad? Hay asuntos...importantes los cuales necesitan tu inminente presencia. No es que no pueda resolverlos sin ti, solo que me gustaría tener tu opinión." le cortó rápidamente el rubio.

Maria no entendía nada! A lo lejos seguía escuchando el llanto de un niño, pequeño seguramente por la voz aguda del crío.

"Maria?" preguntó el inglés sacando a la latina de sus pensamientos, esperando una respuesta.

"Eh, si, claro,claro, no te preocupes, ahorita mismo salgo para alla." respondió casi automáticamente la mujer, volviendo a la realidad. "Um... Arthur, ahorita son las 11 de la noche en tu casa, seguro que todo esta-"

"Splendid! I expect you as soon as posible. Farewell Mexico." se despidió cortesmente y algo alegre el inglés, cortando a la mujer en plena pregunta y colgando rápidamente.

Maria escuchó el constante "beep beep" de la linea, la boca ligeramente abierta en sorpresa. Miró el auricular por largo rato, como si esperara que empezara a hablar para entender que sucedía. Lentamente colgó el teléfono, y se cruzó de brazos, pensando que había sido eso.

Arthur había llamado... Aunque ahorita era casi media noche en su casa. Sonaba cortes como siempre, pero inquieto. Y a lo lejos se escuchaba un niño...

Dando un suspiro, la morena salió de la cocina y subió a su habitación. Tenía que hacer maletas y por lo visto había muchas cosas que empacar.

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DING DONG!

Arthur se irguió como flecha al escuchar la campana que servía como timbre y se quedo estático. Sealand, que se encontraba llorando (de nuevo) a todo pulmón escuchó también atento, callando su llanto en un segundo y viendo al mayor expectante, con sus grandes ojos azules verdosos llenos de lágrimas.

Por unos benditos y largos segundos, la mansión Kirkland se sumió en el mas profundo silencio...

DING DONG!

Al escuchar de nuevo la campana, el rubio ojiverde salió disparado de la habitación de Peter y corriendo por el pasillo alfombrado llegó a las escaleras que bajó de tres en tres. Cruzó el gran recibidor y se detuvo de golpe enfrente de la puerta. Tomó aire, se aclaró la garganta, y se irguió tanto como pudo. Luego se alisó el chaleco de tweed marrón para verse presentable. Finalmente un caballero inglés siempre debía verse bien. Alzando la barbilla un poco, tomo la perilla dorada y abrió la gran puerta de madera.

Una pequeña mujer estaba de pie en el umbral de la puerta, bañada por la luz amarillesca del farol de hierro forjado que estaba afuera. Era mucho mas pequeña que el, mediría uno sesenta a lo mucho y era de complexión delgada. Pese a eso, tenía un bonito curvilíneo cuerpo, con redondas caderas, diminuta cintura y amplio busto. La mujer iba vestida como el inglés siempre la recordaba: una blusa campirana inmaculadamente blanca, con mangas en los costados y holanes en el cuello, dejando desnudos sus morenos hombros. Un grueso cinturón marrón de piel ceñido a la cadera y una larga y pesada falda verde obscuro que le llegaba a los tobillos. Bajo esta, se asomaban apenas las pequeñas puntas de una botas de suave piel café obscura y usaba sobre su cabeza y hombros un rebozo rojo quemado, que estaba doblado sobre su pecho para que no se cayera. En el piso junto a ella, había una vieja valija café claro, con correas y asa de cuero ya muy gastadas. Definitivamente no tenia nada que ver con lo que Arthur tenía por concepto de "niñera victoriana": seria, sombría, rígida, recta y tajante... Pero estaba desesperado.

"Good evening Mexico." le saludo cortesmente Arthur inclinando levemente la cabeza.

Pese a la obscuridad de la noche y la tenue luz del farol, la morena le dio al inglés una linda y amplia sonrisa se dientes blancos.

"Arthur!" exclamó fuertemente la latina mientras que se lanzaba al rubio con brazos extendidos. Le dio un fuerte abrazo y un sonoro beso en la mejilla. Después de tanto contacto físico y con su misma sonrisa, Maria se separo de el. "Perdón por venir hasta ahorita, ayer no había vuelos disponibles."

El inglés, que por tanta cercanía estaba sonrojado, se aclaró la garganta. Ya sabía lo afectuosa que era ella, y que ciertamente no sabía nada de respeto de espacio personal, pero eso no quitaba el hecho de que el ingles no pudiera evitar ruborizarse al sentir a la linda nación tan cerca de el.

"No te preocupes, lo bueno es que pudiste llegar sin contratiempos" dijo Inglaterra mientras se agachaba a recoger la vieja maleta de la morena. Ya con el equipaje, extendió una mano hacia su casa, invitandola a pasar. "After you." dijo amablemente.

Maria rio divertida y le dio una mirada afectuosa.

"Arthur... Tantos años y tu tan caballeroso como siempre. Gracias." dijo ella mientras que pasaba por el umbral de la puerta y se descubria la cabeza del rebozo, dejandolo caer sobre sus hombros desnudos.

El inglés, siguió a la morena de largo y brillante pelo negro lacio que iba dejando un tenue aroma a vainilla y madre selva. Inconscientemente, el rubio aspiro discretamente el aroma... Le recordaba tanto sus años de pirata...

"Bien Arthur, que asunto querias tratar?" preguntó Maria deteniendose a la mitad del recibidor casi enfrente de las escaleras y volteando a ver al ojiverde, sus cejas alzadas en pregunta.

Arthur se detuvo de pronto encontrandose sin palabaras. Bollocks! No pensó en como iba a decirselo a la morena. No podía decirle la verdadera situación, se vería sumamente incompetente y su orgullo como nación y como padre estaba en juego.

"Um... Mexico..." empezó lentamente el britón pensando en algo que decir.

"Vamos Arthur! Se que eres un caballero, pero esas formalidades no van conmigo." le dijo despreocupadamente la latina. "Llamame por mi nombre, sabes que me gusta mas entre nosotros."

El ingles desvio la mirada y se se jaló un poco el cuello de la camisa, depronto sintiendose acalorado. Que ella fuera tan amigable no ayudaba mucho.

"Well, you see..."dijo el inglés tratando de pensar en algun dialogo suficientemente sustentable para no quedar en ridiculo. "The question is..."

Pero antes de que el rubio pudiera concluir o explicarse, de pronto algo capto el ojo de la mujer pues volteo ls cabeza rapidamente a la izquierda. Su mirada siguio el origen y de pronto su cara se ilumino.

"Arthur! No me habías presentado a ese caballerito!" exclamó la morena, mientras que se acercaba al pie de las escaleras dejando al ojiverde casi hablando solo.

Inglaterra sin entender, siguio la mirada de la mujer. Ahi, hasta arriba de las escaleras, viendo entre los balaustres de madera tallada del barandal, estaba hincado Sealand, viendo a los dos mayores. Una vez descubierto, el menor abrio mucho los ojos, pero se quedo ahi sin saber que hacer.

"Peter come down to greet our guest." le dijo educadamente el ojiverde al niño, aunque de manera firme.

El pequeño con ojos grandes y que vacilaban entre la curiosidad y el temor lentamente se levanto y empezó a bajar los escalones alfombrados, uno por uno, viendo a las dos naciones. Una vez llegado al final de las escaleras, fue donde Inglaterra y se paró atras de el, asomandose por el costado de la pierna de su padre y viendo Maria.

Arthur fruncio el ceño. Empujando suavemente al niño de la espalda hizo que diera un paso al frente de el y encarara a Maria.

"What are those manners, boy?" le reprendio el inglés. Luego se aclaro la garganta y se dirigio a la morena. "Please, do forgive him. This is my son Sealand, Peter Kirkland. Peter, may I present you Mexico, Maria Guadalupe Hernandez."

La pequeña morena que no habia dejado se ver al infante de no mas de cinco años le sonrió ampliamente. Luego puso una rodilla en el piso para quedar a su altura.

"Hola Peter, me da mucho gusto conocerte." le dijo dulcemente la mujer.

Sealand por su parte, abrió mucho los ojos, y volteo por encima de su hombro para ver a Inglaterra, sin saber que hacer. Luego en un segundo corrió atrás de su padre y tomándolo de las piernas se escondió, viendo por el costado a la mujer, lleno de pena infantil.

"Peter!" le reprendió Arthur frunciendo sus pobladas cejas. "Que va a pensar Miss Hernandez de los modales de la casa Kirkland?!" exclamó algo molesto y sorprendido por la acción del pequeño. No era temor el del niño, lo conocía demasiado bien, solo estaba extrañamente apenado.

La morena por su parte solo rio levemente.

"No te preocupes Arthur, es un niño, ya se le pasará." le dijo tranquilamente la latina con su eterna sonrisa y poniendose de pie.

"Eres una nación?" preguntó de pronto Sealand asomado junto a la pierna del britón mirando expectante hacia arriba a la mexicana.

"PETER! No seas tan informal con Miss Hernandez!" le reprendió nuevamente el rubio, claramente alterado y viendo hacia abajo a su hijo.

"No te prepcupes Arthur," le dijo Maria mientras negaba suavemente para no darle tanta importancia. Luego miro al chiquillo que agarraba fuertemente los pantalones del mayor. "Si, soy una nación como Inglaterra. Me llamo México y vivo cruzando el mar." le dijo alegremente la morena.

Peter jaló varias veces el pantalón del ojiverde para llamar su atención.

"Nunca me dijiste que las naciones tambien podían ser niñas bonitas! Porque?" le reclamó el pequeño al rubio en voz alta y con un gran tono de reproche, sus cejitas pobladas en un ceño.

Arthur por su parte enrojeció, claramente abochornado.

"WHA-WHAT?! PETER! No digas esas cosas frente a las visitas!" dijo rapidamente el inglés, ahora el apenado.

La morena por su parte rio divertida.

"Dime Sealand, ya merendaste? Ya tomaste tu cena?" pregunto la morena, viendo al pequeño.

El niño miró ahora a la latina y asintió enérgicamente.

"Té y scones" repuso sencillamente.

Mexico ladeo la cabeza.

"Té y scones?" repitió como para cerciorarse, a lo que el niño asintió de nuevo. "Eso no es una merienda que digamos..." dijo la mujer mientras se cruzaba de brazos y encaraba a Inglaterra mientras alzaba una ceja en pregunta.

Arthur al ver la mirada acusadora de la mujer empezó a balbucear incongruencias.

"Well... You see... el té... y el...normalmente..." dijo torpemente el inglés tratando de excusarse.

Pero Maria encaró al niño, ahora su rostro pura bondad.

"Veo que todavía no has merendando propiamente. Yo tampoco he cenado nada. Podrías ser un caballerito y mostrarme donde esta la cocina? Voy a prepararnos una cena deliciosa!"

A Sealand se le iluminaron los ojos y saltó de su escondite, dejando toda pena del lado y ahora muy sonriente. Entusiasmado, tomo la mano de Maria y la empezó a jalar por un pasillo.

"Yes Miss Hernandez, allow me to show you the way!" dijo contento el niño mientras arrastraba a la morena tras de el.

"Dime Maria. Puedo llamarte Peter?" le dijo la mexicana mientras desaparecían por uno de los pasillos no sin antes mirar a Arthur por encima de su hombro y sonreirle.

Inglaterra veía boquiabierto la escena. Que diablos le pasaba a Sealand?! Parado todavía en el recibidor de su casa no entendía bien que sucedia. El berrinchudo y llorón de Peter portándose bien... Claro, era lo que queria desde un principio... Pero no pensó que la magia de la mexicana fuera a surtir efecto tan rapido...

Dando un suspiro y rascándose la nuca, tomó la valija de la morena y caminó hacia el pasillo para seguir al par que huyó a la cocina.

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"Bien Peter, cuando termines de merendar, es hora de dormir." dijo la morena que se movia eficazmente por toda la cocina que estaba inundada de un rico aroma a pan recien hecho, azucar, y mantequilla.

Peter, sentado en una de las sillas de la mesita en la cocina frunció el ceño en desacuerdo.

"Pero todavia no tengo sueño! No me quiero dormir!" empezó el niño con voz algo chillona y desafiante.

Arthur, que estaba parado en el umbral de la puerta temió este momento: el momento en el cual Sealand dejara de ser un angelito amable y se transformara en el demonio llorón que se negaba a ir a dormir. Tomando una actitud paternal el inglés frunció el ceño.

"Peter... Don't start..." empezó el inglés con un tono peligroso de advertencia.

Pero Maria le dio una mirada al britón que automáticamente hizo que se callara. Luego volvió su atención al horno y se agachó a sacar una charola de conchas recién horneadas por la morena. Un gran y delicioso aroma inundo la cocina que hizo que el inglés que observaba en silencio se le hiciera agua la boca. Mientras la mexicana hacia esto y a nadie en particular, empezó a cantar.

"Las siete ya van a dar, el niño va a merendar. Las siete van a sonar, y es cuento de no acabar. Porque el pequeño es un llorón, que siempre sale con esta canción..."

Sealand frunció el ceño aun mas ahora viendo a la morena.

"Yo no soy un llorón!" le reclamó el niño claramente ofendido y enojado.

Pero Maria que estaba poniendo una concha en un plato le miro inocentemente.

"Pero Peter! Nadie dijo que eras tu! Esta es una cancion de mi casa! Porque piensas que la cancion habla de ti?" le dijo tranquilamente la latina con una sonrisa mientras que le ponía el plato enfrente.

El pequeño miró a la mexicana, con el ceño aun fruncido, no convencido del todo con la respuesta. Pero ella, dócilmente, se volteó para ir a la estufa donde había una olla con leche calentándose, como si no le diera mayor importancia al niño.

"Ay mamá! !e duele mi diente! Porque traen la leche caliente? yo así no me la puedo tomar, que se la lleven a enfriar!" canturreó feliz la morena.

Arthur miraba lo que estaba haciendo Maria. Que acaso estaba usando sarcasmo? Good Lord, el era el rey del sarcasmo! Y nunca Peter se había portado así ni con el ni con nadie. En otra situación ya hubiera gritado, llorado y pataleado... Pero la mexicana de alguna milagrosa manera lo tenia tranquilo. Enojado y pensando en su lugar... Pero sin berrinches.

Maria por su parte parecía muy ocupada moviendo la leche con una gran cuchara de madera, y mientras parecía muy ocupada empezó a cantar de nuevo a nadie en particular.

"Las ocho ya van a dar, el niño va a merendar. Las ocho van a sonar, y es cuento de no acabar. Porque el pequeño es un llorón, que siempre sale con esta canción..."

Luego se volteó a ver a Peter que ahora la veia con los ojos abiertos, totalmente su atención en ella. La morena le sonrio inocentemente mientras que tomaba algunas tablillas de chocolate (que inteligentemente habia traido) y las puso en la leche. Inmediatamente (y para deleite del inglés) la cocina se lleno ahora de un delicioso aroma a chocolate y canela. Sin dejar de mover la leche y aparentando estar muy ocupada la mujer siguió con su canción.

"Ay mamá! Mira a esta María! Siempre trae la leche muy fría, yo así no me la quiero tomar. Que la vuelva a calentar!"

Arthur no podía creer lo que veia: la diminuta morena tenia toda la atención del niño que escuchaba cada palabra de su canción, ya no enojado, sino ahora interesado y atento a la historia.

"Ese niño es muy berrinchudo!" exclamó sorprendido Peter. "Pobre de su mamá!"

Maria vio al pequeño rubio por encima de su hombro dándole una sonrisa.

"Verdad que si?" le preguntó la latina inocentemente mientras servia una taza de humeante y espumoso chocolate caliente. Luego se dirigió al ojiverde. "O tu que piensas Arthur?"

Sealand se volteó sobre su silla para ver la reacción de su padre. El rubio, al ver las miradas expectantes sobre el tosió un poco nervioso y desvió la mirada.

"Well... The boy is certainly misbehaving and has no manners whatsoever..." dijo vagamente ruborizandose un poco.

Maria empezó a buscar un platito en donde poner la taza y empezó a cantar de nuevo.

"Las nueve ya van a dar, el niño va a merendar. Las nueve van a sonar, y es cuento de no acabar. Porque el pequeño es un llorón, que siempre sale con esta canción..."

La mujer sirvió la humeante taza de aromático chocolate enfrente del niño.

"A cenar Peter y después a la cama." le dijo la morena.

Pero el solo se le quedo viendo expectante.

"Y el niño? Que hizo? " preguntó lleno de curiosidad.

La morena le sonrió dulcemente.

"Ay mamá! Esto tiene nata! La sirvienta es una lata, yo así no me lo quiero tomar! Que se la lleve a colar!" terminó la mexicana

Peter la vio con ojos grandes y una gran sonrisa.

"Que niño tan mal portado! Yo nunca, nunca voy a ser asi!"dijo con una gran determinación infantil el pequeño.

Maria, que estaba parada enfrente de el le sonrio dulcemente.

"Yo se que no. Y se que algun dia seras un gran caballero como tu papá." dijo la mexicana a lo que el niño asentía. "Andale, a cenar que se enfria todo."

Sealand vio el chocolate y la concha frente a el y se le iluminaron los ojos en deleite infantil. Alargó una mano para tomar su pan dulce pero la mexicana lo detuvo.

"Espera Peter... falta que tu padre se siente a la mesa, no crees?" preguntó Maria mientras que pasaba la mirada del niño al britón que seguía en recargado en el marco de la puerta.

Eso tomo por sorpresa a Arthur. Hasta ahora se había mantenido al margen de toda la escena que se le antojaba extrañamente calida y familiar. Ruborizándose empezó (de nuevo) a tartamudear.

"But I... yo ya... Antes de que llegaras... comi scones..." empezó el inglés.

"Anda sientate Arthur, que se enfria todo." le mandó la morena mientras se volteaba a servir dos tazas mas de chocolate.

Todavia ruborizado y en silencio fue a tomar su lugar enfrente de Sealand. Maria le sirvió su chocolate y una concha y se sirvió también ella.

Peter no se pudo contener y rápidamente mordió una gran bocanada de pan dulce.

"Waaaaa!" exclamó contento el niño "This is delicious!" y se lleno la boca de mas pan.

"PETER! Que te he dicho de hablar con la boca llena?" le reprendió el ojiverde, tratando de controlarse para no hacer lo mismo con su pan. Realmente olían delicioso.

Pero Maria solo le puso una mano en el antebeazo.

"No le regañes tanto Arthur, mejor disfruta tu cena." le dijo la mexicana suavemente.

El inglés dio un pequeño resoplido, todavia no a gusto con el comportamiento de su hijo, pero siguió el consejo de la mexicana cuya mano seguia en su antebrazo, porque admitiéndolo, ella sabía lo que hacía.

Los tres cenaron gustosamente, Arthur y Maria discutiendo algunos temas vanales del mundo y sus casas, y Peter escuchando atentamente a los dos, disfrutando sus conchas y chocolate caliente. El tiempo tal parecia pasar volando y cuando hubieron terminado, el pequeño Sealand se le veia adormilado en su silla su tercera concha a medio acabar en el plato.

"Creo que ya es hora de llevarlo a la cama." le dijo en voz baja la morena al rubio oji verde.

Arthur, que estaba disfrutando de la conversación y que por un momento se había olvidado de la presencia del menor, se levantó de su silla.

"Indeed... Permiteme por favor, en seguida vuelvo." dijo el britón levantandose de su lugar. Rodeó la mesita y cargó al niño contra su pecho. Este, que estaba mas dormido que despierto, se colgó como koala del mayor y descanso la cabeza en su hombro. Maria, se levantó de su silla y fue con el adormilado niño. Muy suavemente le dio un beso en la cabeza.

"Buenas noches, Peter" dijo la morena mientras persignaba al pequeño, dandole la bendición antes de dormir.

"I'll be here, just a moment please." le dijo Arthur a Maria.

Aunque no era precisamente católico, Arthur no pudo evitar asentir interiormente ante la acción de la mujer. Ya a sabía lo religiosa que era ella, pero no pensó que fuera tan cuidadosa y atenta. Con el niño cargando, salió por el pasillo y hacia el recibidor. Por alguna razón, toda esa escena ahorita se le antojo muy... familiar y hogareña. Y le gusto. Subiendo las escaleras, el niño aun dormido, Arthur sonrió para si mismo: no había duda de que María era excelente madre.

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"Y recuerda, el chocolate caliente le ayuda a dormir. Te deje bastantes barras, pero sino con leche caliente basta. Si neesitas mas me llamas y con gusto te envío." le recordó por décima vez la morena mientras se acomodaba el rebozo encima de la cabeza. "Ah! Y nada de té!"

Arthur y Maria estaban en el recibidor nuevamente. Despues de que ella terminó de limpiar la cocina y darle claras instrucciones de como hacer dormir a Sealand la morena se disponía a retirarse. El inglés le invitó a quedarse,finalmente ya era de noche, pero la mexicana declinó amablemente.

"Mi trabajo aqui ya terminó Arthur." dijo mientras tomaba su valija, enfrente de la puerta principal una gran sonrisa en su cara. "Ademas hay muchos asuntos que tengo que atender en mi casa. Ya sabes como pueden ser los jefes a veces..."

Inglaterra comprendió, aunque parte de el no quería dejar ir a la latina. Cierto, era una nación solitaria, pero le agradaba de gran manera la calida compañia de la latina. Toda el aura en la casa era menos fría y vacía. Pero inclino la cabeza cortesmente.

"Thank you Maria for all you help." dijo sinceramente el ojiverde.

Pero ella no le dio mayor importancia.

"No te preocupes Arthur. Finalmente no es facil ser padre" le dijo dandole una sonrisa compasiva. Luego aprestó su valija. "Bueno será mejor que me vaya."

El rubio abrió la puerta de madera...

Una pesada y constante lluvia caia a cantaros, tan densa y pesada que lo unico que se veia a mas de dos o tres metros eran las densas cortinas de lluvia una tras otra, que inclusive no dejaban ver nada. Era tal la fuerza con la que llovía que el sonido era ensordecedor. El salir en estos momentos era simplemente impensable.

Arthur vio a la morena, y como veia con cierta preocupación y angustia la lluvia. Seguramente estaba pensando si ir o no con tremendo aguacero, y era mas que obvio que no iba a cesar pronto.

"Maria, creo que lo mas prudente sería que te quedaras esta noche a que pase la lluvia. Mañana en la mañana te escoltare al aeropuerto. No voy dejar que salgas con este clima." ofreció el inglés.

María volteó a verlo y le dio una mirada agradecida.

"Muchas gracias por todo Arthur." le dijo suave y sinceramente

El ojiverde se le quedo viendo un rato directamente a los ojos y solo terminó enrojeciendo después de unos segundos.

"No-no creas que solo por que yo quiera que te quedes! So-solo es por la lluvia! Si! Eso! Es la lluvia!" balbuceó Inglaterra volteando a ver hacia arriba, como si de pronto el techo tuviera algo interesante.

María rió levemente divertida ante el cambio tan drástico del inglés. Finalmente, tenía mas de 500 años de conocerlo...

Arthur, dando un resoplido molesto, tomó la valija de la mano de la morena y extendió una mano hacia las escaleras.

"Haré que preparen tu habitación en este instante. This way please." dijo amablemente el inglés empezando a caminar, con la sonriente morena atrás de el.

Y mientras caminaban por la gran casona victoriana de Arthur, el inglés no pudo evitar sonreír levemente para si, sin que la morena se diera cuenta.

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Que? Pensaron que ese es el final?

PUES NO!

No puedes quitarle lo berrinchudo a un niño solo con pan dulce y chocolate caliente! (bueno... de hecho funcionó conmigo...-.-U)

Notas!

- Es bastante común que en México se meriende a la de la noche, siendo la merienda un momento de convivencia familiar acompañado con espumoso chocolate caliente (Si, de tableta, no de polivito chafa!) y pan dulce!

- Las "conchas" son un tipo de pan dulce muy popular. Entre los mas populares están: las conchas, corbatas, trenzas, pellizcadas, chilindrinas, orejas, moños de danés (Si! Dinamarca XD)yoyos, soles, ojos de buey etc etc etc... son demasiados para enumerar... -_-

- Arthur se acordó de sus años piratas al oler a Maria por el hecho de que varias veces invadió y saqueo Veracruz y Campeche.

- La canción que uso en este capi es "La Merienda" de Cri- Cri. Escuchenla y después me dicen XD

En fin, aqui no acaban los problemas del inglés y por lo visto la mexicana no puede irse por cuestiones del clima (XD perdón pero tenía que pensar en una razón para que a fuerza se quedara). Asi que... Mas Sealand! Mas canciones! Y mas scones para todos!

Ok no...

Comentarios? Sugerencias? Reclamos? Peticiones? Cartas de muerte? Anécdotas de su infancia al escuchar estas canciones? XD

Saludos! :D